Un video que circula en TikTok y ‘X’, antes Twitter, asegura que Xóchitl Gálvez –candidata presidencial por la coalición Fuerza y Corazón por México– no terminó la carrera de ingeniería, pero está sacado de contexto. Además, Gálvez si cuenta con cédula profesional.
“Digo, efectivamente ni siquiera acabé la carrera de ingeniería, al quinto semestre de la carrera ya ganaba 50 mil pesos por el hecho de haber aprendido a programar”, se escucha decir a Gálvez. El texto que acompaña el clip dice: “La ingeniega chingoga, una vez más la traiciona el subconciente, el pri (sic)”.
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En una búsqueda inversa en la herramienta InVID, El Sabueso encontró el video original en las redes sociales oficiales de la candidata el pasado 13 de marzo del 2024 en un evento en Tijuana, Baja California.
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La declaración completa de Gálvez dice:
“Cuando tú me hablas de innovación, de tecnología, ese es el México que yo quiero, efectivamente ni siquiera acabé la carrera de ingeniería, digo, al quinto semestre de la carrera ya ganaba 50 mil pesos por el hecho de haber aprendido a programar eso es lo que te da la educación”, mencionó refiriéndose que aún no se graduaba cuando ya podía ganar ese sueldo.
A partir del minuto 46:02 se puede ver la declaración de Gálvez Ruiz desde Tijuana, Baja California.
La desinformación hasta el momento se ha difundido más de mil veces, tiene 2 mil reacciones, y el video se ha reproducido más de 47 mil veces en X dónde también se acompaña de los textos: “Se graduó en la plaza Santo Domingo” o “lo confiesa, soltó la sopa”.
Además de su declaración sacada de contexto El Sabueso se metió al portal de Cédulas profesionales de la Secretaría de Educación Pública. Al completar los campos con su nombre completo, Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, aparece su número de cédula que acredita que la candidata se licenció en Ingeniería en Computación.
De acuerdo con el portal, su cédula de número 6713213 fue expedida en 2010 por la Universidad Autónoma de México.
En conclusión, Gálvez si terminó la carrera de licenciatura en ingeniería en computación, su declaración fue sacada de contexto.
El ave del terror superaba los 2,5 metros de altura y tenía poderosas extremidades y un pico enganchado con el que destrozaba a sus presas.
Hace 13 millones de años, en los amplios pantanales primitivos de Sudamérica, un enorme reptil aviar no volador, conocido como el “ave del terror”, dominaba el entorno con violenta voracidad.
Estas aves eran depredadoras por excelencia; podían alcanzar estaturas de más de dos metros y tenían poderosas extremidades, afiladas garras y potentes picos encorvados con los que despedazaban la carne de sus presas.
Sin embargo, un nuevo estudio de un fósil encontrado en Colombia hace varios años concluyó que el ave del terror posiblemente no lo tenía todo a su favor y también fue víctima de otros depredadores en un mundo de “todos contra todos”.
Los paleontólogos en el país sudamericano observaron unas marcas de colmillos en un hueso fosilizado que pertenece a una de estas peligrosas aves, lo que supone que algún otro animal aún más grande la pudo haber matado.
Los expertos compararon las perforaciones de los colmillos en el hueso de pata fosilizado con la dentadura de otro reptil prehistórico de tipo caimán o cocodrilo.
Escaneos en 3D de las mordeduras permitieron a los científicos reconstruir lo que creen que fue una “pelea a muerte” que el ave del terror no sobrevivió.
El nuevo estudio, publicado en la revista Biology Letters, comparó el tamaño y la forma de las marcas de dientes con los cráneos y dientes de depredadores similares a cocodrilos en colecciones de museos.
Los investigadores dicen que la muestra es una rara evidencia de la interacción entre dos de los principales depredadores extintos de la época.
El hueso estudiado fue descubierto hace más de 15 años en el desierto de Tatacoa en Colombia.
Cuando el ave habitaba en los pantanos de la región hace 13 millones de años, tendría unos 2,5 metros de altura y se cree que usaba sus poderosas extremidades para dominar y despedazar a su presa.
Lo que los científicos no han podido probar de forma concluyente es si esta particular y desafortunada ave del terror murió en el ataque o si el caimán la devoró como carroña.
“En las marcas de mordedura del hueso no hay señales de curación”, explicó el principal investigador Andrés Link, de la Universidad de los Andes, en Bogotá.
“Así que si ya no estaba muerta, murió en el ataque. Ese fue el último día en que el ave estuvo en este planeta. 13 millones de años después se encontró un pedazo del hueso de su pata”.
El desierto de Tatacoa es rico en yacimientos de fósiles de una época conocida como el Mioceno Medio.
En ese entonces, era un pantano húmedo, donde la sedimentación de los ríos atrapaba y fosilizaba los huesos de animales muertos, resultando en los restos preservados que se encuentran en la actualidad.
Este hueso en particular fue descubierto hace 15 años por César Augusto Perdomo, un coleccionista de fósiles de la región.
Los científicos colombianos trabajaron conjuntamente con Perdomo, estudiando y catalogando los fósiles que había recopilado en su museo.
Allí se dieron cuenta de que el trozo de hueso del tamaño de un puño correspondía a la pata de una ave del terror.
Ese fue un descubrimiento emocionante, porque los fósiles de ave del terror son raros.
Link y sus colegas también quedaron fascinados con las marcas de perforaciones en el hueso, que claramente habían sido hechos por los colmillos de otro poderoso depredador.
Dichas marcas corresponderían a una especie de caimán extinto llamado Purussaurus neivensis, un tipo de cocodrilo que midió hasta cinco metros de largo.
Los investigadores piensan que emboscó a su presa desde la orilla del río, muy similar a como lo hacen los cocodrilos y caimanes modernos.
“Me imaginaría que estaba esperando a que una presa se acercara”, expresó Link.
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Si eso, en efecto, fue una batalla entre dos depredadores ápice, que permite formar una idea de lo que era un antiguo ecosistema.
Las feroces aves del terror pudieron ser mucho más vulnerables a los depredadores de lo que se pensaba.
“Cada pedazo de un cuerpo nos ayuda a comprender mucho sobre cómo era la vida del planeta en el pasado”, declaró Link a la BBC.
“Eso es algo que me asombra, cómo un pequeño hueso puede completar una historia”.
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