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Normas de construcción en México no exigen protección ante huracanes y Otis expuso debilidades
Normas de construcción en México no exigen protección ante huracanes y Otis expuso debilidades
7 minutos de lectura

Normas de construcción en México no exigen protección ante huracanes y Otis expuso debilidades

La normativa mexicana tiene escasas menciones sobre protecciones antihuracán, a pesar de que huracanes en el pasado han mostrado que es necesario mejorar las medidas de seguridad.
09 de noviembre, 2023
Por: Regina López Puerta
@admanimal 

México carece de normas nacionales de construcción para que edificios y viviendas en zonas costeras como Acapulco tengan más protección ante el embate de huracanes, y el caso de Otis y las al menos 1,400 construcciones destruidas ponen en evidencia esa carencia y lo endebles que eran algunas instalaciones.

Ni el huracán Paulina (1997), ni Ingrid y Manuel (2013), u Odile (2014) provocaron un cambio en la legislación. “No aprendimos nada”, recalcó en entrevista con El Sabueso el ingeniero Alfonso López Puerta, especializado en ventanas, cerramientos y productos de aluminio para construcciones en Mazatlán, Sinaloa. 

En contraste, los sismos sí han generado cambios en la legislación. México actualizó su normativa de construcción antisísmica tras el fuerte temblor de 1985, principalmente lo relacionado al uso de concreto reforzado con acero y la distribución de carga en las construcciones. En 1997 se volvió a actualizar el reglamento en el que se especifican por primera vez los tipos de suelo de la CDMX para establecer la resistencia y las características bajo las que un edificio debe ser construido para resistir un temblor.

Hace tres décadas, las técnicas de construcción y sobre todo los reglamentos para las nuevas edificaciones eran muy diferentes. Debido a los cambios, los temblores no han causado las mismas afectaciones que hace 38 años.

Actualmente en el Código de Edificación de Vivienda y la Norma Oficial Mexicana de Ventanas y Productos Arquitectónicos las menciones a las medidas específicas de seguridad son escasas y ambiguas, coincidieron especialistas consultados. 

Y en los próximos años, alertaron, se anticipa que con el cambio climático sean más comunes los huracanes de alta intensidad, por lo que en esta ocasión México sí debería aprender la lección.

¿Qué dicen las normas vigentes?

“En la normativa no hay ningún punto que diga que tenemos que proteger la casa contra la fuerza de algún huracán. Es decir, no está normado, eso es por decisión de la persona.

Si nos vamos a las colonias, la verdad es que una de cada 100 casas tiene la preparación para alguna cortina antihuracán”, explicó en entrevista el arquitecto Luis Guerrero, quien ejerce en Cabo San Lucas, Baja California Sur.

Alfonso López Puerta coincidió en que “no hay nada que te obligue a colocar algún sistema antihuracán. En todas las normas que refieren a la instalación de ventanas, se excluyen las ventanas antihuracán”.

El Código de Edificación de Vivienda menciona que cualquier tipo de barandal debe resistir un empuje horizontal de 100 kilos sobre el metro lineal, y que los vidrios y cristales, incluyendo los soportes, deben cumplir con la NOM-146.

Y aunque también hay una sección sobre seguridad y protecciones, la 817, en ella solo se menciona que “deben considerarse los efectos del viento que ocurren normalmente durante el año en todo el país, y los causados por huracanes en las costas del Pacífico, Golfo de México y del Caribe”.

Sin que se aclare qué tipo de especificaciones técnicas de protección se deben tener.

En cuanto a  la NOM-146 a la que hace referencia el código de edificación, desde un inicio señala que excluye y no aplica para ventanas anticiclónicas, por lo cual sí hay un vacío en el que no se obliga a los constructores a colocar medidas de seguridad, como refirió el especialista consultado. 

Riesgos y puntos vulnerables en edificios y casas

Los especialistas coinciden en que las ventanas son el punto más débil de una construcción. 

“Lo que recibe el impacto más bien son las fachadas de la vivienda”, menciona Guerrero, “lo primero que recibe la fuerza son las fachadas de la vivienda que estén en dirección hacia el mar, y pues de ahí comenzamos con lo más débil, que son todas las cristalerías”.

López Puerta también señaló la necesidad de que las estructuras se hagan con materiales fuertes, especialmente si están frente al mar.

