El coordinador de asesores de la Presidencia, Jesús Ramírez, presumió que en diciembre pasado México “obtuvo el número de empleos formales más alto del que haya registro”, pero su dicho en X de nueva cuenta desinforma, como ocurrió cuando difundió un gráfico engañoso diciendo que el país estaba cerca del “empleo pleno”.
Los datos del IMSS muestran que diciembre de este año cerró con el registro de 22.2 millones de personas con empleo formal.
Es el acumulado total más alto. Pero Ramírez omite que entre noviembre y diciembre el registro de empleos formales perdió 405 mil 259 puestos, la peor caída para ese mes desde 1997, y en general en 2024 se generaron 67% menos puestos que en 2023.
En el balance, durante el año pasado solo se sumaron 213 mil 993 empleos formales, la segunda menor cifra de empleo desde 2010.
Gráfico de México, Cómo Vamos
Y para cubrir la demanda que generan las personas que se incorporan cada año al mercado laboral, se requiere la creación de más de un millón de empleos cada año, según el cálculo de organizaciones especializadas, como México, Cómo Vamos.
La cifra de 213 mil 993 creados en todo 2024, se queda lejos de ese rango.
“Además de que la generación de empleo formal en 2024 fue insuficiente, excluyendo años de crisis como 2008, 2009 y 2020, es uno de los años con menor generación de puestos formales acumulados”, indicó México, Cómo Vamos.
“La desaceleración económica es evidente”, publicó en X el economista Gerardo Esquivel, sobre las cifras de empleo más recientes.
A inicios de diciembre pasado, Ramírez difundió el dicho engañoso de que México se encontraba cerca del “empleo pleno”, por el 97.5% de personas ocupadas en alguna actividad económica que reportó el INEGI.
Esto, sin distinguir que del total de personas ocupadas el 54.1% tiene empleos informales, y que en noviembre se registró la creación más baja de puestos de trabajos formales para ese mes desde 2008.
El galardón por interpretar a Elizabeth Sparkle en la brutal sátira sobre el culto a la belleza y la juventud colocan a Moore como una de las favoritas en la carrera hacia los Oscar.
“Estoy en shock. Llevo mucho tiempo haciendo esto, más de 45 años, y esta es la primera vez que gano algo como actriz”.
Con esa frase recibió Demi Moore este domingo el galardón de mejor intérprete femenina de una película musical o de comedia en la 82.ª edición de los Globos de Oro.
Se alzó con él por haberse puesto en la piel de Elizabeth Sparkle, una estrella televisiva en declive, en The Substance, una brutal sátira sobre el culto a la juventud y la belleza con tintes gore.
Ante el que será su último programa de fitness y por el miedo a caer en el olvido, Sparkle se decide a probar un misterioso elixir de juventud que se promociona con un eslogan que suena muy familiar: “Conseguirás la mejor versión de ti misma”.
Es una película sobre “la violencia que nosotras —las mujeres— nos infringimos a nosotras mismas”, la describió la actriz de 61 años, en uno de los discursos más potentes de la noche.
Haberla protagonizado ha supuesto para Moore, quien fuera la intérprete mejor pagada de los noventa pero que ya apenas trabajaba, prácticamente un renacer en la industria.
Su talento como actriz emerge con fuerza en la película, en la que se muestra totalmente vulnerable y desnuda.
Y su triunfo en los galardones que entrega la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood le allana el camino hacia las nominaciones para los Oscar, que se conocerán el 17 de enero.
“Hace 30 años un productor me dijo que era una actriz de palomitas de maíz, lo que en aquel momento no me hacía merecedora de este premio”, arrancó diciendo Moore.
“Significaba que podía hacer películas exitosas y que recaudaran mucho dinero, pero que no podía ser reconocida (por mi talento). Y yo lo creí”, prosiguió en su discurso.
“Eso me corroyó con el tiempo hasta el punto en el que hace unos años llegué a pensar que eso era todo, que quizá ya estaba completa, que tal vez había hecho ya lo que se suponía que debía hacer”, confesó.
De ese pozo la salvó la directora francesa Coralie Fargeat, admitió Moore, agradeciéndole por ello de corazón.
“Estaba en un punto muy bajo cuando recibí este guion mágico, audaz, valiente, rompedor, absolutamente loco titulado The Substance, y el universo me dijo: ‘No, aún no has acabado'”, prosiguió la actriz.
Moore quiso cerrar su discurso con un mensaje que, aseguró, trata de transmitir la cinta que protagoniza.
“En esos momentos en los que no nos creemos lo suficientemente inteligentes, bellas, delgadas o exitosas, o simplemente cuando consideramos que no somos lo suficiente, podrás ver tu valía si dejas a un lado la vara de medir“, subrayó.
“Así que hoy celebro esto (el premio) como el indicador de mi plenitud y del amor que impulsa, y del regalo que supone hacer algo que amo y que me recuerda que sí pertenezco”, zanjó.
Tras una infancia difícil en su natal Roswell (Nuevo México, Estados Unidos), Moore se fue de casa a los 16 años para trabajar de recepcionista en los estudios de la 20th Century Fox en Los Ángeles.
Y una vez allí, con el tiempo, decidió lanzarse a la interpretación y probar suerte en la industria.
Obtuvo su primer papel en 1981, con 19 años, en la película Decisión.
Aunque tendría que esperar hasta 1985 para que llegara su Jules de St. Elmo, punto de encuentro, una cinta que cimentó las bases de la llamada Generación X y que revolucionó el llamado cine adolescente.
En ella compartiría protagonismo con Andie McDowell, Emilio Estevez y Rob Lowe, miembros del llamado Brat Pack, un grupo de jóvenes intérpretes que redefinieron el cine juvenil de los 80.
Pero el filme que verdaderamente la lanzó al estrellato fue Ghost. La sobra del amor.
Rodado con un presupuesto de apenas US$22 millones, llegó a recaudar US$500 millones, convirtiéndose en el más taquillero del año.
Ghost, que se alzó con dos de los cuatro Oscar a los que aspiraba, le valió a Moore una nominación a los Globos de Oro en 1991, en la misma categoría en la que fue reconocida este domingo.
Su carrera despegó y se convirtió en la actriz mejor pagada del momento, al tiempo que acaparaba portadas también por su relación con el actor Bruce Willis.
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Con Striptease marcó otro hito. Aunque fue un fiasco para la crítica, se embolsó US$12,5 millones, consiguiendo así un sueldo que solo los intérpretes masculinos habían alcanzado hasta la fecha.
“Fue importante porque no se trataba solo de mí; se trataba de cambiar las reglas del juego para todas las mujeres”, le dijo en su momento a la revista Variety.
“Pero la narrativa rápidamente se transformó en: ‘Bueno, solo está cobrando esa cantidad porque está interpretando a una stripper‘. Me afectó mucho, pero al mismo tiempo entendí que cualquiera que se atreva a ser el primero recibirá un golpe”, añadió.
“Y eso vale para cualquiera que desafíe el statu quo“.
A aquello le siguieron fracasos de taquilla como La teniente O’Neill y su nombre empezó a asociarse en los medios cada vez menos con su trabajo actoral y de forma cada vez más recurrente con sus relaciones personales o su aspecto físico.
Cuando recibió el guión de The Substance, apenas le llegaban papeles.
Ahora, su premio por protagonizar la película cuyo elenco completan Margaret Qualley y Dennis Quaid la colocan como una de las favoritas en la carrera hacia los Oscar.
Es un regreso en toda regla.
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