El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) registró una pérdida de 45 mil 624 empleos formales en mayo, lo cual representa la segunda caída mensual consecutiva, ya que en abril se perdieron 47 mil 442 puestos.
En total, en estos dos meses se han perdido 93 mil 066 empleos formales en el país.
En el comunicado del IMSS se atribuyó la caída de puestos en mayo a un “comportamiento relacionado con la estacionalidad”, al ser un mes “donde se registran las mayores caídas del sector agropecuario directamente relacionadas con el ciclo agrícola”.
El año previo, en mayo de 2024, se perdieron 25 mil 203 puestos. Sin embargo, en años como en 2021 y 2023 se crearon 38 mil 961 y 42 mil 618, respectivamente.
En comparación, en todo lo que va del año se han generado 133 mil 665 menos puestos que en 2024, una caída de 58.8%.
México aún no recupera los empleos perdidos en diciembre del año pasado, cuando se registró una caída de más de 405 mil puestos. La organización México Cómo Vamos subrayó la necesidad de crear 100 mil empleos nuevos cada mes para incorporar a la población económicamente activa.
La caída de empleos formales registrada en mayo de 2025 es la segunda peor desde 2015, sin contar el año de la pandemia, cuando se perdieron 344 mil 526 empleos.
Con ello, se suman dos años consecutivos con pérdidas en los puestos de trabajo para este mes.
Con esta disminución, suman 133 mil 665 empleos nuevos en lo que va de 2025, lo cual es la generación más baja desde 2009, sin contar el año de la pandemia, cuando se perdieron 838 mil 272 empleos en cinco meses.
“Con los datos a mayo de 2025, el Semáforo Económico de empleos formales se encuentra nuevamente en rojo y acumula dos caídas mensuales consecutivas. Además, la generación acumulada en 2025 se encuentra muy por debajo de la acumulada en el mismo periodo de 2024, cuando la generación fue de 324 mil 613 puestos formales”, señaló la organización México Cómo Vamos.
El Servicio persa de la BBC habló con iraníes sobre el impacto de los ataques israelíes y cómo ha respondido el gobierno.
Israel atacó a Irán en los últimos días con la mayor ola de bombardeos aéreos en años, con el objetivo claro de dañar el programa nuclear del país.
Esto provocó represalias por parte de Irán y desde entonces ambos países han continuado atacándose mutuamente.
Al menos 19 personas murieron en Israel desde el viernes, mientras que varios lugares, incluyendo edificios residenciales, fueron atacados en la capital iraní, Teherán. Más de 220 murieron en Irán, de acuerdo a información oficial.
La gente en Teherán no sabe mucho qué hacer o cómo reaccionar.
“Atascados ” es la respuesta más habitual que la gente con la que la BBC ha contacto en Irán ha descrito su situación en estos momentos.
Una mujer le cuenta a la BBC que no ha podido dormir en dos días: “He pasado por situaciones realmente difíciles”.
Ella señala que la actual situación le recuerda lo que vivió durante la cruenta guerra entre su país e Irak en la década de 1980, cuando ella era una niña, y que dejó cientos de miles de muertos durante los ocho años que duró el conflicto.
“La diferencia es que en ese entonces, al menos cuando iba a ocurrir un ataque, podíamos escuchar las sirenas que nos alertaban sobre lo que iba a ocurrir. Pero ahora, durante los bombardeos o ataques aéreos, no hay ningún sistema de alarma”, explica.
“Parece que a ellos [las autoridades] no les importan nuestras vidas ahora”, añade.
Ghoncheh Habibiazad, periodista del Servicio persa de la BBC, anota que los más jóvenes, nacidos después de la guerra, no saben cómo fue vivir algo así.
Otro residente de Teherán dice: “Tuve que conducir lejos de casa para encontrar una gasolinera, porque había largas colas delante de cada una”.
Algunos en la ciudad incluso se están mudando, “lejos de donde viva cualquier funcionario”.
La conexión a internet ha sido inestable, por lo que es muy difícil mantenerse en contacto con la gente dentro del país, afirma la periodista de la BBC.
Muchos que viven fuera del país envían mensajes a sus seres queridos, esperando una respuesta.
Una mujer en Teherán asegura que ha considerado irse de la ciudad para escapar de los ataques.
“Todos hemos querido ir a ciudades más pequeñas. (…) O pueblos, a cualquier lugar al que podamos ir, pero cada uno de nosotros tiene seres queridos que no pueden irse, y pensamos en ellos”, expresa.
“Lo que estamos viviendo no es justo para ninguno de nosotros, el pueblo de Irán”, agrega.
También manifiesta que los iraníes parecen “paralizados”.
“Lamentamos que a los líderes de nuestro país no les importe ninguno de nosotros ni nuestras vidas, y todos estamos tratando de superar estos días con miedo, agotamiento y mucho estrés; esto es extremadamente duro y doloroso”, continúa diciendo.
Otro residente de Teherán afirma: “No puedo irme de Teherán sin más. No puedo dejar a mis padres ancianos, que no pueden viajar lejos, e irme de la ciudad. Además, tengo que ir a trabajar. ¿Qué puedo hacer ahora?”
Algunos iraníes han recibido advertencias del ejército israelí, que les pide a todos que abandonen las zonas cercanas a las instalaciones militares.
