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Corridas de toros sin violencia, sin estocadas ni banderillas: Esto aprobó hoy el Congreso de la CDMX
Corridas de toros sin violencia, sin estocadas ni banderillas: Esto aprobó hoy el Congreso de la CDMX
Foto: Cuartoscuro | Archivo
6 minutos de lectura

Corridas de toros sin violencia, sin estocadas ni banderillas: Esto aprobó hoy el Congreso de la CDMX

La propuesta aprobada por diputados plantea un “espectáculo taurino sin violencia” en la capital del país.
18 de marzo, 2025
Por: Elizabeth Dorantes
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El dictamen de la iniciativa ciudadana para establecer corridas de toros sin violencia fue aprobado este martes por el Congreso de la Ciudad de México. Activistas por los derechos de los animales consideran un gran paso hacia el camino de la extinción total de estos espectáculos en la capital, mientras que el sector taurino alertó sobre pérdida de empleos.

Originalmente, la iniciativa ciudadana que dio pie a la discusión legislativa buscó la prohibición total de las corridas de toros en la capital. Sin embargo, fue modificada con base en una propuesta anunciada por la jefa de gobierno de la capital, Clara Brugada, que planteó un “espectáculo taurino sin violencia”.

Esto es lo que aprobaron las y los legisladores:

¿Qué establece el dictamen sobre las corridas de toros? 

El dictamen de la iniciativa ciudadana aprobado ya por legisladores estableció la realización de corridas de toros, novilladas, rejoneo, becerradas, festivales taurinos y tientas, en las que no se cause ningún tipo de lesión a los animales ni se les provoque la muerte durante o después del evento. 

La propuesta se basó en modificaciones y adiciones a la Ley de Protección y Bienestar Animal, y a la Ley para la Celebración de Espectáculos Públicos, ambas de la Ciudad de México. Sus puntos clave sobre las corridas de toros son:

  • En los espectáculos taurinos sin violencia se prohíben las lesiones dentro y fuera del evento, así como la muerte del toro dentro y fuera de la plaza. Además, se debe garantizar la protección de su integridad física. 
  • Se deben proteger los cuernos del toro y/o novillo para prevenir lesiones a otros animales o personas. 
  • Al finalizar el espectáculo taurino sin violencia, el toro o novillo deberá ser devuelto a la ganadería.
  • Se prohíbe la utilización de objetos punzantes que provoquen heridas, lesiones o la muerte del toro o novillo, como la puya, banderillas, estoque, descabellos y puntillas. Sólo se puede utilizar el capote y la muleta.
  • El tiempo máximo de actuación para cada toro o novillo en el espectáculo taurino sin violencia será de 10 minutos, con un límite de 6 ejemplares por evento. 
  • La multa será de 2000 a 3000 veces la unidad de medida y actualización vigente, es decir, de 226 mil 280 pesos a 339 mil 420 pesos por cada animal lesionado o muerto.

Una sensación “agridulce” para activistas

Sofía Morín, activista por los derechos de los animales e integrante de Cultura Sin Tortura, explicó que la iniciativa ciudadana inicial que buscaba la prohibición total de las corridas de toros —respaldada por más de 27 mil firmas y de la cual es promotora—, surgió del colectivo del que forma parte.

Posteriormente, se unió Movimiento México Sin Toreo, alianza conformada por 82 organizaciones de protección animal en todo el país, a la cual también pertenece Cultura Sin Tortura.

La activista señaló que el dictamen aprobado en comisiones le había dejado una sensación “agridulce”, ya que originalmente se buscaba la prohibición total. No obstante, consideró que era un gran avance.

“Intentamos ver el lado positivo en el sentido de decir, bueno, es un gran paso, sí, es un gran paso y los que conocemos de tauromaquia sabemos que la práctica se va a terminar. Entonces, es una división de opiniones, pero sí te puedo decir que la mayoría no está conforme con la regulación, porque crecimos gritando abolición, prohibición”, dijo Sofía Morín a El Sabueso, previo a la discusión en el Pleno. 

Desde su perspectiva, con los nuevos principios, las corridas de toros se van a acabar, porque ningún taurino querrá hacer una corrida sin sangre y ningún aficionado asistirá a espectáculos con estas modificaciones.

A través de un comunicado, Cultura Sin Tortura reiteró su compromiso por la prohibición e indicó que los animales no son entretenimiento, pero reconoció que la aprobación en comisiones representaba un gran avance.

