Publicaciones en redes sociales anuncian que el dueño de Starbucks se posicionó en contra de los inmigrantes en Estados Unidos (EU) y que supuestamente prohibió la entrada de latinos en sus sucursales. Pero, no hay registro de tales declaraciones en sitios oficiales.
“No sé aceptan latinos. Los inmigrantes sospechosos que ingresen a nuestras propiedades serán entregados a las autoridades de migración. Aseguró el dueño (sic)”, refiere un TikTok que cuenta con más de 3 millones de reproducciones y 100 mil compartidos. Sin embargo, tampoco existe evidencia sobre la implementación de esta medida.
Esta desinformación llegó a través de nuestro VerifiChat para ser investigada. Y circula en contexto del movimiento “Latino Freeze”, el cual hace un llamado a la comunidad latina para dejar de consumir productos estadounidenses como respuesta a las deportaciones masivas impulsadas por el presidente Donald Trump.
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Brian Niccol es el director ejecutivo de la compañía desde agosto de 2024. Hasta el momento, no se ha posicionado abiertamente en favor de la administración de Trump o de sus políticas migratorias. Tampoco hay evidencia pública que apunte hacia una cercanía entre ambos, como asegura el video viralizado.
El Sabueso detectó con la herramienta de búsqueda inversa de imagen de Google que en el video hay discrepancias entre las fotografías que aparecen. Pues muestran tanto al actual director, Niccol, como a Howard Schultz, quien estuvo en ese cargo hasta 2023. Además, en la publicación aparece la leyenda “Generado por IA”.
Ni el director ejecutivo ni la empresa se han posicionado a favor de algún partido político. Aunque de acuerdo con registros de OpenSecrets, organización no gubernamental que monitorea los financiamientos de las campañas electorales en EU, históricamente se ha registrado un mayor apoyo hacia los demócratas por parte de personas afiliadas a Starbucks.
Es importante señalar que, de acuerdo con la Comisión Federal de Elecciones, ninguna corporación puede realizar donaciones directas a candidatos o partidos políticos, el monitoreo refleja únicamente el apoyo de sus socios o Comités de Acción Política (PACs, por sus siglas en inglés).
Starbucks se ha caracterizado por su implementación de políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI, por sus siglas en inglés) en los últimos años. Por ejemplo, en 2018 anunció su política de “puertas abiertas”, la cual permitía el acceso a cualquier persona a sus establecimientos sin necesidad de consumir. Sin embargo, en enero de 2025 esta llegó a su fin.
Con la llegada de Trump, compañías que se anuncian como “inclusivas” se han vuelto blanco de varios ataques por parte de republicanos y simpatizantes. Recientemente, en Missouri se presentó una demanda en contra de Starbucks por presuntamente utilizar sus políticas de diversidad como un pretexto para “discriminar” a las personas.
Mientras que en diciembre de 2024, el inversionista James Fishback anunció en el resort Mar-a-Lago de Trump, ubicado en Florida, un nuevo fondo de inversión “anti-woke” que excluirá a compañías con criterios de inclusión en sus procesos de contratación; Starbucks entre ellas.
En conclusión, es falso que Starbucks se haya posicionado a favor de las políticas migratorias de Donald Trump y que prohibiera la entrada de latinos en sus cafeterías bajo amenaza de entregarlos a las autoridades. Ni la compañía ni su director ejecutivo se han declarado partidarios de algún partido político.
El reino árabe ha ganado peso en la escena global y mantiene cierto equilibrio entre Moscú y Kyiv.
Los gobiernos de Estados Unidos y Rusia escogieron a Arabia Saudita como sede para las cruciales conversaciones con Rusia sobre la guerra en Ucrania.
Representantes de Washington y Moscú se reúnen este martes en Riad para tratar de sentar las bases de las conversaciones de paz, confirmaron el Departamento de Estado estadounidense y el Kremlin este lunes.
Por parte de Estados Unidos participan el secretario de Estado, Marco Rubio, el asesor de seguridad nacional, Mike Waltz, y el enviado especial para Oriente Medio, Steve Witkoff.
