Por un acuerdo que Martí Batres, director general del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF), las pensiones de las personas trabajadoras que prestaron sus servicios al Estado serán verificadas.
A través de X, Batres dio a conocer el 8 de noviembre la revisión de las pensiones que rebasen el monto superior establecido por la ley. El acuerdo entró en vigor a partir del sábado 9 de noviembre.
En El Sabueso te explicamos, con ayuda de especialistas, en qué consiste y a quiénes afecta el acuerdo de Martí Batres.
El artículo 50 de la Ley del ISSSTE establece que dicho instituto podrá ordenar la verificación de los documentos que hayan servido de base para conceder una pensión a las y los trabajadores. Rolando Talamantes, agente de seguros especialista en pensiones, explica que las jubilaciones son un derecho o prestación económica que se adquiere con base en las semanas cotizadas.
“Los pensionados del ISSSTE son aquellos cuyo patrón es el Estado, es el gobierno, a diferencia de los pensionados del IMSS, cuyo patrón es un privado, generalmente”, explica, por su parte, Enrique Díaz-Infante, director del sistema financiero en el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).
Para ello, las dependencias, personas trabajadoras, pensionadas y sus familias deberán proporcionar la información y documentos probatorios relacionados con el otorgamiento de los seguros, prestaciones y servicios.
Esto le corresponde a la Dirección de Prestaciones Económicas, Sociales y Culturales, que identificará las pensiones a cargo del instituto que rebasen el monto máximo establecido y verificará datos como las dependencias donde laboró la persona trabajadora; los años de servicio cotizados; el sueldo básico que percibió, así como los elementos que sirvieron para determinar la cuantificación de la pensión inicial, sus incrementos anuales y el factor de actualización.
A partir de la notificación, presentación de pruebas en 15 días y valoración, la Dirección de Prestaciones Económicas, Sociales y Culturales deberá emitir una resolución en menos de tres meses para que el ISSSTE reduzca o no el monto de la pensión.
Incluso, si el ISSSTE detecta que las personas involucradas presentaron documentos falsos puede denunciar ante el Ministerio Público y el Órgano Interno de Control podrá investigar y sancionar de acuerdo con la Ley General de Responsabilidades Administrativas.
Las pensiones que excedan el límite de la ley pasarán por una verificación, pues el acuerdo publicado por Martí Batres en el DOF busca su modificación o cancelación.
“El instituto iniciará la revisión para modificación o cancelación de las pensiones que superen la cantidad de 32 mil 571 pesos, equivalente a 10 veces la Unidad de Medida y Actualización (UMA), monto máximo para las pensiones otorgadas bajo el régimen décimo transitorio de la Ley del Issste para este 2024”, se lee en un comunicado.
Según el artículo 17 de la Ley del ISSSTE, el límite superior es el equivalente a diez veces dicho Salario Mínimo. Por ejemplo, en el caso de la Ciudad de México equivale a poco más de 74 mil pesos mensuales.
“Si una persona en este momento está cobrando arriba de ese tope, son a las personas que se les va a, digamos, auditar el derecho que obtuvieron”, menciona Talamantes.
Según un comunicado del 17 de febrero de 2021, la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) determinó que el tope máximo de la pensión jubilatoria otorgada por el ISSSTE debe de cuantificarse con base en la UMA porque una reforma constitucional eliminó el salario mínimo como parámetro para calcular el monto de pago de diversas obligaciones, multas, créditos, y aportaciones de seguridad social.
La finalidad de esta modificación fue permitir que el salario mínimo pudiera ser incrementado constantemente para recuperar el poder adquisitivo de los trabajadores; ello sin que al mismo tiempo se incrementaran otra serie de conceptos ajenos al salario.
“Por todo lo anterior, la Sala concluyó que, acorde con la Constitución Federal, la Ley del ISSSTE abrogada y el artículo Décimo transitorio de la Ley del ISSSTE vigente, el tope máximo de la pensión jubilatoria debe calcularse con base en la UMA”, se lee en el comunicado.
El acuerdo de Martí Batres se trata de una medida que forma parte de la estrategia de rescate del ISSSTE que se implementó durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y a la que la presidenta Claudia Sheinbaum busca dar continuidad.
Esto porque, según Armando Ocampo Zambrano, titular de la Procuraduría de la Defensa del Contribuyente (Prodecon), fue descubierto un “modelo criminal” en complicidad con trabajadores en activo, exservidores públicos, abogados particulares que incrementaba ilegalmente las pensiones del ISSSTE provocando pérdidas al erario.
