El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, no realizó una danza del vientre por la autorización del mandatario Joe Biden —el pasado 17 de noviembre— para que Ucrania utilice misiles estadounidenses de largo alcance contra objetivos militares en Rusia.
Sin bien, antes de figurar en la política, fue comediante y actor, la escena original publicada en 2022 muestra en realidad a un bailarín y coreógrafo, cuyo rostro fue alterado para hacer creer que se trataba del presidente ucraniano.
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En X, antes Twitter, una publicación que desinforma y acumula más de 240 mil vistas comparte el video manipulado con el mensaje: “Le han dado misiles de larga distancia. Nuestras vidas están en sus manos, evitar una tercera guerra mundial también (sic)”.
Sin embargo, una búsqueda inversa en Google Lens con los fotogramas del video, obtenidos con la herramienta InVID, nos llevó a la misma grabación publicada en 2022 en TikTok por @vusaaal, un bailarín y coreógrafo llamado Vusal Mehdiyev y radicado en Azerbaiyán, según su perfil de Instagram.
El video que data de 2022 aparece anclado en su perfil de TikTok; no obstante, encontramos que el mismo autor publicó más escenas de la misma grabación a lo largo de 2020, 2021 y 2023, pues se puede ver la misma decoración y las mismas personas.
Tras un rastreo con palabras clave en Google, encontramos notas de medios de verificación como Reuters Verificación y Snopes, publicadas en enero y julio de 2024, que corroboran que el video no muestra a Volodimir Zelenski y que la desinformación ha circulado desde hace tiempo.
Reuters Verificación contactó a Vusal Mehdiyev quien confirmó que en el clip original aparece él. Además, consultó a especialistas que señalaron que el video en el que supuestamente se observa al presidente ucraniano es un “deepfake”.
Siwei Lyu, profesor de informática e ingeniería en la Universidad Estatal de Nueva York en Búfalo, afirmó al medio de verificación que el video fue generado con Inteligencia Artificial (IA) y presenta características comunes de los videos “deepfakes” de intercambio de rostros, como “desajuste de color regional en el área de la cara o límites en las regiones de la cara empalmadas”.
De igual manera, analizamos el video compartido en la publicación que desinforma con la herramienta Deepware, que lo clasificó como “sospechoso” de manipulación. En febrero pasado, EFE Verifica utilizó la aplicación IVERES, la cual arrojó un 80% de probabilidad de que las imágenes estuviesen falseadas.
Como te contamos en esta nota, el mandatario Joe Biden autorizó el pasado 17 de noviembre a Ucrania el uso de misiles estadounidenses de largo alcance contra objetivos militares en Rusia, de acuerdo con declaraciones de un alto funcionario en Washington a la agencia de noticias AFP.
Esta decisión, según el funcionario citado por AFP, se adoptó debido al despliegue de tropas norcoreanas para ayudar a Rusia en la guerra contra Ucrania.
El 19 de noviembre, la BBC informó que Ucrania disparó por primera vez desde el inicio de la guerra —en febrero de 2022— misiles de largo alcance suministrados por Estados Unidos contra objetivos en territorio ruso.
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En la madrugada del 21 de noviembre, un misil impactó en la ciudad ucraniana de Dniéper. El presidente ruso, Vladimir Putin, afirmó que el ataque fue realizado con un “nuevo misil convencional de alcance intermedio” denominado Oreshnik. Sin embargo, Ucrania niega esta versión y sugiere que podría tratarse de un misil Kedr.
En El Sabueso hemos detectado desinformación respecto a este tema. Por ejemplo, la semana pasada identificamos una publicación en X que vincula erróneamente un video de 2023 de Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, con la autorización del uso de misiles estadounidenses.
Conclusión: el video que supuestamente muestra a Volodimir Zelenski realizando la danza del vientre fue manipulado para desinformar. En la grabación original aparece un bailarín y coreógrafo. Asimismo, el material no guarda relación con la reciente autorización de Joe Biden para que Ucrania use misiles estadounidenses de largo alcance contra objetivos militares rusos.
A los 89 años, el exmandatario de izquierda logra encaminar la continuidad de su proyecto político más allá de su figura.
Apoyado en un bastón y frágil de salud a sus 89 años, José “Pepe” Mujica reflexionó un instante sobre su porvenir al votar en el balotaje presidencial del domingo en Uruguay.
“Yo personalmente ya no tengo más nada que esperar”, dijo el expresidente de forma pausada ante cámaras y micrófonos. “Mi futuro, lo más próximo, es el cementerio, por razones de edad”.
La frase prenuncia un fin cercano del extraordinario ciclo político que Mujica ha recorrido por más de medio siglo, en varias etapas: de guerrillero tupamaro a prisionero torturado, de legislador y ministro a presidente admirado en el mundo.
El pasado domingo pareció concluir otro capítulo al lograr que su proyecto de izquierda se encamine más allá de su figura con la elección de su delfín, Yamandú Orsi, como nuevo presidente de Uruguay con 49,8% de los votos.
El propio Orsi reconoció la trascendencia que tuvo Mujica en su triunfo electoral al visitarlo a él y a su esposa, Lucía Topolansky, en su chacra de las afueras de Montevideo este lunes.
“Uno tiene que ser agradecido, porque lo que hicieron estos veteranos ha sido muy importante para mí”, dijo al salir del encuentro Orsi, que con 57 años pertenece a una nueva generación de izquierda que llega al gobierno en Uruguay.
No ha sido un acto fácil para Mujica, que vio fracasar otros posibles herederos políticos antes de salirse con la suya el domingo.