Arturo Berlanga, director de AnimaNaturalis México, organización que también integra México Sin Toreo, coincidió con Sofía Morín en que se da un paso importante.

“Yo creo que es un espectáculo libre de sangre y muerte, y es un paso gigante, gigante, hacia el camino de la extinción total de estos espectáculos (…) Te respondo en función de las declaraciones de los aficionados, empresarios y promotores taurinos, porque ellos ya han fijado una postura en que no aceptan esta regulación”, expresó Arturo Berlanga a este medio. 

El 13 de marzo, la mandataria capitalina Clara Brugada manifestó que entabló un diálogo con los Grupos Parlamentarios del Congreso de la Ciudad de México, organizaciones de protección animal, promotores de la tauromaquia y otros sectores interesados, con el fin de construir una propuesta legislativa que proteja tanto a los animales como al empleo.

De acuerdo con el Congreso de la Ciudad de México, del 17 al 24 de febrero se llevó a cabo un parlamento abierto en materia de tauromaquia, respecto a la iniciativa ciudadana inicial, con la participación de personas interesadas en el tema.

“Espectáculo inviable y una prohibición disfrazada”

Luego del anuncio de la mandataria capitalina, empresarios e integrantes de asociaciones a favor de la tauromaquia expresaron en conferencia de prensa su sorpresa ante la propuesta de Clara Brugada de realizar corridas de toros sin violencia. Aseguraron que no contaban con información y no fueron consultados sobre el tema, y solicitaron ser convocados a mesas de trabajo para negociar y llegar a una conclusión conveniente. 

La Plaza México emitió un comunicado el 14 de marzo en el que llamó a un diálogo con las partes involucradas en el sector, ya que, aseguró, sus voces no fueron escuchadas ni consultadas por el gobierno capitalino. Además, sostuvo que la propuesta significa la antesala de su desaparición. 

“La prohibición de elementos fundamentales de la corrida de toros, como la suerte suprema y el uso de instrumentos tradicionales, desvirtúa por completo su esencia y va contra el corazón y principios de esta tradición. Al eliminar estos aspectos, las corridas se transforman en un evento ajeno a su verdadera naturaleza, lo que significa la antesala de su desaparición desde otra perspectiva”, se lee en el comunicado.  

Raúl Pérez Johnston, abogado constitucionalista y presidente del comité jurídico de la asociación Tauromaquia Mexicana, dijo a El Sabueso, previo a la votación en el Pleno, que es una iniciativa que hace el “espectáculo inviable” y que es una “prohibición disfrazada”.

Consideró que es una propuesta que tomó por sorpresa a todos los sectores, incluidos animalistas que querían prohibir por completo las corridas, y a pueblos y barrios originarios. Raúl Pérez Johnston agregó además que no han tenido un debate lo suficientemente amplío.  

“La realidad es que la propuesta como viene no es tauromaquia. Es un tema que pone en peligro un importante número de fuentes de empleo y no cumpliría la finalidad que se está buscando, que es esta de llegar a un aparente compromiso para preservar la actividad cultural y las fuentes de empleo, eso no se lograría”, señaló el abogado constitucionalista. 

 

Nota actualizada…

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Imagen BBC
Dividendos de la paz: cómo se benefició Europa con el fin de la Guerra Fría y cuánto deberá invertir ahora en defensa
14 minutos de lectura

El fin de la confrontación Este – Oeste supuso la liberación de grandes recursos económicos que Europa destinó a desarrollo y gasto social. La reducción de ese gasto militar tiene ahora efectos indeseados para el viejo continente.

17 de marzo, 2025
Por: BBC News Mundo
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“Bajamos la guardia. Redujimos nuestro gasto en defensa a menos de la mitad. Creíamos que disfrutábamos de un dividendo de la paz. Pero, en realidad, solo teníamos un déficit de seguridad. El tiempo de las ilusiones ya terminó”.

Con esas palabras, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, hizo un llamado para que el viejo continente aumente su gasto en defensa para rearmarse de forma rápida y contundente.

En un discurso el pasado 11 de marzo ante el pleno del Parlamento Europeo, la funcionaria reconoció que el orden de seguridad europeo estaba siendo sacudido y que las ilusiones sobre las que se asentaba estaban hechas añicos.

“Europa está llamada a asumir un mayor control de su propia defensa, no en un futuro lejano, sino hoy. No con pasos graduales, sino con la valentía que la situación exige. Necesitamos un refuerzo de la defensa europea y lo necesitamos ya”, dijo.

