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Hasta 50 mil mdd e infraestructura, retos de Sheinbaum para que energías limpias sean 45% de producción
Hasta 50 mil mdd e infraestructura, retos de Sheinbaum para que energías limpias sean 45% de producción
Claudia Sheinbaum prometió que la electricidad por energías limpias alcanzará el 45%. FOTO: SAÚL LÓPEZ /CUARTOSCURO.COM
13 minutos de lectura

Hasta 50 mil mdd e infraestructura, retos de Sheinbaum para que energías limpias sean 45% de producción

La presidenta prometió que para este sexenio, las energías limpias representarían el 45% de la electricidad en el país. ¿Qué requiere?
11 de octubre, 2024
Por: Frasua Esquerra
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En su primer discurso como presidenta de México, Claudia Sheinbaum se comprometió a impulsar las energías limpias. El objetivo, dijo, “es que en 2030 tengan una participación del 45% (en la generación de electricidad)”.

Este porcentaje no es menor, pues a mediados del 2023 —último dato disponible— la participación de energías limpias era de alrededor del 26%. Es por ello que para llegar al cometido propuesto por el gobierno federal habríamos de avanzar 19 puntos porcentuales en tan solo seis años.

Como marco de referencia, durante los primeros cinco años de gobierno del presidente López Obrador la producción de energías limpias avanzó solo cuatro puntos porcentuales, al pasar de 22.5% en 2018 al 26.5% del total de energía eléctrica generada en junio de 2023, según el Reporte de Avance de Energías Limpias 2024 que publica la Secretaría de Energía.

De acuerdo con dicho reporte la disminución que se observa entre 2022 y 2023 está correlacionada a la disminución significativa en la producción de energía hidroeléctrica. 

“El cambio climático contribuye en medida en la reducción en la disponibilidad de agua para la generación de energía y ha tenido serias implicaciones en el suministro eléctrico de la región. Esto ha llevado a una mayor dependencia de fuentes de energías alternas, como los combustibles fósiles y gas natural, para cubrir la creciente demanda de energía eléctrica a nivel nacional”, señala el reporte. 

Asimismo, es un hecho que la demanda de energía en México crece de forma acelerada. El Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (Prodesen 2023-2037) estimaba una tasa de crecimiento promedio anual de la demanda de 2.5 puntos durante los próximos 15 años en el escenario base. Al cierre de 2023, la demanda se incrementó 3.5 puntos comparada con el año anterior.

Ante este crecimiento acelerado en la demanda de energía el Reporte de Avance de Energías Limpias 2024 menciona que para reforzar la participación de las energías renovables en la matriz energética, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) cuenta con proyectos de modernización, rehabilitación y repotenciación en 17 Centrales Hidroeléctricas. 

La Sener promete que una vez que se concluyan los trabajos de modernización y repotenciación, habrá un incremento notable en la proporción de generación de energías limpias, contribuyendo así a cumplir los compromisos ambientales y energéticos para 2024.

De acuerdo con la última actualización que hace la organización México Evalúa, en enero del 2024 la generación de energía limpia era de 21.16%, menor a la que reportó la Sener para junio del 2023, con respecto al porcentaje de generación de energía eléctrica total que se genera en México.

Estas cifras están muy lejos aún de lograr el compromiso de México en el Acuerdo de París celebrado en 2021, en él el país se comprometió a que en 2024, el 35 % de la energía generada en territorio nacional sería producida con tecnologías limpias. 

Las energías limpias son aquellas que se obtienen a partir de fuentes naturales o procesos que no generan emisiones contaminantes significativas ni contribuyen al calentamiento global, además de ser sostenibles, renovables e inagotables. Algunas de estas son, las energías solar, eólica (viento), hidroeléctrica (agua en movimiento), geotérmica (calor interno de la Tierra), biomasa (material orgánico), etcétera.

En México la Ley de la Industria Eléctrica también considera a la energía nuclear como una de las fuentes que contribuyen a la generación de energía limpia. Se considera “limpia” porque durante su operación, no emite gases de efecto invernadero. Sin embargo, no está exenta de controversias.

Rosanety Barrios, consultora Independiente en política y regulación energéticas, señala que “como la energía nuclear requiere de Uranio para operar, pues el Uranio es un combustible y ese combustible hay qué comprarlo y si se agota ya no tienes energía nuclear. Por eso la energía nuclear aunque no emite gases de efecto invernadero o tiene una huella de carbón muy baja, el hecho de que depende del Uranio la hace limpia pero no renovable”.