“En Acapulco, veo que la envolvente del edificio, o sea, las paredes y estructuras alrededor de las ventanas eran de tabla roca para exteriores. Entonces, si adentro no tienes una estructura de acero que te aguante lo suficiente, pues va a salir volando. Los edificios están totalmente desnudos, no le quedó ni una pared. Y si esas paredes hubieran sido de bloc, de concreto o de algún material adecuado para un huracán, pues no hubieran salido volando”.

El huracán Odile que llegó a categoría 4 en 2014 dejó estragos importantes en Los Cabos, y eso cambió algunas prácticas dentro de la construcción, pero aún falta seguir mejorando las prácticas, explican los especialistas.

“Hace unos años tuvimos la experiencia de Odile, no sé si te tocó escuchar algo de ese huracán, y nos fue fatal. Desde entonces, desde Odile para acá, utilizamos cristales 2 más 1, que traen una película en medio, que aumenta la resistencia del cristal”, dijo el arquitecto Guerrero. 

“Para tener una ventana resistente, mínimo se necesita un cristal laminado que resista impactos y que resista la presión del viento”, coincide el ingeniero.

Otra medida que se utiliza son las cortinas o persianas antihuracanes, que Alfonso López Puerta instala con frecuencia, sin embargo detalló que en total en el país son sólo aproximadamente el 2% de los edificios los que tienen estas medidas instaladas, ya que son de alto costo.

Se necesita que el marco, es decir, la estructura de la ventana resista la carga de viento. Es muy importante que la adhesión de la ventana al muro o al edificio sea lo suficientemente fuerte.

“De nada sirve tener una ventana antihuracanes que aguante, pero luego se arranca, porque los tornillos no aguantaron, o se arranca porque le faltan tornillos, o porque la estructura a la cual se fijó, no era lo suficientemente fuerte”

Explicó que dentro de los mecanismos de protección exterior antihuracán, hay tres principales: la primera medida son protecciones tipo acordeón de aluminio, que se utilizan con frecuencia en Cancún. La segunda es una persiana enrollable de aluminio, y la número tres son lonas para huracán.

“Esas lonas se montan y se desmontan cuando viene el huracán y sirven como una medida de bajo costo. Es una protección antiimpacto, si algo volando pega en la lona y rebota”. 

Todas estas medidas, aclaró Luis Guerrero, se deben reforzar y cambiar una vez que llega un huracán.

“Muchas veces nos cuesta a veces comunicarle al cliente que estas protecciones contra huracanes no quiere decir que pasó el huracán, levantas tu protección y no pasó nada. Estas protecciones, cada que pasa un huracán, se dañan”, explica que protegen a las personas y el interior de la casa pero el mecanismo debe renovarse.

“Esto es lo que hace que el costo sea enorme y pues no toda la gente pueda adquirirlo”.

Hay medidas de protección de menor costo para viviendas

Las medidas de protección antihuracán pueden ser muy costosas, especialmente para las viviendas. De acuerdo con Alfonso López Puerta, las persianas antihuracán pueden costar desde 300 dólares americanos el metro cuadrado, y las ventanas antihuracán cuestan alrededor de los 500 y 600 dólares el metro cuadrado.

Sin embargo, hay medidas de menor costo que pueden aplicarse. 

A pesar de que la normativa es deficiente, el especialista opina que “lo mejor es dar a conocer información para que puedan las personas tomar iniciativa. Los colegios de arquitectos y los colegios de ingenieros tienen que dar sus lineamientos y podrían dar asesoría gratuita de cómo puede la gente protegerse”.

Entre las medidas de bajo costo que pueden implementarse en zonas de riesgo ante huracanes están: 

“Tener un cuarto de seguridad es lo más importante, ladrillo y cemento. La tablaroca es de lo más frágil, entonces si tienes cuatro paredes de ladrillo, aunque sea un espacio pequeño. Puede ser un baño o un clóset, pero asegúrate de tener esas cuatro paredes”, recomienda.

Mencionó que el tamaño de las ventanas sí importa. Para las casas que están cerca de la costa, o en zonas donde el viento es especialmente fuerte, las ventanas de menor tamaño ofrecen una mayor protección. Mientras más grande es la ventana corre más riesgo.

Una solución casera y de bajo costo para las temporadas de lluvias y huracanes es colocar dos rieles en el marco de las ventanas, y colocar tablas gruesas de madera cuando hay alerta de huracán. De esta manera se disminuye el riesgo de que se rompan los cristales cuando son golpeados por vientos fuertes.

