El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador presumió que se han destinado más de 84 mil millones de pesos a La Escuela es Nuestra (LEEN) desde 2019, aunque desde entonces ha sido señalado por operar sin mecanismos que permitan comprobar en qué se usan los recursos entregados a las escuelas y cómo se decide el gasto.
Pamela López Ruiz, directora general de LEEN, detalló que dicha cifra se alcanzará al final de mes, y que la inversión ayudará a ampliar la atención al 99% de las escuelas públicas de educación básica del país.
Sin embargo, una investigación de Animal Político y Data Cívica encontró en 2022 que, hasta entonces, los apoyos sólo habían llegado al 36% de los planteles del país y las autoridades desconocían cómo se gastaron más de 23 mil millones de pesos de presupuesto público.
Mediante un análisis hecho a los padrones de beneficiarios reveló que las autoridades informan un número mayor de beneficiarios porque omiten detallar que los propios lineamientos de operación de esta política prioritaria contemplaron que una misma escuela podía recibir dos apoyos en años diferentes.
El análisis realizado a los padrones de LEEN entre 2019 y 2021 confirmó que en algunos municipios se benefició a más escuelas de las existentes, de acuerdo con datos públicos y actualizados del Sistema Interactivo de Consulta de Estadísticas Educativas de la SEP.
Por ejemplo, en Santiago Amoltepec, Oaxaca, la SEP da cuenta de la existencia de 83 escuelas de educación básica, pero los padrones de beneficiarios muestran que se han dado apoyos a 118 escuelas. En Sitalá, Chiapas, se reportan 84 escuelas, pero se ha beneficiado a 117.
De acuerdo con las reglas de operación del programa para 2024, la SEP entrega dinero directamente a los comités escolares integrados por padres de familia y maestros. Ellos son los responsables de administrar el dinero, decidir en qué se puede emplear para mejorar la infraestructura escolar, y contratar a quien sea necesario para ejecutar los proyectos particulares de cada escuela.
“Los Comités Escolares de Administración Participativa, por conducto de su Tesorera(o), serán los únicos y absolutos responsables de la disposición, recepción, custodia, administración y ejercicio del subsidio, los cuales vigilarán y verificarán el uso de los mismos para los fines establecidos en las Reglas de Operación, así como el resguardo y conservación de la documentación original comprobatoria correspondiente”, señala.
La SEP ha informado que los recursos federales del Programa son subsidios y se regirán en los términos establecidos por el artículo 175 del Reglamento de la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria.
Fernando Alcázar, director de judicialización de Mexicanos Primero, señaló que al establecer el programa bajo la figura de subsidios y no un programa social, se hizo más laxa la posibilidad de contar con mecanismos de transparencia y fiscalización.
“Que sea un subsidio permite tener esta ambigüedad, esta discrecionalidad”, apunta Alcázar, quien dijo que luego de interponer un amparo, hace unas semanas una jueza federal ordenó que LEEN tenga un mecanismo efectivo de fiscalización por parte de las autoridades, ya que, al día de hoy, son las mamás y papás los responsables del destino de los recursos.
De hecho, si se busca información sobre el destino de los recursos, la respuesta oficial de la SEP es que debe preguntarse a cada escuela. Por ejemplo, en la solicitud de información 330026021000086, la dependencia señaló que no contaba con información sobre el detalle de las obras realizadas.
“Los expedientes físicos de las actividades realizadas en cada escuela beneficiada deberán ser resguardados en el plantel escolar y puestos a disposición de la comunidad escolar”, agregó.
En años anteriores, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) alertó que no hay certezas de que todos los recursos asignados hayan sido gastados para mejorar la infraestructura de los planteles, el objetivo principal del programa.
Por ejemplo, en 2020 la ASF reportó como “pendiente de aclaración” en qué se usaron 573 millones de pesos de La Escuela es Nuestra. Esto significa la mitad de los mil 187 millones de pesos del presupuesto auditado en 2020.
En los expedientes de mil 686 planteles beneficiarios en 2020, “no se cuenta con evidencia que demuestre que con los recursos otorgados se llevaron a cabo acciones para mejorar las condiciones de infraestructura y equipamiento de los planteles de acuerdo con sus necesidades, por lo que no se pudo comprobar que estos se hubiesen destinado para cumplir con los objetivos del programa”, advierte la Auditoría en el Informe de Cuenta Pública.
Entre los casos revisados, por ejemplo, en una escuela de Puebla, la presidenta del Comité Escolar reportó que la tesorera le dijo que “tomó 82 mil pesos para atender necesidades personales sin que a la fecha de la visita de verificación los hubiese devuelto”.
Pese a que desde 2020 la Auditoría alertó sobre “falta de mecanismos de control, supervisión y seguimiento de los apoyos otorgados”, en los últimos 5 años el presupuesto para La Escuela es Nuestra ha ido en aumento.