Sin embargo, lograr la meta en la generación de energías limpias propuesta por el gobierno entrante necesita de una inversión de entre 20 y 50 mil millones de dólares, advierten especialistas.

Esta cifra es mucho mayor que los 3 mil 191 millones de dólares que se invirtieron en los 22 proyectos de energías limpias desarrollados durante el gobierno del presidente López Obrador.

“El costo de llegar a ese 45% debe de andar por ahí de los 50 mil millones de dólares”, afirma en entrevista a Animal Político Víctor Ramírez, especialista en energías renovables y vocero de la Plataforma México Clima y Energía. “Te hablaría de unos 35 mil millones de dólares en capacidad, en parques eólicos y solares básicamente y te hablaría de unos 15 mil millones de dólares en transmisión”.

Cuando se habla de transmisión se hace referencia al sistema de líneas eléctricas y estaciones que transportan la electricidad desde donde se genera hasta los centros de consumo. Mientras que la generación se refiere a la producción de electricidad en plantas o instalaciones que utilizan fuentes renovables (como el viento, el sol o el agua).

Invertir primero en transmisión garantiza que, cuando se genere la energía limpia, haya una infraestructura preparada para llevarla a donde se necesita de manera eficiente y sin pérdidas.

“México tiene potencial solar y eólico en todo el país”, dice Víctor Ramírez. Sin embargo, también dice que el sistema eléctrico en México no fue diseñado de origen para obtener energía de los parques eólicos o solares, sino para tener centrales de generación cerca de la ciudad.

El especialista consultado por Animal Político refiere que para integrar más instalaciones de generación eólica, solar y geotérmica, se requiere conectar las zonas geográficas con mayor potencial hacia el Sistema Eléctrico Nacional. Zonas como el Istmo de Tehuantepec, el potencial eólico en Tamaulipas o en la línea norte del estado de Yucatán, pero en donde no hay líneas de transmisión, refiere Ramírez.

 “Es la parte de transmisión que se requiere reforzar y si eso no lo haces podrás tener muchos generadores o muchos paneles en algunas zonas de alto potencial pero no las puedes conectar al sistema”, indica Ramírez.

La meta del 45% de participación de energías limpias en la generación de electricidad para el 2030 será imposible de no contar con el apoyo de la iniciativa privada, la cual requiere, señalan los especialistas, reglas claras sobre cómo será su participación en el sector.

“La realidad es que el Estado está muy ajustado, muy endeudado en presupuesto. Entonces lo que se necesita es generar reglas claras y confiables para la inversión y con eso se pueden lograr los objetivos. Pero la verdad es que la reforma que aprobaron en Diputados no da certeza a la inversión y genera mucha incertidumbre”, dice Víctor Ramírez. 

De acuerdo con Ana Lilia Moreno, Coordinadora del Programa de Competencia y Regulación de México Evalúa, las reglas del juego están ya en la Constitución y en leyes como la Ley de la Industria Eléctrica o en la Ley de Transición Energética. “Si se cumplieran habría certidumbre, si lo que está ahorita se cumpliera habría certidumbre; el problema es que lo quieren quitar y ahí entra la incertidumbre”.

La presidenta Claudia Sheinbaum anunció el viernes en su conferencia que están por presentar un Plan Nacional de Energía que incluirá nuevas inversiones en transmisión, generación y un programa ambicioso de transición energética hacia fuentes renovables de energía que contribuyan a disminuir los gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático.

Garantizó además que durante su gobierno se tendría energía limpia a precios bajos para las actuales y las futuras generaciones y destacó que el objetivo de la producción de petróleo con Pemex seguirá siendo el consumo nacional y que éste se limitaría a una producción de 1.8 millones de barriles diarios

“Vamos a promover la eficiencia energética y la transición hacia las fuentes renovables de energía […] la reforma energética proponía una producción de 3 millones de barriles diarios eso es ambientalmente imposible es mejor promover la eficiencia y las fuentes renovables”, añadió.

No obstante, las palabras de la presidenta contrastan con la política energética impulsada por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, quien desde que inició su administración impulsó el llamado Plan Nacional de Hidrocarburos, mediante el cual se comprometió a rescatar a Petróleos Mexicanos (Pemex), impulsar la creación de una nueva refinería en Dos Bocas, Tabasco y a elevar a más de dos millones diarios la producción de crudo. 

