
Cada diciembre la flor de nochebuena invade hogares, oficinas e incluso los camellones de Paseo de la Reforma —una de las avenidas más importantes y emblemáticas de la Ciudad de México (CDMX)—. Su color rojo intenso y presencia festiva la convierten en protagonista de la decoración navideña. Sin embargo, con su llegada también “florecen” mitos o ideas erróneas: en primera instancia, que es altamente tóxica para nuestras mascotas. Pero la realidad es que no es mortal para perros y gatos, aunque sí puede causar irritación.
Nativa de México, la Euphorbia pulcherrima —conocida también como flor de Navidad, de Pascua y estrella federal— suele atraer a perros y gatos, quienes bajo su curiosidad innata acostumbran a olfatear y morder cualquier objeto nuevo en casa. En ese acercamiento llegan a ingerir tanto las hojas verdes como las brácteas (las hojas rojas parecidas a pétalos).
De acuerdo con Edgar Islas Calderón, médico veterinario zootecnista y especialista en nutrición animal, avalado por la Universidad de Texas y la UNAM, la irritación sucede principalmente por la savia lechosa o látex. Esta sustancia brota de un sistema de canales o conductos secretores —denominados lactíferos—, que recorren toda la planta. El líquido, de color blanquecino y consistencia gomosa, se encuentra en tallos, hojas y brácteas. Si bien debido a su sabor amargo la mayoría de los perros y gatos desisten tras el primer mordisco, la cantidad ingerida es determinante para realizar primeros auxilios en casa o identificar si se trata de una urgencia veterinaria.
“Es importante diferenciar entre si son venenosas, irritantes o tóxicas, porque existe la confusión. Me encuentro con diversas tutoras y tutores de animales de compañía que tienen la concepción de que son venenosas. La nochebuena no lo es como tal, pero sí irritante. Al podar o morder la planta, la savia queda expuesta y la reacción depende de la dosis”, explica en entrevista con El Sabueso.
En la mayoría de los casos, el contacto se limita a una leve irritación en la boca, babeo o enrojecimiento que aparece entre los 20 y 30 minutos después de morderla. No obstante, si la cantidad ingerida es mayor —más de tres hojas—, o si se trata de cachorros, gatitos o animales mayores, pueden presentarse vómitos, arcadas, diarrea o decaimiento entre los 30 minutos y las dos horas posteriores. Aún más delicado es cuando la savia entra en contacto con los ojos; lo anterior puede causar inflamación intensa e incluso lesiones en animales más sensibles.
“Primero debemos observar si está inflamada o caliente la mucosa oral. Los más susceptibles son los cachorros, los gatos jóvenes y los perros mayores, sobre todo si padecen alguna enfermedad crónica. Algunas personas piensan: ‘Si vomita un par de veces expulsará el resto de las hojas y se recuperará’. Pero el problema es que la savia causa irritación a nivel gástrico. Si a ello le sumamos que el reflejo del vómito genera una gran presión en el estómago, en ocasiones puede derivar en pequeñas ulceraciones”, pormenoriza vía telefónica.
A tenor de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC) de la máxima casa de estudios, el látex de la nochebuena tiene una mezcla de químicos como esteroles y terpenos, pero ninguno es venenoso. En personas, si toca la piel y luego te expones al sol puede causar irritación. No es un ingrediente en particular el culpable, es más una combinación con rayos UV lo que activa el efecto.
De igual manera, el veterinario zootecnista sostiene que como tutores se debe estar atento a las hojas secas que caen con el tiempo, pues algunas todavía pueden contener savia.
Islas Calderón, quien además está especializado en temas de comunicación sobre salud y bienestar animal, recomienda seguir estos pasos si nuestra mascota tuvo un encuentro cercano con la flor de nochebuena:
En contexto, con datos de la DGDC de la UNAM, la desinformación de que esta flor es tóxica tiene sus orígenes en el libro Plantas venenosas de Hawái, del autor Harry L. Arnold, el cual afirma: “No hay venenos que se acerquen a la fuerza y violencia encontrada en estas plantas”. Esa aseveración se basó en un relato según el cual, en 1919, un niño de dos años habría fallecido tras ingerir una hoja de nochebuena. Sin embargo, no existe evidencia que confirme que sí ocurrió realmente.
