
Para entender mejor
En la Ciudad de México, los hoteles y moteles no son un espacio seguro para las mujeres. Las autoridades capitalinas reconocen que 15.2 % de los feminicidios cometidos en la entidad ocurren en estos establecimientos de hospedaje y que ahí, además, se cometen otros delitos como la trata de personas o violaciones y abuso sexual.
En el marco del 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, Clara Brugada, jefa de Gobierno, presentó un paquete de reformas legislativas, entre las cuales está una iniciativa con proyecto de decreto para modificar la Ley de Establecimientos Mercantiles para la Ciudad de México y la Ley de Turismo de la Ciudad de México.
El Sabueso consultó la iniciativa para explicarte medidas como registro de huéspedes, cámaras de videovigilancia y protocolos de prevención y actuación que son propuestas para hoteles y moteles en la Ciudad de México, entidad que tiene Alerta por Violencia de Género contra las Mujeres desde noviembre de 2019.

Los hoteles y moteles, diseñados para ofrecer privacidad en un alojamiento temporal, se han convertido en el lugar donde ocurren crímenes violentos, especialmente contra mujeres. La falta de regulación con perspectiva de género y la omisión de medidas de seguridad básicas ha derivado en condiciones propicias para delitos como feminicidios, la trata de personas y la violencia sexual.
De acuerdo con el Atlas de feminicidios de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, del 1 de enero de 2019 al 15 de agosto de 2025, 15.2 % de los feminicidios cometidos en la capital ocurrieron en espacio abierto privado y espacio cerrado no doméstico, como hoteles y moteles.
En septiembre de 2025 ocurrió el feminicidio de una mujer identificada como Kesia en una habitación del hotel Pirámides, ubicado en la alcaldía Benito Juárez. Su cuerpo fue encontrado desnudo y con signos de violencia después de haber llegado por su cuenta e ingresado, horas antes, con un hombre a quien las cámaras de videovigilancia captaron manejando una camioneta negra.
En esa misma camioneta el hombre salió, sin Kesia, quien era madre de dos hijas y estaba embarazada. La fiscalía inició una carpeta de investigación por el delito de feminicidio y encontró dicho vehículo abandonado en la misma alcaldía.
En junio de 2025, el cuerpo de Natividad fue encontrado en la habitación 126 del hotel Hipódromo Garage, localizado en la alcaldía Miguel Hidalgo. La mujer víctima ingresó el sábado 7 con un hombre que salió del lugar ese mismo día; sin embargo, no fue sino hasta el domingo 8 que el personal hotelero reportó lo que había ocurrido tras tocar la puerta e ingresar por no obtener respuesta de la pareja al pedir desalojar la habitación.
El 10 de junio, tras recorridos de reconocimiento, la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) detuvo a Basilio, quien fue captado por cámaras de videovigilancia abordando un taxi hacia la alcaldía Iztacalco. El hombre confesó haber asesinado a Natividad tras un comentario que ella hizo sobre sus pies.
En junio de 2024, Verónica de la Rosa, madre del tiktoker Derek Trejo, fue encontrada sin vida en el cuarto del hotel Ciudad Real, en la alcaldía Azcapotzalco. La mujer ingresó a bordo de un vehículo compacto con placas del Estado de México y se le asignó una habitación.
Al vencer el plazo del alquiler, el personal hotelero trató de hacer contacto con ella. Al no obtener respuesta, abrió la habitación y la encontró en el piso. Un hombre, quien llegó después de ella a la misma habitación, salió sin complicaciones, pero fue detenido días después por agentes de la Policía de Investigación.
En junio de 2023 ocurrió el feminicidio de Katia en la habitación 404 del hotel Jacarandas, ubicado en la alcaldía Cuauhtémoc. Su cuerpo con golpes estaba sobre la cama, según reportó a una ambulancia personal hotelero que entró al cuarto al no obtener respuesta tras haberse vencido el alquiler.
La Policía de Investigación de la Ciudad de México detectó en el Estado de México a Miguel, el agresor, por lo que solicitó el apoyo de los policías mexiquenses para detenerlo.