Al mismo tiempo el entonces presidente también puso un alto a las subastas para adquisición de energía para la Comisión Federal de Electricidad (CFE). En 2019 el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) canceló este proceso que involucraba una inversión de mil 600 millones de dólares en nuevas centrales principalmente renovables —plantas solares y eólicas— en el país.

“El gobierno de López Obrador … bloqueó y restringió la expansión del sector privado y le dio privilegio a la CFE. Lo cual la CFE sí aprovechó y creció su capacidad de generación eléctrica, bastante. Sin embargo, lo que logró la CFE pues no es suficiente porque se requiere por lo menos el doble de lo que la CFE ha invertido y hay quienes se animan a decir que el cuádruple de lo que la CFE ha invertido”.

De acuerdo con la propia Comisión Federal de Electricidad en febrero de este año las 160 centrales eléctricas de CFE ya contaban con una capacidad de generación de alrededor de 44 mil megawatts (MW) y se dividían en: 60 centrales hidroeléctricas, 41 turbogás, 20 de ciclo combinado, 19 de vapor, 7 de combustión interna, 4 geotermoeléctricas, 3 carboeléctricas, 3 fotovoltaicas, 2 eoloeléctricas y 1 central nucleoeléctrica.

De acuerdo con el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (Prodesen 2019-2037) en diciembre del 2018 la capacidad de generación de la CFE era de 41 mil 460 MW. Lo que representa un crecimiento de 2 mil 540 MW en poco más de cinco años de este gobierno.

De “empresas productivas” a “empresas públicas” del Estado

La Cámara de Diputados aprobó apenas este jueves la reforma constitucional que le regresa a Pemex y a la CFE el estatus de “empresas públicas del Estado” y las deja de considerar “productivas”. La reforma menciona que en ningún caso las empresas privadas prevalecerán sobre la estatal en diversas actividades de la industria eléctrica.

“El asunto de empresa productiva de lo que hablaba es de darle valor y de tener un gobierno corporativo con todas las ventajas que esto tenía. Al volverla una empresa pública le dan la autorización de volverse un barril sin fondo. Es decir que no tienen que tener lógica financiera ni económica en sus actividades sino solamente cumplir con dar el servicio cueste lo que cueste”, dice Víctor Ramírez.

“Lo que están diciendo es darle permiso a CFE de perder o de ser tan caro como sea y darle la preferencia, no intentar que sea una empresa más eficiente y con costos eficientes también” refiere.

Sin embargo, Claudia Sheinbaum aseguró que los inversionistas privados no tienen de qué preocuparse con la reforma energética recién aprobada en la Cámara de Diputados para privilegiar a las empresas del Estado.

La reforma del 2013 transformó a las empresas públicas en empresas productivas del Estado. Entre otras cosas, este cambio otorgó a Pemex y a CFE mayor autonomía para tomar decisiones operativas, financieras y comerciales, lo que les permitió realizar alianzas estratégicas, decidir sobre inversiones, y gestionar recursos de manera más eficiente sin depender completamente del presupuesto federal.

Asimismo, ambas empresas comenzaron a competir con otras empresas privadas nacionales y extranjeras en el sector energético, en áreas como la extracción de petróleo y la generación de electricidad. La idea era que la competencia mejoraría la eficiencia y la calidad del servicio.

Como empresas productivas del Estado, el objetivo era que Pemex y CFE operaran en mercados abiertos, lo que significaba que sus decisiones debían estar orientadas por criterios de rentabilidad y eficiencia.

Sin embargo, de acuerdo con Luz Elena González Escobar, titular de la Secretaría de Energía, estos cambios no fueron positivos. 

“Al ser empresas productivas, el motivo principal de la generación tendría que ser un esquema de rentabilidad, lo que, por ejemplo, pues en muchos municipios alejados en el país llevar energía eléctrica no es por una razón de rentabilidad, sino es por una razón de bienestar público, y este bienestar público se pierde con el concepto de empresa productiva del Estado”, dijo González Escobar.

¿Cómo llegar a la meta?

Rosanety Barrios, consultora Independiente en política y regulación energéticas, explicó en entrevista con Animal Político que la energía limpia a la que se refiere la presidenta en su meta de 45% de la producción incluye la energía renovable, nuclear e hidroeléctrica.