La nochebuena no es la única protagonista de riesgo. Durante esta temporada debemos vigilar otros frentes. En contraste con la flor de Navidad, los lirios —usados en decoraciones religiosas y altares durante la época decembrina— son extremadamente peligrosos para los gatos, que causan fallas renales o hepáticas en pocas horas. El muérdago natural también es muy irritante, aunque en México es más común usar versiones artificiales.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) apunta en un artículo que toda la planta de lirio es tóxica: el tallo, las hojas, las flores, el polen e incluso el agua en un florero. Comer solo una pequeña cantidad puede causar en el mamífero insuficiencia renal fatal en menos de tres días.
Empero, la toxina, que solo afecta a los gatos, no ha sido identificada hasta ahora, según la agencia estadounidense. Los perros que comen lirios pueden tener malestar estomacal leve, pero no desarrollan insuficiencia renal.

Según expertos, el Clan del Golfo es la organización criminal más poderosa de Colombia y dominan rentas ilegales como la extorsión, el narcotráfico, la migración y la minería ilegal.
Nuevo capítulo en la campaña de Estados Unidos contra el narcotráfico y el crimen organizado en América Latina.
El Ejército Gaitanista de Colombia (EGC), más conocido como Clan del Golfo, fue designado como organización terrorista extranjera por el Departamento de Estado estadounidense.
“Es una organización violenta y poderosa con miles de miembros. Su principal fuente de ingresos es el tráfico de cocaína, que utiliza para financiar sus actividades violentas”, según un comunicado de la oficina liderada por Marco Rubio.
Surgido de remanentes del paramilitarismo de los años 90, el EGC, que defiende tener motivos políticos, es considerado el grupo criminal más poderoso de Colombia.
Es la cuarta agrupación armada colombiana que EE.UU. incluye en su lista de organizaciones terroristas extranjeras, uniéndose así al Ejército de Liberación Nacional (ELN), las FARC-EP y la Segunda Marquetalia, disidencias de las FARC que se desmovilizaron tras el acuerdo de paz de 2016.
La decisión de Washington ocurre en un momento de alta tensión en América Latina.
Desde septiembre, militares estadounidenses han atacado a decenas de supuestas embarcaciones narco en el Caribe y Pacífico sudamericanos donde han muerto al menos 95 personas.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha reiterado que la campaña contra el narcotráfico pronto incluirá acciones terrestres en Venezuela.
Trump acusa a su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, de liderar una organización criminal llamada Cartel de los Soles, algo que Maduro niega.
El estadounidense tampoco ha descartado que los ataques se extiendan a territorio colombiano, donde más cocaína se produce en el mundo, generando fuertes críticas del presidente Gustavo Petro, al que EE.UU. sancionó recientemente por presuntos vínculos con el narcotráfico.
El Clan del Golfo, por su parte, se encuentra en negociaciones con el gobierno de Petro como parte de la estrategia de “paz total”.
La designación del grupo como organización terrorista por parte de EE.UU. parece poner todo este contexto en vilo.
La extensa región del Urabá, fronteriza con Panamá y alrededor de un golfo con salida al Caribe, fue dominada en los 90 por las guerrillas del Ejército Popular de Liberación (EPL) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Luego entraron las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), el ejército paramilitar que enfrentaba a la insurgencia.
El EPL y las AUC marcaron el origen de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, o Clan del Golfo, puesto que exmiembros de ambos bandos, en teoría opuestos y desmovilizados, se articularon en una nueva agrupación que, bajo la mirada de analistas y el Estado, adquirió un corte más criminal que político.
Las AGC, hoy llamadas EGC, crecieron en poder y control territorial.
Una investigación de la Fundación Pares en Colombia estima que el grupo está presente en 302 de los alrededor de 1.100 municipios del país.
Según expertos, es esa la clave por la cual hoy dominan rentas ilegales como la extorsión, el narcotráfico, la migración y la minería ilegal.
Víctor Barrera, investigador del Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP) en Bogotá, señaló que el grupo “tiene una gran capacidad de movilidad en el territorio, porque operan a través de la subcontratación de servicios específicos según lo demande la situación”.
Este sistema, similar al de franquicias empresariales y con integrantes asalariados, dificulta saber su extensión y les facilita encontrar reemplazo rápido a los líderes que son capturados o dados de baja.