En abril de 2022, en el hotel Ibiza de la alcaldía Cuauhtémoc, una mujer fue asesinada por su pareja. A pesar de que hubo gritos y llamados de auxilio por parte de huéspedes contiguos, el personal hotelero no intervino.
En los hoteles y moteles de la Ciudad de México también ocurren transfeminicidios. En julio de 2023 el cuerpo de Natalia, quien era trabajadora sexual, fue hallado con lesiones en el pecho producidas por arma punzocortante en el baño de la habitación 209 del hotel Condesa, en la alcaldía Benito Juárez. Ahí también estaba un hombre identificado como Brayan, quien fue detenido por policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC).
Además. el Segundo reporte anual de trata de personas 2021-2022, publicado por el Consejo Ciudadano para la Seguridad y la Justicia de la Ciudad de México, revela que 17 % de los lugares en donde ocurre la explotación son hoteles o moteles, lo que los convierte en el segundo sitio donde, de acuerdo con los reportes de la Línea Nacional contra la Trata de Personas, se comete el delito.
Para saber más: Fiscalía CDMX encuentra a una mujer muerta en un hotel de la colonia Tabacalera; investiga posible feminicidio
La investigación hotelesfeminicidas.com, publicada en diciembre de 2020, había adelantado algunos patrones que posibilitan estos delitos en los establecimientos de hospedaje como los que reconoce la iniciativa que propone Clara Brugada.
Por ejemplo, la ausencia de protocolos de prevención y actuación, así como la falta de capacitación al personal hotelero para prevenir, detectar o reportar casos de violencia, de medidas de seguridad como cámaras de videovigilancia funcionales, registros confiables o filtros de ingreso.
De esta manera, las personas agresoras huyen y no son identificadas debido a que no existe un registro formal de ingresos y egresos de personas huéspedes o acompañantes. A esto se suma la normalización de la violencia en espacios privados y la impunidad de otros feminicidios en hoteles.
Esto, a pesar de que desde 2021, el gobierno capitalino implementó la estrategia “Espacios Seguros para Mujeres en Establecimientos de Hospedaje”, de coordinación interinstitucional entre la Fiscalía y las secretarías de Turismo (Sectur), de las Mujeres (Semujeres) y de Seguridad Ciudadana (SSC) y el Consejo Ciudadano para la Seguridad.
Ahora la reforma propone que las personas responsables de establecimientos de hospedaje deberán observar, capacitar y difundir entre su personal el “Protocolo de Actuación para Establecimientos de Hospedaje: espacios seguros y libres de violencia por razones de género para mujeres, niñas, niños y adolescentes (actualizado)”.
La Semujeres y la fiscalía, en coordinación con las autoridades competentes, tendrán un plazo de 30 días naturales para expedir y publicar el protocolo, una vez aprobada la reforma.

La iniciativa propuesta por Clara Brugada está basada en distintos artículos de la Constitución Política de la Ciudad de México, como el 6, acerca de que toda persona tiene derecho a una vida libre de violencia en el ámbito público y privado. O el 11, sobre que las autoridades adoptarán políticas públicas y medidas de seguridad pública y protección civil, con enfoque preventivo, que garanticen la seguridad ciudadana.
“Esta reforma se sustenta en la obligación del Estado de prevenir, atender, investigar, sancionar y reparar las violencias contra las mujeres e implementar medidas efectivas en los hoteles, moteles o cualquier otro tipo de hospedaje”, se lee en la iniciativa.
La iniciativa de reforma al Artículo 23 de la Ley de Establecimientos Mercantiles para la Ciudad de México propone más allá de llevar el control de llegadas y salidas de huéspedes con anotación en libros, tarjetas de registro o sistema computarizado, como establece actualmente, “solicitar a cada una de las personas huéspedes o visitantes una identificación oficial vigente con fotografía para realizar su registro”.
Ya no serán necesarios datos personales como ocupación, origen, procedencia, sino nombre completo, domicilio, hora de ingreso y número de placas si es el caso y resguardarlos por un año. Los hoteles deberán registrar de forma obligatoria el parentesco o relación de las personas adultas con las y los menores que ingresen.
También hay que “registrar la hora de salida de cada una de las personas huéspedes o visitantes, debiendo verificar que el número de personas que entraron coincida con el número de personas que salen”.
