
El servicio militar en México sí es obligatorio para todos los ciudadanos, pero es falso que exista un decreto que acota la edad para realizarlo de los 14 a los 21 años y permita al Ejército reclutar forzosamente a jóvenes en las calles, como afirman usuarios en redes sociales.
Desde 1969 no hay una reforma que baje la ciudadanía mexicana de los 18 años , edad mínima registrada en los reglamentos militares tanto para el servicio militar como para la inscripción al Ejército.
Además de que el juicio amparo protege a la ciudadanía contra la incorporación forzosa a las Fuerzas Armadas.
La publicación con desinformación se difundió el pasado 26 de octubre y superó los 23 mil 300 “me gusta” y las 646 mil reproducciones al afirmar que “AMLO decreta servicio militar obligatorio para jóvenes de 14 a 21 años de edad” y que esto permite a los soldados reclutar a jóvenes en las calles después de las 21:00 horas.
No. En el Diario Oficial de la Federación (DOF) no se identificó una reforma al servicio militar que implique una reducción de la edad mínima para realizarlo, ni tampoco se localizó una propuesta parecida entre las iniciativas presentadas por Andrés Manuel López Obrador durante su gestión, de acuerdo con los registros del Sistema de Información Legislativa (SIL).
Aunque la Constitución mexicana señala en su artículo 5 que el servicio militar es obligatorio para los mexicanos, los artículos 34 y 35 puntualizan que se requieren 18 años para obtener la ciudadanía y formar parte de las Fuerzas Armadas ya sea de forma permanente o en los cuerpos de reserva.
“Si hacemos una interpretación sistemática de este par de artículos, podemos establecer perfectamente de qué constitucionalmente no puede haber nadie haciendo su servicio militar que tenga menos de 18 años”, señaló Carlos Prado, abogado especialista en derecho constitucional.
La Constitución sí podría reformarse para disminuir la edad de la ciudadanía, pero desde la reforma del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz en 1969, este requisito no ha bajado de los 18 años.
El video desinformante comenzó a circular en TikTok por lo menos el 26 de octubre de 2024, casi un mes después de que López Obrador terminara su sexenio, por lo que no podría emitir un decreto fuera del cargo presidencial.
De hecho, durante su administración se derogaron varios artículos de la Ley del Servicio Militar, entre ellos el 25 que permitía a personas menores de 18 años una incorporación anticipada en ciertos casos y la fracción III del artículo 24 que admitía a jóvenes entre 16 y 18 años en las unidades de transmisión para su preparación como técnicos.
La admisión de personas menores de 18 años en instituciones educativas militares también fue derogada en 2015 del Reglamento de Reclutamiento de Personal para el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos. Por lo que dentro de esa normativa tampoco se contempla a ese sector.
Durante el actual sexenio de Claudia Sheinbaum no se han registrado cambios o modificaciones en el servicio militar, ni alguna propuesta de la mandataria respecto a este tema o el supuesto reclutamiento forzado en el SIL.
“¿Qué pasaría si de pronto los soldados, ‘mediante la leva’ comenzaran a incorporar forzosamente al Ejército? En nuestro sistema constitucional cabría la posibilidad de promover un juicio de amparo, lo ganas y te sueltan”, señaló el especialista sobre esta última afirmación.
La Ley de Amparo considera la incorporación forzosa al Ejército, Armada o Fuerza Aérea nacionales entre los casos prioritarios para este juicio, junto con otros como el peligro de privación de la vida, los ataques a la libertad personal y aquellos contemplados en el artículo 22 constitucional.
En conclusión: Es falso que se acotara la edad del servicio militar de los 14 a los 21 años, no se ha presentado ni decretado una reforma que modifique la Constitución o las leyes sobre esta obligación para los ciudadanos.

Los nuevos lineamientos de seguridad muestran el interés de Washington por frenar la inmigración ilegal, contener el avance del narcotráfico y mejorar la relación con sus aliados ideológicos y sus socios comerciales.
Tanto el reciente bloqueo “total y completo” de todos los buques petroleros sancionados que entren y salgan de Venezuela como el inusual rescate financiero a Argentina de octubre son muestras de la relevancia que América Latina tiene para Donald Trump.