“Hoy se estima que el EGC tiene alrededor de 9.000 miembros, según cifras oficiales, aunque se está llevando a cabo un nuevo conteo en que seguramente aumentará el dato”, le dice a BBC Mundo Gerson Arias, investigador asociado en la Fundación Ideas para la Paz (FIP).
Arias señala que una tercera parte del grupo actúa como ejército, mientras que el resto son redes de apoyo, “milicias y redes de inteligencia”, que en el interior de la organización como “puntos urbanos, rurales o militares”.
Los tentáculos del Clan también han sido detectados en países como Brasil, Argentina, Perú, España y Honduras, donde algunos de sus miembros han sido capturados.
Durante 15 años, desde comienzos de los 2000, la organización fue controlada por los hermanos Dairo Antonio (Otoniel) y Juan de Dios Úsuga.
Al grupo también se le solía llamar Clan Úsuga.
Otoniel se convirtió en líder máximo cuando su hermano murió a manos de la Policía Nacional durante un asalto a una “narcofiesta” de fin de año, el 1 de enero de 2012.
Otoniel fue el criminal más buscado de Colombia hasta su captura y extradición a EE.UU. en 2021. Hoy cumple 45 años de condena en una prisión estadounidense.
Tras su caída, los nombres de sus sucesores aparecieron rápido en medios colombianos.
Uno de ellos, Wílmer Giraldo, alias Siopas, fue asesinado en 2023 presuntamente por miembros de su propia organización.
Otro, Jesús Ávila, conocido como “Chiquito Malo”, comanda al EGC y es uno de los hombres más buscados del país sudamericano.
Los analistas de Pares indican que el modelo de operación del EGC, flexible y basado en acuerdos con estructuras locales legales e ilegales, les permite crecer sin necesidad de confrontaciones abiertas.
En los últimos años, los también conocidos como “Urabeños” ampliaron su presencia en otros territorios como el Bajo Cauca, Córdoba, norte del Chocó y parte del Magdalena Medio.
“Este crecimiento se apoyó en la capacidad de absorber bandas locales, presionar a autoridades municipales y ocupar espacios donde la Fuerza Pública no logró mantener una presencia suficiente y permanente”, dice un informe de Pares.
El grupo también ha destacado por su flexibilidad y diversificación económicas.
Durante los cierres de la pandemia en 2020 y 2021 ofrecían bienes y servicios y cuando explotó el éxodo migratorio por el Darién se aliaron con comunidades locales para sacar cuantiosas rentas del fenómeno.
Al igual que otros grupos armados en Colombia, el EGC aprovechó con éxito los espacios dejados por la desmovilización de las Farc.
Entre 2022 y 2025, Pares señala que los gaitanistas crecieron a menor ritmo, aunque reportes de su expansión a zonas mineras en el sur del departamento de Bolívar muestran una búsqueda de incrementar más su presencia territorial.
Cuando Petro llegó al gobierno en agosto de 2022, prometió negociar con varios grupos armados en su búsqueda de la paz total.
Su iniciativa de también conversar con el EGC generó críticas en el país, ya que expertos y opositores políticos dudan sobre cómo una organización, considerada como criminal por el Estado colombiano, renunciará a las armas y las rentas millonarias que deja su control territorial.
El EGC se considera a sí mismo como grupo político y reclama recibir un trato similar al de las guerrillas y los paramilitares en las negociaciones de paz.
Recientemente, en una reunión en Doha, Qatar, representantes del EGC y el gobierno colombiano firmaron un acuerdo para trabajar progresivamente hacia un posible desarme y la pacificación de territorios.
El tiempo corre en contra de Petro, quien terminará su mandato en agosto de este año.
Las acciones de EE.UU., que no parece cedar en su ofensiva contra el narcotráfico en América Latina, añaden más incertidumbre si cabe a unas negociaciones de paz en Colombia que no dan los resultados esperados.
Y, a la vez, alimentan el temor de que se produzcan ataques en territorio colombiano, como ha advertido Trump.
Ya lo dijo el Departamento de Estado en su anuncio: “EE.UU. seguirá usando todas las herramientas disponibles para proteger nuestra nación y detener las campañas de violencia y terror cometidas por carteles internacionales y organizaciones criminales transnacionales”.
Petro consideraría cualquier amenaza contra la soberanía colombiana como una “declaración de guerra”, según ha expresado.
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