En medio de la emergencia por el conflicto en Israel, se han compartido en redes sociales imágenes y videos que falsamente se atribuyen al ataque que realizó el grupo militante palestino Hamás desde la Franja de Gaza el sábado 7 de octubre de 2023.
Medios internacionales reportan que los combatientes de Hamás consiguieron penetrar en comunidades israelíes cerca de la Franja, matando residentes y capturando rehenes.
Sin embargo, algunas de las imágenes que se comparten en Facebook y Twitter y que son atribuidas a este suceso, en realidad fueron sacadas de contexto y no tienen relación con dichos hechos. A continuación un recuento:
Después de la escalada del conflicto armado entre el grupo Hamas e Israel,el 7 de octubre de 2023, se publicó un video en X, antes Twitter, que muestra a bañistas huyendo de una playa en Israel, mientras se escuchan las sirenas antimisiles. Sin embargo este video es de hace dos años.
En realidad, el video muestra a bañistas huyendo de las playas de Trumpeldor y Bugrashov, en Tel Aviv, el 15 de mayo de 2021. Esto sucedió durante otro conflicto entre Hamas e Israel en la franja de Gaza. El video original fue difundido, en ese entonces, por los medios Al Jazeera, El Comercio y la Israel Broadcasting Corporation.
תיעוד: כך נראה חוף הים בתל אביב בזמן אזעקה @ittaishick pic.twitter.com/QLT9GLLvhI
— כאן חדשות (@kann_news) May 15, 2021
En el video original, se puede observar la misma grúa metálica, los edificios color blanco y grises y el espigón de la playa. Incluso, un video similar publicado por El Clarín, hace dos años, muestra el mismo espigón y edificios que en el video original
En resumen, el video que muestra a personas huyendo de una playa, mientras se escuchan las sirenas antimisiles fue grabado en Tel Aviv en 2021, por lo que no tiene relación con el actual conflicto en Israel.
“Cazas de Hamás derriban un helicóptero de guerra israelí en Gaza, Palestina, aterrador!”, menciona una publicación en la red social X, la cual difunde un video que muestra a un presunto militar derribando un helicóptero. Sin embargo, se trata de desinformación.
El video original corresponde a un videojuego llamado Arma 3 y fue publicado el 27 de febrero de 2023 por la cuenta de YouTube RIM Studio. En la descripción del video, la cuenta aclara “Es sólo una simulación militar. No la vida real. Gracias por ver. Este vídeo fue creado utilizando contenido de Bohemia Interactive”.
En el perfil de YouTube, se pueden observar videos similares de derribos de aeronaves. Arma 3 es un videojuego de simulación militar creado y publicado por Bohemia Interactive, el 12 de septiembre de 2013.
Este video también ha sido verificado por Misbar y Newschecker, quienes llegaron a la misma conclusión que El Sabueso.
En otro video que circula en X, antes twitter, se pueden ver luces rojas, humo saliendo de las azoteas de algunos edificios y explosiones de pirotecnia, la publicación afirma que se trata de un ataque en la franja de Gaza, pero es desinformación ya que el video original es de julio de 2023 por la celebración de la victoria de un equipo de fútbol en Argelia.
A través de una búsqueda inversa con la herramienta de Google Lens, El Sabueso corroboró que el video original se filmó en Argelia el 15 de julio de 2023. En realidad se trata de la celebración de los aficionados del equipo de fútbol CR Belouizdad, quienes festejaban el triunfo de haber ganado el campeonato.
La publicación sacada de contexto ya cuenta con 170 mil reproducciones, casi dos mil reacciones y más 900 veces compartida. Algunos usuarios comentan que “el problema es que demasiados civiles inocentes pagarán las consecuencias”, así como otros posicionamientos políticos respecto al reciente conflicto entre Israel y Palestina.
En conclusión, el video donde se ven luces rojas, humo y pirotecnia no es de ataque en la franja de Gaza, sino de la celebración de los aficionados de un equipo de fútbol de Argelia.
