Las muertes violentas sin clasificar bajaron 99% entre 2022 y 2023 en la Ciudad de México. El registro pasó de 1 mil 538 defunciones de este tipo a solo 9 en un año. Pero por otro lado, los accidentes y suicidios subieron 82 y 61% en ese mismo periodo, de acuerdo con la Estadística de Defunciones Registradas del Inegi.
Especialistas consultados por El Sabueso de Animal Político consideraron que esto es una baja drástica y anormal en las cifras, ya que no coincide con los patrones de mortalidad que ha registrado la capital desde hace años.
Esto, aunque no hubo un cambio en los lineamientos sobre el registro de los decesos, después de que se señalara también lo elevado de las muertes indeterminadas en 2022 y que estos casos no se habían sumado a la estadística de homicidios en la capital, durante la administración de Claudia Sheinbaum como jefa de Gobierno.
La siguiente gráfica muestra claramente con una línea azul la anomalía en el incremento de fallecimientos registrados como accidentes, y en gris de suicidios, mientras la línea amarilla muestra una baja drástica de “indeterminados” en el registro de 2022 a 2023:
“Si hay algo que tienen las estadísticas de muertes es que siempre son extremadamente estables, por lo tanto, cuando ves una reducción es porque sucedió un fenómeno grande. Tiene que haber guerras, tiene que haber pandemias para que esas cifras se muevan tanto”, señaló exdirector de Estadísticas Sociodemográficas del Inegi, Edgar Vielma, al recordar el pico de muertes que hubo con la crisis sanitaria de COVID-19.
La falta de clasificación en muertes violentas tomó relevancia en 2022, cuando cerca de la mitad de las muertes en la capital (37%) no se clasificaron como homicidio, suicidio o accidente.
En su momento, el gobierno capitalino de Claudia Sheinbaum presumió haber logrado una baja de 50% en los asesinatos, y negó alguna irregularidad.
“Los médicos certificantes las clasificaron como muertes de intención no determinada ya que no contaban con suficiente información en el momento de certificación de la muerte para decidir si hubo o no dolo”, argumentó el gobierno de CDMX en un comunicado de 2023.
El Manual de Llenado del Certificado de Defunción y Certificado de Muerte Fetal Modelo 2022, vigente hasta el momento, indica el uso de “se ignora” o caso indeterminado cuando “el certificante no encuentra elementos claros para determinar de qué tipo de defunción se trata”.
Desde 1990, la Ciudad de México ha estado entre las entidades con más indeterminación en las defunciones a nivel nacional, por lo que Vielma e Itzel Soto, analista de Data Cívica, consideran que no hay una justificación clara para la baja pronunciada de muertes sin clasificar y el aumento de accidentes y suicidios.
Se buscó al área de comunicación social de la Ciudad de México y a la coordinadora General de Comunicación Ciudadana, Ana María Lomelí, para obtener un comentario, pero hasta la publicación de esta nota no habían respondido.
El Inegi, en su metodología para la Estadística de Defunciones Registradas, menciona que obtiene sus datos directamente de las Oficialías del Registro Civil y los Servicios Médicos Forenses, y complementa el registro con las actas de defunción y cuadernos estadísticos de las Agencias del Ministerio Público.
De acuerdo con el Inegi, en 2023 se registraron 3 mil 982 muertes violentas en Ciudad de México, de las cuales 2 mil 811 fueron clasificadas como accidentes y 418 como suicidios. Ambos rubros se incrementaron respecto al 2022.
Los accidentes aumentaron 82% respecto al año pasado, mientras que los suicidios subieron 61%. En contraste, los homicidios pasaron de 742 a 744.
Es importante señalar que los registros de muertes por accidentes no habían rebasado el límite de los 2 mil casos desde 2008.
Para Itzel Soto este aumento en los accidentes corresponde a un problema de registro y comunicación entre las instituciones. En el mismo sentido, Edgar Vielma alertó que esta diferencia entre los suicidios, accidentes, homicidios y muertes sin clasificar tiene que ver con el registro.
