En redes sociales como TikTok y YouTube se comparten publicaciones que aseguran que al escuchar y ver audios y videos subliminales con frecuencia lograrás aclarar tu piel. Pero la afirmación es falsa.
El Sabueso consultó al doctor Rodrigo Roldán, responsable de la clínica de Oncodermatología de la Facultad de Medicina de la UNAM, quien señaló que hasta donde se tiene evidencia científica lograr un cambio en el tono de nuestra piel con solo escuchar un audio es imposible.
Uno de los videos que desinforma, por ejemplo, realizado el 1 de abril de 2023, reproduce un fragmento de la canción Pose de Daddy Yankee y Hips Don’t Lie de Shakira, mientras que al mismo tiempo supuestamente se escuchan afirmaciones como “mi melanina disminuye para obtener piel pálida”, “piel pálida hoy mismo”, “mi piel se ve más blanca”.
La publicación afirma sin fundamento científico que el video fue hecho para para reducir la melanina.
Hasta la publicación de esta verificación, el video tiene más de 181 mil vistas y en los comentarios usuarios señalan que con este método han logrado aclarar su piel.
Sin embargo, el doctor Roldán explicó que “la manera en la que respondemos al sol y la cantidad y calidad de pigmento que producimos está determinada genéticamente. No hay sustento científico que avale que el escuchar un mensaje subliminal pueda cambiar la genética o favorecer la expresión de determinado gen”.
Y que lo que causa que se expresen ciertos genes y otros se repriman es el entorno en el que vivimos, es decir, el medio ambiente.
Aunque, Roldán señala que sí existen fármacos y químicos que ayudan a cambiar el tono de la piel, que muchas veces son utilizados en casos de personas con vitiligo, un trastorno autoinmune donde el sistema de defensa ataca las células que producen pigmento.
Como ya se mencionó, el tono de piel se determina por el entorno en el que vivimos, por eso es común que en climas fríos las personas tengan la piel blanca y en zonas con climas más áridos predomine la piel oscura.
Roldán explicó que la función del pigmento no tiene relación con la raza, sino con la protección del ADN de la radiación solar.
“Una persona nórdica tiene exactamente el mismo número de melanocitos que una persona de la raza negra, pero lo que hace que uno sea blanco y otro negro es la cantidad y la calidad de pigmento que produce”.
Los melanocitos son las células encargadas de producir el pigmento de la piel que se llama melanina.
Pero hay dos tipos de melanina, la feomelanina que se produce rápido y se oxida rápido, esta es la que predomina en las personas pelirrojas o de piel, ojos y cabello claro; y la eumelanina que es un pigmento más estable y más resistente.
Esta última protege mucho mejor de la radiación ultravioleta emitida por el sol, que es un carcinógeno ambiental, es decir es una sustancia en el medio ambiente capaz de producir cáncer.
La radiación UVA y UVB son capaces de generar mutaciones en nuestro ADN; la UVA penetra en mayor profundidad y degrada el colágeno y la piel se hace más laxa, es decir se arruga porque se cuelga o estira con mayor facilidad.
El espectro de luz visible, por otro lado, no da cáncer pero sí genera estrés oxidativo en las células que contribuye a un mayor daño y a que la capacidad de reparación del ADN dañado sea menor.
Roldán recomienda proteger la piel con ropa de manga larga de algodón o lino y usar protector solar en las orejas, rostro, escote y manos, áreas que más se exponen a la luz. Y aplicarlo cada 3 o 4 horas, que es el tiempo que las sustancias que protegen la piel están estables y activas.
Además señala que médica y científicamente no existe el bronceado sano, ya que el bronceado ya es un mecanismo de defensa de la piel protegiéndola de la radiación del sol.
Por lo que recomienda no utilizar aceites o bronceadores porque se favorece el daño a la piel.
Imagina que se libra una batalla en la sala de juntas de una empresa multimillonaria que desarrolla una tecnología futurista potencialmente capaz de salvar o destruir el mundo.
Su director ejecutivo, que cuenta con el apoyo de los líderes mundiales, es derrocado por directivos de alto nivel que se vuelven contra él, provocando una reacción del resto de la empresa que exige despedirlos a ellos.
No es el guion de una serie de Netflix, sino los últimos días en OpenAI.
Periodistas, inversores y aficionados a la tecnología han estado observando los acontecimientos como si de una producción de ficción se tratara, aunque las opiniones difieren sobre si sería un thriller o una comedia.
La batalla en la cúspide de OpenAI, la empresa creadora del chatbot de inteligencia artificial ChatGPT, comenzó repentinamente el pasado viernes, cuando la junta directiva anunció el despido del cofundador y director ejecutivo Sam Altman.
En una publicación en un blog, la junta acusó a Altman de no ser “consistentemente sincero en sus comunicaciones” y alegó que, como resultado, había “perdido confianza” en su liderazgo.
