Los asesinatos de dos activistas trans, tres exalcaldes, dos exregidores y un exdirigente priista fueron omitidos del registro de homicidios a candidatos, precandidatos y aspirantes a un cargo durante el actual proceso electoral que presentó Rosa Icela Rodríguez, titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC).
De acuerdo con su conteo únicamente se tenía el registro de 15 personas asesinadas. Sin embargo, el informe Votar entre Balas, elaborado por Animal Político, Data Cívica y México Evalúa muestra que desde el inicio formal del proceso electoral —en septiembre del año pasado— 23 aspirantes, precandidatos y candidatos han sido asesinados.
El equipo de prensa de Rosa Icela Rodríguez dijo a Animal Político que revisará los ocho nombres que se omiten en su informe.
Sin embargo, el registro de los datos presentados en Palacio Nacional comienza a partir del 21 de diciembre de 2023, con el asesinato de Ricardo Taja Ramírez, quien aspiraba a una diputación federal por Morena.
Antes de esa fecha ya habían sido asesinados cuatro aspirantes a cargos de elección popular.
El gobierno federal también considera al asesinato de la candidata por morena a la alcaldía de Celaya, Guanajuato, Gisela Gaytán; cinco precandidatos y nueve homicidios de aspirantes, quienes aún no contaban con registro oficial pero que “habían sido mencionados para un cargo de elección popular o en algún momento manifestaron su deseo de competir”.
Las cifras oficiales no incluyen el homicidio de ocho aspirantes, candidatos y precandidatos:
–Wilman Monje Morales: Exalcalde de Gutiérrez Zamora, Veracruz, por Movimiento Ciudadano (MC). Monje Morales buscaba la reelección al cargo, pero fue asesinado a balazos el 11 de octubre de 2023 en las inmediaciones del Palacio Municipal.
–Alejandro Lanuza Hernández: Exregidor del Partido de Acción Nacional (PAN) en Salvatierra, en Guanajuato y quien aspiraba a la presidencia municipal de su municipio. Fue asesinado a balazos el 12 de octubre del año pasado.
–Miguel Ángel Cruz Robles: Fue asesinado a balazos el 28 de octubre del 2023 cuando circulaba en su vehículo. Buscaba la candidatura a la presidencia municipal de Villa del Carbón, Estado de México, por Morena.
–Jaime Dámaso Solis: El exmilitante del PAN y exregidor en Zitlala, Guerrero del 2018 al 2021 fue asesinado a balazos afuera de su casa. Aspiraba a la presidencia municipal de Zitlala.
–Miriam Nohemí Ríos: Mujer trans, activista, coordinadora del colectivo “Respeto e Igualdad de Género A.C.” y comisionada municipal de Movimiento Ciudadano en Jacona, Michoacán. Poco antes de su asesinato anunció su intención de participar en la planilla para regidora en Jacona.
–Samantha Carolina Gomes Fonseca: Activista trans y aspirante al Senado por Morena en la Ciudad de México. Fue asesinada el domingo 14 de enero al salir de una visita en el Reclusorio Sur.
–Marcelino Ruiz Esteban: El dos veces alcalde de Atlixtac fue asesinado junto con su esposa, Guadalupe Guzmán Cano, en un ataque armado el miércoles 24 de enero en Chilapa, Guerrero. Aspiraba a la presidencia municipal de Atlixtac por el PRD.
–Julián Bautista: El exalcalde y candidato a presidente municipal de Amatenango del Valle, Chiapas fue asesinado a balazos el martes 9 de abril en el crucero Amatenango del Valle – Las Rosas, mientras estaba en un vehículo.
Al presentar los resultados del Esquema de Protección —que brinda un apoyo federal con seguridad a candidatos— en Palacio Nacional, Rosa Icela Rodríguez mencionó: “Estamos haciendo el procedimiento cada vez más rápido para brindar la seguridad necesaria de forma inmediata”.
Esta expresión también fue referida por el presidente un día antes, cuando respondió que estaban “actuando de inmediato” a la pregunta de un periodista sobre el esquema de protección.
