Una publicación en Facebook asegura que el coronavirus (COVID-19) “sí tiene cura”. Dice que se creó para “cambiar el orden mundial”. Eso se logrará a través del proyecto “ID:2020 de Bill Gates” que va a inyectar microchips en forma de “vacuna”. Según la historia de la publicación viral, Italia descubrió que el COVID-19 no es neumonía, sino una Trombosis que se cura con antiinflamatorios, antibióticos, anticoagulantes y vapor de eucalipto.
Pero ninguna de esas afirmaciones se puede probar. De hecho es una mezcla de otras publicaciones falsas. La OMS señala que todavía no existe una cura para la COVID-19.
Estos argumentos falsos fueron publicados por un usuario en Facebook el 3 de mayo. Hasta ahora su publicación se compartió más de 4 mil veces y muchos usuarios han reaccionado de forma positiva o con asombro. Incluso uno de nuestros lectores nos pidió su verificación.
La comunidad científica se puso a analizar el origen del virus SARS-COV-2 que causa la COVID-19, y concluyeron que no fue creado intencionalmente. Esto lo sabemos gracias a los diferentes estudios científicos que se han publicado hasta el 10 de mayo.
De hecho, en la revista The Lancet, un grupo de científicos e investigadores publicaron una postura al respecto, “para condenar enérgicamente las teorías de conspiración que sugieren que COVID-19 no tiene un origen natural”.
De acuerdo con un artículo publicado en “Nature Medicine”, “el SARS-CoV-2 no es una construcción de laboratorio o un virus manipulado a propósito”. Kristian Andersen, profesor de la Scripps Research, junto con profesores de la Universidad de Tulane, la Universidad de Sidney, la Universidad de Edimburgo y la Universidad de Columbia, fueron quienes realizaron la investigación.
“Pudimos determinar, a partir de decodificar el material genético del nuevo coronavirus, que no se trata de una creación de laboratorio, sino que es producto de la evolución natural”, dijo a BBC Mundo el doctor Robert E. Garry, uno de los miembros del equipo de investigación.
“Pudimos establecer que, a partir de las características genéticas del SARS-CoV-2, es imposible que alguien pudiera haberlo creado en un laboratorio“, agregó.
En la secuencia genética del virus que causa el COVID-19 no se encontraron rastros que demuestren que se usó algún sistema genético disponible para crearlo. “Si se hubiera realizado la manipulación genética, uno de los varios sistemas de genética inversa disponibles para los betacoronavirus probablemente se habría utilizado. Sin embargo, los datos genéticos muestran irrefutablemente que el SARS-CoV-2 no se deriva de ningún esqueleto de virus usado previamente”, explica el estudio.
La publicación viral asegura que en Italia, “al realizar las autopsias descubrieron que los habían engañado. Que no era ninguna neumonía, si no una trombosis”. Agrega que según “el coronavirus si lo podemos destruir con azitromicina, acetaminofén o aspirina”
La COVID-19 es causada por el coronavirus SARS-COV-2, como su nombre lo dice es un virus y los antibióticos NO son eficaces contra los virus. La Organización Mundial de la Salud (OMS) también advierte que “los antibióticos sólo son efectivos contra las infecciones bacterianas”.
“No se deben usar antibióticos como medio de prevención o tratamiento de la COVID-19. Solo deben usarse para tratar una infección bacteriana siguiendo las indicaciones de un médico”, advierte la OMS.
La publicación también dice que supuestamente no se realizaban autopsias en otras partes del mundo pero eso no es verdad. De hecho el 24 de marzo de 2020, la OMS publicó en su sitio oficial una Guía provisional titulada “Prevención y control de infecciones para el manejo seguro de un cadáver en el contexto de COVID-19” en la que desarrolla los procedimientos adecuados para la realización de autopsias durante la pandemia.
El 22 de abril, el servidor en línea para manuscritos médicos, medRxiv, publicó el informe “Hallazgos pulmonares post mortem en una gran serie de casos de COVID-19 del norte de Italia” en el que reporta 38 autopsias pulmonares a pacientes fallecidos por COVID-19.
