El Gobierno de México usó de forma engañosa datos sobre la reducción de la pobreza recopilados por el Banco Mundial para afirmar que 9.5 millones de personas salieron de esa condición desde 2018 y que el país es líder internacional en ese indicador.
Sin considerar en su publicación el nivel de pobreza a partir del cual se dio la reducción en cada país; tampoco la diferencia poblacional entre naciones y que el indicador que presumió se enfoca en ingresos, mientras que Coneval se encarga de medir oficialmente la pobreza en México considerando también las carencias sociales.
En el gráfico difundido en Facebook y X, el gobierno mostró un listado de 18 naciones (sin explicar el criterio de su selección), donde México aparece como el tercero donde mayor población salió de la pobreza, sólo detrás de China y Brasil. Pero por delante de países como Alemania, Canadá, Chile y Uruguay.
“Pareciera ser escandaloso el éxito mexicano, dado que la pobreza aumentó en Alemania. Sin embargo, son países que están en etapas muy distintas de reducción de pobreza. Como la pobreza es más baja en Alemania, tiene fluctuaciones muy bajas. Lo mismo Uruguay o Chile, que son comparables con México en el sentido del ingreso medio, pero sus etapas de reducción de pobreza están mucho más adelantadas”, comentó Héctor Nájera, del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED).
Agregó que a diferencia de esos países, donde la reducción de pobreza estuvo acompañada de mayor desarrollo, con crecimiento económico e inversión en infraestructura social, el caso de México es atribuible principalmente al incremento del salario mínimo durante el actual sexenio.
Por otro lado, al revisar el análisis del Banco Mundial, que utiliza los datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del INEGI, se advierte que utiliza la línea de pobreza para países con ingresos medios que es de 6.85 dólares diarios a precios constantes de 2017, diferente a la que emplea el Coneval.
Para entender mejor: Así es como México y otros países miden la pobreza
Con ese indicador, se observa que entre 2018 y 2022 el porcentaje de personas en pobreza considerando ingresos monetarios se redujo de 28.8 a 21.8%, mientras que para 2023 se estimó una baja hasta 20.8%, lo que corresponde con el dato mostrado en la publicación del gobierno mexicano de una reducción de 8 puntos porcentuales.
Pero el Gobierno de México no aclaró que los tamaños de la población de los países que integran la lista son diferentes.
“Si vas a comparar países de poblaciones tan distintas, es mejor usar las variaciones porcentuales (relativo), no millones de personas (absoluto)”, apuntó Diego Merla, coordinador del programa de Justicia Fiscal en Oxfam México.
Por ejemplo, la población en México en 2023, según los datos del Banco Mundial, era de 128.5 millones de personas, más del doble de Colombia, que tenía 52.1 millones; y más de 6 veces la población de Chile, con 19.5 millones, o 35 veces la de Uruguay, con 3.6 millones. Ello hace que el número de personas que salieron de la pobreza en cada país tampoco sea comparable.
“En el caso de Uruguay, uno pudiera pensar que es una noticia casi casi de fracaso que pareciera inferirse de la gráfica. En realidad es una historia de éxito, porque la pobreza es mucho más baja y ha sido baja durante un período más bien largo de tiempo, que quisiéramos observar en el caso mexicano hacia el futuro”, comentó Nájera.
El gráfico del gobierno muestra que Uruguay tuvo un incremento de 100 mil personas en pobreza; pero la proporción de personas en pobreza en ese país, según el indicador del Banco Mundial, es de 6.4% en 2022. Es decir, una proporción menor a la que registra México.
A ello se suma que la gráfica que realizó el Gobierno de México es confusa, pues utiliza barras de tamaños que no corresponden con los valores que representan, acotó Diego Merla.
En el reporte del Banco Mundial no se presenta la cifra de 9.5 millones de personas, ese es un cálculo que hizo el gobierno mexicano, y especialistas insistieron en que las cifras oficiales para la pobreza multidimensional en el país son las que da el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
“Esas cifra específica de 9.5 millones no puede ser verificable. La diferencia de personas en pobreza entre 2018 y 2022 (según el Coneval) es de 5.1 millones de personas. Y en todo caso, la reducción de 2020 a 2022 no alcanza, se queda en 8.9 millones”, explicó a El Sabueso Axel González, coordinador de Datos de México Cómo Vamos.
La medición oficial de la pobreza en México, al igual que en otros países, se hace cada dos años, por lo que los datos más recientes serán de ese año y no de 2023, agregó el especialista.
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El propio reporte del Banco Mundial explica que las cifras para 2023 son estimaciones, y en cambio las cifras oficiales que menciona, y que consideran los datos de Coneval, son comparando 2020 con 2022.