En caso de que alguna persona siga utilizando la habitación, el personal del establecimiento deberá verificar de forma inmediata, ya sea vía telefónica o presencial, que todo está bien. “En el supuesto de que no sea atendido el llamado de verificación, deberán dar aviso inmediato a la autoridad competente”.
La reforma propone que en cada habitación y áreas comunes como recepción, pasillos y estacionamientos, deberán colocarse en lugar visible, un ejemplar del reglamento interno relativo a la prestación de los servicios, así como un cartel con medidas específicas y un número telefónico de emergencia e información sobre la forma, autoridad competente y procedimiento para la presentación de denuncias. Esto también está establecido en el artículo 61 de la Ley de Turismo.
La propuesta incluye la obligación de instalar sistemas de videovigilancia en cada acceso y salida vehicular del establecimiento, así como en las áreas de uso común, estacionamientos y accesos peatonales. Pero no habrá en el interior de habitaciones, sanitarios, vestidores o cualquier espacio de uso íntimo o privado.
“Las imágenes captadas por dichos sistemas deberán tener la resolución, calidad y nitidez suficientes que permitan la plena identificación de los rostros de las personas que transiten o permanezcan en el establecimiento. Las grabaciones deberán conservarse y resguardarse por un periodo mínimo de treinta días naturales” se lee en la iniciativa.
En la presentación de la iniciativa, la consejera Jurídica y de Servicios Legales, Eréndira Cruzvillegas Fuentes, explicó que el objetivo central es establecer registros confiables y sistemas efectivos de videovigilancia, conectados al C5 y articulados con un botón de emergencias para atención inmediata.
La reforma al artículo 31 de esta ley propone que deberán contar con seguridad privada capacitada y registrada ante la SSC de la Ciudad de México.
El Instituto de Verificación Administrativa de la Ciudad de México (INVEA) en coordinación con las alcaldías y otras autoridades conforme a sus atribuciones llevarán a cabo visitas de verificación ordinarias y extraordinarias, para comprobar el cumplimiento de las disposiciones.
El incumplimiento de estas obligaciones implica sanciones como multas o clausura temporal y si se cometió al interior del establecimiento algún delito relacionado con feminicidio, transfeminicidio o violencia sexual se aplicará la clausura permanente; en caso del delito de trata de personas el inmueble pasará a ser utilizado por la Comisión Ejecutiva de Atención a Victimas de la Ciudad de México, como albergue o refugio para mujeres, niñas, niños y adolescentes víctimas de violencias.
La implementación de esta reforma propone una responsabilidad compartida a través de convenios, protocolos y mesas de trabajo interinstitucionales permanentes, con metas claras, indicadores de cumplimiento y evaluación constante entre distintas instancias del Gobierno de la Ciudad de México, alcaldías, sector privado y órganos autónomos.
A la Coordinación General de Investigación de Delitos de Género y Atención a Víctimas de la fiscalía le compete:
A la SSC le corresponde:
Las tareas de la Semujeres son:
Las labores de la Sectur son:
A las 16 alcaldías:
La iniciativa fue enviada al Congreso de la Ciudad de México y diputadas como Cecilia Vadillo, presidenta de la Comisión de Igualdad de Género, han mostrado su respaldo para su dictaminación y aprobación. Por otra parte, la legisladora local panista Frida Guillén presentó una iniciativa para también establecer nuevas obligaciones a hoteles, moteles y hospedajes temporales incluidos los operados mediante plataformas digitales.

Un encuentro en la selva desencadenó una carrera entre jardineros, nobles, inventores… y transformó los espacios en los que vivimos.
“El 1 de enero de 1837, mientras luchábamos contra las dificultades que las plantas del río Berbice presentaban a nuestro avance, vi en un pequeño arroyo una hoja gigantesca, cuyo borde se alzaba unos centímetros sobre el agua; y al acercarme más, me impresionó la aparición de una flor que, por su magnífica belleza, superaba todo lo que había visto hasta entonces“.
Así relató Sir Robert H. Schomburgk, explorador y botánico alemán al servicio del Imperio británico, en el Journal de la Real Sociedad Geográfica, su primer encuentro con la majestuosa planta acuática que pronto cautivaría a sus contemporáneos.