Sólo hay seis personas en esa junta y dos de ellos eran Sam Altman y otro cofundador, Greg Brockman, quien renunció después de que el primero fuera despedido.
Cuatro figuras muy cercanas a Altman y la empresa entraron de inmediato en acción, tomando por sorpresa a toda la comunidad tecnológica, incluidos –supuestamente– sus propios inversores.
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Elon Musk, también cofundador de OpenAI, escribió en X (antes Twitter) que estaba “muy preocupado”.
Ilya Sutskever, el científico jefe de la empresa, era miembro de esa junta y escribió que “no tomaría medidas tan drásticas a menos que lo considerara absolutamente necesario”.
Ahora Sutskever ha expresado su pesar por la decisión y es uno de los muchos firmantes de una explosiva carta dirigida a la junta directiva, en la que piden el regreso de Altman y Brockman y amenazan con abandonar OpenAI si esto no sucede.
Entonces, ¿qué fue lo que desató esta rápida bola de nieve? En realidad aún no lo sabemos, pero se barajan algunas opciones.
Hay informes de que Altman consideraba algunos proyectos de hardware, como la financiación y el desarrollo de un chip de IA, lo que supondría una dirección bastante diferente en OpenAI. ¿Había asumido algunos compromisos de los que la junta no estaba al tanto?
¿O podría reducirse a una fuente de conflicto muy antigua y muy humana, como el dinero?
En una nota interna cuyo contenido se difundió ampliamente, la junta dejó claro que no acusaba a Altman de “malversación financiera”.
Pero sabemos que OpenAI se fundó como una organización sin fines de lucro; es decir, una empresa que no pretende ganar dinero. Recibe suficientes ingresos para cubrir sus propios costos de funcionamiento y cualquier exceso se reinvierte en el negocio. La mayoría de las organizaciones benéficas son sin fines de lucro.
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En 2019 se estableció una nueva rama de la compañía que sí buscaba obtener beneficios. La firma expuso cómo coexistirían las dos. La parte sin fines de lucro lideraría a la que obtuviera ganancias y se impondría un límite a los rendimientos que los inversores pudieran obtener.
No todo el mundo estaba contento con esto y se dijo que fue una razón fundamental tras la decisión de Elon Musk de abandonar la corporación.
OpenAI, sin embargo, se encuentra ahora en la circunstancia favorable de valer una enorme cantidad de dinero.
Según informes, una venta de acciones de empleados que no se llegó a materializar esta semana fue valorada en $86 mil millones de dólares.
¿Podría haber presiones para dar más poder a la parte lucrativa del negocio?
OpenAI está detrás de la inteligencia artificial general (AGI por sus siglas en inglés). Todavía no existe y es fuente de preocupación y asombro.
Es básicamente la idea de que algún día habrá herramientas de inteligencia artificial que puedan realizar una serie de tareas tan bien o mejor que los humanos (es decir, nosotros) en la actualidad.
La AGI tiene el potencial de cambiar toda la forma en que hacemos las cosas. Empleos, dinero, educación… todo eso queda en el aire cuando las máquinas pueden hacer cosas. Es, o será, un fenómeno increíblemente poderoso.
¿Está OpenAI más cerca de eso de lo que creemos? ¿Lo sabe Altman? En un discurso muy reciente, afirmó que lo que vendría el próximo año haría que el actual bot ChatGPT pareciera como “un familiar extravagante”.
Creo que eso es menos probable. Emmett Shear, el nuevo director ejecutivo interino de OpenAI, publicó en X que “la junta no destituyó a Sam por un desacuerdo específico sobre seguridad“.
También anunció que habrá una investigación sobre lo sucedido.
Pero Microsoft, el mayor inversor de OpenAI, ha decidido no arriesgarse a que Altman se lleve esta tecnología a otra parte.
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Anunció que el emprendedor se unirá al gigante tecnológico con sede en Seattle para liderar un equipo de investigación de IA aún por conformar. Su cofundador Greg Brockman lo acompañará y, a juzgar por la cantidad de empleados que publicaban hoy en X, parece que también se llevará a algunos de los mejores talentos de OpenAI.
Al parecer, Microsoft está dispuesto a igualar el salario de cualquier empleado de OpenAI que desee dejar la empresa.
Muchos miembros del personal de OpenAI compartían la misma publicación en X, que dice: “OpenAI no es nada sin su gente”.
¿Es eso una advertencia para Shear de que va a tener que contratar personal nuevo? Un compañero de la BBC que estaba frente a la sede de OpenAI me dijo el lunes que a las 09:30 en San Francisco no se veía llegar gente a trabajar.
O, ¿quizá es simplemente un recordatorio de que, a pesar de que esta corporación trabaja en una forma de tecnología que está reconfigurando el mundo, se trata en el fondo de un drama muy humano?
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