México carece de normas nacionales de construcción para que edificios y viviendas en zonas costeras como Acapulco tengan más protección ante el embate de huracanes, y el caso de Otis y las al menos 1,400 construcciones destruidas ponen en evidencia esa carencia y lo endebles que eran algunas instalaciones.
Ni el huracán Paulina (1997), ni Ingrid y Manuel (2013), u Odile (2014) provocaron un cambio en la legislación. “No aprendimos nada”, recalcó en entrevista con El Sabueso el ingeniero Alfonso López Puerta, especializado en ventanas, cerramientos y productos de aluminio para construcciones en Mazatlán, Sinaloa.
En contraste, los sismos sí han generado cambios en la legislación. México actualizó su normativa de construcción antisísmica tras el fuerte temblor de 1985, principalmente lo relacionado al uso de concreto reforzado con acero y la distribución de carga en las construcciones. En 1997 se volvió a actualizar el reglamento en el que se especifican por primera vez los tipos de suelo de la CDMX para establecer la resistencia y las características bajo las que un edificio debe ser construido para resistir un temblor.
Hace tres décadas, las técnicas de construcción y sobre todo los reglamentos para las nuevas edificaciones eran muy diferentes. Debido a los cambios, los temblores no han causado las mismas afectaciones que hace 38 años.
Actualmente en el Código de Edificación de Vivienda y la Norma Oficial Mexicana de Ventanas y Productos Arquitectónicos las menciones a las medidas específicas de seguridad son escasas y ambiguas, coincidieron especialistas consultados.
Y en los próximos años, alertaron, se anticipa que con el cambio climático sean más comunes los huracanes de alta intensidad, por lo que en esta ocasión México sí debería aprender la lección.
“En la normativa no hay ningún punto que diga que tenemos que proteger la casa contra la fuerza de algún huracán. Es decir, no está normado, eso es por decisión de la persona.
Si nos vamos a las colonias, la verdad es que una de cada 100 casas tiene la preparación para alguna cortina antihuracán”, explicó en entrevista el arquitecto Luis Guerrero, quien ejerce en Cabo San Lucas, Baja California Sur.
Alfonso López Puerta coincidió en que “no hay nada que te obligue a colocar algún sistema antihuracán. En todas las normas que refieren a la instalación de ventanas, se excluyen las ventanas antihuracán”.
El Código de Edificación de Vivienda menciona que cualquier tipo de barandal debe resistir un empuje horizontal de 100 kilos sobre el metro lineal, y que los vidrios y cristales, incluyendo los soportes, deben cumplir con la NOM-146.
Y aunque también hay una sección sobre seguridad y protecciones, la 817, en ella solo se menciona que “deben considerarse los efectos del viento que ocurren normalmente durante el año en todo el país, y los causados por huracanes en las costas del Pacífico, Golfo de México y del Caribe”.
Sin que se aclare qué tipo de especificaciones técnicas de protección se deben tener.
En cuanto a la NOM-146 a la que hace referencia el código de edificación, desde un inicio señala que excluye y no aplica para ventanas anticiclónicas, por lo cual sí hay un vacío en el que no se obliga a los constructores a colocar medidas de seguridad, como refirió el especialista consultado.
Los especialistas coinciden en que las ventanas son el punto más débil de una construcción.
“Lo que recibe el impacto más bien son las fachadas de la vivienda”, menciona Guerrero, “lo primero que recibe la fuerza son las fachadas de la vivienda que estén en dirección hacia el mar, y pues de ahí comenzamos con lo más débil, que son todas las cristalerías”.
López Puerta también señaló la necesidad de que las estructuras se hagan con materiales fuertes, especialmente si están frente al mar.
“En Acapulco, veo que la envolvente del edificio, o sea, las paredes y estructuras alrededor de las ventanas eran de tabla roca para exteriores. Entonces, si adentro no tienes una estructura de acero que te aguante lo suficiente, pues va a salir volando. Los edificios están totalmente desnudos, no le quedó ni una pared. Y si esas paredes hubieran sido de bloc, de concreto o de algún material adecuado para un huracán, pues no hubieran salido volando”.
El huracán Odile que llegó a categoría 4 en 2014 dejó estragos importantes en Los Cabos, y eso cambió algunas prácticas dentro de la construcción, pero aún falta seguir mejorando las prácticas, explican los especialistas.
“Hace unos años tuvimos la experiencia de Odile, no sé si te tocó escuchar algo de ese huracán, y nos fue fatal. Desde entonces, desde Odile para acá, utilizamos cristales 2 más 1, que traen una película en medio, que aumenta la resistencia del cristal”, dijo el arquitecto Guerrero.
