¿El grafeno de las vacunas nos causará daño grave? Para empezar, no hay grafeno en las vacunas, pero en redes sociales están usando este argumento sin sustento para desmotivar la vacunación contra COVID-19.
Una de las publicaciones que promueven esta idea ya se compartió más de 700 veces en una publicación de Facebook; pero en diversos perfiles se reproduce el mismo texto que inicia: “Lo del microchip tal vez no resulte, así que optarán por usar el grafeno”.
En ocasiones se comparte también un meme de Bill Gates, señalando que usar “microchips” en las vacunas no era una buena idea, pero el usar grafeno para “cambiar el genoma humano” sí lo es.
Sin embargo, consultamos con especialistas y revisamos documentos oficiales y no hay nada que sustente que realmente hay grafeno en las vacunas, mucho menos que esta sustancia pueda controlar nuestra mente a través de radiofrecuencia.
Consultamos al doctor Uri Torruco, infectólogo que sostiene que las vacunas no tienen grafeno y que no hay tecnología que pueda controlar nuestra voluntad al ser inyectada o implantada en el cerebro.
De acuerdo con el doctor Torruco, cada vacuna tiene una lista de ingredientes, y a diferencia de lo que muchos piensan, los ingredientes de las vacunas no son secretos y tú mismo puedes verificar que no hay grafeno.
El Sabueso revisó los ingredientes de las vacunas que se aplican en México: Pfizer, Cansino, AstraZeneca, Sputnik V y Sinovac; así como los ingredientes de Moderna y Janssen, mejor conocida como Johnson & Johnson. Ninguna incluye grafeno.
En esta liga puedes descargar la ficha técnica de todas las vacunas aprobadas en el país en dónde se especifican los ingredientes que la componen.
Hay que recordar que la Organización Mundial de la Salud ya ha explicado que “se han establecido estrictas medidas de protección para garantizar que las vacunas contra la COVID-19 sean seguras. Antes de ser validadas por la OMS y por los organismos nacionales de reglamentación, deben someterse a pruebas rigurosas en el marco de ensayos clínicos para demostrar que cumplen los criterios internacionalmente aceptados de eficacia y seguridad”.
Según el texto que se difunde en Facebook, “el Grafeno es una lámina de átomo de espesor de carbono formado por células hexagonal es como si fuera un panal de abejas”.
El texto publicado en Facebook describe otras propiedades y características técnicas de este elemento. Luego dice que “se adhiere con más facilidad en las células, irrigadas con POCO OXÍGENO (…) Así logra viajar hasta la red neuronal a través del torrente sanguíneo, donde se aloja para realizar su esperada labor. Interconectada a la nueva tecnología (sic).”
El doctor Carlos Rius, académico de la Facultad de Química de la UNAM, explica que el grafeno es un material que se obtiene del grafito. Sí, eso que contienen los lápices comúnmente.
El especialista explicó que el grafeno son láminas de carbono de solo un átomo de espesor. Fue descubierto por Andre Geim y Konstantin Novoselov y para encontrarlo usaron un método muy simple: poner grafito sobre cinta adhesiva. Este descubrimiento los hizo acreedores al Premio Nobel de Física en 2010.
Una parte de las propiedades que describe el texto es verdad, versión extraída de Wikipedia.
Pero de forma más clara lo resume la fundación responsable de entregar el Nobel: “Como material es completamente nuevo, no solo el más delgado sino también el más resistente. Como conductor de electricidad, funciona tan bien como el cobre. Como conductor de calor, supera a todos los demás materiales conocidos. Es casi completamente transparente, pero tan denso que ni siquiera el helio, el átomo de gas más pequeño, puede atravesarlo. El carbono, la base de toda la vida conocida en la tierra, nos ha sorprendido una vez más”.
Pero el doctor Rius aclara que eso no significa que el grafeno por sí solo, sea capaz de transmitir radiofrecuencias para conectar nuestro cuerpo o cerebro a una tecnología que se manipula a la distancia, como sugiere el texto de Facebook.
“No sirve para radiofrecuencia habría que modificarlo, tampoco sirve para que pueda pasar directamente al cerebro porque hay una barrera encefálica que no permite el paso de cualquier partícula, por eso hay pocos medicamentos que interactúen con el cerebro”, dice Rius.
“Encontraron que en los bordes dentales del material puede perforar fácilmente las membranas celulares y la piel. Sugiriendo la posibilidad de hacer un daño grave en los seres humanos y los animales”, dice el texto publicado en Facebook.
Lo más similar que encontramos sobre esto es esta nota de New Atlas, que cita esta investigación de la Universidad de Brown publicada en 2013.