Schomburgk no fue el primero en maravillarse con semejante espectáculo.
Décadas antes, el naturalista checo-alemán Thaddäus Haenke ya había registrado sus hojas colosales cerca de la frontera entre Bolivia y Paraguay, y poco después el francés Alcide d’Orbigny también la describió durante sus viajes por Sudamérica.
Aun así, ni entonces ni ahora se atenúa el asombro que provoca contemplar por primera vez esta extraordinaria creación de la naturaleza.
Al Museo Nacional de Historia Natural de París llegaron hojas, flores y semillas, pero no les prestaron mucha atención.
En Reino Unido sucedió todo lo contrario.
El país estaba obsesionado por la botánica, con nuevas plantas llegando a diario, a medida que se exploraban nuevos territorios que se sumaban al que llegaría a ser el Imperio más grande del mundo.
La Guyana, en ese entonces llamada British Guiana, había sido cedida por los neerlandeses a los británicos dos décadas antes, pero hasta el viaje de Schomburgk aún era virtualmente desconocida para los europeos.
El hallazgo en ese lugar de tan formidable especimen coincidió con el ascenso al trono de la joven Victoria, así que no extraña que llevara su nombre: Victoria regia (más tarde Victoria amazonica).
Fue instantáneamente aclamada como una de las maravillas de la época victoriana y no sólo provocó una fascinación entre sus súbditos, sino también una feroz competencia entre los aristócratas por lograr que esa joya tropical floreciera lejos de su tierra natal.
Pero además, sus hojas inspiraron el diseño del Crystal Palace (el Palacio de Cristal) de Londres, un hito por su audacia y ligereza cuyo uso pionero de hierro y vidrio a gran escala así como su nueva concepción del espacio interior lo convirtió en piedra fundacional de la arquitectura moderna.
Hoy seguimos viviendo su legado.
Su influencia -tanto técnica como conceptual- perdura en la mayoría de los edificios contemporáneos que privilegian la ligereza, la transparencia, la funcionalidad y la industrialización de los materiales.
Cuando las semillas de Victoria regia llegaron a Inglaterra, el reto de cultivarlas absorbió a algunos de los personajes más eminentes y emprendedores de la época.
No era porque se esperara que la nueva planta fuera fuente de algún remedio desconocido para la medicina o de alguna gran riqueza hasta entonces inexplotada, subraya Tatiana Holway en su libro “La flor del Imperio”.
La razón era la pasión… por las flores.
Todas las flores, desde las más comunes hasta las más raras, enloquecían a la sociedad británica de esa era, al punto que, quienes se podían dar el lujo, no dudaban en pagar más del equivalente de US$10.000 por un nuevo especimen.
Agrégale, en el caso de ese nenúfar amazónico, otros ingredientes: la aventura de encontrarla, traerla a Inglaterra y el desafío de hacerla crecer, lo que implicaba ambición hortícola, visión científica y fascinación por lo exótico.
Encima, por mucho que lo intentaron, resultó dificilísimo cultivarlas.
Aunque en el famoso jardín botánico londinense Kew Gardens los especialistas lograron que las semillas germinaran, no pudieron mantener vivas a las plantas durante los inviernos.
Crucialmente, allí y en los otros jardines botánicos y colecciones privadas que recibieron algunas de las semillas que envió Schomburgk, los horticultores y botánicos fracasaron en su empeño por que la Victoria regia floreciera.
Eso añadió un nuevo ingrediente que alimentó la obsesión: la gloria que supondría ser el primero en despertar la floración.
Así se desató una feroz competencia entre los aristócratas más acaudalados, cada uno empeñado en verla abrir sus pétalos en sus dominios.
La carrera por conseguirlo se tornó en un espectáculo cuyo público era internacional, y su escenario, los invernaderos desplegados por toda Inglaterra.
El más grande de todos, de hecho el edificio acristalado más grande del mundo en esa época, se llamaba el Great Stove (literalmente ‘la gran estufa’), y estaba en los jardines de Chatsworth House, el hogar ancestral de la familia Cavendish, cuyos varones primogénitos heredan el título de duque de Devonshire.
