“Viene otro gasolinazo en enero”. Es una de las frases que circula en el país después de que Hacienda anunciara el ajuste anual del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios que se le aplica a combustibles, el tan sonado y temido IEPS.
Para 2022, Hacienda anunció que dicho impuesto -que se fija considerando el nivel de inflación observado al cierre del año- tendrá un aumento de 7.3%.
En el caso de la gasolina magna, se pasa de una cuota de 5.11 pesos por litro a un IEPS de 5.49 pesos. Son 38 centavos más.
Para premium, un aumento de 4.31 a 4.63. Que son 32 centavos más.
Y en el caso del diésel, de 5.62 a 6.03 pesos. 41 centavos más.
Es el alza anual más grande de IEPS en lo que va del gobierno de López Obrador, aunque como te iremos contando en la nota, hay que tomar con cautela esa cifra de 7.3% y antes de exclamar ‘gasolinazo’ entender cómo se construye el precio del combustible.
En México -tras la reforma energética de 2014 que abrió la puerta al sector privado-, cada una de las distintas empresas que venden gasolina, como Pemex, Shell o ahora incluso Wal-Mart define un precio del litro de acuerdo a sus costos para obtener el combustible.
Esto, en un mercado internacional donde los costos del crudo y sus derivados siempre varían.
A ese precio de las gasolineras se suman los impuestos, el IEPS y también el IVA.
Pero además hay otro factor importante, que tiene un impacto en lo que pagas en ‘las bombas’: un estímulo fiscal que define el gobierno cada semana, con el que el cobro del IEPS se reduce.
Dicho estímulo se aplicará desde la primera semana de enero, como publicó Hacienda en el Diario Oficial.
Y de ese modo, la gente no resentirá por completo el 7.3% de actualización del IEPS.
Cuando sube mucho el precio del petróleo y la gasolina, el gobierno puede bajar las cuotas que se pagan del impuesto IEPS, con un ‘estímulo’.
En 2021, por ejemplo, con la reactivación tras el primer año de confinamiento por la pandemia el nivel internacional el precio del petróleo tuvo un alza abrupta, y entonces se tuvieron niveles récord de ese estímulo fiscal.
En la semana del 30 de octubre al 5 de noviembre el estímulo para la gasolina magna fue de 82.47%, con lo que en lugar de pagar la cuota IEPS de más de 5 pesos por litro el impuesto fue de sólo 90 centavos.
Según este análisis de Bloomberg, fue el mayor monto de estímulo aplicado desde 2018.
En 2020, por el contrario, bajó tanto el consumo de la gasolina y por lo tanto el precio, que no se aplicó el estímulo fiscal.
Jesús Carrillo, director de Economía Sostenible en el IMCO, comentó respecto a este estímulo que “reducir un impuesto no significa subsidiar”.
Sin embargo, sí es una herramienta que el gobierno tiene a la mano, para incidir en lo que pagan los consumidores.
Si el precio del petróleo baja, entonces la gasolina es más barata y se espera que se cobre completo o una gran parte del IEPS.
Si ocurre a la inversa, subiría el estímulo y se cobraría menos IEPS.
“Cada viernes la Secretaría de Hacienda anuncia los estímulos fiscales para la siguiente semana, aunque el límite superior aumentó, no significa que todo el año se estará cobrando a ese nivel”, señaló Carrillo al respecto.
“Todo va a depender de cómo estén los precios del crudo”, agregó.
Justo este viernes 31 de diciembre, Hacienda anunció el porcentaje de estímulo fiscal para la primera semana de 2022.
Para la gasolina magna, el estímulo será de 59.40%, para premium de 31%, y para diésel del 43%, con lo que las cuotas del IEPS serán las que aparecen en el siguiente gráfico:
Si se compara con la última semana de diciembre, los estímulos crecieron. Por ejemplo, para la magna se pasó de un 45 a un 59%; para premium, de 12 a 31%, y el diésel de 30 a un 43%.
El especialista en temas energéticos Ramsés Pech explicó que antes de la reforma energética de 2014 el IEPS era un subsidio.