Se comparte también un video que muestra un cielo lleno de personas descendiendo en paracaídas. Aseguran que se trata de “la unidad de paracaidistas palestinos denominada Escuadrón Halcón que entró en acción en la operación Diluvio de Al-Aqsa”. Pero en realidad, el video se grabó en Egipto.
La publicación que desinforma ha sido reproducida en más de 165 mil ocasiones, se ha compartido más de mil 350 veces y acumula más de 2 mil 850 “Me gusta”.
Mediante una búsqueda de este video en X, antes Twitter, encontramos que uno de los comentarios hacía referencia a que el edificio que aparece en el video era la Academia militar egipcia en El Cairo.
Le seguimos la pista a este comentario y encontramos que las imágenes que se muestran en Google Maps de este edificio coinciden con el que aparece en el video. Sin embargo, El Sabueso no pudo verificar el contexto en el que se desarrollaron estos eventos.
En conclusión, las imágenes que se comparten en redes sociales, con las que se afirma que se trata de paracaidistas palestinos en la operación Diluvio de Al-Aqsa, no se grabaron en Israel, sino en El Cairo, Egipto.
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Durante siglos, las pastoras wakhi de Pakistán viajaron a remotos campos de montaña para dar de pastar a sus rebaños. Los ingresos generados fueron fundamentales para transformar su comunidad.
Ayudaron a pagar la atención médica, la educación y el primer camino construido para salir de su valle y conectar con el resto del mundo.
Pero esta forma de vida está desapareciendo.
La serie 100 Mujeres de la BBC se unió a ellas en uno de sus últimos viajes a las regiones de pastoreo.
Nuestro trayecto hasta los pastizales del Pamir es traicionero. Los empinados senderos de montaña serpentean y se retuercen: un paso en falso y se acabó.
Las mujeres silban y gritan a las ovejas, a las cabras y a los yaks para evitar que se desvíen de los estrechos senderos y caigan por la ladera de la montaña.
“Antes había mucho más ganado que ahora”, dice Bano, de unos 70 años. “Los animales saltaban de aquí para allá y desaparecían. Algunos regresaban y otros no”.
En años pasados, cada verano decenas de pastoras wakhi hacían este viaje a través de las escarpadas montañas del Karakoram, en el noreste de Pakistán, con sus hijos pequeños a la espalda.
Entonces dejaban a los hombres en casa para trabajar en el valle de Shimshal.
Hoy en día sólo quedan siete pastoras.
Caminamos ocho horas al día bajo la lluvia, la nieve y un calor abrasador. El viaje que antes les tomaba a las mujeres tres días, a nosotros nos lleva cinco.
Las pastoras, aunque ancianas, siempre van muy por delante del resto mientras nos aclimatamos a la altura.
La amenaza de deslizamientos de tierras está siempre presente y el ruido sordo de los cascos de las ovejas vibra en el suelo, haciendo caer rocas y polvo.
En el pasado era aún más difícil. Antes las pastoras no contaban con chaquetas térmicas ni calzado apropiado para caminar por este terreno.
“Solíamos usar túnicas sencillas. Íbamos descalzas y caminábamos así sobre el hielo”, dice Annar, de 88 años.
Afroze, que ahora tiene 67 años, recuerda haber sido la primera mujer del valle en conseguir un par de zapatos.
“Mi hermano me regaló dos pares cuando me casé”, cuenta. “La gente solía venir sólo para verlos. A menudo los tomaban prestados, junto con mi vestido, para las bodas”.
Cuando finalmente llegamos a Pamir, a casi 5.000 metros sobre el nivel del mar, los exuberantes pastos verdes aparecen ante nosotros y los arroyos de reluciente agua glacial se abren paso a través del paisaje, rodeados de escarpados picos cubiertos de nieve.
“Hemos caminado por estas tierras junto a nuestras madres y abuelas. Y como nosotras, ellas eran pastoras, batían mantequilla y hacían yogur“, evoca Annar, mientras las mujeres cantan y bailan.
Un grupo de 60 casas de piedra, abandonadas y cerradas, dan pistas de un estilo de vida en desaparición.
