Funcionarios de seguridad presumen en cada conferencia mañanera del gobierno de Claudia Sheinbaum una reducción de homicidios, aunque para hacerlo hasta la fecha han recurrido a comparación engañosas, donde se mezclan datos de distintas fuentes de información.
En la presentación más reciente, del 28 de enero, destacaron que mientras en 2023 se registró un promedio de 88.4 asesinatos diarios, en 2024 el promedio bajó a 82.1; y para enero de 2025, se tuvo un promedio “preliminar” de 65.8.
Pero el indicador de 2023 usa datos del INEGI, que en su conteo incluye tanto homicidios dolosos como feminicidios, teniendo como fuente certificados, actas y cuadernos de defunción, emitidos por la Secretaría de Salud, Registro Civil y ministerios públicos.
Mientras que para 2024, la fuente del dato es el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), que solo incluye los casos de víctimas de homicidio doloso, reportados por las fiscalías de los estados.
En el caso de la cifra de 2025, la fuente es un conteo preliminar, con datos que recopila el gabinete de Seguridad. Pero incluso el propio gobierno reconoce que esta cifra suele quedarse por debajo del conteo del Secretariado, por lo que incluso en la conferencia más reciente sumó una proyección, de que en realidad el promedio sería de 73 asesinatos diarios.
Si solo se usa una fuente de datos, los del Secretariado Ejecutivo, resulta que entre 2023 y 2024 en realidad no hubo una baja sino un aumento de homicidios dolosos, de 1.16%.
En la comparación entre 2024 y 2018, la baja fue de 10.92%, menor a la que presume el gobierno, de hasta 27%.
Eso es lo que ha ocurrido cada mañanera en que se presentan datos de seguridad, de octubre a la fecha, una mezcla de indicadores que no son equiparables, por el tipo de datos que registran, su periodicidad y la fuente de los mismos.
“No podemos comparar estos datos, ni siquiera es ético. Cada base nos presenta información y calidad distinta, por lo que no podemos juntarlas”, explicó a El Sabueso Daniela Osorio, investigadora de México Unido Contra la Delincuencia (MUCD).
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) registra todos los asesinatos cometidos durante un año, es decir, su conteo incluye homicidios dolosos y feminicidios, sin diferenciar estos delitos. Esta actualización se pública cada año.
Esta revisión se basa en los certificados de defunción, emitidos por la Secretaría de Salud desde 1987 y llenados por los Servicios Médicos o Institutos Forenses. También recopila información de las actas de defunción provenientes de las Oficialías del Registro Civil, los cuadernos de defunciones accidentales, así como los cuadernos de defunción (PEC-6-15) llenados por las agencias del Ministerio Público.
Asimismo, el INEGI da cuenta de la ocurrencia del homicidio (cuándo ocurrió), el registro (cuándo se enteraron las autoridades), demarcación y horario del suceso, así como características sociales de la víctima.
Una diferencia con los datos recopilados por el Secretariado y el reporte diario es que el INEGI registra homicidios aún cuando las autoridades no hayan iniciado una carpeta de investigación.
Por su parte, el registro del SESNSP se basa en las carpetas de investigación abiertas por las fiscalías y procuradurías de los estados. Esta fuente reporta las investigaciones iniciadas y el número de víctimas que se registraron en ellas.
Este reporte se actualiza mensualmente, y da cuenta de la fecha de registro de las carpetas de investigación.
Por último, en cuanto al reporte diario, este es elaborado por el gabinete de seguridad y utiliza información de homicidios registrados por las fiscalías estatales, la Secretaría de la Defensa, Marina, Guardia Nacional y la Secretaría de Seguridad. Sin embargo, el propio reporte subraya que sus datos son preliminares y con fines principalmente estratégicos.
“(El reporte diario) nos proporciona información respecto a lo que ellos han observado en el desarrollo de sus actividades de seguridad, y utilizan fuentes abiertas, lo que puede ocasionar duplicidad de reportes de homicidios”, señaló Daniela Osorio.
“Los datos de homicidios que provienen de los reportes diarios de la SSPC desde su creación han reportado una menor cantidad de víctimas si comparamos con el INEGI y el SESNSP. Esto significa que, comparado con el INEGI, tanto el SESNSP como la SSPC subregistran la violencia letal a nivel nacional, el primero en menor medida que el segundo”, señaló MUCD en su Atlas de Homicidios 2023.
El siguiente gráfico de MUCD muestra el contraste de cifras, según la fuente que se utilice:
En 2023, el INEGI reportó 32 mil 252 homicidios, mientras que el Secretariado registró 30 mil 566 homicidios y feminicidios, y el reporte diario y preliminar, 26 mil 301 asesinatos.
Osorio subrayó que el INEGI es la fuente de información más completa, y que es necesario utilizar otras fuentes para conocer cómo se desarrolla el fenómeno de la violencia en el país, entre ellas el Registro de Personas Desaparecidas y No Localizadas.
Otro aspecto engañoso de las presentaciones del gabinete de seguridad es la comparación entre meses diferentes, por ejemplo presumir una reducción del crimen entre septiembre y diciembre.
