Para entender mejor
El diputado de Morena Hugo Eric Flores anunció que desde la Sección Instructora de San Lázaro se revisarán los casos de juicio político pendientes de la Legislatura anterior, entre los que hay denuncias contra los exconsejeros del INE Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, el presidente del PRI, Alejandro Moreno y el exministro Arturo Zaldívar.
Sin embargo, ambos exfuncionarios electorales respondieron al anuncio con el señalamiento de que por el tiempo que ha pasado desde su salida del INE, ya no son sujetos de un juicio político. Expertos consultados por El Sabueso coincidieron en que de acuerdo con lo que marca la ley no procedería el juicio político en su contra.
Pero, ¿Cómo funciona el juicio político? En El Sabueso revisamos la ley y consultamos a una experta en Derecho para saber cómo funcionan estos procedimientos.
Para entender mejor: Diputados abren la posibilidad para llevar a juicio político a jueces que otorgaron suspensiones a la reforma judicial
En la Constitución, se establece que el juicio político es un procedimiento para sancionar a servidores públicos cuando sus actos u omisiones causen un perjuicio de los intereses públicos fundamentales.
En este caso, la Cámara de Diputados, a través de la Sección Instructora de la Comisión Jurisdiccional, funciona como órgano de acusación y el Senado como órgano de sentencia.
La Sección Instructora se encarga de dar trámite a las denuncias de juicio político y juicios de procedencia –conocidos más como desafueros–. Entre sus funciones están la investigación y reunión de pruebas para acreditar la conducta denunciada.
En caso de acreditarse y tras una audiencia con el imputado, el expediente se pone a disposición del Senado que se erige como jurado de sentencia, y decidirá si aplica o no la sanción por mayoría de dos terceras partes de los legisladores presentes. En estos casos las sanciones pueden ser separación del cargo e inhabilitación hasta por 20 años para el ejercicio de algún cargo en la administración pública.
Entre las acciones por las que se puede iniciar un juicio político contra un servidor público, se contempla violaciones graves a la propia Constitución, las Leyes Federales o bien, el manejo indebido de fondos y recursos federales.
La Ley Federal de Responsabilidad de los Servidores Públicos menciona que estas actos u omisiones:
Los funcionarios que pueden ser sometidos a juicio político son: Senadores y diputados del Congreso de la Unión; ministros de la Suprema Corte; consejeros de la Judicatura Federal; secretarios de Despacho, el fiscal General de la República, magistrados de Circuito y jueces de Distrito; la persona consejera Presidente, los consejeros electorales y el secretario ejecutivo del INE; magistrados del Tribunal Electoral.
También se contempla a integrantes de los órganos constitucionales autónomos; directores generales y sus equivalentes de los organismos descentralizados, empresas de participación estatal mayoritaria, sociedades y asociaciones asimiladas a éstas y fideicomisos públicos.
A diferencia del juicio político, el de procedencia se refiere al proceso para retirar la protección constitucional –o fuero– a un funcionario de alto nivel ante las denuncias de haber cometido un delito penal y ponerlo a disposición de las autoridades jurisdiccionales.
Después de la sesión de la instalación de la Sección Instructora, Hugo Eric Flores explicó que se dará prioridad a los ocho expedientes que llegaron en esta legislatura, todos ellos contra jueces y ministros de la Corte que se pronunciaron contra la reforma judicial.
Tras ellos se atenderán los casos contra Alejandro Moreno, así como los exconsejeros electorales Lorenzo Córdova y Ciro Murayama; y el exministro Arturo Zaldívar, pendientes de la legislatura pasada.
Sin embargo, explicó Abril Jiménez Garrido, especialista en Derecho de la FES Aragón de la UNAM, para Córdova y Murayama ya se terminó el plazo para poder iniciarles el proceso de juicio político.
Si bien hay una denuncia contra ellos presentada en enero de 2021 por el entonces diputado del PT Gerardo Fernández Noroña por tener ingresos superiores a los del presidente, así como por emitir lineamientos para la reelección legislativa, entre otras supuestas violaciones a la Constitución y leyes federales, el trámite del juicio no ha comenzado.
Mientras que Lorenzo Córdova y Ciro Murayama dejaron sus puestos en el INE el 3 de abril de 2023. El artículo 114 de la Constitución establece que el juicio político sólo procede contra funcionarios en activo y exfuncionarios durante el primer año fuera de su encargo.
“Estamos hablando de que en este caso, el órgano acusador y sentenciador tendría como máximo haber ejercitado el proceso en abril del año 2024. Ya prácticamente llevamos medio año más”, dijo Jiménez Garrido.