Sin embargo, agregó la especialista, en lo que respecta a la energía nuclear no habrá adiciones, mientras que en el caso de la hidroeléctrica dependemos de la lluvia. “No sabemos cómo nos va a ir los siguientes años y no hay planes de construir nuevas [plantas], además de que es muy complicado construir nuevas por el enorme impacto ambiental que tiene”.

Por tanto, indica Rosanety Barrios, todo el esfuerzo tendría qué concentrarse por ende en la generación de energía solar, eólica y geotérmica. Pero ¿cuánto habría qué hacer para llegar a la meta que Claudia Sheinbaum persigue?, se pregunta la especialista.

“Nos faltan 15 puntos de generación. Eso es muchísimo en términos de capacidad instalada … ¿qué hace falta para llegar ahí? Deberíamos de estar hablando por lo menos de unos 30 mil millones de dólares eso implicaría duplicar lo que se logró en el sexenio 2012-2018 … un esfuerzo extraordinario que requiere de manera fundamental certeza legal”, dijo Rosanety Barrios.

La presidenta, quien cuenta con una maestría en Ingeniería Energética y un doctorado en Ingeniería en Energías por la UNAM, ha dicho que su Plan Nacional de Energía será un programa ambicioso de transición energética que buscará la disminución de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático.

Pero al mismo tiempo, Sheinbaum también ha prometido fortalecer a la CFE —abastecida principalmente de combustibles fósiles— y a Petróleos Mexicanos.

Y aunque Sheinbaum ha asegurado que también permitirá la inversión privada para el desarrollo de energías renovables, frenada durante el gobierno del presidente López Obrador y ha apoyado la reforma constitucional que permite al Estado controlar el 54% de la generación eléctrica y otorga a la iniciativa privada el 46% restante, Rosanety Barrios indica que actualmente no se conocen las reglas de ese 54-46 porque las reglas actuales no dicen eso. 

Sobre la reforma constitucional recientemente aprobada por la Cámara de Diputados y que ahora será revisada por el Senado  Barrios señaló: “Lo que sabemos que sigue es una reforma constitucional que le va a definir a la CFE su participación del 54%, de ahí hay qué sacar las leyes y los reglamentos. También sabemos que quieren desaparecer a la CNH. Hay qué entender por lo tanto cuáles van a ser las reglas del juego para que la iniciativa privada diga ‘yo voy’, ese es el gran reto desde mi punto de vista, que hoy no hay reglas y las tienen qué definir”.

¿Cómo va México en generación de energías limpias?

“Tenemos varios años de atraso”, asegura Víctor Ramírez, “este año debimos de haber tenido por ahí del 35% de energía proveniente de fuentes limpias y tenemos por ahí del 26%, no más … Entonces tenemos un atraso considerable, por ahí de unos cuatro o cinco años y el reto para el 2030 se antoja bastante ambicioso y complejo” dice Ramírez. 

Según las Naciones Unidas dicho acuerdo busca mantener “el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de los 2 °C con respecto a los niveles preindustriales” y realizar esfuerzos “para limitar el aumento de la temperatura a 1.5 °C con respecto a los niveles preindustriales”.

El proyecto científico independiente Climate Action Tracker, que rastrea la acción climática de los gobiernos y que mide sus logros con relación con el objetivo del Acuerdo de París, en su evaluación más reciente (diciembre de 2022) calificó las acciones de México como “críticamente insuficientes”.

Con el gobierno entrante pareciera comenzar una nueva etapa en materia de energía en México. Ya no solo el modelo parece no estar sustentado en lograr la autosuficiencia energética, ni siquiera parece ser que la prioridad de este gobierno será el rescate de Pemex y la CFE, sino en el ambicioso reto de lograr aumentar considerablemente la generación de energías limpias.

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Imagen BBC
Así cambiaron el alfabeto y el lenguaje con la llegada de los españoles a América.
7 minutos de lectura

Para enseñarles el cristianismo y otros conocimientos a los pueblos originarios, los religiosos que vinieron con los conquistadores y colonizadores desarrollaron un método que combinó dibujos y escritura.

12 de octubre, 2024
Por: BBC News Mundo
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Página del Códice Mendoza donde se habla de la fundación de México
Getty Images
El ‘Códice Mendoza’ es uno de los textos coloniales donde se mezclan pictogramas con escritura alfabética castellana.

Cuando los españoles llegaron al territorio de lo que hoy conocemos como México, existía un sistema de escritura principalmente pictográfico, en el que cada “dibujo” significaba una frase o enunciado completo.