Aquí te contamos que expertos recomiendan una comparación entre años completos o los mismos periodos de tiempo, por ejemplo, comparar los datos de homicidios de 2024 con los de 2023, o los asesinatos que sucedieron en diciembre de 2024 con los de diciembre de 2023.
“Las fuentes de información deben de tener los mismos criterios para que justo se pueda hacer la comparativa. Al mezclar los datos, la disminución suele ser más alta. Suelen jugar con los números para sacar cifras más altas, entonces definitivamente por esto es que no es ético mezclar estas fuentes para dar un reporte”, dijo Osorio.
El peso ha sido una de las monedas más apreciadas de 2024, lo que ha vuelto al país caro no solo para los extranjeros, sino también para los propios argentinos.
“Argentina está cara en dólares”, me dice Manuel, un empresario gastronómico de 37 años, durante mi última visita a Buenos Aires en diciembre. “Te habrás dado cuenta rápido, vos que venís de Estados Unidos”.
Ya el primer día en la ciudad, noto lo que me dice Manuel en el precio del café.
En Palermo, un barrio turístico de Buenos Aires, una taza de café vale $3.300, US$3.2 al tipo de cambio oficial, unos pocos centavos menos que al paralelo, que los argentinos llaman “dólar blue“.
Es un dólar más de lo que pago por el café en la misma cadena de cafeterías en Coconut Grove, Miami.
Pero no solo los lugares que frecuentan los extranjeros están caros en dólares. La situación se repite en lugares menos turísticos y con productos más buscados por los argentinos.
Lo vemos en un pan en rebanadas que cuesta US$4 o en la manteca a US$3. También en los productos importados. Por ejemplo, un termo Stanley vale US$140 en Buenos Aires, mientras que en Estados Unidos no supera los US$30.
De acuerdo con el índice de precios Big Mac de McDonald’s, creado por The Economist en 1986, Argentina con US$7.37 tiene el precio más caro de la hamburguesa de América Latina y el segundo del mundo, detrás de Suiza.
Hace un año, el Big Mac costaba en Argentina la mitad en dólares.
Según estimaciones del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés), el peso argentino se revalorizó un 40% en términos reales entre diciembre de 2023 y octubre del año pasado.
No obstante, estos cambios no se tradujeron en una mejora del poder adquisitivo de los argentinos, ya que los salarios se mantuvieron congelados y las llamadas correcciones del gobierno de Javier Milei generaron una dura recesión que provocó una caída del consumo.
“No estamos ni mejor ni peor. Tenemos problemas distintos a los del año pasado”, me dice el dueño de una panadería con más 30 años en el rubro, que votó por Milei y que lo sigue apoyando, cuando le pregunto cómo afecta la apreciación de la moneda local en sus ventas.
Por eso, el impacto de la baja en el ritmo de la inflación en Argentina, que es el mayor logro de Milei en su primer año como presidente, combinada con la apreciación de la moneda local, sorprenden a cualquiera que no haya visitado el país en el último año.
En BBC Mundo te explicamos por qué este país se volvió “caro en dólares” después de haber sido uno de los más baratos de América Latina y qué impacto tiene en su economía.
“Necesito más dólares que hace un año para vivir en Argentina”, me dice Thiago, un programador brasileño que cobra en la moneda estadounidense y que hace dos años eligió vivir en Argentina favorecido por el tipo de cambio.
Desde que el peso se fortaleció en Argentina y el real cayó en Brasil, liderando las pérdidas de las monedas de América Latina, Thiago está pensando volver a São Paulo porque “con menos dólares vivo mejor allá”.
Pero Thiago no es el único. En agosto de 2024, BBC News Brasil reportaba una oleada de brasileños que dejaban Argentina porque era “inviable” para ellos mantenerse allí.
Pero ¿cómo llegó la moneda argentina, que Milei devaluó un 54% apenas asumió, a convertirse en un solo año en lo que los medios de comunicación locales han apodado un “súper peso”?
La respuesta está en la estrategia que utilizó Milei para bajar la inflación –su principal meta al asumir– que en 2023 había alcanzado el 211% según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
Se trata de una herramienta que los economistas llaman “ancla inflacionaria”. Es decir, se “ancló” la cotización de dólar oficial, aumentando su cotización -es decir, devaluando el peso- un 2% fijo por mes, muy por debajo de la tasa mensual de inflación.
Eso, sumado a un “ancla fiscal” que redujo fuertemente el gasto público y un “ancla monetaria” que dejó de emitir dinero para financiar al Tesoro, ha sido clave para que Argentina cerrara el 2024 con una inflación anual del 118%, lo que representa una reducción del 44,5% en un año.
Sin embargo, el lado negativo es que mientras el peso se ha ido fortaleciendo al devaluarse menos que la inflación, el dólar oficial ha quedando retrasado con respecto al costo de vida, perdiendo mucha de su capacidad de compra.
El resultado fue un fenómeno nuevo para los argentinos: la inflación en dólares, que según las estimaciones de varios economistas locales superó el 70% el año último.
En otras palabras: lo que hace un año pagabas con US$100, ahora te cuesta US$170.