Después se convirtió en un ingreso para la Hacienda pública, aunque siempre cambiante.
En 2019 se había tenido una recaudación récord por IEPS a gasolinas, ya que con ese impuesto Hacienda obtuvo 297 mil millones de pesos, 53% más que el año previo.
Pero en 2020, con la pandemia, la recaudación bajó 2.6% en términos reales. Y en 2021, hasta octubre, el monto obtenido por IEPS a gasolina había bajado 24.6% respecto al año anterior.
En el documento Renuncias Recaudatorias, Hacienda informa cada año cuánto se ‘pierde’ por Estímulos fiscales otorgados a través de Decretos Presidenciales y lo establecido en la ley de ingresos.
En lo referente al IEPS, en 2020 la Hacienda pública dejó de percibir al menos 32 mil 600 millones de pesos.
Y para 2021, originalmente solo había previsto renunciar a 29 mil millones, pero la cifra se elevó hasta los 104 mil, por los estímulos.
“Los precios de las referencias internacionales, y por lo tanto de las gasolinas han alcanzado niveles superiores a los pre-pandémicos, por lo que el estímulo a las gasolinas y el diésel comenzó a otorgarse desde principios de año”, refirió Hacienda sobre 2021.
Para 2022 se prevé un monto aún más alto de “renuncia recaudatoria” por estímulos ante el IEPS, de al menos 113 mil millones.
Este tipo de estímulos, como el del IPES, “tienden a favorecer a los contribuyentes de más altos ingresos”, se critica en este texto del Instituto Belisario Domínguez.
Al respecto, el especialista del IMCO Jesús Carrillo planteó una dualidad.
Por un lado, en efecto, “quienes reciben más estos beneficios fiscales, son las personas que tienen vehículos, porque es un beneficio directo y ¿quiénes tienen coche? Pues más bien las clases medias y las altas”, refirió.
En ese sentido es que siempre se habla de que es un estímulo regresivo, apuntó.
Sin embargo, Carrillo también mencionó que si se quitara por completo el estímulo habría un alza en lo que se paga por ejemplo en transporte de mercancías, como alimentos, o en transporte en combis o camiones, y se podría afectar a las personas de menos ingresos.
Ante esa disyuntiva, el especialista mencionó la posibilidad de aplicar estímulos o incluso subsidios pero que estén focalizados, en los que menos tienen, en lugar de darlos de forma generalizada.
Cuando eran oposición, los legisladores de Morena proponían bajar el IEPS hasta en un 60%. Incluso en algunos momentos la ahora secretaria de Energía, Rocío Nahle, habló de desaparecerlo.
Con el paso del tiempo, Nahle y Morena fueron cambiando su postura, para ya con la victoria en 2018 decir que esos ingresos millonarios del IEPS -de más de 250 mil millones de pesos al año-, eran importantes para la Hacienda pública, y el gasto en programas y en obras.
Así que el IEPS se ha seguido cobrando con Morena, con los ajustes al alza de cada año.
Otra promesa de ese partido y López Obrador en campaña fue que con ellos en el poder el precio de la gasolina tendría una baja significativa.
En diciembre de 2018 el precio promedio de la gasolina magna era 19.10 pesos, y en diciembre de 2021, de 20.58. En cuanto a la premium, el valor en diciembre de 2018 era de 20.65 pesos y en noviembre de este año, 22.58 pesos en promedio, según cifras de la CRE y del gobierno federal.
Son números que deben considerar el contexto de la pandemia y el aumento inflacionario, aunque a fin de cuentas, cuando la gente acude a cargar gasolina, no se ha observado la baja importante que López Obrador dijo que se tendría con Morena en el gobierno.
Respecto al compromiso de que el precio no subiría por arriba de la inflación, de noviembre de 2020 a noviembre de este año la inflación fue de 7.37%, según la calculadora del INEGI, y en ese lapso la gasolina magna subió 13%, según los datos de precios nacionales promedio, publicados por la CRE.
En el caso de la Premium, el incremento fue de 21%. Y en cuanto al diésel, subió en ese lapso 15%, en términos nominales. De ese modo, no se cumple la promesa este año.