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional reafirma la decisión de Estados Unidos de ampliar la presencia militar y su influencia en la región. Publicado por la Casa Blanca el 4 de diciembre, el documento plasma la visión del mundo de la actual gestión.
“Mi gobierno ha actuado con una urgencia y velocidad históricas para restaurar la fuerza estadounidense en el país y en el exterior“, dice la carta firmada por el mandatario que antecede el documento de 29 páginas.
Según los nuevos lineamientos de seguridad, Trump mira a América Latina decidido a frenar la inmigración ilegal, contener el avance del narcotráfico y mejorar la relación con sus aliados ideológicos y sus socios comerciales.
Para hacerlo, propone volver a la política exterior del presidente James Monroe de “América para los Americanos”, con la que EE.UU. declaraba en 1823 su intención de resguardar a la región del avance de las potencias ajenas al continente.
“Tras años de abandono, Estados Unidos reafirmará y aplicará la doctrina Monroe para restaurar la preeminencia estadounidense en el hemisferio occidental”, dice el nuevo documento que llama a este enfoque “corolario Trump a la doctrina Monroe”.
Este enfoque se ganó el apodo de la “doctrina Donroe”, que surge de la combinación entre Donald y Monroe. El término apareció en enero en la portada del New York Post y rápidamente fue adoptado por analistas estadounidenses y medios internacionales.
Entonces, ¿estamos ante una nueva doctrina de Monroe en la región? ¿Cuáles son las preocupaciones e intereses de Trump en América Latina? ¿Cómo hará para ampliar su influencia en el continente?
Para que Estados Unidos consolide su poder global, Trump entiende que primero debe reafirmar su influencia en la región.
“Estados Unidos debe ser preeminente en el hemisferio occidental como condición para nuestra seguridad y prosperidad, una condición que nos permite afirmarnos con confianza donde y cuando lo necesitemos en la región”, dice el documento.
Para Will Freeman, investigador de Estudios Latinoamericanos del influyente centro de estudios estadounidense Council on Foreign Relations, Trump busca dar un “nuevo giro a una vieja idea”.
“Es una especie de justificación ideológica para la intervención de Estados Unidos o para la mano dura en la región, la cual se centra explícitamente en la inmigración”, dijo Freeman a BBC Mundo.
“Pero el documento también menciona los cárteles de la droga y las incursiones extranjeras hostiles, lo que suena a la Doctrina Monroe en su versión original”, agrega.
La idea de una estrategia inspirada en la antigua doctrina Monroe no es nueva. Ya en 1904 el presidente Theodore Roosevelt (1901-1909) estableció su propio “corolario Roosevelt” a esa doctrina del Siglo XIX.
En aquel momento, Roosvelt sostenía que Estados Unidos debía intervenir en los países de la región si no estaban siendo capaces de cumplir con sus compromisos financieros o con el cuidado de sus democracias, según explica Freeman.
En cualquier caso, lo que sabemos hasta el momento sobre el llamado “corolario Trump” es bastante vago. Por eso, el analista recomienda no tomarlo como un plan estratégico sino como una declaración de principios.
“Trump no sigue una política exterior tan consistente como para llamarla doctrina. Tampoco hace ninguna declaración que nos ayude a entender cómo se relacionan las medidas que está tomando con sus objetivos más ambiciosos”, dice.
Para Trump, los países de América Latina son el origen de muchos de los problemas que enfrenta Estados Unidos, pero a la vez pueden ser la clave para resolverlos.
El documento presenta a la “migración ilegal y desestabilizadora” como uno de los principales problemas que tienen origen en Latinoamérica, ya que la mitad de los inmigrantes que viven en Estados Unidos proviene de la región, principalmente de México.
“Es la parte del mundo que más le interesa para sus objetivos de política interna”, dice Freeman.
A su vez, menciona el peligro de los cárteles de drogas, teniendo en cuenta que casi toda la cocaína que se consume en Estados Unidos proviene de tres países de la región: Colombia, Perú y Bolivia.
