La pena de muerte es una de las principales diferencias entre Claudia Sheinbaum y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), que recién le confirmó su apoyo para las elecciones de 2024.
A la ceremonia del 3 de octubre en la que sellaron su alianza asistieron liderazgos del PVEM como Carlos Puentes Salas, Jesús Sesma y Arturo Escobar y Vega, quienes han respaldado esa medida en distintos momentos. Mientras que Sheinbaum se ha declarado en contra desde que era candidata a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.
“No es estoy de acuerdo, primero creo en el estado de derecho, pero imagínense ustedes solamente con todos los juicios que hay en el país, que son injustos, que criminalizan a jóvenes porque no todo mundo tiene acceso a la justicia en nuestro país, cuántas penas de muerte se harían injustamente”, mencionó en 2018, según Excélsior.
Ese mismo año el PVEM retomó su propuesta de pena de muerte a personas sentenciadas por el delito de secuestro, violación u homicidio.
Carlos Puentes Salas, entonces coordinador del Grupo Parlamentario en el Senado de la República y quien estuvo en la entrega de constancia a Sheinbaum como ‘coordinadora de la transformación’, expresó en conferencia de prensa que su partido no tenía temor a la crítica por su postura.
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En 2020, el PVEM en la Cámara de Diputados insistió en proponerlo para quienes cometieran homicidio doloso y feminicidio a menores de edad. Su coordinador en ese momento, Arturo Escobar y Vega, quien también asistió a la entrega de constancia de Sheinbaum, consideró que México requiere excepciones en el sistema de procuración de justicia.
La iniciativa también fue apoyada por cinco diputados de Morena: Francisco Elizondo Garrido, Nayeli Arlen Fernández Cruz, Alfredo Antonio Gordillo Moreno, Ana Patricia Peralta de la Peña y Erika Mariana Rosas Uribe.
La pena de muerte ha sido planteada por el PVEM desde 2008, cuando el Grupo Parlamentario en la Cámara de Diputados presentó iniciativas para aplicarla a quienes cometan delitos de homicidio calificado, atenten contra la población civil y la seguridad de la nación. El entonces diputado federal Jesús Sesma, quien ahora es dirigente del “Verde” en la Ciudad de México y estuvo en la entrega de constancia a Sheinbaum, dio su respaldo a esta práctica.
En una conferencia de prensa el 29 de junio de 2021, le preguntaron a Sheinbaum sobre la eliminación de la prohibición del consumo lúdico de la marihuana que realizó la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Aquella ocasión habló de no criminalizar a los jóvenes.
“Si este es el caso, también tendría que haber algunas modificaciones en el caso de la Ciudad de México (…) Lo que me parece más importante y creo que es el tema central es no criminalizar a los jóvenes que consumen. Lo que no estamos de acuerdo es la violencia que se genera alrededor de la venta”, declaró.
En enero de 2018, cuando era precandidata de Morena a Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, le preguntaron si había sido usuaria de la marihuana, de acuerdo con Capital CDMX.
“Cuando era joven, sí, alguna vez, en mi etapa estudiantil, pero no fui nunca… sí la probé”, contestó.
También fue cuestionada sobre la propuesta del entonces secretario de Turismo federal, Enrique de la Madrid, de legalizar el uso del cannabis en las zonas turísticas del país.
“Es un debate que se tiene que dar en la sociedad. Mi opinión personal es que es mejor la regulación que la prohibición, pero es mi opinión personal y hay que abrir un debate en ese sentido”, respondió Sheinbaum.
La postura de Sheinbaum coincidió en 2021 con el PVEM porque al pronunciarse sobre el dictamen de la Ley Federal para la Regulación del Cannabis, el diputado Marco Antonio Gómez Alcantar dijo que su fracción parlamentaria votaría a favor. Argumentó que este marco legal maximiza los derechos de la ciudadanía, disminuye el consumo en el mercado negro y obliga al Estado a generar políticas públicas.
Con una búsqueda en la página oficial del PVEM se encontró un comunicado de 2018 en el que Arturo Escobar, entonces coordinador de la bancada del PVEM en la Cámara de Diputados, dijo que la legalización de la marihuana con fines lúdicos representaría una herramienta para combatir al crimen organizado.
Pero un comunicado previo, de 2015, consigna que Jesús Sesma como coordinador del Grupo Parlamentario en la Cámara de Diputados rechazaba el uso lúdico.