William Cavendish, el duque de Devonshire, dedicaba su atención a las plantas exóticas de su invernadero, asistido por un joven jardinero que pronto se haría célebre: Joseph Paxton.
Paxton era el hijo de un agricultor, y había sido uno de los primeros jóvenes en pedir una plaza en los jardines de entrenamiento de la nueva Sociedad Hortícola.
Fue una idea tremendamente atinada, porque de ahí fluyó su futuro.
El duque lo había contratado cuando tenía 23 años, y le había concedido la libertad de entregarse a sus pasiones en todos los aspectos de la horticultura, incluida la nueva y muy exclusiva ciencia de la construcción de invernaderos.
Ambos rebosaban de entusiasmo y planes ambiciosos, y con el dinero del duque y la imaginación del jardinero, comenzaron a experimentar con el vidrio, creando espacios que recreaban lugares distantes y ampliando la ciencia de la horticultura de formas novedosas.
Fue para resolver el problema de acomodar la creciente colección de plantas exóticas del duque que Paxton diseñó y construyó el Great Stove, que se extendía casi 70 metros de un extremo a otro y se alzaba más de 20 metros.
El costo fue enorme, pero el resultado, mágico, como comprobó en una visita la reina Victoria.
Quedó encantada con un paseo en carruaje en su interior, iluminado por 5.000 velas, con aves tropicales volando entre la exótica vegetación, peces en los estanques, cristales de roca y escaleras en espiral para poder ver las cimas de los árboles.
Nunca se había hecho nada parecido.
Lo que ni la reina, ni ninguno de los otros visitantes veían era lo que generaba ese calorsito que sentían al entrar al lugar.
Era una hazaña silenciosa.
Con ocho calderas ocultas, se mantenía la temperatura para simular una zona templada en un extremo y una zona subtropical en el otro.
Había túneles para transportar el carbón que alimentaba las calderas sin que los encargados fueran vistos, y tenía ventiladores en los cimientos de mampostería y en el techo para hacer circular el aire.
Las chimeneas también estaban escondídas para que el humo y vapor salíera lejos, en lo alto de una colina.
Así que cuando empezaron los intentos de cultivar Victoria regia en Inglaterra, entre todos los invernaderos importantes del país, incluido el de Kew Gardens, el Great Stove no sólo era el más grande, sino también el más avanzado.
Eso, y la fórmula de éxito: Paxton estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para que floreciera, y Cavendish, dispuesto a pagar para que así fuera.
Pero el horticultor y el duque sólo recibieron semillas de esa planta amazónica por primera vez en 1849, más de una década después de que Schomburgk se topara con ella en Guyana y enviara un lote pequeño a Londres.
En sus años de experiencia, Paxton había comprendido que si quería hacer que una planta floreciera, tenía que entender de dónde venía.
Sabía que para la Victoria regia necesitaba crear un entorno donde el agua se mantuviera en movimiento, así que instaló unas pequeñas ruedas en el estanque en el que las iba a cultivar.
Para mantener la temperatura adecuada, colocó tuberías bajo la tierra en el fondo.
Y se aseguró de que el agua tuviera lo necesario para alimentar las plantas.
Pronto sus plántulas empezaron a crecer, con la rapidez impresionante que las caracteriza: en su habitat natural, sus hojas pueden alcanzar un diámetro de unos tres metros a una velocidad increíble, de hasta 2,5 centímetros por hora.
En los invernaderos no alcanzaban semejantes proporciones, pero aun así desplegaban expansiones sorprendentes en poco tiempo.
Cuando el verano terminó, y las noches se hicieron más largas, Paxton supuso que sus Victoria regia morirían, como había sucedido hasta entonces.
No obstante, canceló un viaje que tenía previsto y le pidió al duque que le permitiera quedarse con ellas.
Y a principios de noviembre, le escribió para contarle que había salido un botón, que se había abierto, y que luego un tinte rosado se había extendido desde el centro hasta los bordes del pétalo.
Paxton había ganado la competencia, y su premio era el prestigio.
Ufano, le escribió al director de Kew Gardens, Sir William Jackson Hooker.
“Estimado Sir William:
“La Victoria regia está ahora en plena floración en Chatsworth y continuará así, creo yo, durante una quincena o más, pues hay una sucesión constante de capullos asomando.