En caso de que no puedan tener un cuarto de ladrillo, y ventanas chicas con rieles para tablas de madera, lo mejor es acudir al refugio más cercano. También es lo más recomendable para aquellas personas que viven cerca de cerros y zonas propensas a deslaves.

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Imagen BBC
¿Te has preguntado por qué el cielo es azul? El científico John Tyndall lo descubrió
6 minutos de lectura

El científico irlandés comenzó a explorar los colores del cielo y, sin proponérselo, terminó descubriendo los orígenes de las enfermedades transmitidas por el aire.

07 de septiembre, 2024
Por: BBC News Mundo
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A lo largo de la historia, muchos científicos han buscado comprender cómo funciona la naturaleza.

En su forma más pura, se trata solo de eso: el deseo de entender, sin tener en cuenta cuán útiles o rentables puedan ser los descubrimientos.

Algunos llaman a ese enfoque de la ciencia como “investigación impulsada por la curiosidad” o “investigación sin límites”.

Uno de los mejores ejemplos de los practicantes de esta forma pura de descubrimiento es el físico irlandés John Tyndall (1820-1893).

Se trata de un investigador que hizo enormes contribuciones a la ciencia, como probar los orígenes de las enfermedades transmitidas por el aire y demostrar que un respirador de algodón podía filtrar gérmenes.

Hoy el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) califica la contaminación del aire como “la mayor amenaza ambiental para la salud pública a nivel mundial”, calculando que provoca la muerte prematura de hasta 7 millones de personas en todo el mundo.

Su trabajo es particularmente importante en este Día Internacional del Aire Limpio por un Cielo Azul.

“El cielo en una caja”

Además de ser un erudito, Tyndall era un romántico.

Practicaba el montañismo y pasaba mucho tiempo en los Alpes. A menudo hacía una pausa al atardecer pues las puestas de Sol y su magnífica gama de colores lo dejaban extasiado.

Fue por eso que se propuso comprenderlas y, con ello, logró inspirar a generaciones de científicos a realizar investigaciones fundamentales.

Ilustración John Tyndall
Getty Images
Hay quienes definen a Tyndall como uno de los cofundadores de la ciencia del clima.

Su ilimitada curiosidad y su interés por la naturaleza lo llevaron a explorar una amplia gama de temas y a hacer muchos descubrimientos clave para la ciencia.

Fue él, por ejemplo, quien demostró por primera vez que los gases en la atmósfera absorben calor en grados muy diferentes, descubriendo así la base molecular del efecto invernadero.

De hecho, algunos consideran a Tyndall como uno de los cofundadores de la ciencia del clima.

Para encontrar respuestas a sus diversas preguntas, inventó experimentos para los que construyó varios aparatos, algunos muy sofisticados, que requerían, además, de una profunda comprensión teórica y una tremenda destreza.

Pero cuando quiso saber por qué el cielo se ve azul en el día y rojo al atardecer, los instrumentos que usó fueron sencillos.

Armó un simple tubo de vidrio para simular el cielo y usó una luz blanca en un extremo para simular la luz del Sol.

Descubrió que cuando llenaba gradualmente el tubo de humo, el haz de luz parecía ser azul desde un costado pero rojo desde el otro extremo.

Se dio cuenta de que el color del cielo es el resultado de la luz del Sol dispersándose por las partículas en la atmósfera superior, en lo que ahora se conoce como el “efecto Tyndall”.

Frasco de vidrio con agua
BBC
Primero tomas un recipiente de vidrio, le echas agua y unas gotas de leche.
Linterna iluminando un extremo de un frasco de vidrio con agua y un poco de leche. A través del líquido, se ve una luz azulada.
BBC
Después, solo necesitas una linterna para ver los tonos azules cerca de la fuente de luz.

Otro de sus aparatos fue aún más simple.

Se trataba de un tanque de vidrio lleno de agua, al que le agregaba unas gotas de leche.

Lo que hacía la leche era introducir algunas partículas en el líquido.

Una vez lista la sencilla receta, Tyndall encendió una luz blanca al lado de un extremo del tanque.

Inmediatamente vio que el tanque se iluminaba con diferentes colores.

A Tyndall le fascinaba el experimento. En su estilo típicamente poético, lo describió como “el cielo en una caja”.

