¿Hay una nueva emergencia sanitaria en China por el metapneumovirus humano? Esto es falso, ni la Comisión Nacional de Salud de la República Popular China ni la Organización Mundial de la Salud (OMS) han declarado una emergencia sanitaria por este virus. Además, el metapneumovirus humano (hMPV, por sus siglas en inglés) no es nuevo, se descubrió desde el 2001.
En redes sociales, publicaciones virales reportan que China “enfrenta una grave crisis sanitaria debido al brote de metapneumovirus humano”. Agregan que esto ha provocado el colapso de los sistemas de salud en el país oriental, por lo cual declararon estado de emergencia. Pero no hay evidencia de esto.
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Esta desinformación surgió en el contexto del anuncio de un programa piloto en China de monitoreo para casos de neumonía de origen desconocido, que busca mejorar la preparación frente a patógenos —agente biológico que causa o produce enfermedad— desconocidos, en contraste con la respuesta inicial al COVID-19 hace cinco años.
En una conferencia de prensa del tres de enero de 2025, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Mao Ning, mencionó que las infecciones respiratorias tienden a alcanzar su punto máximo durante la temporada de invierno. Pero, las enfermedades parecen ser menos graves y propagarse a menor escala en comparación con el año anterior.
Buscamos en el portal de la Comisión Nacional de Salud de la República Popular China y en el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de China, pero no encontramos ninguna alerta o comunicado sobre una emergencia sanitaria por los casos del virus hMPV.
También buscamos en los comunicados sobre brotes de enfermedades de la OMS, así como en los informes de situaciones de emergencia. Tampoco existe información sobre una nueva alerta sanitaria en China, ni reportes nuevos sobre el metapneumovirus humano.
Por su parte, la portavoz de la OMS, Margaret Harris, confirmó que ha habido un aumento de casos de infecciones respiratorias comunes en China, lo que aseguró que es completamente esperado durante el invierno.
El doctor David Kershenobich, titular de la Secretaría de Salud de México (Ssa), dijo en la conferencia mañanera del 7 de enero, que “es un cuadro gripal común en China y que hasta el momento, nosotros mantenemos una vigilancia epidemiológica, no ha representado una amenaza.”
De acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), el metapneumovirus humano, —descubierto en 2001—, causa infecciones respiratorias superiores e inferiores, especialmente en niños, adultos mayores y personas inmunodeprimidas.
Un artículo publicado en los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos, explica que aunque fue descrito por primera vez en 2001, estudios serológicos—análisis de anticuerpos en sangre— previos demostraron que ya circulaba en humanos desde 1950.
Además, en este artículo publicado por el Hospital Universitario Son Espases en Palma de Mallorca, España, dice que las infecciones respiratorias agudas causadas por el hMPV en adultos son poco comunes. Menciona que su incidencia es incluso inferior al de los virus gripales durante la época invernal.
En sus redes sociales, el doctor Alejandro Macías —quien en el 2009 fue comisionado especial para la atención de la influenza A (H1N1) en México— mencionó que “no son virus nuevos y es poco probable que causen una pandemia”.
De acuerdo con el CDC, los síntomas del hMPV son: tos, fiebre, congestión nasal y dificultad para respirar. En algunos casos, puede progresar a bronquitis o neumonía, presentando un cuadro clínico similar al de otros virus respiratorios.
Y para prevenir el contagio, recomiendan lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón durante al menos 20 segundos, evitar tocarse los ojos, nariz o boca con las manos sucias y mantener distancia de personas enfermas.
En conclusión, es falso que hay una grave crisis sanitaria debido al brote de metapneumovirus humano, como alertan en redes sociales. Este es un virus conocido y considerado “un cuadro gripal común en China”.
Los astrónomos en todo el mundo se preparan para ver un sistema estelar a unos 3.000 año luz que está a punto de estallar en un espectáculo luminoso.
Una fría noche de febrero de 1946, un colegial de 15 años miraba por la ventana de su dormitorio cuando hizo un sorprendente descubrimiento.