Si se hace la misma comparación, pero entre 2019 y 2020, entonces sí se cumpliría, porque la gasolina el año pasado bajó mucho de precio, a un promedio de 18 pesos por litro de magna.
Al respecto, Carrillo señala que más allá de lo que pueda prometer el gobierno, el precio del petróleo y la gasolina tiene como principal sustento la dinámica del mercado internacional.
“Lo único que en realidad se controla por parte del gobierno es el impuesto que se cobra, pero que el gobierno diga que bajó el precio de la gasolina o que evitó que subiera por un compromiso de campaña no es verdadero”.
Desde la perspectiva de Pech, se debería revisar la fórmula con que se ajusta cada año el IEPS, para que no esté necesariamente ligado al cambio inflacionario.
“Hay que determinar una fórmula constante, o que sea una variación pequeña”.
Si no se puede modificar, refiere, entonces debería existir más claridad sobre en qué gasta el gobierno lo que recauda con ese impuesto.
“Hay que preguntarnos, ¿en qué se está utilizando el IEPS? Son unos 300 mil millones de pesos. Es lo de una refinería de Dos Bocas.
“Está bien, cobra el IEPS, pero la pregunta es, ¿cómo lo estás utilizando?”
En cuanto a la posibilidad de eliminarlo, menciona que entonces se haría un hueco en las finanzas públicas, por lo que habría que tener en claro cómo cubrirlo.
Carrillo, del IMCO, indica en ese sentido que hablar de la eliminación del IEPS, como han planteado partidos de oposición y en su momento lo hizo Morena, tiene más un sentido político o electoral, buscando apelar al enojo que siempre causa el tema del precio de la gasolina.
Sin embargo, refirió, es necesario mantener un debate sobre las finanzas públicas, donde siempre están en balance los apoyos fiscales y los impuestos.
Uno de los dichos que ha circulado es que el aumento del 7.3% en el IEPS para 2022 es un nuevo ‘gasolinazo’.
Es un incremento real a un impuesto. Sin embargo, como ya mencionamos, hay que mirar cada semana los estímulos fiscales y su magnitud, para saber cuál es el efecto real en los bolsillos de la gente, con esa alza.
Y además, según especialistas, no se vislumbra un impacto como el que se tuvo en 2017, en el sexenio de Enrique Peña Nieto.
“En 2017 no solo fue un incremento del IEPS, fue una liberalización de los precios. La gasolina empezó a costar en la bomba lo que realmente tenía asociado de costo, se dejó de tener un precio artificialmente bajo y empezó a reflejar las condiciones del mercado”, apuntó Carrillo.
“Aquella fue toda una actualización del mercado, y esto que vemos para 2022 es una actualización de un impuesto”.
En aquel entonces, como parte de la reforma energética aprobada en 2014, se dio un cambio drástico e importante.
Pemex dejó de ser el monopolio de producción y venta de gasolina; se liberó el precio del combustible de acuerdo a la oferta y demanda del mercado, para que no hubiera un precio único establecido por el gobierno, aunque se fijaron topes de precio regionales y se mantuvo el control del IEPS.
El gobierno en ese momento argumentó que era necesario dar ese paso, porque de seguir subsidiando la gasolina se quitarían recursos al gasto social. Sin embargo, con un aumento de hasta 20% en el precio, de acuerdo con las leyes del mercado, la gente salió molesta a protestar en las calles.
Como reconoció quien era secretario de Hacienda en 2018, José Antonio González Anaya, durante el sexenio de Peña Nieto hubo un incremento importante en el precio de la gasolina.
“El litro de gasolina (Magna) en diciembre de 2012 fue de 10.8 pesos, en diciembre de 2017 fue de 16.2 pesos por litro y hoy está en 19.2 pesos el litro”, refirió Anaya, según esta nota del diario El Financiero. En términos nominales, el alza en el sexenio fue de 77%.
La BBC estuvo en Panyu, el vecindario conocido como el “pueblo Shein”, un laberinto de fábricas que abastecen al minorista de moda rápida más grande del mundo.
El zumbido de las máquinas de coser es una constante en algunas partes de Guangzhou, un próspero puerto en el río de las Perlas, en el sur de China.