Este sistema era utilizado por las castas gobernantes, principalmente para conservar tradiciones religiosas, discursos, hechos históricos o registros poblacionales y tributarios, entre otros asuntos.

Los amanuenses que conservaban estos libros (normalmente tiras de papel plegadas o lienzos o pieles de animales) aprendían de memoria largos discursos y con la punta del dedo repasaban las figuras para apoyarse y no perder el orden del mensaje que querían transmitir.

Es decir, esta escritura estaba más cerca de lo icónico que de lo ideográfico, más cerca de las pinturas rupestres que de la escritura egipcia o china.

Pintura colonial de un monje bautizando a indígenas
Getty Images
Los primeros religiosos que fueron enviados al Nuevo Mundo a evangelizar a los indígenas terminaron aprendiendo el idioma de éstos para poder llevar adelante su tarea.

Los “12 apóstoles de México”

Formalmente, los primeros evangelizadores españoles llegaron a la ciudad de México en 1524 (los llamados “12 apóstoles de México”).

Eran un pequeño grupo de frailes franciscanos que iniciaron una ingente y titánica obra cristianizadora de los indígenas. A estos les siguieron los dominicos y luego los agustinos.

La labor de las órdenes religiosas no se limitaba a la evangelización. También construyeron pueblos, villas y ciudades, impartieron justicia y fueron consejeros de los funcionarios reales, entre muchas otras actividades.

Por ejemplo, enseñaron a los primeros mexicanos a cultivar las plantas europeas, vestir “a la española”, edificar iglesias, criar animales españoles, labrar acueductos, utilizar el telar europeo y aprender los oficios mecánicos.

Simultáneamente, destruyeron los templos prehispánicos, derrumbaron las esculturas de los dioses, quemaron los libros que mencionamos e hicieron procesos inquisitoriales contra los indios remisos.

Otra página del Códice Mendoza del siglo XVI
Getty Images
Los primeros textos dirigidos a los indígenas se asemejaban más a pinturas rupestres que a lo que consideramos escritura .

Estas actividades pasaban inevitablemente por que los religiosos aprendieran las principales lenguas mesoamericanas. Y así lo hicieron.

En un principio, en la escritura mezclaron los pictogramas y el alfabeto. Por ejemplo, se conserva una interesante transcripción al náhuatl del catecismo ideado por fray Pedro de Gante.

Otros religiosos, quizá deseosos de un mayor acercamiento a los usos y costumbres de los pueblos indígenas, pedían a los copistas que transcribieran en grandes telas, con su sistema, pasajes bíblicos.

Iban de una a otra aldea acompañados de un numeroso séquito de indios ladinos –los llamaron igual que en España llamaban a los judíos y a los musulmanes que se movían entre la cultura propia y la cristiana–, reunían a los pobladores, trepaban en alguna tarima o en algún basamento piramidal en ruinas, mostraban el gran lienzo a los neófitos, señalaban con una vara las imágenes, contaban en español el asunto de la pintura y, finalmente, los ayudantes traducían al náhuatl.

Imagen del letras del alfabeto latino
Getty Images
Los religiosos españoles utilizaron el alfabeto latino para intentar construir la fonética náhuatl.

Idiomas para los evangelizadores

Una nueva dificultad se les presentó cuando tuvieron que enseñar las lenguas indígenas a los evangelizadores que llegaban.

No era deseable, por pesado y dilatado, que las aprendieran de los indígenas (como tuvieron que hacer los primeros).

Así que organizaron escuelas para que los nuevos frailes estudiaran las lenguas originarias. Esto condujo, como un proceso natural y lógico, a dotar al náhuatl, por ejemplo, de un alfabeto. Y el sistema de escritura no fue otro que el usado en el castellano.

Una vez escrita la lengua mexicana con el sistema alfabético que el español recibió del latín, se desató una fiebre escritural muy variada y abundantísima.

Se hicieron libros a la europea (manuscritos primero, impresos después): silabarios, diccionarios, sermonarios, gramáticas, doctrinas, crónicas, anales, informes, pliegos de agravios, etc.

Por fortuna se conservan testimonios de este proceso.

Recuerdo de mis lecturas que los agustinos fundaron una escuela en Tiripitío para enseñar la lengua michoacana. Incluso en Culhuacán, al sur de la ciudad de México, el convento de estos ermitaños tenía un batán en el que fabricaban papel.

