Circula en redes sociales un llamado para consumir más productos hechos en México y “boicotear” a Estados Unidos. Pero señala información errónea, pues el prefijo 750 en los códigos de barras no necesariamente indica que un producto sea 100% mexicano.
El número 750 en el inicio de los códigos de barras sí corresponde a México, sin embargo, este identifica a aquellos productos que han sido registrados comercialmente en el país. Lo que puede incluir tanto a empresas nacionales como a extranjeras.
El llamado para consumir productos locales y de “boicotear” a empresas estadounidenses surge tras el anuncio del presidente Donald Trump de imponer aranceles del 25% a México. Aunque, en El Sabueso rastreamos que este mismo mensaje circuló también durante el primer mandato de Trump como presidente, entre 2016 y 2017.
La desinformación ha vuelto a circular en Facebook, X y TikTok, alcanzando más de 15 mil compartidos.
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Los códigos de barras son identificadores que ayudan a registrar y rastrear productos, así como a tener control de inventarios. Son un requisito para la comercialización y exportación de mercancías. Para su creación es necesario seguir los estándares de la GS1 (Global Standards One), que es la organización encargada de gestionar la mayor parte de los códigos de barras a nivel mundial.
El inicio del código marca la clave asignada a cada país. A México le corresponde el 750 mientras que a Estados Unidos le corresponden los prefijos 00001 – 00009, 0001 – 0009 y 001 – 019.
Es importante mencionar que la GS1 recalca que estos prefijos no identifican el país de origen de un producto puesto que las empresas pueden manufacturarlo en cualquier lugar. Este únicamente muestra que una empresa hizo el registro de su producto en cierto país.
Incluso puede haber casos contrarios, es decir, de productos mexicanos que cuentan con un prefijo diferente al 750.
En diciembre de 2016, tras la elección de Donald Trump como presidente de EU, la GS1 en México lanzó un comunicado para desmentir que el código de barras 750 identifica empresas mexicanas. Esto tras mensajes que circulaban con la misma desinformación y que se acompañaban del hashtag “#todossomos750”.
La GS1 señala que una manera de identificar a empresas mexicanas es a través de su razón social. Su constitución como persona moral, como en el caso de la Sociedad Anónima de Capital Variable (S.A. de C.V.), puede ser un identificador. De igual forma, se puede distinguir a través de la leyenda “Hecho en México”.
En conferencia del 3 de febrero, la presidenta Claudia Sheinbaum informó que como parte del Plan México, su proyecto de desarrollo económico, y como respuesta a las medidas arancelarias de EU, el gobierno buscará reforzar el sello “Hecho en México”. Un distintivo creado en 1978 para enaltecer la presencia de productos mexicanos en el mercado.
El Secretario de Economía, Marcelo Ebrard, pidió a representantes de la iniciativa privada contar con su apoyo para acelerar esta acción.
En conclusión, es falso que el prefijo 750 en los códigos de barras señale productos 100% mexicanos. Sino que únicamente identifica que un producto, sea nacional o extranjero, fue etiquetado en México para su venta y posible exportación.
Las largas y frías noches suecas pueden disuadirte de ir en invierno, a menos que busques ese lujo esquivo del siglo XXI: dormir bien.
El transbordador atraviesa las heladas aguas del Báltico mientras recorre el archipiélago sueco oriental. Nombres de lugares como Skarpö, Hjälmö y Gällnö están pintados en las cabañas de color rojizo que bordean los embarcaderos. El sufijo “Ö” significa isla en sueco, una representación pictórica de una masa de tierra rodeada de mar con dos personas diminutas a punto de atracar.
Soy la única persona que desembarca en Svartsö, una de las pocas islas del archipiélago donde el alojamiento permanece abierto en invierno. Avanzo por un camino nevado hasta Skärgårdshotell, donde me asignan una cabaña al borde de un bosque con vistas a la oscura extensión del lago Svartsöfladen. Es lo más lejos que se puede estar de todo.
Mi habitación es la simplicidad sueca en estado puro: una cama, una silla y una mesilla de noche. No hay televisión ni mucho más que me distraiga de la prístina tranquilidad de mi entorno. Y menos mal, porque estoy aquí sobre todo para dormir.
