En los 100 primeros días del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum se intensificaron las capturas y operativos federales contra presuntos responsables de delitos de alto impacto, en comparación con el sexenio previo, de Andrés Manuel López Obrador.
El secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, informó sobre la detención de 7 mil 720 personas por delitos de alto impacto del 1 de octubre al 8 de enero de 2025. Un promedio de 77.2 detenidos al día. En un reporte previo, de los primeros 60 días, el promedio fue de 88 capturas diarias, con la intervención de la Marina, Ejército, Guardia Nacional, Secretaría de Seguridad y la Fiscalía General.
En cada sexenio el gobierno en turno decide cómo destacar las detenciones más importantes. Se carece de un indicador homologado. En el caso del periodo de Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo, se informó sobre capturas de “generadores de violencia”.
En su quinto informe se indicó que entre el 1 de septiembre de 2022 y el 30 de junio de 2023 fueron detenidos 2,400 de esos generadores. Es decir, 7.9 detenidos al día, presuntos responsables de delitos como homicidio doloso, feminicidio, secuestro, trata de personas, extorsión, tráfico de personas, robo, delincuencia organizada y desaparición forzada.
Ya para el sexto informe, la cifra bajó a 381 “generadores de violencia” detenidos entre septiembre de 2023 y junio de 2024, un promedio de 1.25 al día.
En el caso de la Guardia Nacional, Semar y la Sedena, las principales corporaciones de seguridad a nivel federal, entre 2021 y 2022 registraron un acumulado de 33 mil 889 personas detenidas, un promedio de 46 capturas diarias, pero por todo tipo de delitos, no solo de “alto impacto”, de acuerdo con respuestas en la Plataforma Nacional de Transparencia.
Y otro dato para dimensionar: el censo del INEGI refirió que entre 2022 y 2023 aumentó en 7,200 personas la cifra de personas privadas de la libertad e internadas en los centros penitenciarios y centros especializados. La cifra de los 7 mil 720 detenidos en los primeros 100 días de Sheinbaum, por delitos de alto impacto, superaría ese indicador anual.
La organización México Evalúa revisó fuentes abiertas y los datos de los informes de gobierno, y al comparar los primeros 100 días del gobierno de López Obrador con los primeros 100 de Sheinbaum, ubicó un aumento de 1,216% en los detenidos, y de 596.6% en los operativos contra el crimen organizado:
Todos los indicadores coinciden en mostrar un aumento exponencial de las detenciones de alto impacto o contra el crimen organizado durante los primeros tres meses del gobierno de Sheinbaum, en comparación con el sexenio de López Obrador.
Lisa Sánchez, directora ejecutiva de México Unido Contra la Delincuencia (MUCD) mencionó en entrevista con Animal Político que hay que tener cautela con las cifras de seguridad que presume el gobierno.
En el caso de las detenciones, apuntó, es necesario revisar si “fueron hechas en flagrancia o fueron producto de una investigación, y por lo tanto de una orden de aprehensión, o si esas detenciones se realizaron y son meritorias de prisión preventiva oficiosa, o si realmente va a haber un proceso de judicialización de las carpetas de investigación”.
El incremento “descomunal” en las capturas, consideró, “más que una política de seguridad interna es un mensaje para el presidente Donald Trump de que el Estado mexicano es capaz de controlar el problema, y de esa manera tal vez la autoridad mexicana busca desactivar al menos a nivel discursivo la migración que hay a México”.
Armando Vargas, coordinador del programa de seguridad de México Evalúa, consideró que si el aumento de las detenciones “no se traduce en una reducción real de la violencia no va a ser más que puro populismo punitivo, pura propaganda y no una intervención efectiva”.
En México los delitos tienen un nivel de impunidad superior al 90%, lo que “cuestiona la efectividad de las detenciones como política pública y también lleva con justa razón al terreno del populismo punitivo… de presumir las detenciones como una manera de demostrar que el Estado mexicano está actuando”.
De acuerdo con el estudio “Hallazgos 2023, seguimiento y evaluación de la justicia penal en México”, de México Evalúa, para delitos como homicidio doloso, desaparición, secuestro, extorsión y violación, se siguen teniendo niveles de impunidad de más del 80 y hasta del 99%.
“¿Cuántas de estas miles de detenciones van a terminar en sanciones penales? Y por otro lado, qué va a pasar con el sistema carcelario, suponiendo que todas estas detenciones van a terminar en sentencias condenatorias. ¿A dónde van a ir a parar toda esta población en un sistema que ya está colapsado”, cuestionó Vargas.
En el sexto informe de gobierno, si bien se informó sobre la detención de 381 generadores de violencia, en el mismo periodo sólo se indicaron 91 vinculaciones a proceso, y 122 sentencias. Sin detallar qué pasó en el resto de los casos.
Se buscó a la Secretaría de Seguridad federal, para obtener más detalles sobre las cifras de detenciones, pero no habían respondido.
A pesar del aumento significativo en las cifras de capturas, los homicidios dolosos y el registro de personas desaparecidas se mantienen en el mismo nivel del cierre del gobierno anterior. Como te contamos en esta nota, datos de la propia administración federal muestran un aumento del 1.16% en los homicidios, entre 2024 y 2023. Y si se comparan solo los primeros tres meses de Sheinbaum, hubo un aumento anual de 2.9%.