“La postura del Partido Verde señala tajantemente que está en contra del uso lúdico de la marihuana porque va en contra de su declaración de principios y postulados”, se lee en el boletín.
Claudia Sheinbaum, virtual candidata presidencial de Morena, se ha posicionado a favor del derecho a decidir. En 2021 celebró la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) de declarar inconstitucional la criminalización total del aborto en México y publicó en X, antes Twitter, que en la Ciudad de México la interrupción legal del embarazo existe desde 2007.
En esto coincidió con Karen Castrejón, dirigente nacional del PVEM. En un comunicado de septiembre de 2021 para celebrar el fallo de la Corte, reconoció como un gran paso que ninguna autoridad en todo el país pueda perseguir y criminalizar a las mujeres y las personas gestantes por decidir sobre su cuerpo.
Sin embargo años atrás, en 2007, el PVEM se opuso a votar por este derecho de las mujeres y personas gestantes. Incluso, ese año, el entonces senador Arturo Escobar presentó una iniciativa para reformar y derogar disposiciones del Código Penal “con el objeto de proponer el establecimiento de medidas alternativas que eviten la despenalización completa del delito de aborto, y que consiste en la homologación del tipo penal federal con el del Distrito Federal en cuanto a las causas de exclusión ya existentes”.
La propuesta tuvo el respaldo de Manuel Velasco, quien acudió a la entrega de constancia de Claudia Sheinbaum y que, de hecho, compitió para ser coordinador de defensa de la cuarta transformación en el proceso de Morena.
En cuanto a la diversidad sexual, en junio de 2022 Sheinbaum asistió a la 44 Marcha del Orgullo, donde recibió un pliego petitorio y dio la bienvenida a todas las personas asistentes a la marcha, aunque fue criticada por no llegar a tiempo.
Estamos list@s para la 44° Marcha del Orgullo. 🏳️⚧️🏳️🌈
Somos una ciudad diversa, incluyente y de libertades.
¡Buen día! pic.twitter.com/JQoCx0OMPE
— Dra. Claudia Sheinbaum (@Claudiashein) June 25, 2022
En junio de este año, ya como aspirante a coordinadora nacional de los comités de la defensa de la cuarta transformación, publicó en X una fotografía usando una pulsera de arcoíris por el Día del Orgullo.
“Nuestra lucha siempre ha sido para brindar derechos plenos. Estamos en contra de cualquier tipo de discriminación, en México hay espacio para todas, todos y todes”, escribió.
Durante su gobierno, el 1 de octubre de 2021 inauguró la Unidad de Salud Integral para Personas Trans en la alcaldía Miguel Hidalgo, la cual era uno de sus compromisos de campaña.
En esto coincide con el PVEM, que en comunicados o en su agenda legislativa se ha pronunciado en contra de las terapias de conversión, a favor de las mujeres trans y por el reconocimiento de los derechos de la diversidad sexual así como en contra de la violencia hacia este grupo de población.
Por otro lado, en junio de este año Sheinbaum sumó el apoyo del Partido Encuentro Solidario (PES), que se este se ha pronunciado en contra del aborto, del matrimonio igualitario y de la adopción homoparental, entre otros temas.
Sin embargo, su fundador, Hugo Eric Flores Cervantes, se registró como candidato presidencial independiente, por lo que el PES deberá definir si respalda a Sheinbaum, o si junta las 970 mil firmas que necesita su dirigente para poder estar en la boleta.
El rápido descenso de los nacimientos en América Latina y el mundo ha sorprendido y desafiado las estimaciones realizadas hasta ahora.
Las mujeres están teniendo menos bebés. Y, si los tienen, optan por formar familias pequeñas.
Esa es la tendencia global hoy día, que contrasta con la realidad demográfica que había décadas atrás.
Según información del Banco Mundial, en los años 60, la tasa de fecundidad en el mundo -es decir, el número de hijos por mujer-, era de 5,3. Actualmente, esa tasa es del 2,2.
América Latina no es la excepción.
De hecho, esta región es la que ha registrado la mayor caída de la fecundidad a nivel mundial entre 1950 y 2024: un 68,4%.
Asia, el continente que le sigue, cayó un 66,2%. Mientras que el promedio mundial llegó al 52,6%, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
“El descenso de las tasas de fecundidad en América Latina es muy interesante porque se ha dado a velocidades mucho más aceleradas que en otros lugares del mundo, considerando, además, que históricamente la región se ha caracterizado por tener una fertilidad numerosa y temprana”, explica Martina Yopo, doctora en sociología de la universidad de Cambridge e investigadora de la Universidad Católica de Chile.