Detrás de la necesidad de este cambio está, en primer lugar, la invasión rusa de Ucrania iniciada en 2022 y que significó todo un sacudón para el viejo continente. A ello se le sumó más recientemente el cambio de política de Estados Unidos desde el inicio del segundo mandato de Donald Trump, cuyas palabras y acciones han puesto en duda hasta qué punto Washington sigue respaldando a sus tradicionales aliados transatlánticos frente a Moscú.

Ha sido este giro el que les ha dado una mayor urgencia a los planes de rearme en torno a los cuales los gobiernos europeos han estado negociando y deliberando durante las últimas semanas.

En un mensaje televisado, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, resumió la situación en estos términos: “Mantenemos nuestro compromiso con la OTAN y nuestra colaboración con Estados Unidos, pero debemos hacer más: debemos aumentar nuestra independencia en materia de seguridad y defensa. El futuro de Europa no puede decidirse en Washington ni en Moscú. Y sí, la amenaza ha regresado al Este, y la inocencia, por así decirlo, de los últimos 30 años, desde la caída del Muro de Berlín, es cosa del pasado”, dijo.

Emmanuel Macron
Getty Images
Macron: “El futuro de Europa no puede decidirse en Washington ni en Moscú”.

Macron, además ha ofrecido compartir el llamado paraguas de seguridad nuclear de Francia –su capacidad de disuasión nuclear– con sus socios europeos.

Su referencia a la necesidad de que Europa incremente su “independencia” de EE.UU. apunta a un problema crítico: la fortaleza militar de la OTAN y sus capacidades operativas y de inteligencia se apoyan en gran medida en Estados Unidos, sin el cual los países europeos enfrentarían dificultades para apoyar la defensa de Ucrania ante Rusia e, incluso, para la protección de países miembros de la OTAN y de la Unión Europea.

Pero, ¿cómo surgió esta dependencia europea en materia de seguridad? Parte de la respuesta se halla en un elemento mencionado por Von der Leyen: los llamados “dividendos de la paz”.

El impacto económico del fin de la Guerra Fría

George HW Bush y Mijaíl Gorbachov.
Getty Images
El fin de la Guerra Fría supuso para los gobiernos la liberación de grandes recursos que antes se destinaban a la defensa.

En la década 1980, en los años finales de la Guerra Fría, muchos líderes en Europa y Norteamérica comenzaron a hablar sobre cómo el fin de la confrontación Este – Oeste podía traer consigo la paz y el inicio de una época de mayor prosperidad.

Esta era una posibilidad muy importante para los países europeos que durante cuatro décadas habían vivido bajo el miedo de ser el escenario de una nueva guerra mundial derivada del choque entre el bloque comunista encabezado por la Unión Soviética y el bloque capitalista, liderado por EE.UU.

Para protegerse de esta posible confrontación -que nunca se materializó- los países europeos dedicaron muchos recursos al gasto militar no solamente para tener capacidad de defenderse, sino también para disuadir cualquier posible agresión.

Esta estrategia obligaba a destinar una parte sustancial de los fondos nacionales a la defensa.

Para el año 1990, los gobiernos de Bélgica, España e Italia gastaban 4% de su presupuesto en defensa; Alemania, casi 5%; mientras que Francia y Reino Unido destinaban 7% y 10% respectivamente, de acuerdo con un trabajo de los investigadores Florian Dorn, Niklas Potrafke y Marcel Schlepper publicado en 2024 por el Ifo Institute y el Instituto Leibniz de Investigación Económica de la Universidad de Múnich.

Así, los “dividendos de la paz” -término popularizado por George H. W. Bush y Margaret Thatcher a principios de la década de 1990- eran concebidos como las ganancias en crecimiento económico y bienestar social que podían derivarse de reducir el gasto militar y redestinar esos recursos hacia áreas como salud, educación e infraestructura pública.

En un artículo publicado en 2015, el economista Erik Berglof , quien en la actualidad preside el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, destacaba que los beneficios económicos del fin de la Guerra Fría fueron mucho más allá del recorte en los gastos de defensa.

“Los flujos comerciales y de inversión se han normalizado, y un sistema económico terriblemente derrochador y ambientalmente destructivo ha sido reemplazado por uno que, aunque dista mucho de ser perfecto, es mucho más eficiente en el uso de recursos y menos desastroso para el medio ambiente. Atribuir un valor económico a las mejoras en los derechos humanos, como la libertad de expresión y el derecho a viajar, es mucho más difícil, pero, si se calculan adecuadamente, es probable que estos beneficios para el bienestar social general sean aún mayores”, apuntaba.