Los resultados del informe refuerzan lo observado por médicos en todo el mundo: la coagulación intravascular diseminada (trombosis) también es una forma en la que se manifiesta el SARS-COV-2. Pero no descarta que muchos de los pacientes manifiesten también neumonía. Lo anterior ha sido aclarado por autoridades internacionales e incluso por el Subsecretario de Salud Hugo López-Gatell. Como lo reportamos en esta verificación.
Entonces, a diferencia de lo que dice la publicación viral, los estudios italianos revelaron que una trombosis no es algo contrario a una neumonía. De hecho el estudio señala que “podría ser posible que la trombosis pulmonar pueda complicar aún más el curso de la neumonía”.
La publicación viral también afirma que “el vapor del eucalipto destruye el virus que se aloja en la garganta”. Pero eso tampoco se puede probar.
Como reportamos en esta otra verificación es cierto que existen diversos estudios científicos que reconocen las propiedad químicas de algunas plantas como el eucalipto para el tratamiento de enfermedades respiratorias. Por ejemplo, en Ecuador los investigadores evaluaron el efecto antimicrobiano in vitro (en laboratorio, no en humanos) del aceite esencial de eucalipto sobre la bacteria Escherichia coli. Sin embargo, no encontramos ninguna que se centre en el COVID-19.
Lo que sí encontramos son estudios científicos que señalan que no hay pruebas de que los vahos o vaporizaciones sean útiles para tratar enfermedades pulmonares o respiratorias. De hecho señalan que es preferible el empleo de un aparato que emita vapor de agua frío o a temperatura ambiente. Lo anterior es para evitar el riesgo de lesiones térmicas.
La publicación viral señala que la ID:2020 es “la implantación de los chips que diferenciarnos a los que llevan la vacuna y estarán libres para ingresar a cualquier lugar y los que no que estarán restringidos a lo que ellos quieran (sic)”.
Pero en realidad ID2020 o Digital Identity Alliance, es una organización sin fines de lucro. Sus operaciones son financiadas por muchas fundaciones y patrocinadores, entre ellos GAVI. GAVI es otra organización que sí está financiada por Bill Gates.
La misma Alianza dice que ve a la identidad digital como “una agrupación de identificadores digitales. Por lo tanto, si interactúa con cualquier tecnología conectada a Internet o a una red móvil, tiene una identidad digital”.
Además, la idea principal de esta alianza no es vigilar al mundo, sino buscar la privacidad y el control de personal de la identidad digital. Así lo postulan en su manifiesto: “Los socios de la Alianza comparten la creencia de que la identidad es un derecho humano y que los individuos deben tener “propiedad” sobre su propia identidad”.
Los verificadores de Snopes señalan que varios de los proyectos financiados por ID2020 son de activistas contra las vacunas que usan a los pobres y vulnerables como conejillos de indias científicos y que implican la implantación de un dispositivo que infringe su privacidad. Dicen también que ninguno de los proyectos que financian implica inyectarle algo a nadie.
La publicación viran también acusa que “la presunta ayuda del multimillonario Bill Gates de la supuesta vacuna que él está ofreciendo no es más que el intento de poder cambiar todo esto al mal llamado Nuevo orden Mundial”.
En uno de los proyectos más avanzados en la búsqueda de una vacuna contra la COVID-19 participa Moderna Inc, que sí financia sus operaciones gracias a los aportes de la Fundación de Gates. Pero en todo el mundo hay científicos trabajando en una vacuna. Y no todas las propuestas tienen algo que ver con Bill Gates.
Además, el 13 de abril la OMS hizo una declaratoria pública firmada por científicos, médicos, financiadores y fabricantes. En ella señalan que existe una coperación científica internacional coordinada por la OMS para desarrollar vacunas y “aumentar la probabilidad de que una o más vacunas seguras y eficaces estén pronto a disposición de todos.”
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El Sabueso es uno de los 91 verificadores de hechos de 40 países que forman la alianza coordinada por la Red Internacional de Verificación de Hechos (International Fact Checking Network, IFCN) para desacreditar la información falsa relacionada con el coronavirus. Encuentra las verificaciones de esta alianza internacional con los hashtag #CoronaVirusFacts y #DatosCoronaVirus , o visita esta página.