La académica señaló que el caso es similar para el exministro Zaldívar, pues dejó el cargo el 15 de noviembre de 2023. Por lo que para aún ser válido, el proceso de juicio político en su contra tendría que comenzar antes del próximo viernes 15. Zaldívar fue denunciado por senadores de oposición por presuntamente haber presionado a jueces para solucionar asuntos a favor de la administración federal.
Para el caso de Alejandro Moreno, Flores detalló en entrevista radiofónica que hay varios expedientes tramitados por la Fiscalía General de Campeche por delitos cometidos cuando fue gobernador de esa entidad entre 2015 y 2019.
En este caso, explicó Jiménez, habría que revisar si se trata de un juicio político o un juicio de procedencia, como el que se inició en su contra en agosto de 2022, pero que no avanzó por falta de acuerdos en la Sección Instructora. La Fiscalía de Campeche solicitó el juicio de procedencia contra Moreno por presunto enriquecimiento ilícito.
El legislador morenista también mencionó que en la Sección Instructora hay casos contra el fiscal General de la República, Alejando Gertz Manero, y el fiscal de Morelos, Ulises Carmona Gándara –quien ya pasó por un proceso de desafuero que fue aprobado en la Cámara de Diputados pero que el Congreso de Morelos resolvió no acatar–, aunque no dio más detalles sobre su contenido.
Los primeros recuentos de los votos pueden ser engañosos. Una ventaja inicial para los republicanos puede revertirse a medida que se publican los resultados del voto anticipado y de las grandes ciudades. Te explicamos por qué no es extraño.
Hace cuatro años, Donald Trump anunció la misma noche de la votación, antes de conocerse los resultados, que había ganado la elección.
“La noche de la votación iba liderando la carrera de manera sólida en muchos estados clave. Entonces, uno por uno, empezaron a desaparecer mágicamente los votos”, expresó Trump en 2020.
En esa oportunidad, Trump acusó al Partido Demócrata de haberle “robado” la elección a pesar de que no había ninguna evidencia entonces y tampoco la hubo en los cuatro años siguientes.
Las auditorías descartaron cualquier manipulación, así como los tribunales.
Trump sacó partido de lo que se conoce como “espejismo rojo”, un fenómeno que define al momento en que los primeros resultados de la noche de la elección proyectan una aparente victoria de los republicanos, para instalar su denuncia de fraude.
Pero a medida que empiezan a sumarse los votos anticipados y los datos de las grandes ciudades de los estados clave, la diferencia se reduce e incluso la tendencia puede llegar a revertirse, en lo que se conoce como “cambio azul”, el color de los demócratas.
Según los analistas, esto podría repetirse en las elecciones de este martes, aunque con menos fuerza que en 2020.
Por lo general, el resultado se conoce la noche de la votación. Pero en las elecciones de 2020 hicieron falta casi cuatro días más para saber quién era el ganador debido a lo apretado del resultado en los estados clave y al voto por correo, que fue mucho mayor debido a la pandemia.
En ese margen de tiempo que se abre entre los primeros resultados parciales y el escrutinio final se da el “espejismo rojo”, una supuesta realidad que puede acabar no siéndola.
Este fenómeno describe el momento en el que los republicanos, identificados con el rojo, en base a los primeros resultados habitualmente de las zonas rurales que no representan necesariamente la totalidad del electorado, parecen estar ganando la elección.
Pero a medida que llega el recuento de los votos anticipados, presenciales y por correo, así como la información de los grandes centros urbanos, la distancia que consiguen los republicanos empieza a disminuir y puede llegar incluso a revertirse.
“El espejismo rojo describe la ventaja de un candidato al inicio de la noche electoral que disminuye hasta desaparecer a medida que se cuentan más papeletas”, le dice a BBC Mundo Alauna Safarpour, doctora en Gobierno y Política por la Universidad de Maryland.
El concepto de “espejismo rojo” surgió de la consultora Hawkfish que en 2020 predijo correctamente que Trump podría en un primer momento alcanzar una ventaja favorable pero que Biden podría superarlo gracias al recuento de los votos por correo y de las zonas urbanas.
En 2020 el “cambio azul” llegó a definir la presidencia a favor de Biden, mientras que cuatro años antes, la ventaja demócrata en algunos estados no fue decisiva ni pudo revertir la tendencia y Hillary Clinton terminó admitiendo su derrota.