En ese sentido, para Bernabé Malacalza, autor del libro “Las cruzadas del siglo XXI”, que trata sobre la relación entre Estados Unidos y China, la nueva arquitectura de seguridad nacional se sostiene en que Estados Unidos considera a la región como “parte de su frontera de seguridad interna”.
“América Latina pasó a ser prioritaria para Estados Unidos. Adquirió un lugar que antes no había tenido y que se explica en que la seguridad hemisférica ganó protagonismo”, dice el profesor de la Universidad Torcuato Di Tella.
El documento menciona además la necesidad de limitar incursiones extranjeras hostiles, en una clara referencia a China, aunque no la menciona.
En materia comercial, Trump busca mejorar sus acuerdos con sus socios en la región bajo la impronta del America First (Estados Unidos primero). El documento plantea el uso de “aranceles y acuerdos comerciales recíprocos como herramientas poderosas”, algo que el gobierno de Trump ya ha puesto en práctica con numerosos países de la región, con resultados mixtos.
En el caso de México, la Casa Blanca sabe que las empresas estadounidenses también se ven afectadas por las disputas comerciales.
“Por eso, Trump busca consolidar acuerdos orientados al nearshoring (estrategia de una empresa para transferir parte de su producción a países cercanos), porque entiende que la región es parte de la reconfiguración de las cadenas de valor”, señala Malacalza.
Trump no solo quiere que las empresas estadounidenses crezcan, sino que los países aliados fortalezcan sus economías nacionales para, de este modo, intensificar las relaciones comerciales.
Según el documento, “un hemisferio occidental económicamente más fuerte y sofisticado se convierte en un mercado cada vez más atractivo para el comercio y la inversión estadounidenses”.
“Los países de la región tienen un impacto desproporcionado en estos asuntos internos que a Trump le importan mucho, y que también le interesan a su base política”, resume Freeman.
El mastodóntico portaaviones USS Gerald Ford, en el Caribe desde noviembre, no solo presiona al gobierno de Venezuela, sino que también refleja los nuevos lineamientos de seguridad de Estados Unidos.
Según el documento, la Casa Blanca busca desplegar una “presencia (militar) más adecuada” y “despliegues específicos” para controlar las fronteras terrestres y las rutas marítimas.
Estados Unidos habilita incluso “el uso de fuerza letal para reemplazar la fallida estrategia basada únicamente en la aplicación de la ley de las últimas décadas”, menciona el documento.
“La fuerza es el mejor elemento disuasorio”, agrega la Casa Blanca, en lo que es una política exterior deja abierta la opción de la represalia.
Este gobierno ha dicho que busca recuperar la idea de “paz por medio de la fuerza” (Peace Through Strength), el antiguo lema del presidente Ronald Reagan que se basa en confiar en el poder militar como garante de estabilidad.
Para Malacalza, la política de seguridad hacia América Latina “no configura una arquitectura regional o hemisférica, sino que busca que los países se alineen a Estados Unidos y, en última instancia, a Trump”.
Por otro lado, Estados Unidos ofrece una serie de recompensas para sus aliados.
“Recompensaremos y alentaremos a los gobiernos, partidos políticos y movimientos de la región que se alineen ampliamente con nuestros principios y estrategia”, señala la nueva estrategia.
La política de Estados Unidos debería, según el documento, enfocarse en apoyar a líderes y aliados regionales “capaces de promover una estabilidad razonable en la región”, que ayuden a frenar la migración ilegal y a neutralizar a los cárteles.
Esta política de recompensas se vio en octubre cuando Trump anunció el rescate de 20 mil millones de dólares para Argentina o cuando, al mes siguiente, se firmaron acuerdos con este último país, Ecuador, El Salvador y Guatemala para reducir los aranceles a las exportaciones.
En cualquier caso, para los analistas consultados por BBC Mundo, la bautizada “doctrina Donroe” entiende a la región principalmente como un lugar de amenazas más que de oportunidades.
“Les preocupa mucho más prevenir que las amenazas peligrosas de América Latina lleguen a Estados Unidos, según dirán ellos, que aprovechar las oportunidades que ofrece la región“, sintetiza Freeman.
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