Esta investigación señala que “comprender y controlar la interacción de los materiales basados en grafeno con las membranas celulares es clave para el desarrollo de tecnologías biomédicas habilitadas por grafeno y para la gestión de los problemas de salud y seguridad del grafeno”.
Es decir, aunque no hay grafeno en las vacunas contra COVID, sí es un material que desde hace varios años se está investigando para aplicaciones biomédicas, pero justamente tomando en consideración que no sean dañinos para la salud.
Anteriormente ya habíamos escuchado del grafeno en las vacunas por una afirmación que también resultó ser falsa. Como te contamos en esta otra verificación por redes sociales circula un documento PDF que lleva el sello de la Universidad de Almería en España, y se menciona que es un estudio donde supuestamente se demuestra la presencia de óxido grafeno en las dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech.
Pero la Universidad de Almería aseguró que es “rotundamente falso” que como institución haya realizado un estudio de esta índole.
El doctor Rius explicó que encontrar los efectos de un elemento en la salud de las personas no es nada fácil y en algunos casos pasan muchos años hasta que finalmente se encuentra claramente una relación de causa efecto.
“Si apenas se están estudiando sus aplicaciones en la vida cotidiana todavía no hay documentación sobre un aspecto perjudicial”, señala.
En abril de este año, el Ministerio de Salud de Canadá recomendó no usar máscaras faciales que contengan grafeno pues sospechaba que las partículas de grafeno inhaladas causan efectos pulmonares negativos.
Canadá retiró algunas marcas de mascarillas con esta característica, pero luego de revisar los datos disponibles en julio volvió a autorizar su venta pues determinó que “las partículas de grafeno de biomasa no se desprenden de estas máscaras en cantidades que probablemente causen efectos adversos en los pulmones”.
Al respecto, los verificadores de Newtral en España consultaron a la investigadora Ester Vázquez, quien estudia la toxicidad de este material dentro del proyecto europeo Graphene Flagship. Ella les dijo que “al hablar de la toxicidad de esta sustancia tenemos que ver primero qué tipo de grafeno se ha utilizado, en qué cantidad, el tamaño de la lámina, cuántas capas se han empleado, su estado de oxidación y con qué se ha mezclado”.
De acuerdo con Newtral, Vázquez explicó que no no se trata de sí o no, pues es necesario considerar muchos factores en contexto.
“La ciencia ficción ha quedado en pañales ante todo el engaño de esta farsa que estamos viviendo en nuestra sociedad, con solo mirar los cielos podemos ver pasar a esos aviones que nos rocían con estas tecnologías desde hace años, y que hoy por hoy se conocen como Chemtrails. Es decir que nos bombardean por doquier con estos venenos”, señala la última parte del texto.
Pero este argumento es parte de una teoría de la conspiración que no ha sido comprobada, pero sí desmentida. En esta nota te contamos que las líneas blancas que dejan los aviones en el cielo no son “químicos” que arrojan con fines malévolos. Más bien son estelas de condensación que se producen por el escape del motor o por cambios en la presión del aire.
Puedes saber más sobre esto en este video:
El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, no resistió más la presión desde dentro de su partido y anunció su adiós al cargo que ocupa desde 2015.
Hacía ya meses que al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, le hacían la misma pregunta: “¿Renunciará?”.
Aunque se declara como un “luchador” y prometió permanecer como líder del Partido Liberal pese a la frustración cada vez más profunda entre los votantes y la subida en las encuestas de su principal rival político, Trudeau no pudo resistir el creciente coro de miembros de su propia formación política que le pedían que abandonara el cargo.
Este lunes anunció su dimisión como primer ministro, aunque permanecerá en el cargo hasta que su partido elija a un nuevo líder.
“Este país merece una elección real en las próximas elecciones, y me ha quedado claro que, si tengo que librar batallas internas, no puedo ser la mejor opción en esas elecciones”, dijo Trudeau en la rueda de prensa convocada frente a Rideau Cottage, su residencia oficial durante la mayor parte de la última década.
Trudeau llegó al poder en 2015 como una cara nueva y refrescante de la política progresista.
Atraídos por su carisma juvenil y un mensaje político esperanzador, los votantes apostaron ese año a los liberales, un partido que hasta entonces ocupaba el tercer lugar y que pasó a tener una mayoría de escaños en el Parlamento sin precedentes en la historia política canadiense.
Nueve años después, Trudeau sigue siendo el único líder en pie de los que gobernaban en la época en la que asumió el cargo. Barack Obama, Angela Merkel, Shinzo Abe o David Cameron hace tiempo que pasaron a una segunda línea, pero el, a sus 53 años, es actualmente el líder con más años de servicio en el G7.