Pero ¿qué países latinoamericanos tienen hoy la menor y la mayor natalidad? Y ¿qué consecuencias tiene esto? Te lo contamos a continuación.
Chile, Uruguay, Costa Rica y Cuba son los países con las tasas de fecundidad más bajas de América Latina: 1,5 hijos por mujer, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa).
Brasil y Colombia le siguen, con 1,6 y 1,7, respectivamente.
La disminución de los nacimientos en estos países en las últimas décadas puede explicarse por varios factores.
Uno de ellos es la mayor capacidad de control de la fertilidad por parte de las mujeres, quienes hoy pueden decidir si quieren ser madre y cuándo.
“Hay una mayor prevalencia en el uso y legitimidad de los métodos anticonceptivos. Hoy es más fácil acceder a ellos y es un tema que socialmente se ha ido normalizando cada vez más”, explica Martina Yopo.
Otro factor que destaca en el contexto latinoamericano, afirma la investigadora, es que “hay transformaciones profundas en torno a los roles, aspiraciones y expectativas de género”.
“Hoy las mujeres tienen tasas de participación en el mercado laboral y en la educación superior mucho más altas. Este es un cambio cultural muy relevante, en donde ser mujer hoy día no significa ser madre y hacer familia no significa necesariamente tener hijos”, dice Yopo.
Sabrina Juran, especialista de la división de estadísticas del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), coincide.
“En América Latina vemos mejoras en el acceso a la educación, a los derechos reproductivos, a la planificación familiar y cambios profundos en las normas sociales”, indica.
Todo lo anterior también ha llevado a que muchas mujeres posterguen la maternidad, algo que también ha traído consecuencias.
“En Chile, por ejemplo, el porcentaje de mujeres que se convierten en madres después de los 30 años se ha cuadruplicado en la última década. Y una de las consecuencias directas de la postergación de la maternidad es efectivamente la infertilidad”, dice Martina Yopo.
“Eso se ve muy claro en el aumento de técnicas de reproducción asistida que ha habido en América Latina. A medida que se posterga la maternidad, lo que muestra la investigación es que la reproducción es menos eficiente”, añade.
Otro de los puntos a considerar es la precarización de las condiciones sociales para tener hijos, asevera la socióloga.
“El aumento de los costos de la vida y el hecho de que hoy sea cada vez más difícil acceder a buena salud, a una buena educación y vivienda, por supuesto que afecta. El kilo de bebé es muy caro”, indica.
La tasa de fecundidad en varios países latinoamericanos se sitúa por debajo de la tasa de reemplazo de la población (es decir, los nacimientos mínimos necesarios para mantener a una población estable en el tiempo), que es de 2,1 hijos por mujer.
“En la región hay 29 países que tienen una tasa de fecundidad por debajo de la de reemplazo. Eso es más de la mitad del total de las naciones latinoamericanas, lo que implica desafíos importantes”, explica Sabrina Juran, de la Unfpa.
De acuerdo con diversos investigadores, la baja de los nacimientos se traducirá en que en un futuro (no muy lejano) habrá menos trabajadores y más personas jubiladas, lo que amenaza con transformar la forma en la que las sociedades se organizan.
“Los bajos índices preocupan porque se generará un envejecimiento de la población, se van a ir reduciendo las generaciones y eso es un cambio muy importante demográfico”, dice Juran.
Para Martina Yopo, “es un fenómeno complejo porque pone en cuestión el funcionamiento de los principales sistemas que tenemos en la sociedad: el mercado del trabajo, la educación superior, las pensiones o los cuidados, ámbitos en los que su organización se basa en que habrán generaciones que reemplazarán a las que ya existen”.
Todo esto ha encendido las alarmas, no sólo en Latinoamérica sino en el resto del mundo.
Según las Naciones Unidas, las tasas de fecundidad son más bajas que las de reemplazo en más de la mitad de los países a nivel global y casi una quinta parte de aquellos países -incluidos China, Italia, la República de Corea y España-, tienen ahora una fertilidad “ultrabaja”, con menos de 1,4 hijos por mujer.
Con el fin de estimular el índice de fecundidad, varios gobiernos han otorgado beneficios por bebés nacidos. También han aumentado los apoyos por hijo y los subsidios médicos para los tratamientos de fertilidad.
Pero, aunque en algunos lugares estas políticas han logrado ralentizar el descenso de los nacimientos, la tendencia a la baja sigue siendo la norma.
