
El Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, S. A. de C.V., empresa estatal encargada de operar el tren del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, reportó pérdidas por 96,937,924 pesos entre el 1 de enero y el 30 de septiembre de 2025, de acuerdo con el estado financiero de la empresa militar, correspondiente a dicho periodo.
Además, en el mismo documento es detallado que, el Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec (FIT) registró ingresos por 712,783,008 pesos, de los cuales 490, 141,553 pesos corresponden a subsidios y transferencias federales, mientras que los gastos registrados ascendieron a 809, 720,932 pesos.
Los gastos de funcionamiento reportados este año fueron de 410,170,194 pesos, 30.9% menos respecto a 2024, sin embargo, los ingresos generados siguen sin ser suficientes para que el FIT opere sin ayuda del gobierno federal.
Por otra parte, el pasado 30 de septiembre, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) dio a conocer mediante su informe trimestral enviado a la Cámara de Diputados que el proyecto tendría un recorte presupuestal de 84.7% dejando al FIT con un presupuesto de 3,828,300,000 pesos.
El Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2026 propone 23,771,831,047 pesos para el Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, según el desglose oficial publicado por la Secretaría de Hacienda. El monto contempla recursos para gasto corriente e inversión física, principalmente orientados a infraestructura ferroviaria, y representa un incremento considerable frente a lo efectivamente ejercido tras el recorte de 2025, pese a que la empresa continúa operando con pérdidas.
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Accidentes e irregularidades registrados en el FIT
Este 28 de diciembre, un tren del Ferrocarril del Istmo se descarriló en la Línea Z, el tramo que conecta Coatzacoalcos, Veracruz, con Salina Cruz, Oaxaca, lo cual provocó la muerte de 13 personas y al menos 98 lesionadas. El accidente ocurrió en el municipio de San Juan Guichicovi, Oaxaca, una de las zonas clave del corredor interoceánico.
Cabe mencionar que este tramo no solo es estratégico por su conectividad, sino que también ya había sido observado por la Auditoría Superior de la Federación (ASF). En la Tercera Entrega de la Cuenta Pública 2023, la ASF identificó 28,849,661 pesos por aclarar en contratos relacionados con la rehabilitación de la Línea Z. Las observaciones incluyen pagos en exceso, inconsistencias en matrices de precios unitarios y deficiencias en la supervisión de la obra pública:
Irregularidades y posible tráfico de influencias en la construcción del Corredor Interoceánico
En 2024, la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) publicó una investigación en la que difundió audios del empresario Jorge Amílcar Olán Aparicio, en los que afirma que Gonzalo Alfonso López Beltrán, hijo del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, le ofreció participar en la explotación de minas de balasto en Oaxaca, material utilizado en obras ferroviarias del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec.
De acuerdo con la investigación, en los audios Olán Aparicio señala que el balasto sería destinado a proyectos del Tren Interoceánico, y que la supuesta oferta se habría dado en el contexto de la ejecución de obras públicas en la región del Istmo.
MCCI también documentó que Jorge Amílcar Olán Aparicio ha sido señalado previamente por la propia organización como beneficiario de otros contratos vinculados con obras del gobierno federal, como lo es el Tren Maya, por lo que ha sido señalado por formar parte de un posible esquema de tráfico de influencias y conflictos de interés relacionados con proyectos de infraestructura pública.
Por otra parte, el medio de comunicación El Universal documentó el aumento de denuncias por despojo de tierras y conflictos agrarios en municipios de Oaxaca y Veracruz; dos de los cuatro estados que atraviesa el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec.
De acuerdo con el reportaje, comunidades ubicadas en zonas estratégicas del proyecto denunciaron la pérdida de tierras comunales, invasiones y lotificación irregular, así como amenazas y agresiones contra personas que buscaron defender su patrimonio. Además, la investigación señala que las denuncias por despojo aumentaron a partir de 2018, año en que se impulsó el megaproyecto, y que en algunos municipios se registraron más de dos casos diarios.
Cabe recalcar que las denuncias de los habitantes de las zonas que actualmente son atravesadas por el Corredor también incluyen irregularidades en las consultas a los pueblos indígenas organizadas desde el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), por el entonces Coordinador del Consejo Nacional de Pueblos Indígenas y hoy presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Hugo Aguilar Ortiz.
Diversas organizaciones defensoras de derechos humanos aseguraron que dichas consultas no fueron informadas y de buena fe conforme al Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), así como tiempos reducidos para las mismas, falta de intérpretes adecuados y convocatorias que no alcanzaron a representar a la totalidad de las comunidades afectadas.

En un mundo cada vez más estresante, muchos viajeros encuentran consuelo en la repetición: volver cada año a los mismos pueblos de esquí, suburbios costeros o sus cafés favoritos.
Durante los últimos 15 años, el fotógrafo Jason Greene y su familia han viajado desde la ciudad de Nueva York hasta Mont Tremblant, en Quebec, para pasar una semana del invierno boreal en la nieve.
“Tenemos una tradición: el primer día comemos paletas de jarabe de arce, patinamos sobre hielo y luego pasamos por la tienda de dulces local”.
La ciudad turística francocanadiense, dice, “ocupa un lugar especial en nuestros corazones porque allí todos aprendimos a esquiar y hacer snowboard”.
Para muchos viajeros, la novedad es el objetivo: tachar nuevos destinos y buscar nuevas sensaciones.
Pero un número creciente de personas, como Greene y sus cuatro hijos, hace lo contrario: regresa al mismo lugar cada año. Reservan la misma habitación, comen los mismos platos y recorren las mismas calles para encontrar comodidad en lo familiar, en lugar de la emoción del descubrimiento.