Mientras que Rolando Talamantes sostiene que en algunos casos simplemente puede existir un cálculo erróneo de las pensiones.
“Establecer un tope a las pensiones para los trabajadores jubilados del ISSSTE avanza en la dirección de acabar, en cierta medida, con las desigualdades y las injusticias. En el CEEY lo que nos preocupa, en ausencia de una reforma fiscal para pagar las pensiones, es el recorte a otros rubros como salud o educación”, señala Enrique Díaz-Infante.
Ambos especialistas recomiendan mantener la calma ante la revisión de pensiones y, sobre todo, tener en regla la documentación requerida sin importar si se superan las 10 UMAs.
Despuntó como destino turístico internacional de primer nivel por más de una década hasta que el conflicto entre Grecia y Turquía la cambió para siempre.
De un lujoso destino turístico a una ciudad con un futuro incierto tras cinco décadas de abandono.
Varosha, suburbio de la localidad de Famagusta en el noreste de Chipre, tuvo su auge en la década de 1960 y la primera mitad de los años 1970.
Con sus hoteles de cinco estrellas, discotecas de primer nivel y más de dos kilómetros de playa bañada por el Mediterráneo, atraía a turistas y celebridades de todo el mundo, desde Elizabeth Taylor hasta Brigitte Bardot o Richard Burton.
Pero su destino cambió drásticamente en 1974, cuando la invasión turca de Chipre forzó a sus habitantes griegos-chipriotas a huir, dejando este territorio desierto y enjaulado en vallas militares.
Varosha quedó bajo el control del ejército turco como parte de un conflicto más amplio que dividió la isla en dos: al sur, la República de Chipre, reconocida internacionalmente y habitada en su mayoría por griegos-chipriotas; al norte, la República Turca del Norte de Chipre, un estado autoproclamado que solo reconoce Turquía.
Desde entonces, este enclave ha sido utilizado por ambas partes como una moneda de cambio en las complejas negociaciones que han intentado, sin éxito, reunificar el país.
La invasión de Chipre por las tropas turcas en julio de 1974 obligó a sus 39.000 residentes, la amplia mayoría mayoría griegos-chipriotas, a huir en cuestión de horas.
Cuando esto ocurrió, Avghi Frangopoulou tenía 15 años y sus padres acababan de comprar dos apartamentos en la playa de Varosha, pero la guerra lo cambió todo de la noche a la mañana.
“Recuerdo que corría porque veía los aviones justo encima de mí”, comenta sobre los bombardeos turcos en una entrevista para el programa de radio Assignment, de la BBC.
Su familia, como otras miles, tuvo que dejar atrás todas sus pertenencias y huir para salvar sus vidas.
Tras tomar el control, el ejército turco cercó Varosha con una valla y la convirtió en una zona militar restringida, vacía e inaccesible para civiles, es decir, una “ciudad fantasma”.
Durante décadas, el destino de Varosha fue un asunto de negociación clave en los fallidos intentos de reunificar Chipre.
En 1984, la ONU adoptó la resolución 550, que declaraba que debía ser devuelta a sus legítimos propietarios, pero el gobierno turco-chipriota de facto no aceptó y la ciudad permaneció intacta, con sus casas, hoteles y tiendas vacías.
“No somos fantasmas, y nuestra ciudad no es una ciudad fantasma”, protesta Frangopoulou, quien, como muchos otros exresidentes, ha visitado Varosha en los últimos años tras su reapertura parcial en 2020.
El estado de abandono del lugar hace aún más dolorosos sus recuerdos. “No me gusta ver esto”, afirma sobre el deterioro de su barrio natal y el “turismo oscuro” que ha surgido en torno de él.
En 2020 Turquía decidió reabrir parcialmente al público este espacio.
El anuncio de su presidente, Recep Tayyip Erdogan, atrajo de inmediato a visitantes curiosos, convirtiendo al otrora destino de lujo en uno del llamado “turismo oscuro” que invita a lugares marcados por la tragedia, el abandono o el conflicto.
Los turistas que llegan a Varosha se enfrentan a una extraña combinación de belleza y decadencia.
La playa está de nuevo abierta al público y en ella se observan bañistas disfrutando del mar y el sol rodeados de apartamentos en ruinas y hoteles destruidos, con ventanas rotas y fachadas corroídas por el paso del tiempo.