Y es que a un lado del tanque, la solución era azul. Pero a medida que viajaba hacia el otro lado, se iba tornando más amarilla, hasta volverse anaranjada y hasta roja, como el atardecer.

Linterna iluminando un extremo de un frasco de vidrio con agua y un poco de leche. Del lado opuesto de la linterna, a través del líquido se ve una luz roja.
BBC
En el otro extremo del tanque con agua y leche, la luz de la misma linterna se ve rojiza.

Del azul a los colores del atardecer

Tyndall sabía que la luz blanca está hecha de todos los colores del arcoíris.

Así que pensó que la explicación de ese fenómeno que tanto lo cautivaba era que la luz azul tenía una mayor probabilidad de rebotar y dispersar las partículas de leche en el agua.

Ahora sabemos que esto se debe a que la luz azul tiene una longitud de onda más corta que los otros colores de luz visible.

Eso significa que la luz azul es la primera en dispersarse por todo el líquido.

Por eso, la parte más cercana a la fuente de luz se ve azul.

También es por eso que el cielo es de dicho color: porque la luz azul del Sol tiene una mayor probabilidad de dispersarse en la atmósfera.

Pero el tanque también explica los colores del atardecer.

A medida que la luz penetra más profundamente en el agua lechosa, todas las longitudes de onda más cortas de la luz se dispersan, dejando solo las longitudes de onda más largas de naranja y rojo.

Entonces, el agua se ve progresivamente más anaranjada y, si el tanque es lo suficientemente largo, roja.

Eso es lo que ocurre con el cielo.

Ilustración de John Tyndall dando una conferencia en la Royal Institution de Londres.
Getty Images
Tyndall fue una figura respetada y renombrada en su época.

A medida que el Sol se pone más bajo, su luz tiene que viajar a través de más atmósfera, por lo que las longitudes de onda azules más cortas se dispersan por completo, dejando solo la luz anaranjada y roja, haciendo que el cielo se vea de esas tonalidades al atardecer.

Hoy sabemos que la luz se dispersa principalmente en las moléculas de aire, en lugar de partículas de polvo, como pensaba Tyndall.

Pero, aunque su explicación fue incorrecta en detalles, fue absolutamente certera en su principio.

De hecho, la mala interpretación de sus resultados fue lo que llevó a Tyndall a hacer su descubrimiento más importante.

Una caja y algo de polvo

Siendo un científico curioso, Tyndall decidió proceder y llevar a cabo más experimentos.

Entonces tomó una caja de aire llena de polvo y dejó que éste se asentara por días y días y días.

Llamó a esa muestra, con todo el polvo asentado, “aire ópticamente puro”.

Luego comenzó a poner cosas en la caja para ver qué pasaba: primero puso un pedazo de carne; luego, un poco de pescado; e incluso le añadió muestras de su propia orina.

Y notó algo muy interesante. Ni la carne ni el pescado se pudrieron, y su orina no se nubló. Según dijo “siguió tan clara como un jerez fresco”.

Lo que había creado no era aire libre de polvo u ópticamente puro.

Sin darse cuenta, Tyndall lo había esterilizado. Dejó que todas las bacterias se asentaran y se pegaran al fondo de la caja.

El aire quedó libre de gérmenes.

Atardecer con el sol y un cielo de un rojo intenso.
Getty Images
Tyndall también quiso saber el porqué de los colores del ocaso.

Puede que no haya sido su intención original, pero Tyndall proporcionó evidencia decisiva para una teoría controvertida de la época: la descomposición y la enfermedad son causadas por microbios en el aire.

También demostró que una forma de filtrar el polvo era a través del algodón. Y experimentos posteriores demostraron que el proceso de filtrado era más eficaz cuando se aplicaba a la respiración humana.

Tyndall era un hombre que investigaba exclusivamente por el ansia de conocimiento, sin una focalización a priori vinculada a un problema del mundo real.

No se propuso descubrir los orígenes de las enfermedades transmitidas por el aire cuando comenzó a explorar los colores del cielo, pero eso fue exactamente lo que hizo.

De hecho, su caso hace que la otra forma en la que se le llama a este tipo de investigación guiada por la curiosidad en inglés (y que se usa en menor grado en español) suene muy apropiada: “blue-sky investigation” o “investigación de cielos azules”.

*Este artículo es una actualización de otro publicado originalmente en 2019.

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