Sin embargo, Animal Político dio cuenta de la demora en este esquema a raíz del homicidio de la candidata a la alcaldía de Celaya, Gisela Gaytán.
Gaytán solicitó 24 días antes de su asesinato su integración al Esquema de Protección a Candidatos, pero la normativa para otorgar ese tipo de respaldo retrasó la ayuda.
Ambos ejércitos del conflicto armado en Ucrania se han visto acorralados por drones, artillería y guerra electrónica.
En días recientes, Rusia y Urania se han atacado mutuamente con el mayor número de drones desde el inicio de la guerra en febrero de 2022.
Se informa que Ucrania lanzó más de 80 drones contra Rusia, algunos dirigidos hacia Moscú. Por su parte, se reporta que Rusia lanzó más de 140 drones contra objetivos por todo Ucrania.
La intensidad del uso de drones como armas de ataque es una de las formas en que este conflicto está revolucionando cómo se hace la guerra.
En combinación con la guerra electrónica y los ataques de artillería, los drones también han demostrado ser efectivos como armas defensivas, inmovilizando a las fuerzas enemigas en el campo de batalla.
Los drones se han convertido en uno de los principales elementos en la guerra en Ucrania y están afectando profundamente la manera en que se pelea, según Phillips O’Brien, profesor de Estudios de la Guerra de la Universidad St. Andrews, en Escocia.
“Han vuelto el campo de batalla mucho más transparente”, comenta.
Los drones de vigilancia pueden detectar el movimiento de tropas o los preparativos para un ataque a lo largo de todo el frente y en tiempo real.
Cuando ven un objetivo, pueden enviar las coordinadas al centro de comando, que puede ordenar un ataque de artillería.
Esta secuencia, desde la detección del objetivo hasta su ataque, se llama la “cadena de ataque” en la terminología militar y se ha acelerado por el uso de drones, dice el profesor O’Brien.
“Todo se puede detectar a no ser que esté muy encubierto. Significa que no puedes reunir tanques y otro armamento para una avanzada sin que sean golpeados”, indica.
Los drones de ataque se están usando, junto con la artillería, para golpear al enemigo. Las fuerzas ucranianas han logrado repeler los avances de las columnas de tanques rusos con solo el uso de drones.
Al inicio de la guerra, Ucrania usó el TB-2 Bayraktar de fabricación turca, un dron de capacidad militar que puede arrojar bombas y lanzar misiles.
Sin embargo, con mayor frecuencia ambas partes están optando por el uso de drones “kamikaze” que son más baratos.
Estos suelen ser drones de uso comercial, acoplados con explosivos.
Pueden ser controlados desde una distancia de varios kilómetros y pueden merodear el objetivo antes de atacar.
Rusia también ha estado usando miles de drones kamikaze, como el Shahed-136 de fabricación iraní, para atacar objetivos militares y civiles en Ucrania.
Frecuentemente los despliega en enjambres, con la intención de abrumar las defensas aéreas ucranianas.
La artillería se ha convertido en el arma de mayor uso en toda la guerra en Ucrania.
Según el centro de análisis británico Royal United Services Institute (RUSI), Rusia ha estado disparando 10.000 proyectiles al día y Ucrania entre 2.000 y 2.500, también diariamente.
La artillería se usa para contener el movimiento de tropas enemigas y para atacar vehículos blindados, defensas, puestos de mando y depósitos de suministros.
“Durante la guerra, la munición es como el agua, que las personas necesitan beber constantemente, o como el combustible para un automóvil”, explica el experto de artillería y especialista militar de la BBC coronel Petro Pyatakov.
Ambos lados han usado millones de proyectiles de artillería extranjeros. Estados Unidos y Europa se los han suministrado a Ucrania. Rusia los importa de Corea del Norte.
Los países occidentales han tenido dificultades para suministrar a Ucrania todas las municiones que requiere, y eso ha resaltado el problema que tienen en sus propias industrias armamentistas, según Justin Crump, director ejecutivo de Sibylline, un grupo de análisis de defensa en Reino Unido.
“Las empresas de defensa de Occidente actualmente producen una cantidad de armas de precisión relativamente baja”, afirma.