“Para tener una ventana resistente, mínimo se necesita un cristal laminado que resista impactos y que resista la presión del viento”, coincide el ingeniero.
Otra medida que se utiliza son las cortinas o persianas antihuracanes, que Alfonso López Puerta instala con frecuencia, sin embargo detalló que en total en el país son sólo aproximadamente el 2% de los edificios los que tienen estas medidas instaladas, ya que son de alto costo.
Se necesita que el marco, es decir, la estructura de la ventana resista la carga de viento. Es muy importante que la adhesión de la ventana al muro o al edificio sea lo suficientemente fuerte.
“De nada sirve tener una ventana antihuracanes que aguante, pero luego se arranca, porque los tornillos no aguantaron, o se arranca porque le faltan tornillos, o porque la estructura a la cual se fijó, no era lo suficientemente fuerte”
Explicó que dentro de los mecanismos de protección exterior antihuracán, hay tres principales: la primera medida son protecciones tipo acordeón de aluminio, que se utilizan con frecuencia en Cancún. La segunda es una persiana enrollable de aluminio, y la número tres son lonas para huracán.
“Esas lonas se montan y se desmontan cuando viene el huracán y sirven como una medida de bajo costo. Es una protección antiimpacto, si algo volando pega en la lona y rebota”.
Todas estas medidas, aclaró Luis Guerrero, se deben reforzar y cambiar una vez que llega un huracán.
“Muchas veces nos cuesta a veces comunicarle al cliente que estas protecciones contra huracanes no quiere decir que pasó el huracán, levantas tu protección y no pasó nada. Estas protecciones, cada que pasa un huracán, se dañan”, explica que protegen a las personas y el interior de la casa pero el mecanismo debe renovarse.
“Esto es lo que hace que el costo sea enorme y pues no toda la gente pueda adquirirlo”.
Las medidas de protección antihuracán pueden ser muy costosas, especialmente para las viviendas. De acuerdo con Alfonso López Puerta, las persianas antihuracán pueden costar desde 300 dólares americanos el metro cuadrado, y las ventanas antihuracán cuestan alrededor de los 500 y 600 dólares el metro cuadrado.
Sin embargo, hay medidas de menor costo que pueden aplicarse.
A pesar de que la normativa es deficiente, el especialista opina que “lo mejor es dar a conocer información para que puedan las personas tomar iniciativa. Los colegios de arquitectos y los colegios de ingenieros tienen que dar sus lineamientos y podrían dar asesoría gratuita de cómo puede la gente protegerse”.
Entre las medidas de bajo costo que pueden implementarse en zonas de riesgo ante huracanes están:
“Tener un cuarto de seguridad es lo más importante, ladrillo y cemento. La tablaroca es de lo más frágil, entonces si tienes cuatro paredes de ladrillo, aunque sea un espacio pequeño. Puede ser un baño o un clóset, pero asegúrate de tener esas cuatro paredes”, recomienda.
Mencionó que el tamaño de las ventanas sí importa. Para las casas que están cerca de la costa, o en zonas donde el viento es especialmente fuerte, las ventanas de menor tamaño ofrecen una mayor protección. Mientras más grande es la ventana corre más riesgo.
Una solución casera y de bajo costo para las temporadas de lluvias y huracanes es colocar dos rieles en el marco de las ventanas, y colocar tablas gruesas de madera cuando hay alerta de huracán. De esta manera se disminuye el riesgo de que se rompan los cristales cuando son golpeados por vientos fuertes.
En caso de que no puedan tener un cuarto de ladrillo, y ventanas chicas con rieles para tablas de madera, lo mejor es acudir al refugio más cercano. También es lo más recomendable para aquellas personas que viven cerca de cerros y zonas propensas a deslaves.
Son ediciones de guías existentes pero, como indican las autoridades en Suecia, hay nuevos consejos que se ajustan al agravamiento de la situación de seguridad por la guerra en Ucrania.
A partir de este lunes, millones de suecos deben recibir copias de un manual que aconseja a la población cómo prepararse en caso de una guerra u otra crisis inesperada.
“En caso de crisis o guerra” es el título del manual, que ha sido actualizado a partir de una versión de hace seis años debido al deterioro de la situación de seguridad por la invasión a gran escala de Rusia en Ucrania.
El cuadernillo también tiene el doble de tamaño.
El gobierno de la vecina Finlandia también acaba de publicar en internet sus propios consejos para su población sobre cómo “prepararse para incidentes y crisis”.
Y los noruegos también recibieron recientemente unas instrucciones de las autoridades que los instan a estar preparados para sobrevivir por cuenta propia durante una semana en caso de clima extremo, guerra y otras amenazas.
Durante el verano, la agencia de administración de emergencias de Dinamarca comunicó que enviaría por correo electrónico a la población adulta detalles sobre el agua, la comida y los medicamentos que necesitarían para sobrellevar una crisis durante tres días.