Margaret Thatcher
Getty Images
Margaret Thatcher: “El único dividendo real de la paz es, sencillamente, la paz”.

En cualquier caso, el cálculo del impacto económico de los dividendos de la paz e, incluso la existencia misma de estos, ha sido un tema de debate entre expertos debido, entre otras cosas, a que no hubo una transferencia explícita de los fondos ahorrados en defensa hacia otras áreas del gasto público.

Al mismo tiempo, en algunos casos, los gobiernos manifestaron su preferencia por simplemente reducir el gasto fiscal.

Esa era, por ejemplo, la postura del entonces presidente de EE.UU., George HW Bush.

“Se declara un dividendo cuando se obtienen ganancias y nuestro gobierno opera con un enorme déficit. Por lo tanto, quienes dicen que hay que tomar el dinero de este acuerdo y gastarlo en algún proyecto federal deben entender que el pueblo estadounidense quiere solucionar este déficit y quiere que la economía crezca”, dijo al ser consultado sobre los dividendos de la paz en una rueda de prensa en junio de 1992 tras una cumbre histórica con el entonces mandatario ruso, Boris Yeltsin, en la que firmaron un acuerdo para la reducción de las armas nucleares.

“Por lo tanto, no me comprometo a que los ahorros que podamos obtener gracias a este amplio acuerdo se destinen a algún proyecto de gasto federal”, agregó.

En un discurso pronunciado en 1991, la ex primera ministra británica Margaret Thatcher advirtió sobre reducir en exceso los presupuestos militares, destacando que los países debían conservar su capacidad de defenderse.

“El punto más importante que debemos destacar hoy es que el único dividendo real de la paz es, sencillamente, la paz. Nuestra generación ha disfrutado de ese dividendo gracias a la inversión de miles de millones de dólares y libras en defensa”, dijo.

Menos tanques, más gasto público

El nuevo edificio del Parlamento de Alemania es un ícono de la modernidad en ese país.
Getty Images
Alemania es uno de los países que ha dispuesto de más fondos gracias a los dividendos de la paz.

Los presupuestos de defensa de los países ubicados a ambos lados del telón de acero cayeron de forma marcada con el fin de la Guerra Fría.

En términos de Producto Interno Bruto (PIB), el gasto militar de Reino Unido pasó de 4,04% en 1989 (año de la caída del Muro de Berlín) a 2,07% en 2021 (el año previo a la invasión rusa de Ucrania), de acuerdo con cifras del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (Sipri).

En el mismo periodo, el gasto en defensa de Francia pasó del 2,88% al 1,91%; en el caso de Alemania el cambio fue de 2,53% a 1,32%; Países Bajos, de 2,52% a 1,40%; Bélgica, de 2.46% 1,04%; y España, de 2,36% a 1,35%; de acuerdo con la misma fuente.

Los gastos militares también se redujeron en los países del antiguo bloque comunista. Por ejemplo, Rumania pasó de 4,21% a 1,85%; Bulgaria, de 4,40% a 1,52%; y Hungría, de 2,79% a 1,32% del PIB.

En el caso de EE.UU., los fondos destinados a defensa pasaron de 5,87% del PIB en 1989 hasta 3,09% en 1999, pero volvieron a incrementarse tras los ataques del 11 de Septiembre de 2001.

Aunque resulta difícil cuantificar en qué medida estos recortes en defensa se convirtieron en “dividendos de la paz”, los economistas Florian Dorn, Niklas Potrafke y Marcel Schlepper hicieron una estimación tomando como punto de referencia cuánto dinero habrían tenido que gastar en defensa estos países si hubieran tenido siempre que cumplir con el 2% de gasto militar acordado por la OTAN.

De acuerdo con esos cálculos, los países europeos acumularon desde el fin de la Guerra Fría hasta 2023 un dividendo de la paz de US$1,95 billones (1,8 billones de euros).

“Francia y Reino Unido son los dos únicos países entre las cinco mayores economías europeas que no cobraron ningún dividendo de la paz, si se asume que el objetivo de 2% de la OTAN es suficiente. En el otro lado están Alemania, España e Italia, con dividendos de la paz anualizados que oscilan entre 8.000 millones de euros [US$8.680 millones] y 20.000 millones de euros [US$21.710 millones]”, escriben.

“Desde 1991, Alemania ha acumulado 680.000 millones de euros [US$738.000 millones] en dividendos de la paz”, agregan.