“Más allá de las defunciones por causas no determinadas, a lo largo de la última década las defunciones por homicidio, accidente y suicidio evidencian que hay faltantes de información sobre medios utilizados y/o lugares de ocurrencia, lo que reitera una vez más la necesidad de aclarar procedimientos forenses y, eventualmente, de investigación”, señaló la organización México Evalúa en su analisis sobre las EDR de 2022.
Al revisar los registros de los suicidios contabilizados en CDMX, se observa un pico en 2020 con 448 y en los dos años siguientes fueron disminuyendo consecutivamente. Sin embargo, en 2023, se volvió a incrementar este registro.
Este incremento en accidentes, baja de muertes sin clasificar y estabilidad o disminución en homicidios no solamente se ha presentado en la capital del país. Entidades como Estado de México, Jalisco e Hidalgo también tuvieron anomalías.
“Lo que me está preocupando es que esto esté calando a nivel nacional. Mi mayor terror es que llegue un punto en que la forma de resolver la seguridad sea resolviendo la estadística. Es decir, cuando bajan las muertes, no porque estás cuidando bien a la sociedad, sino porque estás acallando los registros y los estás tergiversando”, puntualizó el exdirector de Estadísticas Sociodemográficas del Inegi, Edgar Vielma.
El Estado de México presentó un decremento del 95% en las muertes no clasificadas y un aumento de 45% en las defunciones accidentales entre 2022 y 2023. Sus homicidios, en cambio, disminuyeron 10% en el último año.
Jalisco también registró una disminución del 48% en las muertes sin clasificar y 5% en homicidios, mientras los accidentes y suicidios subieron 7 y 10%, respectivamente.
En Hidalgo la baja del 72% en muertes sin clasificar no coincidió con un crecimiento en los accidentes, pero sí con un alza de 64% en los suicidios, mientras solo subió en 4 casos la estadística de homicidios.
También otras entidades como Michoacán, Puebla y Oaxaca tuvieron bajas importantes en las muertes sin clasificar, sin que esto representara un aumento drástico a los certificados de defunción por homicidio, pero sí en otros rubros como los accidentes y el suicidio.
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Los pasaportes con chip incorporado de hoy en día pueden parecer de alta tecnología… pero los orígenes de los pasaportes biométricos se encuentran en realidad en la frustración de un empleado de policía del siglo XIX: el francés Alphonse Bertillon.
Mientras trabajaba en una comisaría de policía de París en la década de 1880, se dio cuenta de que, como no había una forma consistente de registrar los datos de los delincuentes, los reincidentes se libraban de la responsabilidad simplemente haciéndose pasar por otra persona.
Pero Bertillon sabía que la estructura del cuerpo adulto no cambia con el tiempo, y por eso ideó un sistema de medidas corporales combinado con una fotografía policial, que se convirtió en la forma perfecta de registrar los detalles de los criminales y detectar a los que reincidían.
Sus innovaciones ayudaron incluso a identificar al famoso asesino en serie francés Joseph Vacher.
El sistema de Bertillon fue reemplazado posteriormente por las huellas dactilares, pero renació en la década de 1960 como el comienzo de los sistemas de reconocimiento facial y biométricos actuales.
Cada tres días, los ascensores del mundo transportan el equivalente de toda la población mundial.
Y, a pesar de que son esencialmente una caja colgando en un abismo, hay pocos accidentes. De hecho, son el modo de transporte más seguro que existe.
Una de las principales razones son los increíblemente fuertes cables que los sostienen.
El secreto de su fuerza reside en el hecho de que son trenzados: la fricción entre las fibras retorcidas, por su áspera textura, les da agarre.
Fueron la solución a un problema mortal en las minas de carbón del siglo XIX que impulsaron la Revolución Industrial.
Los mineros tenían que bajar a las profundidades y los ascensores colgaban de cuerdas de cáñamo o cadenas de hierro, que se rompían con el uso.
Pero cada opción tiene sus virtudes, reflexionó el administrador de minas alemán Wilhelm Albert, y empezó a retorcer hilos de hierro a la manera de las sogas.
Para 1834 había creado el cable de acero trenzado, más robusto que las cuerdas de cáñamo, y más barato y liviano que las cadenas de hierro.