De acuerdo con la cuenta pública, el programa inició ejerciendo un presupuesto de 2 mil 594 millones de pesos; para 2020 la cifra pasó a 7 mil 250 millones de pesos. En 2021, luego de la primera auditoría, el gasto se incrementó a 13 mil 549 millones de pesos. En 2022 el gasto fue de 12 mil 920 millones; y en 2023 se elevó hasta 26 mil 364 millones de pesos.
En suma, de 2019 a 2023 se han ejercido 62 mil 678 millones 949 mil 219 pesos para el programa. Para 2024 se aprobó un presupuesto de 28 mil 358 millones 345 mil pesos. Por lo que, hasta ahora se han asignado más de 91 mil 37 millones de pesos para LEEN.
Vale la pena recordar que en marzo de 2022, la jueza Séptima de Distrito en Materia Administrativa de la Ciudad de México ordenó detener la operación del programa La Escuela es Nuestra. Por considerarlo violatorio de los derechos a la educación y a la alimentación de niñas, niños y adolescentes.
Esto, luego de que en las reglas de operación del programa para 2022 se eliminara el que los planteles tuvieran horas adicionales de clase y servicios de alimentación —como sí se previó en 2021—, cuando la Secretaría de Educación Pública (SEP) sustituyó al extinto programa Escuelas de Tiempo Completo.
De hecho, la entonces secretaria de educación, Delfina Gómez, justificó la eliminación del Programa de Escuelas de Tiempo Completo con un supuesto estudio que demostró sus fallas.
Pero al hacer una solicitud de información y luego de impugnar una primera respuesta insatisfactoria, la Secretaría de Educación Pública confirmó a Animal Político que no tiene tal estudio, mencionado en un encuentro con diputados el 28 de abril.
Ya está en Netflix la última adaptación al cine de la famosa novela mexicana. Una obra que supo identificar elementos centrales de la vida y la idiosincrasia de los mexicanos. Acá te explicamos por qué Pedro Páramo terminó siendo tan ilustrativa de este país inabordable.
Y está luego porque, si bien es una de las tres o cuatro novelas insignes mexicanas, Pedro Páramo no entra en los moldes y códigos usuales de la literatura: es compleja, ambiciosa, enigmática, intensa. Y por eso, muy mexicana.
Ahora la novela, precursora del llamado “boom latinoamericano” y descrita por Jorge Luis Borges como “una de las mejores de las literaturas de lengua hispánica, y aun de la literatura”, llegó al cine.
Es la cuarta vez que se intenta una adaptación cinematográfica de la novela. Se hizo en 1966, 1978, 1981. Y la nueva es, probablemente, la más ambiciosa.
La produjo Netflix. La dirigió Rodrigo Prieto, un reputado cinematógrafo mexicano. La escribió Mateo Gil, un laureado guionista español. Y ha generado, como era de esperarse, críticas y elogios enérgicos, porque el reto es mayúsculo, casi inabordable.
Este es un libro colosal de solo 132 páginas. Propone un abordaje profundo, amplio y trascendental de México. Lo hace con innovaciones conceptuales, narrativas y visuales.
Y es tan emblemático porque expuso facetas de la mexicanidad que quizá hoy parecen obvias, pero que en los años 50 se estaban empezando a identificar, y hoy siguen vigentes.
Rulfo, en parte por su condición de huérfano, de víctima de guerras civiles, de curioso viajero, supo no solo identificar, sino mágicamente exponer cinco de las facetas de México que acá recogemos de manera breve.
Como le muestran al mundo cada 1 y 2 de noviembre, los mexicanos tienen una íntima relación con la muerte: la acogen, la honran, la tienen en cuenta.
Y Pedro Páramo es, sobre todo, una novela de fantasmas.
La premisa de la novela es más o menos esta: el joven Juan Preciado viaja al pueblo de Comala tras la muerte de su madre en busca de su padre, Pedro Páramo, un cacique y patriarca en tiempos de guerra civil que sufre una pena de amor.
Preciado, alucinado y confundido, se encuentra con personajes que, como el pueblo, parecen estar en tránsito hacia la muerte.
Juan Villoro, un escritor mexicano, explicó en una conferencia de 2016 sobre el tema en el Colegio Nacional mexicano: “Los fantasmas de Rulfo no son para dar miedo, sino fantasmas en pena, ánimas que están tratando de llegar al más allá, y no llegan (…) Los fantasmas de Rulfo, al ser pobres, son fantasmas de verdad”.
Preciado busca a su padre, pero en el camino se da cuenta que está en el mismo tránsito que los personajes que se topa.
“Ha atravesado —elabora Villoro— el río de la inmoralidad y pasa la historia buscando un segundo río que le conceda la muerte, la muerte como bendición (…) Los personajes esperan no solo una muerte física, sino también una muerte que los redima moralmente”.
Una muerte, pues, entendida a la mexicana.
Pedro Páramo es, también, una novela sobre la realidad social de un país.
Julia Santibáñez, escritora y gestora cultural, explica: “Rulfo sufrió las consecuencias de la guerra y fue víctima de la economía que surgió de las guerras (…) La pobreza, la exclusión y la violencia no son solo temas que le importan, sino que vivió y que están en la novela de manera tentacular, en cada página”.