Estos economistas sostienen que los ahorros logrados por el recorte de los gastos militares se tradujeron en una expansión del gasto público en otras áreas. De hecho, estiman que una vez ajustados a la inflación, en promedio los presupuestos gubernamentales de los gobiernos europeos se duplicaron entre el final de la Guerra Fría (o el momento en el que los países se unieron a la OTAN) y 2023.

Del oportunismo a la dependencia

Soldados estadounidenses en Polonia.
Getty Images
Más de 30 años después del fin de la Guerra Fría, EE.UU. aún mantiene decenas de miles de soldados protegiendo Europa.

Librados de las amenazas de la Guerra Fría, los gobiernos europeos dejaron caer su gasto en defensa y aumentaron -incluso mucho más allá de los dividendos de la paz- su gasto social.

“Desde 1990, los países europeos han expandido sus estados de bienestar social a un nivel que no se ha visto respaldado por el desarrollo económico general”, escriben Dorn, Potrafke y Schleppe.

Agregan que en el caso de los estados que se unieron a la OTAN durante la época de la confrontación Este – Oeste, el gasto social ha crecido en una proporción mayor que la economía, que la inversión que los presupuestos públicos.

“Hoy en día, tanto los presupuestos públicos como la economía, ajustados a la inflación, son aproximadamente 1,9 veces superiores a los de 1990. En contraste, el gasto social ha crecido hasta 2,4 veces su tamaño original”, apuntan.

“El gasto social es, con diferencia, la mayor partida de gasto de los gobiernos europeos. De media, la mitad del presupuesto público europeo se destina a gasto social, como subvenciones a los sistemas de pensiones o a la redistribución a hogares con bajos ingresos y desempleados”, agregan.

¿Cómo fue esto posible? No solamente por el fin de la Guerra Fría, sino también en gran medida gracias a las garantías de seguridad ofrecidas por EE.UU.

“Dado que el tratado de la OTAN establece que un ataque contra un miembro se considerará un ataque contra todos ellos, las capacidades de defensa de Estados Unidos proporcionaron, en esencia, un bien público a todos los demás miembros. Inevitablemente, esto ofrece grandes oportunidades de sacar ventaja, siempre que Estados Unidos, la superpotencia militar mundial, esté dispuesto y sea capaz de comprometerse con credibilidad a defender a sus socios europeos”, señalan Dorn, Potrafke y Schleppe.

Sistema antimisiles Thaad.
Reuters
EE.UU. ha desarrollado armas modernas como el poderoso sistema antimisiles Thaad.

Así, mientras EE.UU. siguió invirtiendo en el sector militar, la mayor parte de los socios europeos de la OTAN estuvieron gastando menos en esa área.

Eso explica por qué en la actualidad EE.UU representa 70% del gasto en defensa da la OTAN, mientras que en 1990 (en plena Guerra Fría) era responsable del 61%.

Esa diferencia no solamente se traduce en que Washington dispone de más y mejores equipos militares, sino también en una fuerte dependencia de los países europeos que -como ha dejado patente la guerra en Ucrania- no disponen de las armas ni de los sistemas de defensa necesarios o suficientes para hacer frente a Rusia sin el apoyo de EE.UU.

Para subsanar esta brecha, desde inicios de este siglo se viene hablando en el seno de la OTAN de la necesidad de que todos los países miembros se comprometan a gastar 2% de su PIB en defensa.

Esa idea se plasmó en un compromiso en 2006, pero los avances hacia ese objetivo fueron pocos y lentos, incluso tras la invasión rusa de Ucrania.

Ahora las cosa parecen estar cambiando.

El reto de la defensa europea

Ursula von der Leyen.
Getty Images
La presidenta de la Comisión Europa, Ursula von der Leyen, impulsa los esfuerzos por dotar a Europa de una mejor y más autónoma defensa.

A mediados de 2023, el entonces secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, anunció que, en promedio, los miembros de esa alianza estaban aumentando sus gastos de defensa en un 18% ese año. “El mayor aumento en décadas”, aseguró.

Eso permitiría que 23 de los 32 países estarían alcanzando el objetivo de 2%.

Ese avance notable, sin embargo, luce insuficiente en caso de que Estados Unidos decida retirar su apoyo militar a Ucrania o ponga en duda su compromiso con la defensa colectiva pactada en la OTAN.

Esas posibilidades han encendido las alarmas en Europa y han impulsado una serie de encuentros que buscan reforzar la independencia europea en materia de defensa.