Michael Woodman, un entusiasta astrónomo aficionado de la ciudad de Newport, Gales, se había desvelado esperando a que su padre regresara a casa cuando notó algo extraño sucediendo en el cielo.
“Estaba la constelación Corona Boreal, pero en el anillo de la Corona, las segunda estrella abajo estaba radiante, muy radiante”, explica.
“Y pensé, ‘nunca antes he visto algo parecido'”.
A la mañana siguiente le escribió al Astrónomo Real, la autoridad de investigaciones astronómicas en Reino Unido.
Ahora, a los 94 años, sonríe al recordar con sorpresa la audacia que tuvo en su adolescencia.
“Y Dios me libre si el Astrónomo Real no me contestó con una carta que todavía conservo”.
Michael Woodman no solo había observado el raro evento celestial, sino que —como le informaron— era la única persona en el país en verlo.
Había detectado un sistema estelar, a unos 3 mil años luz de distancia, llamado T Corona Borealis —o abreviado a T Cor Bor— explotando brillantemente, que solo fue visible en el cielo nocturno por unos pocos días.
“Me había ganado la lotería”, expresa.
En estos días, una nueva generación de observadores está escaneando el firmamento del Hemisferio Norte en busca de T Cor Bor.
“T Cor Bor está tenue en el momento; su magnitud es de 10, mucho menor de lo que puedes ver con el ojo desnudo”, explica Jenifer Millar, de Fifth Star Labs, una empresa que desarrolla apps para la educación y descubrimientos científicos.
Como muestra la foto que sigue, para encontrar la región en el cielo donde aparecería, ella recomienda localizar primero el Carro característico de la Osa Mayor y seguir su cola hasta Arcturus (Arturo, una de las estrellas más brillantes).
Al occidente de esta estrella está la constelación Corona Boreal, compuesta de siete estrellas y donde T Cor Bor se iluminará en algún momento.
“Sólo será visible al ojo desnudo por un par de días”, señala la científica.
“Por supuesto, si tienes un par de binoculares o un pequeño telescopio, podrás verlo por un poco de tiempo, pero creo que es ese corto período lo que lo hace realmente especial”.
El fenómeno astronómico es causado por la interacción de dos estrella que orbitan entre ellas: una enana blanca —que es una estrella muerta— y una gigante roja, una estrella que está llegando al final de su vida.
La compacta enana roja ejerce una enorme atracción gravitacional, tan potente que le roba material a su vecina más grande.
“La fuerza de gravedad en la superficie de la enana blanca es un millón de veces mayor a la gravedad que sentimos en la Tierra, así que si estuviéramos allí, nos aplastaría instantáneamente”, comenta Jane Clark, de la Sociedad Astronómica de Cardiff.
Con el paso del tiempo, el material acumulado de la otra estrella queda aplastado y comprimido, hasta que finalmente desencadena en una explosión nuclear que despide una enorme cantidad de energía, un proceso conocido como una nova en evolución.
“Y cuando eso sucede, se iluminará como el mejor árbol de Navidad de la ciudad“, asegura la doctora Clark.
Los astrónomos creen que este proceso es recurrente, con una explosión de T Cor Bor sucediendo aproximadamente cada 80 años.
Pero no hay registros de esto.
Y ya ha habido unas cuantas falsas alarmas que T Cor Bor estaba a punto de aparecer, seguidas de un chasco.
Sin embargo, los expertos dicen que hay signos de que volverá a suceder pronto.
Y Michael Woodman ciertamente está listo para verlo otra vez.
“Alguien me meterá en un automóvil y me llevará a algún sitio agreste donde lo podré ver bien. Eso es lo que esperamos”, afirma.
Y si logra echarle otro vistazo al espectáculo, cree que lo pondrá en un club muy exclusivo, de un solo miembro.
“80 años después, estamos mirando al cielo otra vez, no sólo yo, sino todo el mundo aparentemente”, declara.
“Si estoy con vida, si lo veo, seré el único en haberlo visto dos veces”.
Luego, con una amplia sonrisa y una pequeña carcajada, añade: “¡Tengo que seguir respirando!”
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