“La tasa oficial de pobreza multidimensional, que combina personas en pobreza por ingresos e indicadores de carencias sociales, cayó de 43.9% en 2020 a 36.3% en 2022, lo que llevó a 8.9 millones de mexicanos a salir de la pobreza, con 46.8 millones aún en esa condición”, detalla el informe.
Incluso, usando las estimaciones del Banco Mundial, que prevén que la proporción de personas en pobreza para países de ingreso medio en México sea de 20.8% en 2023, la reducción de personas en esa condición no alcanza los 9.5 millones que menciona el gobierno.
“La comparación que nos gustaría ver sería en términos de en qué etapa están del desarrollo, cuál es la magnitud de la pobreza y cómo se ha comportado en un periodo importante en el tiempo. En este caso, por ejemplo, Uruguay saldría mucho mejor parado, Alemania también saldría arriba de México”, finalizó el especialista del PUED.
El Sabueso consultó con el Gobierno de México cómo se eligió la lista de países representados, cuáles fueron los datos usados para elaborar el gráfico y por qué se usaron datos de distintos periodos, pero al momento de la publicación de esta verificación no ha obtenido respuesta.
Ya está en Netflix la última adaptación al cine de la famosa novela mexicana. Una obra que supo identificar elementos centrales de la vida y la idiosincrasia de los mexicanos. Acá te explicamos por qué Pedro Páramo terminó siendo tan ilustrativa de este país inabordable.
Y está luego porque, si bien es una de las tres o cuatro novelas insignes mexicanas, Pedro Páramo no entra en los moldes y códigos usuales de la literatura: es compleja, ambiciosa, enigmática, intensa. Y por eso, muy mexicana.
Ahora la novela, precursora del llamado “boom latinoamericano” y descrita por Jorge Luis Borges como “una de las mejores de las literaturas de lengua hispánica, y aun de la literatura”, llegó al cine.
Es la cuarta vez que se intenta una adaptación cinematográfica de la novela. Se hizo en 1966, 1978, 1981. Y la nueva es, probablemente, la más ambiciosa.
La produjo Netflix. La dirigió Rodrigo Prieto, un reputado cinematógrafo mexicano. La escribió Mateo Gil, un laureado guionista español. Y ha generado, como era de esperarse, críticas y elogios enérgicos, porque el reto es mayúsculo, casi inabordable.
Este es un libro colosal de solo 132 páginas. Propone un abordaje profundo, amplio y trascendental de México. Lo hace con innovaciones conceptuales, narrativas y visuales.
Y es tan emblemático porque expuso facetas de la mexicanidad que quizá hoy parecen obvias, pero que en los años 50 se estaban empezando a identificar, y hoy siguen vigentes.
Rulfo, en parte por su condición de huérfano, de víctima de guerras civiles, de curioso viajero, supo no solo identificar, sino mágicamente exponer cinco de las facetas de México que acá recogemos de manera breve.
Como le muestran al mundo cada 1 y 2 de noviembre, los mexicanos tienen una íntima relación con la muerte: la acogen, la honran, la tienen en cuenta.
Y Pedro Páramo es, sobre todo, una novela de fantasmas.
La premisa de la novela es más o menos esta: el joven Juan Preciado viaja al pueblo de Comala tras la muerte de su madre en busca de su padre, Pedro Páramo, un cacique y patriarca en tiempos de guerra civil que sufre una pena de amor.
Preciado, alucinado y confundido, se encuentra con personajes que, como el pueblo, parecen estar en tránsito hacia la muerte.
Juan Villoro, un escritor mexicano, explicó en una conferencia de 2016 sobre el tema en el Colegio Nacional mexicano: “Los fantasmas de Rulfo no son para dar miedo, sino fantasmas en pena, ánimas que están tratando de llegar al más allá, y no llegan (…) Los fantasmas de Rulfo, al ser pobres, son fantasmas de verdad”.
Preciado busca a su padre, pero en el camino se da cuenta que está en el mismo tránsito que los personajes que se topa.
“Ha atravesado —elabora Villoro— el río de la inmoralidad y pasa la historia buscando un segundo río que le conceda la muerte, la muerte como bendición (…) Los personajes esperan no solo una muerte física, sino también una muerte que los redima moralmente”.
Una muerte, pues, entendida a la mexicana.
Pedro Páramo es, también, una novela sobre la realidad social de un país.
Julia Santibáñez, escritora y gestora cultural, explica: “Rulfo sufrió las consecuencias de la guerra y fue víctima de la economía que surgió de las guerras (…) La pobreza, la exclusión y la violencia no son solo temas que le importan, sino que vivió y que están en la novela de manera tentacular, en cada página”.
Los padres del escritor murieron cuando él tenía menos de 10 años en plena Guerra Cristera por las reformas liberales de una revolución que recién terminaba. Rulfo se crio en orfanatos, no fue a la universidad y trabajó en la burocracia del Estado y fundaciones, cargos que le permitieron viajar y ver el país de primer mano.
