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AIFA generó ganancias por primera vez pero antes tuvo dos años de pérdidas y sigue recibiendo subsidios
AIFA generó ganancias por primera vez pero antes tuvo dos años de pérdidas y sigue recibiendo subsidios
Con imagen de Cuartoscuro / Mario Jasso
4 minutos de lectura

AIFA generó ganancias por primera vez pero antes tuvo dos años de pérdidas y sigue recibiendo subsidios

El Aeropuerto Felipe Ángeles generó utilidades por 78 millones de pesos durante el primer trimestre del 2024. Sin embargo, en este periodo también recibió apoyos del gobierno por 364 millones de pesos.
28 de abril, 2024
Por: Frasua Esquerra y Luis Fernando Lozano
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El gobierno federal informó que el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) por primera vez superó su punto de equilibrio, es decir, que sus ingresos fueron suficientes para cubrir sus gastos, y generó utilidades durante el primer trimestre de 2024, por 78 millones de pesos. 

Y es verdad que es esto ocurrió el primer trimestre de este año, en que el aeropuerto de Santa Lucía reporta ganancias, pero también es cierto que sigue recibiendo subsidios y apoyos del gobierno federal, además de que durante los primeros dos años tuvo pérdidas mayores.

Gobierno presume utilidades.

De acuerdo con su Informe de Actividades al primer trimestre, del primero de enero al 31 de marzo del 2024 el AIFA generó ingresos por venta de bienes y prestación de servicios de 490 millones de pesos y tuvo gastos por 412 millones de pesos, lo cual da una ganancia de 78 millones de pesos. Sin embargo, en este mismo periodo también recibió apoyos adicionales a sus ingresos por parte del gobierno federal por 364 millones de pesos.

Además, durante 2022 y 2023, el aeropuerto de Santa Lucía sumó pérdidas por 1,568 millones de pesos y subsidios y apoyos gubernamentales por 2,456 mdp.

Los subsidios son asignaciones del gobierno para apoyar las operaciones, mantener los niveles de precios, incentivar el consumo o comercialización de bienes, motivar la inversión, cubrir impactos financieros o para el fomento de actividades productivas, entre otras acciones. Se pueden presentar mediante la entrega de recursos, como en el caso del AIFA, o bien, a través de estímulos fiscales, como pasa con los combustibles.

El AIFA registró utilidades por primera vez en el primer trimestre de 2024.

De acuerdo con Pablo Casas, director en Instituto Nacional de Investigaciones Jurídico Aeronáuticas (INIJA), esta cifra es engañosa, pues el AIFA se mantiene lejos de sus metas iniciales de transporte de pasajeros, además de que acumula dos años de operación con pérdidas.

“La razón de construir cualquier aeropuerto en la zona metropolitana tenía el objetivo de descongestionar el espacio aéreo sobre todo el situado sobre el AICM. Y al día de hoy, no se ha logrado”, dijo a El Sabueso.

Además, el Gobierno de México invertirá aún más recursos para ampliar la infraestructura del AIFA. Por ejemplo, la Secretaría de la Defensa solicitó a Hacienda 2,861 mdp para la construcción de almacenes para atender la creciente demanda de servicio de carga en la terminal aérea de Santa Lucía, mismos que se ejercerán en la segunda mitad de 2024.

AIFA, lejos de su meta de transporte de pasajeros 

El presidente Andrés Manuel López Obrador estimó en abril del 2019 que el AIFA atendería una demanda de 20 millones de pasajeros anuales. Sin embargo, en dos años desde que entró en operaciones apenas ha alcanzado —con 4.1 millones— una quinta parte de esa cantidad.

De ellos, durante el primer trimestre de 2024 se registraron poco más de 1 millón de pasajeros, de acuerdo con datos de la Agencia Federal de Aviación Civil.

En este mismo sentido, el director general del Felipe Ángeles, Isidoro Pastor Román, estimó en la inauguración del aeropuerto un número de pasajeros de 5 millones durante el 2023. Sin embargo, ese año sólo volaron 2.5 millones, es decir, la mitad de lo prometido.

Pastor Román aseguró en 2022 que el AIFA necesitaba de un flujo de 120 vuelos diarios para comenzar a generar utilidades. Dicha cantidad se alcanzó en febrero de este año, mes en el que se registraron en promedio 122 vuelos diarios.

Vuelos desde el Aeropuerto Felipe Ángeles.

De acuerdo con el Proyecto del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF 2024) el AIFA obtendría alrededor de 1,251 millones de pesos de la venta de servicios, mientras que los subsidios alcanzarán los 1,500 millones de pesos, la misma suma que se destinará al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).

Sin embargo, la diferencia entre ambos aeropuertos es que el AICM transportó, tan solo en febrero de este año, 3.4 millones de pasajeros.

Lo que sí ha crecido es la utilización del Felipe Ángeles como aeropuerto de carga, pues han disminuido la carga transportada en el AICM y aumentado el uso del AIFA para este fin, al grado que ya supera al AICM en el número de toneladas de carga transportada.