En el caso de las desapariciones, tanto en agosto como en septiembre de 2024 se sumaron al registro un promedio de 39 desapariciones al día. En los primeros 108 días del gobierno de Claudia Sheinbaum, en tanto, se sumaron al registro 4,316, según los datos de la base RNPDNO. Un promedio de 39.96 al día.
La cifra de desapariciones aumentó en el último año, ya que en 2023 se sumaron al registro 9,305, y en 2024, un total de 13,530. Un incremento del 45%.
4,316 desapariciones desde el 1 de octubre; en CDMX, Edomex y Sinaloa, la mayoría de los casos
Apenas una semana después de que iniciara el gobierno de Claudia Sheinbaum, el secretario Omar García Harfuch presentó la Estrategia Nacional de Seguridad.
Se insistió con la atención a las causas y la consolidación de la Guardia Nacional, bajo el mando de la Secretaría de la Defensa Nacional, pero también se destacó el fortalecimiento de la inteligencia e investigación, y la coordinación entre instituciones del Gabinete de Seguridad y autoridades estatales.
“La estrategia de seguridad en estos 100 días de Claudia la recibimos con cierto grado de optimismo, en el sentido en el que sí mostraba algunos avances y algunas innovaciones con respecto a la estrategia anterior”, opinó Lisa Sánchez.
La estrategia, continuó la especialista, está focalizada a nivel del territorio, se plantean reducciones a los delitos predatorios y no solo la reducción del homicidio, y se concentra en generar más acciones de inteligencia para que se conviertan en insumos de investigación, “que permitan la judicialización de los casos en las fiscalías y en los tribunales”.
Sin embargo, mencionó también, “no queda claro” con qué corporación se coordinará la estrategia ya que, dice, “la Guardia Nacional ya no depende de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana”, y la investigación ya no se hace en el ámbito civil sino en el ámbito militar.
Otro tema es la reforma judicial. “Vas a hacer más inteligencia para judicializar mejor y que los casos no se caigan”, lo cual “está muy bien cuando los tribunales son funcionales, pero en este momento, por lo menos este año, el principal reto es que va a haber una parálisis de la labor judicial por las campañas, por la elección y por la toma de protesta de los nuevos cargos”.
Y en el caso de la prisión preventiva oficiosa: “está muy bien que tú quieras investigar más para que puedas reducir la impunidad, pero la reforma de prisión preventiva oficiosa del 2024 y del 2019 lo que genera son incentivos muy perversos en las fiscalías para no investigar, porque para tener tras las rejas a una persona no lo tienen qué acusar y no tienen qué entregar elementos probatorios sobre la probable culpabilidad de la persona”, apuntó.
La isla del Ártico es el declarado objeto de deseo de Donald Trump, pero la idea de incorporarla a Estados Unidos no es nueva.
Donald Trump ha vuelto a apuntar a Groenlandia al plantear de nuevo que Estados Unidos la compre o se haga con ella por otros medios.
Trump dijo esta semana que para Estados Unidos adquirir la isla es “una necesidad absoluta” para garantizar su “seguridad económica” y no descartó el uso de la fuerza militar para lograrlo.
El interés de Estados Unidos en hacerse con ella no es nuevo, pero se ha reavivado en los últimos años a medida que el deshielo provocado por el cambio climático aumentaba las expectativas de apertura de nuevas rutas para la navegación y un mayor acceso a las materias primas estratégicas que alberga.
Los analistas identifican la creciente rivalidad con China y Rusia como otra de las razones por las que el presidente electo ha vuelto a desempolvar la vieja aspiración estadounidense de adueñarse de Groenlandia.
Pero Trump tiene un problema: Groenlandia forma parte del reino de Dinamarca y, según afirman tanto el gobierno nacional danés como el gobierno autónomo groenlandés, “no está en venta”.
Pese a ser la mayor isla del planeta, Groenlandia es también el territorio más escasamente poblado, con alrededor de 56.000 habitantes, la mayoría inuit (conocidos antes como esquimales).
Como cerca de un 80% de su superficie está helada, la población se concentra en la costa sudoccidental, en torno a la capital, Nuuk.
La economía local se basa principalmente en la pesca y depende en gran parte de los subsidios que aporta el gobierno danés, que representan aproximadamente una quinta parte del Producto Interno Bruto de Groenlandia.
En los últimos años han aumentado las expectativas y el interés por sus recursos naturales, como las tierras raras, el hierro y el uranio, que podrían ser más fáciles de explotar como resultado del deshielo provocado por el calentamiento del planeta.
Aunque ubicada geográficamente dentro de Norteamérica, Groenlandia forma parte de Dinamarca desde hace tres siglos.
A Groenlandia llegaron exploradores y colonos nórdicos desde finales del siglo X, pero para el siglo XV sus asentamientos habían desaparecido.
Hasta que, en 1721, el misionero Hans Egede comandó una expedición tras la que colonos daneses comenzaron a instalarse en las cercanías de lo que hoy es la ciudad de Nuuk y Groenlandia se convirtió en territorio danés.