Rusia envió a la capital saudí al ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, y a Yuri Ushakov, asesor de política exterior del presidente Vladimir Putin.
El encuentro ha generado preocupación en Ucrania y entre sus aliados europeos, que no participarán.
El gobierno de Arabia Saudita ha expresado su intención de implicarse activamente en las conversaciones de paz, no solo como país anfitrión sino con un rol más activo de mediador.
La elección de Arabia Saudita como sede del encuentro subraya hasta qué punto ha avanzado el reino en el plano diplomático en los últimos años desde que estuvo punto de convertirse en un estado paria tras el asesinato del periodista saudita Jamal Khashoggi en 2018.
Las sombras que se proyectaban sobre el país y su líder de facto, el príncipe heredero Mohammed bin Salman, parecen haberse disipado, aunque ocasionalmente se siguen planteando preocupaciones en foros internacionales sobre el historial de derechos humanos de Arabia Saudita.
En muchos frentes -y en particular en las industrias del entretenimiento y el deporte- el reino wahabita ha dedicado enormes cantidades de dinero a tratar de convertirse en un actor importante en el escenario global.
En el plano diplomático, el liderazgo saudita también ha logrado avances: durante los años de Biden, el reino redujo su dependencia de Estados Unidos como principal aliado internacional.
Los sauditas dejaron claro que perseguirían en primer lugar lo que perciben como sus intereses: entablar relaciones más estrechas con países considerados los mayores rivales de Estados Unidos, como Rusia y China.
Por otro lado, hay que destacar la posición que hasta el momento ha mantenido Arabia Saudita en el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Riad ha preservado históricamente sus relaciones tanto con Moscú como con Kyiv, en un intento de equilibrar sus intereses geopolíticos y económicos.
En el ámbito energético, Arabia Saudita ha colaborado estrechamente con Rusia en el marco de la OPEP+, coordinando políticas de producción de petróleo para estabilizar los mercados globales.
Sin embargo, también ha mostrado apoyo a la integridad territorial de Ucrania en foros internacionales y ha participado en iniciativas humanitarias para mitigar el impacto del conflicto en la población ucraniana.
Esta dualidad en su política exterior refleja, según expertos, la estrategia saudita de posicionarse como un mediador neutral, capaz de facilitar el diálogo entre las partes en conflicto.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha sido bien recibido por los sauditas.
Su primera visita al extranjero en su primer mandato fue a Arabia Saudita, y la naturaleza transaccional de su política exterior se ve como más propicia para el actual liderazgo saudita.
Arabia Saudita es clave en el conflicto palestino-israelí por su influencia en el mundo árabe y musulmán, y su posible normalización de relaciones con Israel, lo que podría redefinir el equilibrio geopolítico en la región.
Uno de los posibles logros que Trump querría anotar en su historial sería un acuerdo de paz entre los sauditas e Israel, que sería la culminación de los Acuerdos de Abraham que inició en su primer mandato.
La guerra en Gaza, sin embargo, se ha interpuesto en el camino y puede aumentar el precio que Arabia Saudita exija por un acuerdo de paz.
Los sauditas expresaron su contundente rechazo al plan de Trump para Gaza: expulsar a todos los palestinos y reconstruirla como un complejo turístico.
Esto ha impulsado al reino a tratar de elaborar un plan alternativo viable con otros estados árabes, que permitiría que los habitantes de Gaza permanecieran en su territorio mientras se reconstruye el enclave.
Arabia Saudita ha reiterado que no establecerá relaciones diplomáticas formales con Israel sin una solución que considere justa al conflicto palestino, insistiendo en la necesidad de un Estado palestino independiente.
El actual planteamiento de la administración Trump parece entrar en contradicción con esto, tanto en su política hacia Gaza como hacia la Cisjordania ocupada.
La forma en que se resuelva este asunto será clave para la dinámica de la evolución de la relación entre Arabia Saudita y Estados Unidos.
En todo caso, está claro que los sauditas no tienen intención de renunciar a su ambición de convertirse en un actor esencial de la diplomacia global.
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