Al ser la pastora de más edad, Annar besa la puerta de uno de los ranchos, dice una oración y entra llevando una hornilla con hojas ardiendo.
“Nuestros mayores nos enseñaron a utilizar la planta spandur. Nos dijeron que la tuviéramos siempre cerca, ya que aleja los problemas”, dice mientras se asegura de que el humo toque a todos los animales.
En el pasado, para ahuyentar a los lobos y leopardos dormían en los tejados, incluso en las condiciones climáticas más adversas. También fabricaban trampas y quemaban hogueras.
“Por la noche estaba completamente oscuro”, expone Annar, “no teníamos luz ni antorchas y ni siquiera veíamos lo que habíamos perdido hasta la mañana siguiente”.
También recuerda momento muy duros. Como cuando un verano enterraron a 12 niños en los pastizales. Entre ellos estaban su hijo y su hija.
Y es que en las montañas no había médicos ni centros de salud.
“Me quedé con las manos vacías, así como ahora”, suspira Annar, abriendo y cerrando los puños, sintiendo todavía el dolor de hace casi 60 años.
Con el paso de los años, las pastoras se convirtieron en exitosas empresarias.
“Recolectábamos leche de los animales para hacer yogur y productos lácteos. Esquilamos las ovejas e hicimos cosas para llevar al pueblo”, dice Bano.
La comunidad wakhi dependía del trueque y, a cambio de sus productos, la gente construía chozas y casas para las mujeres.
Afroze ganó lo suficiente para construir dos casas, una en Shimshal y otra más lejos, en Gilgit, la ciudad más cercana.
“He ganado mucho con este lugar”, dice con orgullo. “Pagó las bodas de mis hijos. Pagó su educación”.
La combinación del pastoreo de las mujeres y la agricultura de los hombres supuso un punto de inflexión para toda la comunidad, que estuvo desconectada del resto del mundo hasta principios de la década de 2000.
Las dos actividades ayudaron a financiar la única carretera que sale del valle de Shimshal y que une el pueblo con la autopista Karakoram que se extiende entre Pakistán y China.
Los viajes que antes duraban días se redujeron a horas y la vida se transformó. Hubo un mejor acceso a la atención médica y la educación y surgieron nuevas ideas.
El hijo de Bano, Wazir, lleva ahora una vida muy diferente. Dirige una empresa turística que organiza excursiones de senderismo, montañismo y visitas culturales.
“Nuestras prioridades cambiaron cuando se abrió la nueva carretera”, afirma. “Fue entonces cuando comencé mi negocio”.
Fazila, de 24 años, es propietaria de la primera casa de huéspedes en el valle de Shimshal, que su padre construyó antes de fallecer.
Su madre es pastora, aunque su mala salud le impidió ir a los pastizales este año.
“Nuestras madres nos animaron a centrarnos en los estudios en lugar de pastorear. Nos dijeron que lo hiciéramos para no pasar las mismas dificultades que ellas“, explica.
“Tenemos la libertad de hacer lo que queramos. Si no hubiera seguido mis estudios, estaría viviendo la misma vida dura que ellas. El ciclo habría continuado“.
Mientras conduce su jeep por las escarpadas montañas, Wazir está de acuerdo: “Gracias a nuestras madres tenemos médicos, ingenieros y muchos otros profesionales”.
Sentadas juntas compartiendo recuerdos, las pastoras ancianas están felices de ver que sus hijos están bien, pero hay un matiz de tristeza porque los viajes a los pastos del Pamir ya no son viables.
“El pastoreo es más que un trabajo. Sentimos un fuerte vínculo con Pamir. Es hermosa como una flor. Es nuestro tesoro“, dice Afroze.
Y mientras Annar camina lentamente hacia el cementerio donde enterró a sus hijos, sus ojos se llenan de lágrimas.
“Quiero morir en Pamir para poder ser enterrada junto a mis hijos”, dice. “Cuando vuelvo a los pastizales, vuelvo a ellos”.
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