Consulta también nuestro micrositio con todas las verificaciones que hemos hecho hasta el momento sobre el Covid-19.
Despuntó como destino turístico internacional de primer nivel por más de una década hasta que el conflicto entre Grecia y Turquía la cambió para siempre.
De un lujoso destino turístico a una ciudad con un futuro incierto tras cinco décadas de abandono.
Varosha, suburbio de la localidad de Famagusta en el noreste de Chipre, tuvo su auge en la década de 1960 y la primera mitad de los años 1970.
Con sus hoteles de cinco estrellas, discotecas de primer nivel y más de dos kilómetros de playa bañada por el Mediterráneo, atraía a turistas y celebridades de todo el mundo, desde Elizabeth Taylor hasta Brigitte Bardot o Richard Burton.
Pero su destino cambió drásticamente en 1974, cuando la invasión turca de Chipre forzó a sus habitantes griegos-chipriotas a huir, dejando este territorio desierto y enjaulado en vallas militares.
Varosha quedó bajo el control del ejército turco como parte de un conflicto más amplio que dividió la isla en dos: al sur, la República de Chipre, reconocida internacionalmente y habitada en su mayoría por griegos-chipriotas; al norte, la República Turca del Norte de Chipre, un estado autoproclamado que solo reconoce Turquía.
Desde entonces, este enclave ha sido utilizado por ambas partes como una moneda de cambio en las complejas negociaciones que han intentado, sin éxito, reunificar el país.
La invasión de Chipre por las tropas turcas en julio de 1974 obligó a sus 39.000 residentes, la amplia mayoría mayoría griegos-chipriotas, a huir en cuestión de horas.
Cuando esto ocurrió, Avghi Frangopoulou tenía 15 años y sus padres acababan de comprar dos apartamentos en la playa de Varosha, pero la guerra lo cambió todo de la noche a la mañana.
“Recuerdo que corría porque veía los aviones justo encima de mí”, comenta sobre los bombardeos turcos en una entrevista para el programa de radio Assignment, de la BBC.
Su familia, como otras miles, tuvo que dejar atrás todas sus pertenencias y huir para salvar sus vidas.
Tras tomar el control, el ejército turco cercó Varosha con una valla y la convirtió en una zona militar restringida, vacía e inaccesible para civiles, es decir, una “ciudad fantasma”.
Durante décadas, el destino de Varosha fue un asunto de negociación clave en los fallidos intentos de reunificar Chipre.
En 1984, la ONU adoptó la resolución 550, que declaraba que debía ser devuelta a sus legítimos propietarios, pero el gobierno turco-chipriota de facto no aceptó y la ciudad permaneció intacta, con sus casas, hoteles y tiendas vacías.
“No somos fantasmas, y nuestra ciudad no es una ciudad fantasma”, protesta Frangopoulou, quien, como muchos otros exresidentes, ha visitado Varosha en los últimos años tras su reapertura parcial en 2020.
El estado de abandono del lugar hace aún más dolorosos sus recuerdos. “No me gusta ver esto”, afirma sobre el deterioro de su barrio natal y el “turismo oscuro” que ha surgido en torno de él.
En 2020 Turquía decidió reabrir parcialmente al público este espacio.
El anuncio de su presidente, Recep Tayyip Erdogan, atrajo de inmediato a visitantes curiosos, convirtiendo al otrora destino de lujo en uno del llamado “turismo oscuro” que invita a lugares marcados por la tragedia, el abandono o el conflicto.
Los turistas que llegan a Varosha se enfrentan a una extraña combinación de belleza y decadencia.
La playa está de nuevo abierta al público y en ella se observan bañistas disfrutando del mar y el sol rodeados de apartamentos en ruinas y hoteles destruidos, con ventanas rotas y fachadas corroídas por el paso del tiempo.
Muchos de los antiguos residentes no ven con buenos ojos esta transformación de su barrio en una especie de atracción turística.