El sonido pasa a través de las ventanas abiertas de las fábricas desde la mañana hasta bien entrada la noche, mientras terminan las camisetas, los pantalones, las blusas, los trajes de baño que serán enviados para llenar los armarios de más de 150 países.
Este es el sonido de Panyu, el vecindario conocido como el “pueblo Shein”, un laberinto de fábricas que abastecen al minorista de moda rápida más grande del mundo.
“Si un mes tiene 31 días, trabajo 31 días”, le dijo un trabajador a la BBC.
La mayoría dijo que solo tienen un día libre al mes.
La BBC pasó varios días aquí: visitamos 10 fábricas, hablamos con cuatro propietarios y más de 20 trabajadores. También pasamos tiempo en los mercados laborales y los proveedores de textiles.
Descubrimos que el corazón palpitante de este imperio es una fuerza laboral que se sienta detrás de máquinas de coser durante aproximadamente 75 horas a la semana, en contravención de las leyes laborales chinas.
Estos horarios no son inusuales en Guangzhou, un centro industrial para trabajadores rurales en busca de mayores ingresos, o en China, que durante mucho tiempo ha sido la fábrica sin rival del mundo.
Pero se suman a una lista creciente de preguntas sobre Shein, una empresa fundada en China que en poco más de cinco años se ha convertido en una gigante global.
Shein, que sigue siendo de propiedad privada, fue valorada en unos US$60.000 millones en una ronda de recaudación de fondos en 2023. Ahora está considerando una posible cotización en la Bolsa de Valores de Londres.
Sin embargo, su meteórico ascenso ha estado plagado de controversias sobre su trato a los trabajadores y acusaciones de trabajo forzado.
El año pasado admitió haber encontrado niños trabajando en sus fábricas en China.
La empresa se negó a ser entrevistada, pero le dijo esto a la BBC en un comunicado: “Shein está comprometida a garantizar el trato justo y digno de todos los trabajadores dentro de nuestra cadena de suministro y está invirtiendo decenas de millones de dólares en fortalecer la gobernanza y el cumplimiento”.
Agregó: “Nos esforzamos por establecer los estándares más altos de remuneración y exigimos que todos los socios de la cadena de suministro se adhieran a nuestro código de conducta. Además, Shein trabaja con auditores para garantizar el cumplimiento de las normas”.
El éxito de Shein radica en el volumen (el inventario en línea asciende a cientos de miles) y los grandes descuentos: vestidos a US$12, suéteres a US$7, precios que rondan, en promedio, los US$10.
Los ingresos se han disparado, superando a H&M, Zara y Primark.
Las rebajas a precios reducidos se deben a lugares como el “pueblo Shein”, donde se encuentran unas 5.000 fábricas, la mayoría de ellas proveedoras de la gran empresa.
Los edificios se han vaciado para dar paso a máquinas de coser, rollos de tela y bolsas llenas de retazos de tela. Las puertas de sus sótanos siempre están abiertas para el ciclo aparentemente interminable de entregas y recolecciones.
A medida que pasa el día, las estanterías se llenan de bolsas de plástico transparentes que llevan una etiqueta con un sustantivo de cinco letras que ahora es distintivo.
Pero incluso después de las 22:00, las máquinas de coser -y las personas encorvadas que las manejan- no se detienen, porque llegan más telas en camiones, tan llenos que a veces los rollos de colores ruedan en el suelo de la fábrica.
“Normalmente trabajamos 10, 11 o 12 horas al día”, dice una mujer de 49 años, de Jiangxi, que no quiere dar su nombre. “Los domingos trabajamos unas tres horas menos”.
Está en un callejón, donde una docena de personas están apiñadas alrededor de una fila de tableros con anuncios.
Están leyendo los avisos de trabajo que se despliegan en uno de los tablones, mientras examinan las costuras de un par de pantalones que cuelgan sobre él.
Esta es la cadena de suministro de Shein. Las fábricas tienen contratos para hacer ropa por encargo, algunas órdenes son pequeñas, otras grandes.
