
Para entender mejor
Abogadas y especialistas coinciden en que la absolución de Diego N, acusado de alterar con inteligencia artificial fotografías de estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN) para comercializarlas como contenido íntimo, evidencia fallas en el sistema de justicia penal que van desde la valoración de las pruebas, la tipificación y acreditación del delito y las sanciones.
Valeria Martínez Mondragón, abogada de las ocho víctimas que denunciaron a Diego N por el delito de violación a la intimidad sexual, considera que la sentencia absolutoria por parte del juez Francisco Salazar Silva se debe a que no valoró las pruebas ni juzgó con perspectiva de género.
“Le dejamos la total responsabilidad al juez, él decidió no tomar el debido peso de cada una de las pruebas que se le presentaron. En las manos del juez estaba la responsabilidad y decidió no juzgar con perspectiva de género o no dictar la sentencia condenatoria”, menciona Martínez Mondragón en entrevista.
Para saber más: “Diego N libre ¡no!”: estudiantes del IPN y Olimpia Coral marchan por sentencia por violencia digital
La abogada explica que integró una carpeta durante un año y fue la suma de esfuerzos de la fiscalía, la Policía de Cibernética y de las asesorías jurídicas. Sin embargo, el 4 de diciembre Diego N fue absuelto pese a que el juez reconoció el delito en contra de las víctimas pero determinó que no había elementos suficientes para acreditar su responsabilidad.
“Es importante que ustedes sepan que a Diego no lo dejan absuelto por inocente, sino porque el juez valora que no fueron pruebas suficientes, que es algo muy diferente”, aclara Martínez Mondragón a medios de comunicación.
Las estudiantes buscaban una sentencia histórica al ser el primer caso en México en buscar castigar la violencia digital con inteligencia artificial. Se trata de dos carpetas de investigación que fueron acumuladas en una misma desde el 15 de marzo de 2024 y que ahora están en proceso de apelación.
“Creo que es una falta de capacitación de las personas que juzgan, porque al final este es el primer delito que llega ante un juez de enjuiciamiento. Entonces no tienen mucha idea de con qué elementos se deben de juzgar este tipo de delitos”, sostiene la abogada.
Aunque el proceso tuvo un mismo juicio, Diego N iba a ser sentenciado por cada una de las carpetas de investigación. De acuerdo con la abogada, buscaban una sanción penal de 12 años de prisión por cada una de las víctimas cuya denuncia llegó a juicio, es decir, 24 años en total.
“El hecho de juzgar con perspectiva de género no quiere decir que te vas a leer los tratados internacionales, las leyes locales y federales y decir ‘estoy juzgando con perspectiva de género’. Juzgar con perspectiva de género quiere decir que tienes que analizar el contexto”, dice la abogada.
Diego N está acusado de cometer el delito de violación a la intimidad sexual, tipificado en el artículo 181 Quintus del Código Penal de la Ciudad de México. Para que un delito sea probado y exista certeza jurídica debe ocurrir como establecen el marco legal, sin embargo, Leslie Jiménez Urzua considera que los verbos para esta tipificación del delito confunden.
“Los verbos son amplios, lo que genera confusión respecto a las responsabilidades y grados de participación de los agresores”, menciona en entrevista la experta en derecho penal.
El delito contra la intimidad sexual se configura gracias a la Ley Olimpia, un conjunto de reformas a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y al Código Penal Federal. La activista contra la violencia digital, Olimpia Coral Melo, acompaña el caso de las estudiantes del IPN.
“Comete el delito contra la intimidad sexual quien videograbe, audiograbe, fotografíe, filme o elabore, imágenes, audios o videos reales o simulados de contenido sexual íntimo, de una persona sin su consentimiento o mediante engaño”, se lee en el artículo 181 Quintus.
Jiménez Urzua señala que pese a que fue creado este tipo penal, no existen protocolos de investigación específicos con elementos científicos y técnicos para sustentar las investigaciones. Esto deja a la fiscalía y ministerio público sin herramientas para cumplir con la investigación, perpetúa la impunidad y revictimiza a quienes son víctimas de este delito.