Pero en el tiempo transcurrido desde su ascenso al escenario mundial y durante dos elecciones generales, Trudeau y su marca se han convertido en un lastre para la suerte del partido.
Paul Wells, periodista político canadiense y autor de un libro centrado en su figura dijo recientemente a la BBC que cree que Trudeau será recordado “como un primer ministro importante”, sobre todo por haber ofrecido un liderazgo genuino en temas como la reconciliación indígena y, hasta cierto punto, la política climática.
Pero Wells cree que Trudeau es alguien “que se percibía cada vez más desconectado de la opinión pública y cada vez más incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos”.
Trudeau destacó en el anuncio de su adiós los aspectos de su gestión de los que está más orgulloso, incluida la gestión del caos de la pandemia de covid, la renegociación de un acuerdo de libre comercio con el anterior gobierno de Donald Trump en Estados Unidos y la implementación de un subsidio infantil ampliamente considerado como una ayuda para aliviar la pobreza.
Pero una serie de escándalos comenzaron a quitarle brillo a su gobierno: se descubrió que había violado las reglas federales sobre conflictos de intereses en el manejo de una investigación de corrupción (el asunto SNC-Lavalin) y en viajes de lujo a las Bahamas.
En 2020 recibió críticas por elegir a una organización benéfica vinculada a su familia para gestionar un importante programa gubernamental.
En las elecciones generales del año anterior, su partido quedó reducido a una minoría, por lo que los liberales empezaron s depender del apoyo de otros partidos para mantenerse en el poder.
Las elecciones anticipadas de 2021 no mejoraron su suerte.
Más recientemente, Trudeau y su popularidad se vieron golpeados por el aumento del costo de vida y la inflación, que han contribuido a reveses electorales sufridos por gobiernos en todo el mundo.
Su promoción de una agenda demasiado cargada de grandes promesas contribuyó a engordar la insatisfacción.
Su manejo de la inmigración también generó descontento. El año pasado los liberales abandonaron su política tradicional de puertas abiertas y recortaron significativamente el número de extranjeros que recibieron autorización para instalarse en Canadá.
En ocasiones Trudeau les dio munición fácil a sus rivales, como cuando trascendió que se había pintado el rostro de negro para disfrazarse de personajes afro cuando era un veinteañero, una práctica hoy vista por muchos como racista y que resultaba particularmente embarazosa para un gobernante que se presentaba como ejemplo de tolerancia y progresismo.
Más recientemente, una serie de reveses políticos habían dejado claro que Trudeau había agotado su crédito.
El pasado verano los votantes rechazaron a candidatos liberales en un puñado de elecciones especiales en circunscripciones que hasta entonces habían sido bastiones del partido de Trudeau.
El primer ministro se había convertido en una figura cada vez más polarizante para el electorado: Trudeau dijo el lunes que “es hora de reiniciar” y de que “baje la temperatura” en la política canadiense.
Las encuestas mostraron la caída de su popularidad, sin que los intentos de enderezar el rumbo con cambios de gabinete y exenciones fiscales lograran levantarla. Los votantes parecían responsabilizarlo del aumento en el coste de la vida en general y de la vivienda en particular.
Una encuesta realizada durante las vacaciones por el Instituto Angus Reid arrojó el nivel más bajo en el apoyo al Partido Liberal desde que hay registros y, según los sondeos más recientes, los conservadores, liderados por Pierre Poilievre, un político de carrera de 45 años con habilidad para lanzar agudos eslóganes de campaña, ganarían cómodamente una elección si se celebrara hoy.
La inestabilidad política y el adiós de Trudeau se producen cuando Canadá enfrenta una serie de desafíos, entre ellos la promesa del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, que asumirá el cargo el 20 de enero, de imponer aranceles del 25 % a los productos canadienses.
Sin embargo, hasta el final, Trudeau parecía decidido a aguantar, y citaba a menudo su deseo de enfrentarse a Poilievre, un político ideológicamente opuesto a él.
Pero la impactante renuncia de la viceministra clave de Trudeau, la exministra de Finanzas Chrystia Freeland, a mediados de diciembre resultó ser la gota que colmó el vaso.
Freeland era una figura clave del gobierno y renunció en medio de diferencias con Trudeau, al que reprochaba intentar seguir adelante con costosos programas sociales pese a las amenazas de Trump de imponer fuertes aranceles a las exportaciones canadienses hacia Estados Unidos.
Los miembros de su propio partido comenzaron a dejar claro públicamente que ya no apoyaban su liderazgo.
Y con eso, cayó la última ficha de dominó.
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