Con miras a ello, la Comisión Europea ha propuesto la iniciativa ReArm Europe que apunta a movilizar hasta unos US$868.000 millones (800.000 millones de euros) para financiar inversiones en defensa.

Esta propuesta contempla tres mecanismos distintos. Por una parte, activar una excepción al Pacto de Estabilidad de la UE que limita el déficit fiscal y el endeudamiento en el que pueden incurrir sus miembros, para permitir que aumenten sus gastos militares sin que esto acarree una penalización.

Según estimaciones de la Comisión Europea, si cada país aumenta su gasto militar en 1,5% de su PIB en promedio, eso les permitiría disponer de unos US$705.000 millones en el lapso de cuatro años.

El segundo mecanismo corresponde al establecimiento de un mecanismo que disponga de unos US$163.000 millones en préstamos para inversiones en defensa de los Estados miembros.

“Nos referimos a ámbitos de capacidad paneuropeos. Por ejemplo: defensa aérea y antimisiles, sistemas de artillería, misiles y municiones, drones y sistemas antidrones; pero también a otras necesidades, desde la ciberseguridad hasta la movilidad militar. Esto ayudará a los Estados miembro a aunar la demanda y a comprar conjuntamente”, señala la Comisión Europea en su propuesta.

El tercer mecanismo consistiría en orientar fondos existentes en el presupuesto de la UE para realizar inversiones de corto plazo en el sector de defensa.

¿Será esto suficiente?

En primer lugar, hay que preguntarse si es posible.

“Hay que pensar cuáles son las consecuencias de estos gastos más allá de las compras de armas y del fortalecimiento del sector”, dice Diego Lopes, investigador senior de Sipri, en conversación con BBC Mundo.

“Si estamos invirtiendo ahora con deuda para la compra de armas, en el futuro habrá que pagar esos fondos y los intereses que generen a través de impuestos o de recortes de gastos en otras áreas”, dice.

“Hay impactos. Por ejemplo, si van a crear nuevos impuestos hay que ver cuáles. Si son impuestos regresivos, esto tiene impacto en la distribución de rentas y en la igualdad en el país. Entonces, no es solamente la defensa, hay que pensar las consecuencias de estos gastos más más allá de la defensa”, agrega.

Indica que hay algunos países, como Italia, que tienen niveles de endeudamiento muy alto y que difícilmente pueden seguir sosteniendo, probablemente tendrán que hacer recortes en otras áreas como, por ejemplo, hizo Reino Unido al recortar la ayuda internacional, o con cortes en los gastos de seguridad social.

“Este es un proceso de cambio no solamente de los presupuestos, sino también institucional y económico para sostener esos gastos en el futuro. Eso se está debatiendo ahora: cómo hacer para que estos incrementos sean sostenibles desde el punto de vista económico y fiscal”, apunta.

Soldados lituanos con un dron durante un ejercicio militar de la OTAN.
Getty Images
Los países de la OTAN están acelerando el paso para rearmarse.

Más allá de los aspectos financieros, Lopes indica que los países europeos tienen muchos asuntos por resolver y muchas decisiones que tomar.

Explica que la industria de defensa en Europa está muy fragmentada, lo que crea ineficiencias.

“Hay directivas de la Unión Europea para fortalecer las compras de armas intrabloque, pero la implementación aún no está completa. Es un proceso burocrático muy complejo y también de inversión. ¿Van a comprar armas de su propia industria?, ¿van a comprarlas de otro país? Es un problema de acción colectiva muy complejo”, dice.

Destaca, por ejemplo, que los países europeos suelen comprar gran parte de su armamento a empresas de EE.UU., pero advierte que seguir haciéndolo sin más implica permitir que Washington siga teniendo influencia, lo que impediría lograr el objetivo de aumentar la autonomía estratégica propuesto por Macron.

Pese a estas dificultades, Lopes es optimista.

“La guerra de Ucrania fue un choque para los europeos, que estaban casi en un estado de inercia en estos temas, pero ahora tendrán que arreglar o crear nuevos mecanismos de defensa dentro del continente. Este plan ReArm Europe es una indicación muy clara de lo que están haciendo”, dice.

“Hay un cambio en las relaciones trasatlánticas, pero también en como Europa ve su relación consigo misma. Creo que ahora vamos a entrar en un periodo de mayor cooperación de los europeos en estos temas y también de no ser tan dependientes de Estados Unidos. Entonces, las cosas han cambiado de una manera fundamental”, concluye.

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