Los habitantes de Teherán parecen estar muy preocupados por esto.
“Sí, por desgracia, ya lo he visto”, dice uno. “¿Cómo se supone que vamos a saber dónde está una instalación militar y dónde no?”, se pregunta.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, instó a los iraníes a alzarse y derrocar al gobierno, en un mensaje enviado el segundo día de los ataques.
Hasta ahora, sin embargo, la gente en el país ha optado por mantenerse a salvo y hay poca evidencia de que el llamado de Netanyahu haya resonado en el terreno, afirma Daryoush Karimi, del Servicio persa de la BBC.
Lo que quizás más conmocionó a la gente en Irán fue la destrucción de edificios residenciales, incluso más que los ataques a instalaciones nucleares y bases aéreas, afirma Pouyan Kalani, periodista del Servicio persa de la BBC; algo que ni la población en general ni los funcionarios habían previsto.
Imágenes de un niño muerto bajo los escombros, con un oso de peluche cubierto de polvo tirado en la calle y un cuaderno de bocetos esparcido por el suelo eran escenas que muchos iraníes no habían presenciado desde el final de la guerra entre Irán e Irak, especialmente en las calles de la capital.
Un ataque de este tipo contra Teherán provocó que muchos de los que se vieron en la “primera línea de combate” se preguntaran qué estaba sucediendo exactamente, cuán extendido estaba y cómo podían protegerse a sí mismos y a sus familias.
Las autoridades iraníes tampoco explicaron por qué el sistema de defensa aérea del país era tan ineficaz que Israel podía bombardear objetivos críticos en cuestión de horas.
Durante horas tras el primer ataque israelí en la madrugada del viernes, e incluso más de un día después, ninguna institución oficial en Irán ofreció información pública ni explicación alguna para ayudar a la gente a comprender la verdadera magnitud de los ataques israelíes o cómo responder.
Muchos se preguntaban: ¿ha entrado el país en guerra?
Prácticamente todos los funcionarios que aparecieron en la televisión estatal hablaron en un tono que sugería que no había sucedido “nada grave”, insistiendo en que todo estaba “bajo control” y que las ciudades estaban “seguras y tranquilas”.
Ninguna autoridad explicó cómo las aeronaves israelíes aparentemente habían volado libremente, sin resistencia, todo el camino a Teherán y otras ciudades para atacar sus objetivos.
Pero el viernes por la tarde, tras la publicación de dos declaraciones del líder supremo de Irán, una escrita y otra en video, presentadores y comentaristas de programas en medios estatales comenzaron a proclamar una “venganza severa”.
En su mensaje de video, el ayatolá Alí Jamenei declaró que “las fuerzas armadas actuarán con fuerza y doblegarán al vil régimen sionista”.
Al anochecer, se lanzaron misiles balísticos iraníes hacia Tel Aviv, Israel, y los medios de comunicación estatales iraníes comenzaron a transmitir en vivo escenas de la ciudad, mostrando lo que parecían ser misiles impactando el centro de Tel Aviv.
Estas imágenes sirvieron de telón de fondo para entrevistas con analistas que explicaban cómo los misiles iraníes habían penetrado las defensas israelíes, dando una “lección” y una serie de “respuestas contundentes”.
De esta manera, se moldeó la narrativa de la victoria, e incluso el sonido de las sirenas antiaéreas en Tel Aviv se presentó como una señal de miedo.
Todo esto ocurrió mientras los ataques israelíes contra las bases aéreas e instalaciones nucleares iraníes en Natanz, Fordow e Isfahán continuaban, y a primera hora de la mañana del sábado, drones hostiles seguían sobrevolando Teherán.
Además de quienes se apresuraron a ir a las gasolineras, otros hablaban de comprar pan o de almacenar arroz y aceite por si acaso había escasez.
Varias horas después, el ministro del Interior iraní se dirigió al público en los medios estatales y ofreció recomendaciones: “Mantengan la calma; eviten alimentar la ansiedad; confíen solo en las fuentes oficiales; absténganse de viajes innecesarios; y cooperen con los servicios de emergencia”.
Sin embargo, estas declaraciones sonaron más bien como exigencias para controlar los disturbios.
Aparte del anuncio de la muerte de varios altos mandos del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica y científicos nucleares, la única información oficial llegó en forma de informes parciales de los medios: detalles limitados sobre ataques a instalaciones militares y nucleares, y cifras de víctimas descoordinadas publicadas por gobernadores provinciales o funcionarios locales de la Media Luna Roja.
En cambio, las agencias de noticias se llenaron de declaraciones de funcionarios, asociaciones religiosas y diversas instituciones, todas haciéndose eco de la narrativa de una “nación oprimida pero resiliente”, sostenían la continuidad del “Eje de la Resistencia” (los aliados regionales de Irán) y pedían al líder supremo que garantice “represalias severas”.
Sin embargo, incluso después de revisar estos informes, seguía siendo imposible determinar cómo se pudieron llevar a cabo ataques de esta magnitud, cuántos funcionarios y científicos murieron, cuántos civiles murieron, qué instalaciones específicas fueron atacadas, la magnitud real de los daños y si Teherán y otras ciudades seguían siendo seguras.
Edición de Alexandra Fouché
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