Pero no solo el dólar “oficial”, que es controlado por el gobierno, perdió poder de compra. El libre o de mercado también está en niveles similares a cuando asumió Milei, a pesar de que la inflación superó el 100% en ese período.
Lorenzo Sigaut Gravina, economista de la consultora Equilibra, lo atribuye principalmente a una exitosa iniciativa que realizó el gobierno para que los argentinos ingresaran al sistema financiero los dólares en efectivo que tenían ahorrados en sus casas o depositados en el exterior sin declarar.
“La calma del mercado cambiario se consolidó gracias al blanqueo de capitales”, le dijo a BBC Mundo. “El gobierno logró, con mucha mucha confianza y pragmatismo, un blanqueo de capitales que le habilitó un ingreso muy generoso de dólares en efectivo”, dice el economista.
La iniciativa resultó mejor de lo esperado. En la primera etapa, Argentina consiguió que ingresaran US$19.023 millones, según la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA).
Esto llevó a contener el dólar paralelo y que se mantenga a una tasa levemente superior al tipo de cambio oficial, a diferencia de años anteriores cuando la brecha era muy amplia.
El “peso fuerte” tiene aspectos positivos y negativos para el país.
Por un lado, el gobierno destaca que los salarios han aumentado en dólares.
Según un informe de Bumeran, una plataforma de empleo en línea, el sueldo promedio pretendido en este país es de US$1.234, por encima de la media regional. Mientras que hace un año era uno de los más bajos de América Latina.
Sin embargo, la apreciación de la moneda también ha generado una caída en el número de turistas extranjeros que visitan el país y el aumento de los argentinos que aprovechan el “dólar planchado” para viajar al exterior.
Según datos del Indec, la cantidad de turistas internacionales en el país registró una baja interanual del 19,2% en noviembre.
Pero el impacto que más preocupa a muchos locales es en sectores como la industria, dado que ahora es más caro producir, tanto para el mercado local como para el exterior, lo que hace menos competitivos a la industria y al agro argentino.
A esto se suma la apertura de las importaciones que realizó el gobierno para incentivar la competencia y bajar los precios locales.
El resultado es que “cada vez será más barato acceder a productos importados y cada vez será más cara la producción nacional”, afirma Sigaut Gravina.
En este sentido, desde el sector industrial han advertido que esto podría generar una caída en la producción, que llevaría a una consecuente reducción de puestos de trabajo.
Los más críticos al gobierno incluso alertan sobre un posible “industricidio”, como el que ocurrió en la década de 1990 cuando el peso argentino estaba atado al dólar y muchas empresas terminaron cerrando.
Entre los economistas que advirtieron sobre los efectos negativos del “súper peso” está Domingo Cavallo, quien fue ministro de Economía durante ese período (1991-1996) del presidente Carlos Menem, apodado el “padre de la convertibilidad” en Argentina.
Cavallo dijo en diciembre que la actual “apreciación real exagerada del peso” es “parecida” a la que ocurrió a finales de 1990, “una deflación muy costosa porque transformó a la recesión que se había iniciado a fines de 1998 en una verdadera depresión económica”.
En Argentina, la lectura de que el peso está artificialmente alto en comparación con su valor real o competitivo en el mercado internacional se expande en la opinión pública e incomoda al presidente.
Pero Milei asegura que sus críticos están equivocados.
“El tipo de cambio desde mi perspectiva no está atrasado”, aseguró en una entrevista a comienzos de enero en la radio El Observador. “Es irritante e insultante la estupidez que dijo [Cavallo]”.
Para el mandatario, la poca distancia en la cotización entre el dólar oficial y el de mercado, además del hecho de que el Banco Central logró acumular unos US$25.000 millones en reservas con la actual cotización, son prueba de que no hay retraso.
“Además hay equilibrio fiscal”, destacó.
La economía de este país, según la lectura de Milei, no debe ganar competitividad debilitando al peso sino desregulando la economía, reduciendo los impuestos y mejorando el acceso al crédito.
Para Sigaut Gravina, las palabras de Milei buscan contener la presión para que el gobierno vuelva a devaluar la moneda argentina.
“Si todos tenemos la idea de que hay un atraso cambiario significativo, todos van a pensar que el peso así como está no se sostiene”, señala.
No obstante, el experto dice que “el principal activo del gobierno hoy es que bajó la inflación y devaluar implica, como efecto inmediato, más inflación”.
Por eso, Milei ha asegurado que no hará otra gran devaluación del peso, como la que hizo al asumir.
Por el contrario, el Banco Central argentino anunció que a partir de febrero reducirá la devaluación mensual del tipo de cambio oficial del 2% al 1%, lo que fortalecerá aún más al peso.
Se espera que la estrategia ayude a seguir bajando la inflación, que en diciembre pasado alcanzó un 2,7% mensual.
Pero muchos se preguntan cuál será el perjuicio de seguir siendo “caros en dólares”.
De todas formas, lo que realmente podría definir la cotización del dólar es lo que ocurra una vez que Milei levante los controles de capitales que hoy restringen el acceso al billete estadounidense y deje flotar al peso, algo que ha prometido hacer en 2025.
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