En una sección detallada sobre un hipotético conflicto militar, el folleto digital finlandés explica cómo el gobierno y el presidente responderían en caso de un ataque armado, resaltando que las autoridades de Finlandia están “bien preparadas para la autodefensa”.
Suecia se integró a la OTAN este año, decidiendo al igual que Finlandia solicitar integrarse en la organización militar después de que Moscú invadiera Ucrania en 2022. Noruega es miembro fundador de esta alianza defensiva de Occidente.
A diferencia de Suecia y Noruega, el gobierno de Helsinki decidió no repartir copias impresas de su manual pues eso “costaría millones” y la versión digital puede actualizarse más fácilmente.
“Hemos enviado 2,2 millones de copias en papel, una para cada hogar en Noruega”, manifestó Tore Kamfjord, el encargado de la campaña de preparación del Directorio Noruego para la Protección Civil (DSB, por sus siglas en noruego).
En la lista noruega de artículos para guardar en casa hay alimentos de larga vida como latas de frijoles, barras energéticas y pasta, y medicamentos como tabletas de yodo en caso de un accidente nuclear.
Oslo ya había enviado una versión anterior en 2018, pero Kamfjord señaló que el cambio climático y fenómenos meteorológicos más extremos como inundaciones y deslaves comportan mayores riesgos.
Para los suecos, la idea de un manual de emergencia civil no es nada nuevo. La primera edición de “En caso de guerra” se imprimió durante la Segunda Guerra Mundial y se actualizó durante la Guerra Fría.
Pero se ha incluido un mensaje en las primeras páginas: “Si Suecia es atacada por otro país, nunca nos rendiremos. Toda información respecto a que la resistencia debe terminar es falsa”.
No hace mucho que Finlandia y Suecia seguían siendo países neutrales, aunque sus infraestructuras y “sistema de defensa total” se remontan a la Guerra Fría.
El ministro de Defensa Civil de Suecia, Carl-Oskar Bohlin, dijo el mes pasado que a medida que el contexto global cambiaba, la información para los hogares suecos debían reflejar esos cambios también.
A comienzos de este año advirtió que “podría haber una guerra en Suecia”, aunque eso se interpretó como un llamado de atención porque sentía que las medidas para reconstruir esa “defensa total” estaban progresando demasiado lento.
Debido a su extensa frontera con Rusia y su experiencia durante la Segunda Guerra Mundial con la Unión Soviética, Finlandia siempre ha mantenido un nivel alto de defensa. Suecia, sin embargo, redujo su nivel de su infraestructura y sólo en años recientes empezó a prepararse mejor otra vez.
“Desde la perspectiva finlandesa, esto es un poco extraño”, opina Ilmari Kaihko, profesor asociado en Estudios de Guerra de la Universidad de Defensa Sueca.
“[Finlandia] nunca se olvidó de que la guerra es una posibilidad, mientras que en Suecia, tuvieron que sacudir a la gente un poco para que entendiera que eso realmente puede suceder”, expresó Kaihko, quien es de Finlandia.
Melissa Eve Ajosmaki, de 24 años y originaria de Finlandia, estudia en Gotemburgo (Suecia) y cuenta que se preocupó más cuando la guerra estalló en Ucrania.
“Ahora me siento menos preocupada, pero sigo pensando en qué debería hacer si hubiese una guerra. Especialmente porque tengo a mi familia en Finlandia”.
Las guías incluyen instrucciones sobre qué hacer en el caso de escenarios diferentes y piden a los ciudadanos asegurarse de que pueden arreglárselas por sí solos, por lo menos al comienzo, en caso de una situación de crisis.
A los finlandeses se les pregunta cómo lidiarían sin energía durante días en temperaturas tan bajas como -20 ºC.
La lista de verificación también incluye tabletas de yodo, así como alimentos de fácil cocción, comida para mascotas y una fuente alternativa de energía.
La lista sueca recomienda papas, repollo, zanahorias y huevos, además de latas de salsa boloñesa y sopas y preparadas de arándano y escaramujo.
El economista sueco Ingemar Gustafsson, de 67 años, recuerda haber recibido versiones anteriores del manual: “No estoy para nada preocupado, así que lo tomo con calma. Es bueno tener la información de cómo actuar y sobre cómo nos debemos preparar, pero no es como si tuviera todos esos preparativos en casa”.
Una de las recomendaciones más importantes es la de mantener suficiente comida y agua para 72 horas.
Pero Ilmari Kaihko se pregunta si eso es práctico para todo el mundo.
“¿Donde lo vas a guardar si tienes una familia grande y vives en un apartamento pequeño?”.
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