Si, por ejemplo, los llamados pantalones chinos son un éxito, los pedidos aumentarán y también se debe incrementar la producción.
Las fábricas contratan a trabajadores temporales para satisfacer la demanda que su personal permanente no puede cubrir.
La trabajadora migrante de Jiangxi está buscando un contrato a corto plazo, y los pantalones chinos son una opción.
“Ganamos muy poco. El costo de vida ahora es muy alto”, señala, añadiendo que espera ganar lo suficiente para enviar dinero a sus dos hijos que viven con sus abuelos.
“Nos pagan por pieza”, explica. “Depende de la dificultad de la prenda. Algo tan sencillo como una camiseta es uno o dos yuanes [menos de US$1] por pieza y puedo hacer una docena en una hora”.
Examinar las puntadas de los pantalones chinos es crucial para tomar esa decisión. A su alrededor, los trabajadores calculan cuánto les pagarán por hacer cada prenda y cuántas pueden hacer en una hora.
Los callejones de Panyu funcionan como mercados de trabajo y se llenan por las mañanas cuando los trabajadores y las motos pasan a toda velocidad junto al carrito de dumplings para el desayuno, las tazas de leche de soja humeante y el granjero esperanzado en vender huevos de gallina y de pato.
La BBC encontró que el horario laboral estándar parece ser de 08:00 a más de 22:00 horas.
Esto coincide con un informe de Public Eye, una organización no gubernamental suiza que promueve los derechos humanos, que se basó en entrevistas con 13 trabajadores textiles en fábricas que producen ropa para Shein.
El grupo descubrió que varios empleados trabajaban excesivas horas extra y que el salario básico sin horas extra era de 2.400 yuanes (US$327), que está por debajo de los 6.512 yuanes que la Asia Floor Wage Alliance (una alianza asiática que busca proteger a los trabajadores de la industria de la ropa) considera necesarios para un “salario digno”.
Pero los trabajadores con los que hablamos se las arreglan para ganar entre 4.000 y 10.000 yuanes al mes.
“Estas horas no son inusuales, pero está claro que son ilegales y violan los derechos humanos básicos”, señala David Hachfield, vocero de la organización. “Es una forma extrema de explotación y esto debe hacerse visible”.
La semana laboral promedio no debe exceder las 44 horas, según las leyes laborales chinas, que también establecen que los empleadores deben garantizar que los trabajadores tengan al menos un día de descanso a la semana. Si un empleador desea extender estas horas, debe ser por razones especiales.
Aunque la sede de Shein está ahora en Singapur, no se puede negar que la mayoría de sus productos se fabrican en China.
Y el éxito de Shein ha llamado la atención de Washington, que cada vez se muestra más receloso de las empresas chinas.
En junio, el candidato de Donald Trump para secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, dijo que tiene “graves preocupaciones éticas” sobre los “profundos vínculos” de Shein con “la República Popular China”: “El trabajo esclavo, los talleres clandestinos y los trucos comerciales son los sucios secretos detrás del éxito de Shein”, escribió.
No todo el mundo estaría de acuerdo con la elección de palabras usadas por Rubio para describir las condiciones de los proveedores de Shein.
Pero los grupos de derechos humanos dicen que las largas jornadas de trabajo, que se han convertido en una forma de vida para muchos en Guangzhou, son injustas y explotadoras.
Las máquinas dictan el ritmo del día.
Hacen una pausa para el almuerzo y la cena cuando los trabajadores, con platos de metal y palillos en la mano, entran en la cantina para comprar comida. Si no hay más espacio para sentarse, se paran en la calle.
“He trabajado en estas fábricas durante más de 40 años”, contó una mujer que pasó sólo 20 minutos comiendo. Para ella, este era un día más.
En el interior, las fábricas que visitamos no están abarrotadas. Hay suficiente luz y se han traído ventiladores de tamaño industrial para mantener frescos a los trabajadores.
Enormes carteles instan al personal a denunciar a los trabajadores menores de edad, probablemente como respuesta a los dos casos de trabajo infantil detectados en la cadena de suministro el año pasado.