Ese invento de hace 190 años hizo que los ascensores se hicieran más seguros.
Pero la tecnología que ayuda a impulsar los ascensores hacia arriba es aún más antigua: se utilizó en un arma de guerra en asedios del siglo XII.
El trabuquete de contrapeso era un dispositivo gigante parecido a una catapulta, que se usaba para lanzar proyectiles enormes a grandes distancias, lo que le permitía a los invasores aplastar las defensas enemigas muy rápidamente.
Es el mismo mecanismo que facilita que los ascensores de hoy eleven el peso de la cabina hacia arriba.
Las aspiradoras de hoy están llenas de una serie de artefactos electrónicos de alta tecnología.
El Gen5, por ejemplo, es el pequeño motor del modelo más poderoso de las de Dyson, y puede girar a 135.000 revoluciones por minuto, 9 veces más rápido que el de un auto de Formula 1.
Eso hace que el aire pase a 75% de la velocidad del sonido, lo que implica una poderosa succión, vital para recoger las más tercas partículas indeseadas del entorno.
Curiosamente, aquello de que la succión fuera la solución, no siempre fue obvio: las primeras máquinas no aspiraban, sino que soplaban aire para intentar levantar el polvo de las alfombras y depositarlo en una bolsa recolectora.
Fue al ingeniero Hubert Cecil Booth a quien se le ocurrió que funcionaría mejor succionar la suciedad a través de un filtro, y en 1901 inventó la primera aspiradora.
El aparato, sin embargo, era costosísimo y enorme.
Pero apenas seis años más tarde llegaron aspiradoras portátiles y más baratas, de la mano de James Spangler un inventor poco exitoso que no había logrado dar en el clavo con ninguna de sus ideas.
Falto de dinero, Spangler tuvo que emplearse en una tienda de departamentos de Ohio, EE.UU.
Su trabajo consistía en limpiar, pero como sufría de asma, le hacía mucho daño.
Decidió idear un aparato electrónico que succionara el polvo, valiéndose del motor de una máquina de coser, un palo de escoba, una funda de almohada y una caja con llantas.
Aunque creó la primera aspiradora portátil, el nombre que pervivió asociado a su invento fue el del empresario local que invirtió en la innovación: William Hoover.
Spangler murió antes de ver cuán exitosa fue su creación, cuya popularidad explotó en la década de 1920, acompañada de constantes mejoras.
La patallas táctiles son cada vez más populares, y las damos por sentadas.
El iPhone las llevó a las masas en 2007, pero esa tecnología ya se venía usando en las torres de control del tráfico aéreo desde la década de 1960.
La misión de los controladores de tráfico aéreo en tierra es proteger las vidas en los cielos.
Cada vuelo se identifica con un distintivo y, en esa época, tenían que escribir ese código único para que las computadoras procesaran la información de vuelo.
Con tanto tráfico aéreo, se requería precisión y había mucho en juego: cada uno de los vuelos tenía un código de 5 a 7 caracteres de largo, y si los estás escribiendo bajo presión, es muy fácil cometer errores.
Al ingeniero británico Eric Arthur Johnson se le ocurrió una ingeniosa idea para deshacerse del teclado: una pantalla sensible a los dedos.
Él sabía todo acerca de la idea de que las cargas eléctricas se almacenan en nuestros cuerpos, y cuando dos campos eléctricos se acercan, se perturban entre sí…
¿Qué tal si estiras un trozo de cable de cobre y luego lo conectas a una computadora?
Esa fue la base de su revolucionaria innovación.
Si en los centros de control de tráfico aéreo había pantallas con una serie de cables de cobre, y cada uno de ellos se podía detectar y etiquetar con los códigos de vuelo por separado, el controlador sólo tendría que tocar el indicado, en lugar de escribirlo.
Johnson creó un sistema que era flexible, mucho más rápido que cualquier cosa que hubiera existido antes, pero además, lo que es más importante, mucho menos propenso a errores.
Fue la primera pantalla táctil del mundo, y permitió ajustar rápidamente los planes de vuelo de los aviones, para evitar tragedias.
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