“Para muchas personas, hay una sensación de seguridad al volver a lo conocido”, afirma Charlotte Russell, psicóloga clínica y fundadora de The Travel Psychologist.
“Sabemos qué esperar, qué nos conviene… y [es] menos probable que enfrentemos desafíos inesperados”.
Este comportamiento, añade, suele atraer a personas abrumadas por su vida diaria, por lo que repetir las mismas vacaciones una y otra vez puede resultar muy reconfortante.
Esa sensación incomparable de tranquilidad fue lo que me llevó de nuevo a Lima, Perú, este mayo, exactamente un año después de mi primera visita, mientras escribía mi libro de viajes Street Cats & Where to Find Them.
Me alojé en el mismo hotel, comí el mismo sándwich en el mismo café, caminé por las mismas calles y dejé que muchos de los mismos gatos durmieran en mi regazo, disfrutando de la satisfacción que me había sorprendido la primera vez.
La profesora de sociología Rebecca Tiger ha regresado a Atenas ocho veces, con una novena visita programada este mes, por razones similares. “Siempre me quedo en Pangrati porque me encantan los cafés del barrio [y] sus gatos”, señala.
“Ahora tengo residentes locales con quienes mantengo contacto mientras estoy fuera y socializo cuando regreso”.
Tiger aprecia la familiaridad que ha cultivado con el tiempo y no se aburre gracias a la diversidad de experiencias que ofrece el lugar.
Los datos reflejan este cambio impulsado por la nostalgia.
Según el informe para 2026 Where to Next? de la plataforma de viajes Priceline, el 73% de los viajeros encuestados afirmó sentirse atraído por los lugares y experiencias que los marcaron, desde playas familiares hasta parques de diversiones.
El último informe global de viajes de Hilton confirma la tendencia: el 58% de los viajeros con hijos planea volver a destinos de su propia infancia, mientras que el 52% de los viajeros brasileños regresa a los mismos lugares año tras año.
La nostalgia y la comodidad son lo que ayuda a Greene y su familia a “dejar atrás el estrés de la vida y relajarse en nuestros lugares favoritos”.
No solo repiten su costumbre del jarabe de arce en la montaña.
Su rutina diaria en Mont Tremblant también se replica cada año: “Esquí y snowboard durante tres días seguidos, luego un día libre para pasear en trineo con perros, dar un paseo en carruaje u otra actividad invernal”.
Cuando la vida se vuelve difícil, es la anticipación de su viaje invernal -y la alegría que sienten juntos allí- lo que les ayuda a sobrellevarlo.
Russell señala que, desde una perspectiva neurocientífica, “los circuitos de recompensa en nuestro cerebro pueden volverse menos receptivos a medida que nos acostumbramos a visitar el mismo lugar”.
Sin embargo, volver puede seguir aportando beneficios para el bienestar, añade, destacando que suele ser más relajante ir a un sitio asociado con el disfrute porque seguimos “distanciados de las señales que asociamos con el estrés”.
Greene afirma que su familia no ha experimentado ninguna disminución en la emoción de hacer exactamente las mismas cosas en el mismo orden cada año.
Aun así, Tiger y yo intentamos añadir un toque de novedad a nuestras vacaciones repetidas y rutinas familiares.
Cuando visito Inglaterra, lo cual intento hacer varias veces al año, no es para repetir experiencias idénticas, sino para conocer estadios de fútbol, producciones teatrales y rutas de senderismo.
Si solo me quedara en Wandsworth y viera partidos en el estadio de Craven Cottage, mis vacaciones se volverían aburridas rápidamente.
En cambio, recorro el país, como en distintos restaurantes y dejo que mi curiosidad me guíe hacia nuevas aventuras. Según Russell, esta combinación ayuda a mantener viva la chispa de la exploración, al tiempo que ofrece comodidad.
Esto es importante, explica, porque “hay un punto en el que volver al mismo lugar empieza a ser problemático.
Si regresamos demasiadas veces y superamos nuestro “apetito” por él, se llama adaptación hedónica: acostumbrarse a las cosas placenteras y volver a nuestro nivel emocional original”.
Tiger plantea un argumento similar sobre su predilección por Grecia.
“El país sigue siendo nuevo para mí: nuevas playas, islas y pueblos rurales; hay tantos lugares por explorar que podría pasar toda una vida allí y no conocer ni una fracción de ellos”.
Si solo nos fijamos en los códigos de los aeropuertos de destino, nuestros viajes podrían parecer idénticos. Pero las experiencias que vivimos -Tiger en Grecia y yo en Inglaterra- son tan distintas que nuestros recorridos nunca resultan monótonos.
Crecí en los suburbios de Filadelfia y veía a los vecinos viajar en masa y entre el tráfico hacia la costa de Jersey cada verano. Iban al mismo pueblo, la misma playa, con las mismas atracciones en el mismo muelle y se alojaban en las mismas casas de alquiler.
Alguna vez me pregunté: ¿qué pasa cuando viajar deja de ser una ruptura con la rutina y se convierte en otra rutina más?
Ahora, en un mundo cada vez más estresante, entiendo el atractivo de buscar alegría en lo familiar, mientras doy un pequeño paso fuera de mi zona de confort para encontrar nuevas emociones en lugares conocidos.
A Tiger le encantan sus rutinas vacacionales en Grecia, pero admite que otras partes del mundo también le atraen.
“Siento mucha curiosidad por Japón, pero me gusta controlar el ritmo de mis días”, dice.
Su trabajo como profesora es agotador, al igual que su trayecto diario, por lo que se entiende cuando afirma: “Mi tiempo en Grecia es un respiro que agradezco, tanto porque es familiar como porque resulta extraño al mismo tiempo”.
Y añade: “Atenas casi se siente como un segundo hogar”.