Al otro lado de la vereda -es decir, con altas tasas de fecundidad en América Latina- se encuentran países como Bolivia, que tiene 2,5 hijos por mujer; Paraguay, con 2,4; y Haití, con 2,7.
Aunque sus índices sobresalen en el contexto regional, a nivel mundial están lejos de las estadísticas demográficas de algunos lugares en África, donde hay números muchísimo más altos.
Níger, por ejemplo, tiene una tasa de 6,6 hijos por mujer, mientras Chad y Somalia, del 6.
Aún así, para la investigadora Martina Yopo es interesante mirar las brechas que se dan entre los países que pertenecen a la región latinoamericana.
“Aunque en todas las naciones de América Latina las tasas de fecundidad están disminuyendo, hay dos factores claves que determinan su descenso más o menos acelerado: uno, es el acceso a los anticonceptivos, donde existen muchas asimetrías en la región, y la otra es la participación de las mujeres en la educación superior y en el mercado laboral, donde también hay asimetrías”, explica.
En este contexto, es importante mencionar el contraste de las bajas tasas de fecundidad en Latinoamérica con los altos números de embarazos adolescentes que aún persisten en la región.
De acuerdo con la CEPAL, las estimaciones muestran que “en las adolescentes de 15 a 19 años, América Latina y el Caribe presenta tasas de las más altas en el mundo, quedando solamente por debajo de las estimadas y proyectadas para África”.
Aunque la organización aclara que en la última década la región ha logrado reducir el embarazo adolescente (pasando de 73,1 hijos por 1.000 mujeres adolescentes en 2010 a 52,1 en 2022) el valor “sigue siendo elevado comparado con otras regiones del mundo y es 48% mayor que el promedio mundial”.
Según Sabrina Juran, “América Latina es una de las regiones con más desigualdades dentro de las poblaciones. Y eso es lo que estamos viendo en el tema de la fecundidad adolescente. Las tasas más altas están en poblaciones indígenas, rurales, con alta pobreza”.
Martina Yopo, por su parte, afirma que “a nivel latinoamericano ha habido una incapacidad estructural para reducir las tasas de embarazo adolescente, salvo algunas excepciones”.
“La evidencia demuestra que hay una polarización, un patrón bimodal en Latinoamérica, entre las mujeres de niveles socioeconómicos medios o altos que empiezan a postergar o elegir la maternidad, y otros sectores de la población, por lo general más precarizado, que tienen patrones reproductivos distintos”, agrega la socióloga.
El rápido descenso de los nacimientos en América Latina y el mundo ha sorprendido y desafiado las estimaciones realizadas incluso por reputadas organizaciones internacionales como las Naciones Unidas (ONU).
En su último informe sobre perspectivas de la población -publicado en julio de este año- la ONU aseguró que se espera que la población mundial (que actualmente asciende a 8.200 millones de personas) siga creciendo hasta 2080, alcanzando un máximo de 10.300 millones.
Pero ese número comenzará a disminuir “para ubicarse alrededor de 10.200 millones a fin de siglo, un 6% o 700 millones de personas menos de las que se proyectaban hace una década”.
No obstante, la organización dice que hay países -como China, Alemania, Japón y Rusia- que en 2024 alcanzarán su punto máximo y se calcula que “la población total de este grupo disminuirá un 14 % en los próximos treinta años”.
“Un cambio notable en la demografía será que las personas de más de 65 años superarán a los menores de 18 años para fines de la década de 2070, en tanto que habrá más gente mayor de 80 años que bebés menores de un año a mediados de la década de 2030”, dice la ONU.
Ante este escenario, que no es ajeno a América Latina, Martina Yopo considera “imperativo desarrollar políticas públicas que nos permitan adaptarnos a estas nuevas condiciones demográficas”.
Para Sabrina Juran, sin embargo, la respuesta no necesariamente debe concentrarse en provocar cambios demográficos, como incentivar a las familias a tener más hijos.
“Hay que aceptar la nueva natalidad como una realidad. Es una tendencia e incluso es una tendencia buena porque te habla de mejoras en acceso a los anticonceptivos, a derechos reproductivos, a la educación”, afirma.
“Pero a nivel de la economía de los países, obviamente preocupa. Por eso, nosotros llamamos a que nos preparemos y anticipemos de manera adecuada, que invirtamos para que la gente mayor sea productiva o que aprovechemos al 100% de la población y no apartemos a las mujeres de la fuerza laboral, por ejemplo”, concluye.
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