Los padres del escritor murieron cuando él tenía menos de 10 años en plena Guerra Cristera por las reformas liberales de una revolución que recién terminaba. Rulfo se crio en orfanatos, no fue a la universidad y trabajó en la burocracia del Estado y fundaciones, cargos que le permitieron viajar y ver el país de primer mano.
Volvemos con Villoro: “Rulfo plantea una historia de aquellos que han sido expulsados de la historia de los hechos. Son tan pobres, están tan desposeídos, que ni siquiera tienen derecho a que nada les suceda: no tienen propiedad, destino propio ni historia”.
Esta es una novela sobre los excluidos. Una obra sobre un país de pobres. Una realidad social que en 70 años ha cambiado, pero que en muchos sentidos sigue igual: hoy, uno de cada tres mexicanos es pobre y la desigualdad está entre las cinco más agudas del mundo.
La novela, según Villoro, “nos hace preguntarnos cuántos mexicanos están en la condición de expulsados de la historia”.
Hay expresiones de los personajes de Pedro Páramo que, aunque sea inventadas por Rulfo, parecen sacadas de la calle en cualquier rincón de México.
Santibáñez explica que Rulfo “puso el centro de gravedad en el lenguaje y creó un lenguaje que se parece al del campo, pero que no es estrictamente igual y podríamos morir pensando que es el lenguaje del campo”.
Y esa, según Villoro, fue la clave de la gran innovación lingüística de la novela, porque “toma elementos del habla popular, pero lo recrea de tal manera que el habla popular se convierte en algo más auténtico que lo que dicen los campesinos (…) Es algo incluso más auténtico que el mundo de los hechos”.
Qué puede parecer más mexicano, así no lo sean del todo, que adjetivos como “desconchinflado”, o arcaísmos como “si consintiera en mí”, o frases involuntariamente poéticas como “tú que tienes los oídos muchachos”, o enunciados redundantes como “esto prueba lo que te demuestra”.
Los mexicanos tienen expresiones, dialectos, formas que revelan parte de su idiosincrasia: van desde expresiones simples como “a poco” y “qué crees” hasta construcciones complejas como “de tocho morocho” y “nos cayó el chahuistle”.
Y Rulfo, más que hacer el ejercicio periodístico de reportar las expresiones más mexicanas, creó otras tan originales, tan mundanas, tan cercanas, que parecen sacadas de la boca de cualquier habitante de este país.
La vida de Rulfo estuvo, no precisamente por razones felices, en constante movimiento: cuando joven vivió en varias partes del diverso estado de Jalisco, pasó tiempo en Guadalajara y Ciudad de México y, ya adulto, recorrió el país como parte de sus labores como burócrata, investigador y fotógrafo aficionado.
Gracias al movimiento conoció las regiones de México, un país que tiene todo tipo de ecosistemas, pero que en su mayoría se conoce como un espacio seco, árido, caliente e inhóspito.
Dice Villoro que Comala, el pueblo donde trascurre la novela, remite el comal, esa plancha de barro sobre la cual los mexicanos han cocinado sus alimentos durante siglos, porque se trata de un lugar caliente y seco.
Famosa es esta frase de uno de los personajes: “Dicen que en Comala los que se mueren y se van al infierno regresan a Comala por su cobija”.
“Es un paisaje filtrado, indeciso, intermedio, inseguro; lo que ves está tamizado; hay nieblas, polvo, tolvaneras, humo, oscuridad, sombras que tienen eco”, explica Villoro.
Pero además de esta recreación precisa del espacio mexicano, Rulfo también hizo un análisis político sobre la tierra, que tras la revolución habría de ser distribuida equitativamente, pero la promesa se rompió.
“El reparto que hubo a consecuencia de la revolución fue terrible, porque se supone que se repartió para responder a las exigencias revolucionarias, pero luego se supo que eran arenales, tierras no cultivables como son las tierras de Comala”, señala Santibáñez.
Pedro Páramo es, también, un perfil crítico del hombre mexicano.
Un quinto elemento del retrato que hace Rulfo de México tiene que ver con la figura del patriarca en una sociedad machista: Pedro Páramo, el cacique en Comala, es padre de niños que no reconoce, revolucionario que traiciona la revolución y tirano que asesina a sus adversarios impunemente.
“No es que Rulfo tuviera una preocupación por el machismo o una mentalidad feminista, sino que identificó algo central de la personalidad del mexicano”, dice Santibáñez.
Alrededor del 40% de las familias mexicanas, según datos oficiales, carecen de una figura paterna. Eso ocurre hoy, pero viene de décadas atrás.
“Pedro Páramo es la figura del padre tiránico de la familia mexicana”, dice Villoro.
Y lo es por varias razones: porque abandona a sus hijos, porque administra el poder de manera arbitraria y traicionera y porque lleva el desamor de Susana San Juan de manera arrogante y arbitraria.
Una faceta que, en general, sigue vigente en la cultura mexicana, según Santibáñez: “Pedro Páramo bien le podría cantar a Susana una canción de Luis Miguel diciendo ‘tengo todo excepto a ti’”.
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