Groenlandia es, como las Islas Feroe, un territorio autónomo dentro del Reino de Dinamarca.
Gobernada como una colonia, permaneció aislada y apenas desarrollada hasta mediados del siglo XX.
En 1953 fue oficialmente incorporada al Reino de Dinamarca y sus habitantes se convirtieron en ciudadanos daneses.
En 1979 la isla adquirió el estatus de territorio autónomo tras un referéndum en el que se decidió que el gobierno local se encargaría de la mayoría de los asuntos, reservándose la seguridad y la defensa al de Copenhague.
En 2009 Dinamarca aprobó tras un nuevo referéndum entre los groenlandeses una ley que amplió las competencias del gobierno local y abrió la puerta a una posible independencia de Groenlandia tras negociaciones entre los gobiernos de Copenhague y Nuuk.
Desde que Trump comenzó a plantear que Estados Unidos le compre Groenlandia a Dinamarca, el gobierno danés ha respondido que son los groenlandeses quienes deben decidir su destino, lo que refleja el reconocimiento al derecho a la autodeterminación de la isla, algo que admite el gobierno danés.
El ministro de Exteriores de Dinamarca, Lars Lokke Rasmussen, lo mostró el pasado miércoles en su respuesta a los últimos comentarios de Trump: “Reconocemos plenamente que Groenlandia tiene sus propias ambiciones. Si se materializan, Groenlandia se independizará, pero sin la ambición de convertirse en un estado de Estados Unidos”.
En Copenhague reconocen que durante años no han prestado la atención necesaria ni invertido lo suficiente en Groenlandia y ya han comenzado a tomar medidas para mantenerla dentro del reino.
El primer ministro groenlandés, Múte Egede, sin embargo, ha abogado por la independencia, rechaza su incorporación a Estados Unidos y recientemente llamó a Groenlandia a “romper los grilletes del colonialismo”.
Efectivamente, en otras épocas Estados Unidos se expandió mediante la compra de territorios que estaban en manos de potencias europeas.
En 1803 le compró Luisiana a Francia, en 1819 Florida a España y en 1867 Alaska a la Rusia de los zares.
Dinamarca también fue parte de esos tratos, ya que en 1917, en plena Primera Guerra Mundial, le vendió las Indias Occidentales Danesas, unas islas que poseía en el Caribe, que pasaron a llamarse Islas Vírgenes de Estados Unidos y desde entonces han estado bajo soberanía de Washington.
El gobierno estadounidense ya contempló comprarle a Dinamarca Groenlandia cuando en 1867 adquirió Alaska.
La idea rondó las mentes y los escritorios de políticos de Washington en diferentes épocas hasta que la Segunda Guerra Mundial alteró radicalmente el escenario.
Con Dinamarca ocupada por las tropas de la Alemania de Hitler, fuerzas estadounidenses tomaron control de Groenlandia, iniciando una presencia militar que se mantendría durante décadas.
Según le dijo a BBC Mundo Mark Jacobsen, de la Real Escuela de Defensa Danesa, “la ocupación de Groenlandia fue inicialmente casi una invitación de Dinamarca ante la amenaza nazi y al terminar la guerra el gobierno danés le dijo a Estados Unidos que esa amenaza había desaparecido, pero la respuesta de Estados Unidos fue que no tenía ninguna intención de retirarse, sino de aumentar su presencia ante la nueva amenaza de la Unión Soviética”.
En 1946, convencido de la importancia estratégica de la isla del Ártico, el entonces secretario de Estado estadounidense, James Byrnes, ofreció al embajador danés en Washington US$100 millones en lingotes de oro por ella. La oferta fue rechazada de plano por el gobierno danés.
Finalmente, cuando asumió que los militares estadounidenses no iban a marcharse de la isla, Dinamarca firmó en 1951 con Estados Unidos un acuerdo que regulaba su presencia en Groenlandia.
Washington mantuvo allí elementos de su sistema de alerta temprana antimisiles y la Base Aérea John Thule, hoy convertida en la Base Espacial Pituffik.
Las palabras de Trump han reabierto una cuestión que parecía zanjada.
Y no se trata solo de Groenlandia. El presidente electo ha manifestado que Estados Unidos debe asegurarse también el control del Canal de Panamá y anexionarse Canadá, sin descartar medidas de fuerza para lograrlo.
A solo unos días de que vuelva al poder, analistas y diplomáticos de todo el mundo se preguntan cuán seriamente hay que tomarse sus comentarios.
El ex primer ministro de Groenlandia Kuupik V. Kleist le dijo a la CNN que no ve “nada en el futuro que allane el camino hacia una venta” y el secretario de Estado del gobierno de Joe Biden, Antony Blinken, descartó que vaya a consumarse.
Jacobsen le dijo a BBC Mundo que “la percepción tanto en Groenlandia como en Dinamarca es que (la de Trump) es una visión desfasada del mundo”.
Pero quizá aquel mundo que las grandes potencias se repartían sin atender otra consideración que la de sus intereses esté, como Trump a la Casa Blanca, a punto de volver.
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