“Estamos de acuerdo en que esto es violencia. El problema es que se ha dificultado la comprobación, ellas tienen que comprobar que están siendo víctimas porque el sistema está muy retrasado en cómo se analiza este tipo de información, cómo se entregan estas evidencias, cómo se resguardan y al final quienes salen perjudicadas son las sobrevivientes”, concuerda Angie Contreras, consultora en temas de comunicación con perspectiva de género y tecnología.
Para Leslie Jiménez Urzua, la absolución de Diego N la violencia digital no puede analizarse únicamente desde la actuación del juez o la Fiscalía, también desde la legislación que tipificó la violación a la intimidad sexual para que existan normas que permitan acceder a la justicia y no sólo delitos que abren la brecha de impunidad.
“Por ejemplo, tenemos la realización de un asesinato y tenemos esta transmutación en el mundo real de la persona lo realizó y podemos tener evidencias como una pistola. En el caso concreto de violencia digital, como es a través de dispositivos tecnológicos, tenemos que acreditar no solamente que el material salió de su dispositivo, sino que, en efecto, esta persona lo elaboró, una claridad de cómo acreditar que ese contenido en efecto se se concibió, se compartió sin consentimiento”, compara con el delito de homicidio.
La abogada Paola Zavala Saeb agrega que desde la legislación es una medida punitiva aumentar sanciones penales, delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa o aumentar delitos como ocurrió con la violación a la intimidad sexual, pero estas medidas no ayudan a disminuir las conductas delictivas.

Las especialistas Leslie Jiménez Urzua, Angie Contreras y la abogada Paola Zavala Saeb coinciden en que la violencia digital no puede enfrentarse sólo desde la vía penal, sino que es necesario explorar alternativas, como la administrativa, laboral, civil o escolar, para ofrecer a las víctimas más opciones de acceso a la justicia y reparación del daño.
“Creemos que este tipo de conductas sin duda merecen sanciones, pero que debe de haber otras alternativas a ellas que las sanciones penales primero porque el sistema penal está colapsado, o sea hay tantas víctimas en este país que el sistema penal es insuficiente para castigar”, comenta Zavala Saeb.
La justicia penal sanciona con prisión las conductas que son un delito y Zavala Saeb afirma que así deberían ser castigados los delitos más graves, como el homicidio o el feminicidio. En cambio, la justicia restaurativa propone una reparación del daño para que la víctima se sienta satisfecha.
“Es bien importante que la gente tenga posibilidades de tener justicia de otra manera, que haya otro tipo de sanciones económicas, trabajo comunitario, reparación del daño, otro tipo de sanciones”, añade la abogada Zavala Saeb.


Los astrónomos han detectado señales de que nacen cada vez menos estrellas. Podría ser parte de un declive gradual del Universo y de todo lo que contiene. Pero ¿por qué? ¿Y cuánto deberíamos preocuparnos?
En las últimas dos décadas los astrónomos han ido notando pistas de que el cosmos tal vez ha pasado su mejor momento.
Una de esas señales es que menos estrellas han ido naciendo.
Ahora, eso no significa que el universo se está quedando sin estrellas. Hay estimaciones de que hay por lo menos un septimillón de ellas -eso es un número seguido de 24 ceros.
Pero los astrónomos creen que la producción de nuevas estrellas se está reduciendo.
El consenso científico actual es que el universo tiene una edad de 13.800 millones de años.
Las primeras estrellas se formaron poco después de que el Big Bang apareciera.
De hecho, el año anterior, el telescopio espacial James Webb halló un trío de estrellas en nuestra galaxia, la Vía Láctea, que se cree tienen una edad cercana a los 13.000 millones de años.
Las estrellas son esencialmente bolas gigantes de gas caliente que comenzaron su vida de la misma forma.
Ellas se forman en nubes enormes de polvo cósmico conocidas como nebulosas. La gravedad junta los gases, que eventualmente se calienta y se convierte en una estrella bebé, o como se le conoce, protoestrella.
A medida que el corazón de la estrella se calienta a millones de grados centígrados, los átomos de hidrógeno que están contenidos allí comienzan a agitarse para formar helio a través de un proceso llamado fusión nuclear. Esta reacción emite luz y calor y la estrella ahora está en una fase estable de “secuencia principal”.