En la era de la conectividad incesante, dormir se ha convertido en el lujo supremo y ha dado lugar a una nueva tendencia en los viajes: el turismo del sueño, en el que los viajeros privados de sueño eligen su hotel en función de las almohadas o reservan retiros para dormir alejados de todo, con actividades específicas para inducir el sueño.
Sin embargo, Suecia tiene un enfoque diferente y más natural del turismo del sueño, que se inspira en el paisaje y en un modo de vida más tradicional. A menudo asociada a ciudades bulliciosas como Estocolmo y Gotemburgo, Suecia abraza su lado más somnoliento cuando llega el invierno e invita a los visitantes a hacer lo mismo.
“La abundancia de naturaleza accesible combinada con noches oscuras, temperaturas frescas y un énfasis cultural en la relajación, hacen de Suecia un lugar ideal para el turismo del sueño”, explica Christian Benedict, investigador del sueño de la Universidad sueca de Uppsala.
“Los estudios han demostrado que la tecnología y la forma en que incide en nuestra vida tienen un efecto significativo en nuestro sueño, y pasar más tiempo en la naturaleza está relacionado con una mejor salud mental y menos noches sin dormir“.
Cuando decidí probarlo por mí misma, elegí el archipiélago de Estocolmo, un paraíso para los amantes de la naturaleza con más de 30.000 islas, muchas de ellas deshabitadas. Svartsö es una de las islas más grandes, pero sólo tiene unos 65 habitantes todo el año. A dos horas en ferry de Estocolmo, en verano es una escapada popular que atrae a veraneantes y turistas para pasear, nadar, montar en bicicleta o en kayak.
En los meses de invierno, el Skärgårdshotell es el único alojamiento abierto y sus acogedoras cabañas en el bosque, alejadas del edificio principal, ofrecen el tipo de paz y tranquilidad que busco, sin dejarme completamente aislada en la naturaleza.
Soy una urbanita de mente inquieta. Suelo despertarme varias veces por la noche y me levanto temprano sintiendo la necesidad de abordar la larga lista de cosas que me han mantenido despierta. Aquí, en la isla, en invierno, me queda poco por hacer, salvo caminar, leer y observar los ritmos del día de una forma que no puedo hacer cuando estoy en la ciudad.
Svartsö significa literalmente “la isla negra”, en referencia al oscuro lecho de granito, aunque en invierno el nombre podría referirse simplemente a los cielos oscuros, completamente libres del resplandor de las ciudades.
Más al norte, en el Círculo Polar Ártico, donde la noche polar cubre la tierra de oscuridad durante meses, lejos de quedarse en casa, los habitantes se atan linternas frontales y exploran senderos nevados.
Así que hago lo mismo y salgo al atardecer entre campos de ovejas, cerdos y cabras. Me dirijo al borde del bosque y desciendo hasta el mar, observando cómo el sol cae en el agua y escuchando cómo el ruidoso taladro de un pájaro carpintero se detiene, casi como si se hubiera accionado un interruptor. El bosque circundante se queda en silencio mientras la Tierra se dispone a dormir bajo un pesado manto de nieve.
Encuentro la sauna del hotel discretamente escondida entre los árboles y termino el día al clásico estilo escandinavo, sudando todas las preocupaciones que podrían mantenerme despierta, seguido de una zambullida en el vigorizante mar.
Tras una cena sencilla, me siento junto al fuego y hablo con un grupo de kayakistas que remó hasta aquí desde Estocolmo. “Tradicionalmente, en los meses más oscuros, el fuego era importante para calentarse y alumbrarse, pero también como parte del ritual nocturno”, me cuenta Marie. “Después de cenar, la gente se acurrucaba alrededor del fuego y dejaba que el parpadeo de las llamas calmara todas las tensiones del día de trabajo”.
A mí me funciona. De hecho, me resulta tan soporífero que a las 20:00 ya estoy lista para retirarme a mi cabaña, donde me acurruco bajo un edredón y duermo unas 10 horas inauditas.