“Conozco a la gente que vivió aquí. No pueden vender esto como un producto, como un pueblo fantasma”, comenta Avghi Frangopoulou, quien considera la reapertura como una forma de trivializar la tragedia de la invasión.
Parte de la comunidad internacional también ha condenado la decisión de Turquía de abrir Varosha sin un acuerdo previo con los grecochipriotas, lo que supone un paso más en la violación de la resolución 550 de la ONU.
Pero el barrio sigue recibiendo turistas y las autoridades turcochipriotas no parecen dispuestas a cambiar su postura.
Para los antiguos residentes de Varosha, regresar a la ciudad tras casi 50 años de exilio es un intenso golpe emocional, ya que sus edificios ahora en ruinas les evocan recuerdos de una vida interrumpida de forma abrupta en 1974.
Avghi Frangopoulou ha vuelto varias veces desde que se abrió parcialmente en 2020.
“Mi casa está aquí”, dice, señalando la calle donde vivía, ahora cubierta de escombros.
Pese a la autorización de visitas turísticas, el barrio sigue bajo estricto control militar y muchas zonas permanecen inaccesibles para los antiguos residentes.
“Solo quieres pasar por esa puerta y subir las escaleras, pero hay policías que te detienen, así que no te arriesgas”, asegura Frangopoulou.
El caso de Andreas Lordos es similar. Su familia construyó uno de los primeros hoteles en Varosha, el Golden Marianna, aún en pie aunque abandonado y cubierto de enredaderas.
“Mi padre construyó este hotel en 1967 cuando tenía 27 años. Era un hotel con piscina, algo nuevo en esa época. Estaba frente a mi colegio, así que durante el recreo íbamos a curiosear qué hacían los turistas”, relata, mientras observa lo que queda del edificio.
Confiesa que su sueño es restaurarlo y abrirlo de nuevo algún día.
Sin embargo, es difícil que los antiguos propietarios huidos hace 50 años puedan recuperar sus inmuebles.
Las autoridades turcochipriotas han instado a los antiguos dueños a que reclamen sus tierras, pero estos aseguran que en la práctica es casi imposible debido a que el proceso legal está plagado de obstáculos.
El gobierno chipriota, además, ve con desconfianza esta oferta al temer que ayude a legitimar la ocupación turca.
El futuro de Varosha está en el aire.
Muchos locales tienen la esperanza de que el barrio pueda ser restaurado y convertirse en un símbolo de la futura reunificación de Chipre, donde griegos y turcos chipriotas coexistan en paz.
“Nos volvimos como familias con algunos de los grecochipriotas, porque pensamos y actuamos de la misma manera: que todos somos los perdedores en este conflicto”, afirma Serdar Atai, un activista turcochipriota comprometido con la preservación del patrimonio cultural de la zona.
Sin embargo, las tensiones políticas siguen siendo un gran obstáculo.
Atai lamenta que tanto las autoridades turcochipriotas como las grecochipriotas han torpedeado continuamente los intentos de un acuerdo de paz.
“Siempre acuerdan estar en desacuerdo desde el principio”, ironiza, en referencia a las últimas cinco décadas plagadas de intentos fallidos.
Por otro lado, figuras políticas como Oguzhan Hasipoglu, miembro del parlamento turcochipriota, ven en Varosha un modo de reclamar la soberanía del norte de Chipre que la comunidad internacional rechaza.
“Perdimos la confianza en los grecochipriotas (…) Sus palabras son amables pero, a la hora de la verdad, no están dispuestos a compartir el gobierno ni la riqueza de esta isla con nosotros. Nos ven como una minoría”, sentencia.
Hasipoglu, quien cree inevitable la división de la isla en dos Estados, ansía ver renacer Varosha como un destino turístico de lujo bajo control turco.
Así, la incertidumbre sobre el futuro de Varosha persiste: ¿seguirá siendo un destino de “turismo oscuro” en ruinas, se convertirá en un nuevo y lujoso balneario del no reconocido Estado de Chipre del Norte, o será un puente hacia la reconciliación de una isla dividida?
Lo que es seguro es que el tiempo se agota poco a poco para los antiguos residentes que sueñan con regresar al barrio donde crecieron.
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