Durante el primer trimestre de 2024, el AIFA sumó 103.9 mil toneladas de carga nacional e internacional, frente a las 57.2 mil que se desplazaron en el AICM. 

Sin embargo, advirtió Casas, esto se dio por decreto del Gobierno de México, y no por una mejor oferta de la terminal de Santa Lucía.

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Imagen BBC
Cómo logró Perú convertir uno de los desiertos más áridos del mundo en un gran centro de producción de alimentos
7 minutos de lectura

Perú se ha convertido en pocos años en un gran exportador de productos agrícolas, pero se mantienen las dudas sobre cuánto podrá mantener su modelo.

04 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
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Las vastas llanuras desérticas de la región de Ica, Perú, se han llenado en las últimas décadas de extensos cultivos de arándanos y otras frutas.

Hasta la década de 1990 resultaba difícil imaginar que esta zona del desierto costero peruano, donde a primera vista se ve poco más que polvo y mar, pudiera convertirse en un gran centro de producción agrícola.

Pero eso es lo que ha ocurrido no solo aquí, sino en la mayoría del litoral desértico peruano, donde han proliferado grandes plantaciones de frutas no tradicionales aquí, como los espárragos, los mangos, los arándanos o los aguacates (o paltas, como les llaman en Perú).

La enorme franja que atraviesa el país en paralelo a las olas del Pacífico y las elevaciones andinas se ha convertido en un inmenso huerto y en el epicentro de una pujante industria agroexportadora.

Según las cifras del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego de Perú, las exportaciones agrícolas peruanas crecieron entre 2010 y 2024 un promedio anual del 11%, alcanzando en 2024 la cifra récord de US$9.185 millones.

Perú se ha convertido en estos años en el mayor exportador mundial de uvas de mesa y de arándanos, una fruta que apenas se producía en el país antes de 2008, y su capacidad para producir a gran escala en las estaciones en las que es más difícil hacerlo en el Hemisferio Norte lo han llevado a erigirse en una de las grandes potencias agroexportadoras y proveedora principal de Estados Unidos, Europa, China y otros lugares

Pero, ¿qué consecuencias tiene esto? ¿Quién se beneficia? ¿Es sostenible el boom agroexportador peruano?

Cómo empezó todo

El proceso que llevaría al desarrollo de la industria agroexportadora peruana comenzó en la década de 1990, cuando el gobierno del entonces presidente Alberto Fujimori impulsaba profundas reformas liberalizadoras para reactivar a un país golpeado por años de crisis económica e hiperinflación.

Primer plano de una planta de arándanos. Una mano los sujeta.
Klebher Vásquez / Getty
Perú se ha convertido en pocos años en el mayor exportador de arándanos del mundo.

“Las bases se sentaron al reducir las barreras arancelarias, promover la inversión extranjera en Perú y reducir los costos administrativos para las empresas; se buscaba impulsar a los sectores que tuvieran potencial exportador”, le dijo a BBC Mundo César Huaroto, economista de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas.

“Al principio, la atención se centró en el sector minero, pero a finales de siglo ya aparece una élite empresarial que ve el potencial del rubro agroexportador”.

Pero no bastaba con leyes más propicias ni con la intención.

La agricultura a gran escala en Perú se había enfrentado tradicionalmente a obstáculos como la escasa fertilidad de los suelos de la selva amazónica y la accidentada orografía de la sierra andina.

Ana Sabogal, experta en ecología vegetal y cambios antrópicos en los ecosistemas de la Pontificia Universidad Católica del Perú, explicó a BBC Mundo que “la inversión privada de grandes agricultores, menos reacios al riesgo que los pequeños, facilitó innovaciones técnicas como el riego por goteo y el desarrollo de proyectos de riego”.

La solución del problema de la escasez de agua en el desierto permitió empezar a cultivar en una zona donde tradicionalmente no se había contemplado la agricultura y empezar a explotar sus particulares condiciones climáticas, que lo convierten en lo que los expertos describen como un “invernadero natural”.

“La zona no tenía agua, pero con agua se convertía en una tierra muy fértil”, indica Huaroto.

Todo eso, sumado a innovaciones genéticas, como la que permitió el cultivo local del arándano, posibilitó que Perú incorporara grandes extensiones de su desierto costero a su superficie cultivable, que se amplió en alrededor de un 30%, según la estimación de Sabogal.

“Fue un aumento sorprendente y enorme de la agroindustria”, resume la experta.

Hoy, regiones como Ica o la norteña Piura se han convertido en grandes centros de producción agrícola y la agroexportación en uno de los motores de la economía peruana.

Un hombre trabaja la tierra en el campo peruano.
Ernesto Benavides / Getty
El boom agroexportador ha encarecido el agua y la mano de obra para los pequeños agricultores.