“Lo más probable es que sus plantas ya estén mostrando algo para este momento. Y si no, contemplar esta planta merece un viaje de mil millas.
“Tenemos hojas de casi cinco pies de diámetro (≈ 1,5 metros), y en este momento la planta tiene trece hojas”.
Con el tiempo se descubriría cuán extraordinarias eran estas flores que tanto esfuerzo había costado cultivar en Inglaterra y luego en Europa.
En 24 horas, cambian de género.
La primera vez que se abren, cuando se oculta el Sol, las flores son blancas, femeninas y receptivas al polen de otras plantas.
Atraen a una especie de escarabajos con un aroma dulce y envolvente, y lo animan a quedarse en su interior con un nectar delicioso y una temperatura más cálida que la ambiental, para que dejen el polen que traían.
Pero ser polinizada es solo la mitad de la batalla.
El nenúfar ahora debe asegurarse de que su propio polen sea transportado a otra flor.
Así que se cierran cuando sale el Sol, con los escarabajos adentro, y se transforman en flores masculinas, con polen.
Cuando las flores se abren la segunda noche, ya no son blancas sino rosadas, sin aroma ni calidez en su interior, todo para obligar a su inquilino nocturno a irse en busca de otra flor blanca a la cual polinizar.
Si bien las flores y otras características de la Victoria regia son fascinantes, fueron sus hojas, vastas y perfectamente estructuradas, las que llevaron a Paxton a intuir un principio capaz de transformar no solo los invernaderos, sino la arquitectura misma.
Deslumbrado por el entramado íntimo de aquellas hojas, no se conformó con admirarlas: las estudió con la precisión de un ingeniero.
Le maravillaba su extraordinaria capacidad de carga, sostenida por una red de venas acanaladas que formaban vigas y arcos naturales.
En 1849, tras lograr la primera floración en Chatsworth, colocó a su hija Annie, de 7 años, sobre una de las hojas gigantes para demostrar su solidez; la imagen apareció poco después en el Illustrated London News, una suerte de declaración pública de lo que aquella planta le había revelado y de lo que imaginaba construir.
“La naturaleza fue la ingeniera”, declararía en 1850 ante la Royal Society of Arts, mientras mostraba una hoja de Victoria regia como ejemplo de un principio estructural perfecto.
“La naturaleza ha dotado a la hoja de vigas y soportes longitudinales y transversales que yo, inspirándome en ella, he adoptado en este edificio”.
Se refería al Crystal Palace, una estructura que parecía desafiar las nociones mismas del espacio y la materia: vasta, transparente, casi ingrávida.
Paxton había pasado de ser un innovador en la jardinería al creador de un proyecto arquitectónico único.
Su sistema de crestas y surcos, inspirado directamente en la geometría de la hoja, era capaz de sostener grandes superficies de vidrio con una ligereza inaudita y a su vez resistente, formada por piezas estandarizadas de hierro y vidrio que podían fabricarse en serie y ensamblarse como un gigantesco mecanismo.
El resultado fue algo sin precedentes: un colosal universo acristalado, casi irreal.
Es difícil imaginar la sensación de asombro que debieron experimentar los visitantes de ese entonces al contemplar aquel prodigio de vidrio y hierro que alojaba la Gran Exposición de 1851.
Su transparencia desorientaba la mirada; apenas proyectaba sombra, y su vastedad parecía desafiar las nociones mismas de espacio y materia.
La prefabricación, el diseño modular, el uso de la luz como material arquitectónico, inauguró una nueva manera de concebir los edificios, y vivimos en su legado.
El Crystal Palace brotó de la Victoria regia, “tan naturalmente como los robles crecen de las bellotas”, escribió Charles Dickens, y las hojas que lo inspiraron han alimentado la imaginación de artistas y arquitectos durante más de un siglo y medio.
Los científicos continúan estudiándolas, desentrañando sus secretos en busca de nuevas lecciones de ingenio.
Ligeras pero extraordinariamente fuertes y eficientes en el uso de la luz, sus estructuras sugieren caminos para la ingeniería, las construcciones flotantes y las tecnologías energéticas.
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