Es fácil pensar que la falta de sueño es un problema muy del siglo XXI, pero la leyenda sueca de la Mara demuestra que es tan antigua como el bosque. Mara, un extraño ser mítico del que se decía que torturaba a la gente mientras dormía, provocándole miedo y opresión en el pecho, dio origen a la palabra “pesadilla”.
Pero en los tiempos modernos, las distracciones tecnológicas han sustituido a las criaturas míticas, ya que cada vez son más las personas que luchan por conciliar el sueño.
“Suecia es una de las sociedades más digitalizadas de Europa y fue una de las primeras en adoptar la digitalización”, explica Thérèse Cedercreutz, directora comercial del grupo sueco Scandic Hotels. “Nuestro interés por el sueño, y sobre todo por la falta de él, se debe a esto y a una mayor conciencia de su impacto en nuestra salud, que nos hemos propuesto contrarrestar con una serie de medidas”.
En todo el mundo, otros hoteles, tanto urbanos como remotos, están yendo varios pasos más allá.
El Hotel Cadogan de Londres cuenta con un servicio especializado desarrollado en colaboración con el hipnoterapeuta y experto en sueño Malminder Gill, que ofrece un programa de meditación guiada para dormir. El Mandarín Oriental de Ginebra ofrece un paquete de tres días, en colaboración con una clínica privada del sueño, que incluye el estudio de los patrones de sueño de los huéspedes y la creación de programas de sueño individuales.
En Tailandia, en medio de la vegetación tropical de la Costa Real, el naturópata residente del complejo Civa-Som Hua Hin te guiará en todos los aspectos, desde la dieta hasta las hormonas que puedan estar afectando los ritmos circadianos. Por su parte, el Carillon Miami Wellness Resort utiliza tecnologías electromagnéticas y de infrarrojos para conciliar el sueño.
“Nuestros clientes nos decían que se sentían agotados en general y esto parecía deberse con frecuencia a la falta de sueño”, explica Stella Photi, fundadora de la empresa de vacaciones Wellbeing Escapes.
“Intentamos incorporar elementos de las culturas locales a nuestros programas de sueño. En países budistas como Tailandia o Sri Lanka ofrecemos meditación y atención plena. En India, los tratamientos ayurvédicos utilizan hierbas locales; y en Italia, los paseos guiados por los viñedos forman parte de un programa de actividades que favorecen el sueño”.
En Suecia, sin embargo, es la experiencia de estar en la naturaleza lo que constituye la base del turismo del sueño. “El lema de la naturaleza es ‘hazlo sencillo'”, dice Jennie Walker, fundadora de Walkers Naturturer, una empresa de guías naturales del archipiélago de la costa oeste.
“En invierno, en los áridos afloramientos que caracterizan el archipiélago de Gotemburgo, hay poca vegetación, y los abedules y pinos se apartan de los fuertes vientos del oeste. Un paseo por los campos de rocas en un día de invierno, quizás cruzándote con una foca tomando el sol, es la preparación perfecta para un buen descanso nocturno”.
Y mientras que los retiros de sueño tradicionales se centran en relajarse antes de acostarse, en Suecia el sueño empieza al amanecer con la posibilidad de realizar actividades inductoras del sueño como senderismo, kayak y baños de bosque.
Así que, después de mi descomunal noche de sueño, me repongo con un desayuno a base de muesli, yogur, mermelada de arándanos rojos y panecillos de canela para recorrer el tramo de Svartsö del Sendero del Archipiélago de Estocolmo.
Todo el día es como un baño prolongado en el bosque y cuando vuelvo a mi cabaña ya no tengo que preocuparme de nada más que de cenar, sentarme junto al fuego y dormir bien.
Y así fue. Parece que, para mí, el ejercicio suave en un entorno tranquilo, con pocas distracciones y atenta a la señal de la naturaleza para irme a la cama, es el reajuste circadiano perfecto.
“Los retiros de sueño no se limitan a ayudar a la gente a dormir cuando está de vacaciones”, dice Photi. “El objetivo es permitir un enfoque relajante, holístico y personal que te brinde nuevos hábitos de sueño y vigilia, con el fin de lograr un cambio duradero”.
*Este artículo fue publicado en BBC Future. Haz clic aquí para leer la versión original (en inglés).
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