Presidente de Uruguay entre 2010 y 2015, Mujica ha dado claras señales de inquietud por la continuidad de su fuerza política cuando él ya no esté.
De hecho, el recambio generacional es algo en lo que piensa desde hace años.
“Los viejos podemos servir para hacer sombra y no dar paso, o podemos servir para ayudar a que exista la gente nueva; yo estoy en esta última”, le dijo Mujica a BBC Mundo antes de las elecciones de 2019, en las que descartó buscar un nuevo mandato pese a su popularidad.
Al año siguiente, renunció a su banca de senador por el riesgo que le marcaba la pandemia de covid debido a su edad y a que padece una enfermedad inmunológica crónica.
Y la noche de octubre de 2022 en que su amigo Luiz Inácio Lula da Silva volvió a ser electo presidente de Brasil, Mujica advirtió en otra conversación con BBC Mundo desde el búnker del brasileño en São Paulo que su “punto débil” era la sucesión.
“¿Qué hay después de Lula?”, preguntó. “Los hombres pasan y las causas quedan. Ese es un problema que tenemos todos. Y realmente en los últimos años he visto desaparecer los partidos históricos en Francia, Italia y en otros lugares. No es sencillo lo que está pasando”.
Si bien el recambio de líderes suele ser un desafío para cualquier fuerza política sin importar su ideología, en América Latina la izquierda ha mostrado dificultades particulares para hacerlo.
En algunos casos, izquierdistas que llegaron a la presidencia en la región buscaron quedarse allí sin abrir espacio a nuevas candidaturas.
En otros casos, los sucesores escogidos perdieron en las urnas o dirigieron gobiernos que acabaron en crisis, como le pasó al kirchnerismo en Argentina.
Y, a veces, la elección de delfines de líderes fuertes de izquierda abrió ásperas disputas dentro de sus partidos, como ocurre en Bolivia con el pulso entre el presidente Luis Arce y su antecesor Evo Morales.
Por cierto, otros presidentes de izquierda pudieron pasar el mando sin traumas visibles a sus elegidos, como lo hizo este año el mexicano Andrés Manuel López Obrador con Claudia Sheinbaum.
Pero el caso de Mujica parece especial porque está fuera del gobierno, superando un arduo tratamiento contra un cáncer de esófago, y pese a ello jugó un papel clave en el triunfo de Orsi al hacer campaña activa a su favor y contra el candidato de la coalición de centroderecha en el poder, Álvaro Delgado.
Mujica había contemplado otros posibles herederos políticos en Uruguay tras dejar la presidencia en 2015 con una fama global por su prédica anticonsumismo y por medidas aprobadas en su mandato, como la legalización de la marihuana y el aborto.
Para el gobierno que siguió al suyo, respaldó como vicepresidente a Raúl Sendic, hijo de uno de los líderes de la organización guerrillera Tupamaros que Mujica integró en las décadas de 1960 y 1970.
Pero la promisoria carrera política de Sendic se desplomó con su renuncia a la vicepresidencia en 2017 ante denuncias de corrupción y con una condena posterior por abuso de cargo y peculado.
Mujica también impulsó la candidatura de su propia esposa, la exsenadora Lucía Topolansky, como intendenta de Montevideo, pero ésta perdió los comicios municipales en 2015 con otro correligionario del Frente Amplio, la coalición de izquierda que ambos integran.
Esa derrota electoral de su compañera de vida fue una señal para Mujica de las dificultades de delegar votos, por más popular que fuera.
“El gran tema de los grandes líderes políticos son siempre los sucesores”, le dice la historiadora uruguaya Mónica Maronna a BBC Mundo.
“El caudal electoral de los sectores y los liderazgos no es permanente, no se transmite de forma mecánica”.
Sin embargo, Mujica siguió fomentando la renovación generacional y el surgimiento de nuevas figuras en el Movimiento de Participación Popular (MPP), la fuerza que creó en 1989 con otros extupamaros.
Una de esas figuras ascendentes era Orsi, que conoció a Mujica hace tres décadas cuando militaba en el MPP en su departamento natal de Canelones, limítrofe con Montevideo.
Con su firme respaldo, Orsi fue electo intendente de Canelones en 2015 y reelecto en 2020, y renunció al cargo en diciembre pasado con altos índices de aprobación para lanzar su exitosa candidatura presidencial.
El exmandatario atrajo además a su agrupación a personas ajenas a la política profesional, como Blanca Rodríguez, una exconductora de informativos de TV que en octubre fue electa senadora.
Así, sin tener ya a Mujica en sus listas, el MPP recibió en octubre una votación histórica que lo afianza como el principal grupo del Frente Amplio, con nueve senadores en una cámara de 30 para la próxima legislatura y 36 diputados en un total de 99.
Si bien Orsi carece del carisma de Mujica, “es un buen heredero” de éste y de su escuela, con características en común como el pragmatismo y la apuesta a la negociación política, señala Adolfo Garcé, un profesor de Ciencia Política en la Universidad de la República, en Montevideo.
Aún está por verse qué papel jugará Mujica en el gobierno de Orsi que comenzará en marzo.
El presidente electo dijo este lunes, luego de visitarlo, que Mujica “tiene la sabiduría de no plantearte las cosas como consejos, sino de plantearte cuál fue su experiencia”.
También negó que le haya sugerido nombres para el gabinete.
“Él armaría lo que a él le parece”, señaló Orsi, “pero él también me dice que yo voy a ser el presidente y yo tengo que decidir“.
Sea cual sea el futuro, todo indica que el dilema de la herencia política se aleja de las preocupaciones de Mujica.
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