“No tienen la capacidad de emitir altos volúmenes de armamento básico como proyectiles”.
Tanto Rusia como Ucrania también han estado usando artillería de alta precisión.
Ucrania ha lanzado proyectiles guiados por satélite tipo Excalibur, suministrados por Occidente; Rusia usa sus propios proyectiles Krasnopol guiados por láser.
Además, EE.UU. y otras naciones occidentales han dotado a Ucrania de misiles Himars de largo alcance, guiados por satélite.
Estos les han permitido a las fuerzas armadas atacar los depósitos de municiones y los puestos de mando de Rusia en el frente.
Desde comienzos de 2023, las fuerzas rusas han usado miles de “bombas planeadoras” para atacar posiciones ucranianas en el campo de batalla y para bombardear zonas residenciales civiles e infraestructura.
Son bombas convencionales de “caída libre” acopladas con alas plegables y sistemas de navegación satelital.
Rusia es quien más suele usar esas bombas planeadoras. Varían en peso desde 200 kg hasta 3.000 kg o más.
“Las bombas planeadoras se han vuelto cada vez más efectivas para romper las posiciones defensivas y destruir edificios”, señala el profesor Justin Bonk, un experto en guerra de RUSI.
Añade que Rusia las ha utilizado extensamente para destruir las defensas ucranianas alrededor de la localidad estratégica de Adviivka, en el este de Ucrania, que Rusia capturó en 2024.
Las bombas planeadoras cuestan entre US$20.000 y US$30.000 en producir, según Bronk.
Pueden ser lanzadas desde decenas de miles de kilómetros de distancia de sus objetivos y son difíciles de interceptar, aún con el más sofisticado sistema de misiles de defensa aérea.
Ucrania también hace uso de bombas planeadoras suministradas por EE.UU. y Francia, como la llamada Joint Standoff Weapon de largo alcance.
También ha creado una de su propio diseño, añadiendo alas a las bombas de diámetro pequeño de fabricación estadounidense, que llevan unos 200 kg de explosivos.
Sin embargo, cuenta con menos bombas planeadoras que Rusia.
La guerra electrónica se ha implementado mucho más intensamente en el conflicto entre Rusia y Ucrania que en cualquier otra ocasión.
Miles de efectivos en cada lado trabajan en unidades especializadas, intentando incapacitar los drones y sistemas de comunicaciones del otro, y desviar los misiles enemigos.
Las fuerzas rusas tienen sistemas como el Zhitel, que puede incapacitar todas las comunicaciones satelitales, las comunicaciones por radio y las señales de teléfonos móviles en un radio de más de 10 m.
Pueden abrumar las ondas de radio emitiendo enormes pulsaciones de energía electromagnética.
Además, con su unidad Shipovnic-Aero, las fuerzas rusas pueden derribar un dron a 10 km de distancia. Este sistema también puede encontrar la posición de los pilotos de los drones y enviar sus coordinadas a las unidades de artillería para que disparen contra ellos.
Las naciones occidentales pueden estar sorprendidas de ver la facilidad con la que los sistemas de guerra electrónica de Rusia han inutilizado misiles de alta tecnología como los Himars en Ucrania, de acuerdo a Marina Miron, del Departamento de Estudios de la Guerra del King’s College de Londres.
“Es una guerra asimétrica”, indica. “Las fuerzas de la OTAN podrán tener armas que son técnicamente superiores a las que posee Rusia, pero Rusia ha demostrado que puede usar un equipo relativamente barato para desactivarlas”.
Duncan McCrory, del Instituto Freeman Air & Space de King’s College de Londres, opina que los comandantes militares de los países de la OTAN deben aprender lecciones de cómo Rusia está efectuando una guerra electrónica en Ucrania.
“Deben entrenar a sus tropas en cómo operar cuando están siendo acechadas por drones y cuando el enemigo está atento a cada señal de radio que envían”, afirma.
“La guerra electrónica ya no puede ser relegada a segundo plano. Necesita ser considerada en todo momento en que se estés desarrollando tus tácticas, entrenamiento y nuevos sistemas de armamento”.
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