El fenómeno en que el candidato demócrata consigue ampliar la ventaja después del día de la votación se dio en cada una de las últimas cinco elecciones, según Edward Foley, académico especializado en derecho electoral de la Facultad de Derecho Moritz, de la Universidad Estatal de Ohio.
Fue Foley quien divulgó el concepto de cambio azul tras las elecciones de 2012 en un intento por explicar por qué los estados en disputa pueden terminar siendo el motivo de despiadadas peleas legales entre los dos grandes partidos.
En primer lugar, estos dos fenómenos relacionados entre sí encuentran explicación en el complejo y descentralizado sistema electoral de este país.
Estados Unidos no tiene una autoridad electoral nacional como los países de América Latina, sino que cada uno de los 50 estados y el Distrito de Columbia (DC) cuentan con sus propias reglas electorales y registran los votos de distinta manera.
Antes de que se abrieran los centros de votación la mañana de este martes, millones de personas ya habían emitido voto anticipado en persona o enviado su voto por correo, lo que hace más complejo el recuento y ralentiza el proceso.
En muchos estados, los avances tecnológicos y las reglas electorales hacen que el conteo y la transmisión de los resultados se conozcan poco después del cierre de las urnas. Mientras que en otros, un resultado definitivo puede tardar varios días.
El estado de Florida, por ejemplo, está entre los estados más rápidos para publicar el resultado definitivo porque puede empezar a procesar los votos por correo y anticipados antes de las elecciones.
Por el contrario, estados como Wisconsin y Pensilvania –el estado clave que más votos electorales reparte– son unos de los más lentos en publicar los resultados. Esto es porque las boletas por correo no pueden comenzar a ser procesadas hasta la mañana del día de la votación.
Incluso hay estados que permiten contabilizar las papeletas de voto por correo que llegan el día después de la elección, mientras que hay otros que no lo permiten.
El segundo motivo es la diferente velocidad en el recuento entre los pequeños pueblos rurales y los grandes centros urbanos dentro de un mismo estado.
Los votos suelen tardar más en calcularse en las áreas urbanas más densamente pobladas, que suelen favorecer a los demócratas, a diferencia de los distritos rurales más pequeños, que se inclinan por los republicanos.
“A los condados de mayor población les lleva más tiempo contar los votos”, explica Safarpour.
El informe electoral del MIT Election Data and Science Lab de los comicios de 2020 llegó a esa misma conclusión: “Los condados ganados por Biden tardaron más en completar sus recuentos que los condados ganados por Trump”.
En unas elecciones como las de este martes, donde las encuestas muestran a Donald Trump y Kamala Harris a menos de dos puntos de distancia en varios de los estados más peleados, el ganador podría no conocerse la noche de la elección.
Es por eso que, de acuerdo a los especialistas, el fenómeno del “espejismo rojo” y posterior “cambio azul” podría repetirse, aunque con menos fuerza.
Este año se espera que el voto por correo sea menor a las elecciones anteriores y los registros muestran una mayor cantidad de voto anticipado de republicanos que en 2020, según datos del Laboratorio Electoral de Florida.
“Este año es posible que veamos el mismo fenómeno aunque posiblemente un poco menos pronunciado porque el Partido Republicano ha estado alentando a sus votantes a votar de cualquier manera, incluyendo el voto por correo”, dice Safarpour.
Esto se ve en estados como Pensilvania, donde el 65% de los votos por correo en 2020 fueron de votantes demócratas frente al 24% de republicanos. Mientras que en 2024, la distancia se está atenuando: 56% de las solicitudes de voto por correo han sido demócratas, y 32% de republicanos.
Algunos estados como Michigan modificaron las normas electorales de 2020 para permitir que las papeletas del voto anticipado se cuenten antes del día de las elecciones, lo que pude agilizar el proceso, mientras que otros estados como Carolina del Norte han endurecido las condiciones del recuento.
A pesar de que es probable que en estas elecciones los resultados dependan menos del voto por correo que en 2020, cuando muchos participaron por correo porque el mundo atravesaba la pandemia de covid-19, es posible que el escenario se repita.
“La gran división partidaria sigue vigente aunque este año un poco más igualada que en las elecciones anteriores. Por eso, a medida que se cuenten más votos por correo, podemos esperar un aumento de la ventaja de Harris sobre Trump en los estados”, dice Safarpour, la especialista en sistemas electorales.
Para los analistas es recomendable “ser pacientes” la noche de la elección.
“Tendremos los resultados de las elecciones a su debido tiempo. Pero probablemente no será la noche de la elección”, dice Safarpour.
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