Volvemos con Villoro: “Rulfo plantea una historia de aquellos que han sido expulsados de la historia de los hechos. Son tan pobres, están tan desposeídos, que ni siquiera tienen derecho a que nada les suceda: no tienen propiedad, destino propio ni historia”.
Esta es una novela sobre los excluidos. Una obra sobre un país de pobres. Una realidad social que en 70 años ha cambiado, pero que en muchos sentidos sigue igual: hoy, uno de cada tres mexicanos es pobre y la desigualdad está entre las cinco más agudas del mundo.
La novela, según Villoro, “nos hace preguntarnos cuántos mexicanos están en la condición de expulsados de la historia”.
Hay expresiones de los personajes de Pedro Páramo que, aunque sea inventadas por Rulfo, parecen sacadas de la calle en cualquier rincón de México.
Santibáñez explica que Rulfo “puso el centro de gravedad en el lenguaje y creó un lenguaje que se parece al del campo, pero que no es estrictamente igual y podríamos morir pensando que es el lenguaje del campo”.
Y esa, según Villoro, fue la clave de la gran innovación lingüística de la novela, porque “toma elementos del habla popular, pero lo recrea de tal manera que el habla popular se convierte en algo más auténtico que lo que dicen los campesinos (…) Es algo incluso más auténtico que el mundo de los hechos”.
Qué puede parecer más mexicano, así no lo sean del todo, que adjetivos como “desconchinflado”, o arcaísmos como “si consintiera en mí”, o frases involuntariamente poéticas como “tú que tienes los oídos muchachos”, o enunciados redundantes como “esto prueba lo que te demuestra”.
Los mexicanos tienen expresiones, dialectos, formas que revelan parte de su idiosincrasia: van desde expresiones simples como “a poco” y “qué crees” hasta construcciones complejas como “de tocho morocho” y “nos cayó el chahuistle”.
Y Rulfo, más que hacer el ejercicio periodístico de reportar las expresiones más mexicanas, creó otras tan originales, tan mundanas, tan cercanas, que parecen sacadas de la boca de cualquier habitante de este país.
La vida de Rulfo estuvo, no precisamente por razones felices, en constante movimiento: cuando joven vivió en varias partes del diverso estado de Jalisco, pasó tiempo en Guadalajara y Ciudad de México y, ya adulto, recorrió el país como parte de sus labores como burócrata, investigador y fotógrafo aficionado.
Gracias al movimiento conoció las regiones de México, un país que tiene todo tipo de ecosistemas, pero que en su mayoría se conoce como un espacio seco, árido, caliente e inhóspito.
Dice Villoro que Comala, el pueblo donde trascurre la novela, remite el comal, esa plancha de barro sobre la cual los mexicanos han cocinado sus alimentos durante siglos, porque se trata de un lugar caliente y seco.
Famosa es esta frase de uno de los personajes: “Dicen que en Comala los que se mueren y se van al infierno regresan a Comala por su cobija”.
“Es un paisaje filtrado, indeciso, intermedio, inseguro; lo que ves está tamizado; hay nieblas, polvo, tolvaneras, humo, oscuridad, sombras que tienen eco”, explica Villoro.
Pero además de esta recreación precisa del espacio mexicano, Rulfo también hizo un análisis político sobre la tierra, que tras la revolución habría de ser distribuida equitativamente, pero la promesa se rompió.
“El reparto que hubo a consecuencia de la revolución fue terrible, porque se supone que se repartió para responder a las exigencias revolucionarias, pero luego se supo que eran arenales, tierras no cultivables como son las tierras de Comala”, señala Santibáñez.
Pedro Páramo es, también, un perfil crítico del hombre mexicano.
Un quinto elemento del retrato que hace Rulfo de México tiene que ver con la figura del patriarca en una sociedad machista: Pedro Páramo, el cacique en Comala, es padre de niños que no reconoce, revolucionario que traiciona la revolución y tirano que asesina a sus adversarios impunemente.
“No es que Rulfo tuviera una preocupación por el machismo o una mentalidad feminista, sino que identificó algo central de la personalidad del mexicano”, dice Santibáñez.
Alrededor del 40% de las familias mexicanas, según datos oficiales, carecen de una figura paterna. Eso ocurre hoy, pero viene de décadas atrás.
“Pedro Páramo es la figura del padre tiránico de la familia mexicana”, dice Villoro.
Y lo es por varias razones: porque abandona a sus hijos, porque administra el poder de manera arbitraria y traicionera y porque lleva el desamor de Susana San Juan de manera arrogante y arbitraria.
Una faceta que, en general, sigue vigente en la cultura mexicana, según Santibáñez: “Pedro Páramo bien le podría cantar a Susana una canción de Luis Miguel diciendo ‘tengo todo excepto a ti’”.
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