Los astrónomos estiman que las estrellas en secuencia principal, incluido nuestro propio Sol, son aproximadamente el 90% de todas las estrellas del universo. El rango varía entre una décima parte hasta 200 veces la masa de nuestro Sol.
Eventualmente esas estrellas consumen su combustible y pueden tomar diferentes caminos en su manera de morir.
Estrellas con masas pequeñas como nuestro Sol entran en un proceso de desvanecimiento que puede durar miles de millones de años.
Para estrellas “hermanas” más grandes, con al menos ocho veces el tamaño del Sol, su final es más dramático: ellas se destruyen en una gran explosión conocida como supernova.
En 2013, un equipo internacional de astrónomos dedicados a estudiar las tendencias en la formación de estrellas afirmó que de todas las estrellas que iban a nacer en la historia del Universo, el 95% ya lo había hecho.
“Vivimos en un universo dominado por estrellas viejas”, dijo en ese momento el autor del estudio, David Sobral, en un artículo publicado en la revista Subaru Telescope.
En la línea del tiempo del universo, parece que su momento de mayor producción de estrellas ocurrió hace unos 10.000 millones de años, en un período conocido como el “Mediodía Cósmico”.
“Las galaxias convierten el gas en estrellas y lo están haciendo a una tasa decreciente”, explica el profesor Douglas Scott, cosmólogo de la Universidad de British Columbia en Canadá.
Scott es el coautor de un informe, que aún no se ha publicado, en el que se analiza información de los telescopios de la Agencia Espacial Europea, Euclides y Herschel.
Él y su equipo de investigadores espaciales fueron capaces de estudiar de forma simultánea cerca de 2,6 millones de galaxias, lo que fue posible gracias al mapa 3D del universo creado por la misión Euclides.
Los astrónomos estaban particularmente iuteresados en el calor que emiten las estrellas. Las galaxias con mayor tasa de formación de estrellas tienden a tener un polvo cósmico más caliente a medida que contienen estrellas más grandes y calientes.
El equipo halló que las temperaturas de las galaxias han ido disminuyendo en los últimos mil millones de años.
“Ya se nos pasó el momento de mayor formación de estrellas, y habrá cada vez menos formación de nuevas estrellas en el universo”, agrega Scott.
Es verdad que la muerte de las viejas estrellas puede llevar a la formación de nuevas usando el mismo material, pero no es tan simple.
Asumamos que tenemos una pila de materiales de construcción y la usamos para hacer una casa. Si queremos construir uno nuevo, podemos reciclar cosas de una casa vieja, pero no todo será útil.
“Eso significa que solo podemos hacer una casa más pequeña. Cada vez que hagamos una demolición, habrá menos materiales que sean útiles hasta que no se pueda construir nada”, señala Scott.
Eso es lo que pasa con las estrellas.
“Cada generación de estrellas tienen menos combustible para gastar y eventualmente no habrá suficiente combustible para hacer una estrella”, añade.
Y concluye: “Ya sabemos que las estrellas menos masivas son más comunes que las estrellas masivas en el universo”.
Los científicos han teorizado durante mucho tiempo que el universo llegará a su fin algún día. Simplemente no pueden estar seguros de cómo ni cuándo.
Una de las teorías más aceptadas actualmente es la muerte térmica.
También conocida como la “Gran Helada”, predice que a medida que el universo continúa expandiéndose, la energía se dispersará hasta que finalmente se enfríe demasiado para sustentar la vida. Las estrellas se alejan cada vez más, se quedan sin combustible y no se forman nuevas.
“La cantidad de energía disponible en el universo es finita”, explica Scott.
Pero antes de que mires con melancolía el cielo, la desaparición de las estrellas tomaría una cantidad astronómica de tiempo.
Scott estima que seguirán apareciendo nuevas estrellas durante los próximos 10 a 100 mil millones de años, mucho después de que nuestro Sol probablemente haya desaparecido.
En cuanto a la “Gran Helada”, podría tardar aún más: a principios de este año, astrónomos de la Universidad Radboud de los Países Bajos estimaron que el final llegaría en aproximadamente un quinvigintillón de años, es decir, un uno seguido de 78 ceros.
Hay tiempo de sobra, entonces, para apreciar las estrellas la próxima vez que haya una noche despejada.
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