La BBC pudo conocer que la empresa está monitoreando más de cerca a sus proveedores de cara a sus planes de salir a cotizar al mercado en la Bolsa de Londres.
“Se trata de su reputación”, dice Sheng Lu, profesor de Estudios de Moda y Confección en la Universidad de Delaware.
“Si Shein logra con éxito una OPV (oferta pública de venta), significa que se les reconoce como una empresa decente. Pero si quieren mantener la confianza de los inversores, tienen que asumir cierta responsabilidad”.
Uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta Shein son las acusaciones de que se abastece de algodón de la región china de Xinjiang.
El algodón de Xinjiang, que en su día se promocionó como uno de los mejores tejidos del mundo, ha caído en desgracia tras las acusaciones de que se produce con mano de obra forzada de trabajadores de la minoría musulmana uigur, una acusación que Pekín ha negado firmemente.
La única forma de evitar estas críticas es ser más transparente, dice el profesor Sheng.
“A menos que publiquen su lista completa de fábricas, a menos que hagan que su cadena de suministro sea más transparente ante el público, creo que va a ser un gran desafío para Shein”.
Una ventaja importante, añade, es que la cadena de suministro de Shein está en China: “Muy pocos países tienen una cadena de suministro completa. China la tiene, y nadie puede competir con ella”.
Los rivales en ciernes, como Vietnam y Bangladesh, importan materias primas de China para fabricar ropa, pero las fábricas chinas dependen totalmente de fuentes locales para todo, desde telas hasta cremalleras y botones.
Por eso es fácil fabricar una variedad de prendas y hacerlo rápidamente.
Esto funciona especialmente en el caso de Shein, cuyo algoritmo determina los pedidos. Si los compradores hacen clic repetidamente en un determinado vestido o pasan más tiempo mirando un jersey de lana, la empresa sabe que debe pedir a las fábricas que produzcan más, y rápido.
Para los trabajadores de Guangzhou, esto puede ser un desafío.
“Shein tiene sus pros y sus contras”, nos dijo el dueño de una fábrica. “Lo bueno es que el pedido es grande, pero el beneficio es bajo y fijo”.
Shein, dado su tamaño e influencia, es un duro negociador. Por eso, los dueños de las fábricas tienen que recortar costos en otros ámbitos, lo que a menudo resulta en salarios más bajos para el personal.
“Antes de Shein, producíamos y vendíamos ropa por nuestra cuenta”, contó el dueño de tres fábricas. “Podíamos estimar el costo, decidir el precio y calcular el beneficio. Ahora Shein controla el precio y tenemos que pensar en formas de reducir el costo”.
Sin embargo, cuando los pedidos alcanzan su punto máximo, es una bonanza.
La empresa envía alrededor de un millón de paquetes al día en promedio, según datos de ShipMatrix, una consultora de logística.
“Shein es un pilar de la industria de la moda”, dijo Guo Qing E, un proveedor de Shein.
“Empecé cuando Shein empezó. Fui testigo de su ascenso. Sinceramente, Shein es una empresa increíble en China. Creo que se hará más fuerte, porque paga a tiempo. Aquí es donde es más confiable.
“Si el pago de nuestros productos vence el día 15, no importa si son millones o decenas de millones, el dinero se pagará a tiempo”.
Shein, con sus agotadoras horas y salarios a veces más bajos, puede no ser una fuente de consuelo para todos sus trabajadores. Pero es una fuente de orgullo para algunos.
“Esta es la contribución que los chinos podemos hacer al mundo”, dijo una supervisora de 33 años de Guangdong, que no quiso dar su nombre.
Está oscuro afuera y los trabajadores están regresando a las fábricas después de la cena para el tramo final. Ella admite que las jornadas son largas, pero “nos llevamos bien. Somos como una familia”.
Horas más tarde, cuando muchos trabajadores se van a sus casas para pasar la noche, las luces de varios edificios permanecen encendidas.
Algunos trabajan hasta la medianoche, nos contó el dueño de una fábrica. Quieren ganar más dinero, explicó.
Después de todo, en Londres, Chicago, Singapur, Dubái y tantos otros lugares, alguien está buscando su próxima ganga.
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