Una figura central en este proceso de adquisición del alfabeto latino por el náhuatl es sin duda el franciscano Bernardino de Sahagún. Sus manuscritos, conocidos como Códice florentino en la actualidad, han sido digitalizados para su consulta universal.

Como afirma la estudiosa Alejandra Ortiz Castañares, el Códice Florentino fue “creado para conocer a los mexicas y evangelizarlos. Es uno de los pocos con lenguaje híbrido, en el que la tradición pictográfica indígena se incorpora no sólo como lenguaje, sino también como refuerzo visual del apenas nacido alfabeto latino en náhuatl”.

Imagen de una página del catecismo de Pedro de Gante
Cortesía Biblioteca Nacional de España
El Catecismo de fray Pedro de Gante es otro ejemplo donde se combinó el español con la lengua de los pueblos originarios mexicanos.

Pronunciar en otro idioma

Sin duda, fue una solución muy práctica y útil. Pero los evangelizadores no previeron un problema: las diferencias fonéticas entre la lengua modelo y las americanas.

Por ejemplo, en náhuatl no existía el fonema /ñ/ y las vocales eran tres, no cinco. Y en español no existen los fonemas interdentales laterales. Para solucionar eso, improvisaron usando dos grafías (tl, tz).

Además, había fonemas en español que poco a poco se estaban perdiendo, como la cedilla (/ç/), la doble s, la /sh/ (que se escribía como una X), etc.

Tampoco imaginaron dos consecuencias inesperadas. En primer lugar, la prosodia del español –sus acentos, tonos y entonación– en muchos casos arrastró, por decirlo así, a la prosodia del náhuatl.

Como ejemplo, tenemos la pronunciación de la capital del imperio azteca: Mexico-Tenochtitlan. La primera palabra aludía a la etnia (los mexitin, en oposición a tepanecas, acolhuas chalcas, etc.) y la segunda al lugar mismo, el islote donde se fundó. La primera fue y sigue siendo la más usada.

Su pronunciación sería algo así como meshico –palabra grave, no esdrújula–. El fonema /sh/ existía en español y se escribía como una X, de ahí muxer (musher), oxo (osho) y dixe (dishe). Con el paso de los siglos, este fonema del español se fue suavizando hasta pronunciarse como una jota, y así fue como evolucionó la dicción a mujer, ojo o dije.

Con muchas palabras del náhuatl se dio esta “evolución”. Así se pasó de Xalisco (Shalisco) a Jalisco, de Xalapa (Shalapa) a Jalapa y de México a Méjico. En el siglo XIX muchas grafías de estos topónimos se adoptaron a la nueva pronunciación, excepto México, que la seguimos escribiendo a la vieja usanza pero la pronunciamos a la moderna.

Folio del Código Florentino
Cortesía J. Paul Getty Trust
En el Código Florentino también se utilizaron dibujos y texto para facilitar la enseñanza de la cultura europea y de la religión cristiana a los indígenas.

La segunda consecuencia fue que la pronunciación a la española de las palabras indígenas muchas veces fue adoptada como la forma correcta por los propios indígenas.

Aunque es un fenómeno complejo y de múltiples aristas, estos ejemplos darán una idea al amable lector: de Coliman se pasó a Colima; de Tlalpam a Tlalpan; de Janitzio a Janicho; de Olizapan (Ahuilizapan) a Orizaba y de Cuauhnáhuac primero a Cuedlavaca y, finalmente, a Cuernavaca.

Diremos que hubo palabras que casi quedaron idénticas en esa transición que implicó el mestizaje de las culturas del Nuevo y el Viejo Mundo, mientras que otras locuciones tuvieron una transformación radical. Eso se debió a la facilidad o no de pronunciar esos términos en la nueva lengua dominante.

Como dijo Octavio Paz, lo que entonces pasó no fue un encuentro, sino un encontronazo. Pero no es éste el espacio para hablar de ello. Lo que quiero decir en este breve recuento que ahora hago es que el tema no sólo tiene interés y suma importancia para lingüistas, sino también para literatos, historiadores, antropólogos, sociólogos, etc.

Por desgracia es un espacio muy poco explorado, pero los que hablamos la lengua de Cervantes (vivamos de uno u otro lado del Atlántico) estamos obligados a no permitir que se pierda.

*Ramón Moreno Rodríguez es profesor e investigador en el área de la lengua y las literaturas hispánicas, especialista en narrativa española, de la Universidad de Guadalajara (México). Este artículo apareció en The Conversation. Puedes leer la versión original aquí.

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