Qué consecuencias ha tenido

Según la Asociación de Exportadores ADEX, las exportaciones agrícolas representaron en 2024 un 4,6% del Producto Interno Bruto (PIB) peruano, cuando en 2020 no era más que un 1,3%.

El impacto económico y ambiental ha sido notable y ambivalente.

Sus defensores subrayan que ha traído beneficios económicos, pero los críticos apuntan a sus costes medioambientales, como su elevado consumo de agua en zonas donde escasea y la población no tiene garantizado el suministro.

El economista César Huaroto dirigió un estudio para evaluar el boom agroexportador en la costa de Perú.

“Una de las cosas que encontramos es que la industria agroexportadora había actuado como dinamizador de la economía local, ya que incrementó el nivel de empleo de calidad en amplias zonas donde dominaba la informalidad, y se registró un incremento de los ingresos promedios de los trabajadores”, dijo.

Aunque esto no beneficia a todo el mundo por igual.

“A los pequeños agricultores independientes les cuesta más encontrar trabajadores porque los salarios son más altos y también tienen más dificultades en el acceso al agua que necesitan sus campos”.

Efectivamente, la agroexportación parece estar arrinconando las formas tradicionales de trabajar el campo y cambiando la estructura social y de la propiedad en amplias zonas de Perú.

“Muchos pequeños propietarios ven que sus campos ya no son rentables por lo que están vendiendo sus campos a grandes compañías”, indica Huaroto.

Sin embargo, según el mismo economista, “incluso muchos pequeños agricultores se mostraban satisfechos porque la agroindustria les había dado trabajo a miembros de su familia”.

El problema del agua

En los últimos años se cuestionan cada vez más los beneficios para el país del negocio agroexportador.

Pero la principal fuente de crítica es el agua.

“En un contexto de escasez hídrica, en que una parte importante de la población de Perú no tiene agua en su casa, el debate en torno a la industria agroexportadora se ha vuelto muy vivo”, señala Huaroto.

La activista local Charo Huaynca le dijo a BBC Mundo que “en Ica se está dando una disputa por el agua porque no hay para todos”.

Una mujer junto a cubos de agua en una calle sin asfaltar de Perú.
Martín Bernetti / Getty
Los críticos señalan que la industria agroexportadora consume mucha agua en un país donde parte de la población no tiene acceso a ella.

En esta árida región la cuestión del agua es polémica hace tiempo.

Mientras muchos asentamientos humanos deben arreglárselas con la que llega en camiones cisternas y almacenarla para satisfacer sus necesidades, grandes áreas de cultivos destinados a la agroexportación tienen garantizada la que necesitan a través de pozos en sus fundos y acceso prioritario al agua de riego que se trasvasa desde la vecina región de Huancavelica.

“Se supone que está prohibido excavar pozos nuevos, pero cuando los funcionarios de la Autoridad Nacional del Agua (ANA) llegan a inspeccionar las grandes explotaciones les niegan el acceso alegando que se trata de propiedad privada”, denuncia Huanca.

BBC Mundo solicitó sin éxito comentarios a la ANA y al Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego de Perú.

Huanca ve indicios de que el acuífero subterráneo que abastece gran parte del agua de Ica se está agotando.

“Antes bastaba con cavar cinco metros, pero ahora hay que llegar hasta 10 ó 15 metros de profundidad para que aparezca el agua”.

En Ica apenas llueve, por lo que gran parte del agua se obtiene bajo tierra.

“Los pequeños agricultores se quejan de que a ellos se les exige pagar grandes cantidades por el agua, mientras que las grandes explotaciones cuentan con reservorios y grandes piscinas que llenan y cuya agua luego optimizan con sistemas de riego tecnificado”, indica Huanca.

Grupos de personas recogen frutos en una explotación agrícola peruana.
Sebastián Castaeda / Getty
Regiones como Ica o la norteña Piura se han convertido en grandes centros de producción agrícola.

En esta región se cultivan las uvas con las que se produce el famoso pisco, el aguardiente cuya fama se ha convertido en fuente de orgullo nacional para los peruanos, pero incluso eso es ahora cuestionado.

“Hay quien critica que la uva es básicamente agua con azúcar y, si exportas la uva y sus derivados, estás exportando agua”, señala Sabogal.

En Ica, el reto es hacer sostenible el próspero negocio agroexportador con el medio ambiente y las necesidades de la población.

“Cada vez que hay elecciones se habla de este tema, pero nunca llegan las soluciones. Se debe resolver cómo se va a hacer la economía de Ica sostenible a largo plazo, porque si no hay agua la economía se va a caer”, pide Huanca.

El desafío, en realidad, lo es para todo el Perú agroexportador.

“La situación actual no es sostenible a largo plazo. Está muy bien que haya industria agroexportadora porque genera ingresos y divisas, pero siempre y cuando se destine la cantidad de agua requerida para la población y los ecosistemas”, zanja Sabogal.

raya gris
BBC

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