Muchos de los antiguos residentes no ven con buenos ojos esta transformación de su barrio en una especie de atracción turística.
“Conozco a la gente que vivió aquí. No pueden vender esto como un producto, como un pueblo fantasma”, comenta Avghi Frangopoulou, quien considera la reapertura como una forma de trivializar la tragedia de la invasión.
Parte de la comunidad internacional también ha condenado la decisión de Turquía de abrir Varosha sin un acuerdo previo con los grecochipriotas, lo que supone un paso más en la violación de la resolución 550 de la ONU.
Pero el barrio sigue recibiendo turistas y las autoridades turcochipriotas no parecen dispuestas a cambiar su postura.
Para los antiguos residentes de Varosha, regresar a la ciudad tras casi 50 años de exilio es un intenso golpe emocional, ya que sus edificios ahora en ruinas les evocan recuerdos de una vida interrumpida de forma abrupta en 1974.
Avghi Frangopoulou ha vuelto varias veces desde que se abrió parcialmente en 2020.
“Mi casa está aquí”, dice, señalando la calle donde vivía, ahora cubierta de escombros.
Pese a la autorización de visitas turísticas, el barrio sigue bajo estricto control militar y muchas zonas permanecen inaccesibles para los antiguos residentes.
“Solo quieres pasar por esa puerta y subir las escaleras, pero hay policías que te detienen, así que no te arriesgas”, asegura Frangopoulou.
El caso de Andreas Lordos es similar. Su familia construyó uno de los primeros hoteles en Varosha, el Golden Marianna, aún en pie aunque abandonado y cubierto de enredaderas.
“Mi padre construyó este hotel en 1967 cuando tenía 27 años. Era un hotel con piscina, algo nuevo en esa época. Estaba frente a mi colegio, así que durante el recreo íbamos a curiosear qué hacían los turistas”, relata, mientras observa lo que queda del edificio.
Confiesa que su sueño es restaurarlo y abrirlo de nuevo algún día.
Sin embargo, es difícil que los antiguos propietarios huidos hace 50 años puedan recuperar sus inmuebles.
Las autoridades turcochipriotas han instado a los antiguos dueños a que reclamen sus tierras, pero estos aseguran que en la práctica es casi imposible debido a que el proceso legal está plagado de obstáculos.
El gobierno chipriota, además, ve con desconfianza esta oferta al temer que ayude a legitimar la ocupación turca.
El futuro de Varosha está en el aire.
Muchos locales tienen la esperanza de que el barrio pueda ser restaurado y convertirse en un símbolo de la futura reunificación de Chipre, donde griegos y turcos chipriotas coexistan en paz.
“Nos volvimos como familias con algunos de los grecochipriotas, porque pensamos y actuamos de la misma manera: que todos somos los perdedores en este conflicto”, afirma Serdar Atai, un activista turcochipriota comprometido con la preservación del patrimonio cultural de la zona.
Sin embargo, las tensiones políticas siguen siendo un gran obstáculo.
Atai lamenta que tanto las autoridades turcochipriotas como las grecochipriotas han torpedeado continuamente los intentos de un acuerdo de paz.
“Siempre acuerdan estar en desacuerdo desde el principio”, ironiza, en referencia a las últimas cinco décadas plagadas de intentos fallidos.
Por otro lado, figuras políticas como Oguzhan Hasipoglu, miembro del parlamento turcochipriota, ven en Varosha un modo de reclamar la soberanía del norte de Chipre que la comunidad internacional rechaza.
“Perdimos la confianza en los grecochipriotas (…) Sus palabras son amables pero, a la hora de la verdad, no están dispuestos a compartir el gobierno ni la riqueza de esta isla con nosotros. Nos ven como una minoría”, sentencia.
Hasipoglu, quien cree inevitable la división de la isla en dos Estados, ansía ver renacer Varosha como un destino turístico de lujo bajo control turco.
Así, la incertidumbre sobre el futuro de Varosha persiste: ¿seguirá siendo un destino de “turismo oscuro” en ruinas, se convertirá en un nuevo y lujoso balneario del no reconocido Estado de Chipre del Norte, o será un puente hacia la reconciliación de una isla dividida?
Lo que es seguro es que el tiempo se agota poco a poco para los antiguos residentes que sueñan con regresar al barrio donde crecieron.
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