Además de la cena y el hecho de convivir con la familia, el 31 de diciembre hacemos toda clase de rituales para que nos vaya mejor en el año. Hoy hablaremos de uno muy popular: los calzones rojos o amarillos en Año Nuevo.
La gente sale de casa con sus maletas para que vengan muchos viajes, se ponen dinero dentro de los zapatos o comen lentejas deseando prosperidad económica, también barren la casa, prenden velas y queman cartas para tener un mejor año.
Pero entre estas costumbres una de las más populares es la de usar ropa interior de ciertos colores para atraer la buena fortuna, la abundancia o el amor.
Te contamos de dónde viene esa tradición y qué significa usar calzones rojos, amarillos o verdes en Año Nuevo.
La gente utiliza calzones rojos en Año Nuevo para que el amor no falte.
Esta tradición tiene sus orígenes en la Edad Media. En aquel momento este color era exclusivo de la realeza y se asociaba con el valor y el mal (específicamente al diablo), así que el pueblo no podía utilizarlo.
En algunos pueblos europeos el invierno era muy crudo, por lo que las personas empezaron a utilizar detalles en color rojo ocultos debajo de sus prendas para llamar a la prosperidad ya que escaseaban los alimentos.
Con el paso del tiempo esto se transformó en una manera de llamar al amor, ya que el color rojo también se asocia con el erotismo y la pasión.
Utilizar ropa interior amarilla está asociado con la prosperidad, específicamente con el dinero.
En la cultura oriental el uso del color amarillo solía ser exclusivo de reyes y príncipes, además de que también tiene que ver con la buena fortuna.
En nuestra cultura se adoptó usar calzones amarillos para llamar a la abundancia en el año que inicia.
Aunque, para algunas personas, este tiene más que ver con asegurar que el año que comienza estará lleno de buenos momentos, ya que el este color también se relaciona con el Sol que, a su vez, tiene que ver con la energía necesaria para la vida.
Además de los calzones rojos y amarillos, desde hace varios años las personas también están utilizándolos en color verde.
Se dice que estos tienen la finalidad de buscar la buena fortuna, esto para que la persona que los vista tenga un año con menos obstáculos que el que termina.
En la tradición de usar ropa interior de colores en Año Nuevo, también existen diferentes creencias de que el ritual es más efectivo si los calzones son nuevos o regalados.
La razón de que sea regalado, es que la persona que te los dé tenga buenas intenciones de que se te cumpla algo durante el año (amor, abundancia, serenidad).
Y quienes se van por la idea de que sean nuevos, es que así no vienen cargados de energías pasadas y tal cual son un nuevo comienzo.
Esta nota fue publicada originalmente en 2019.
Un animal muy pequeño y poco conocido que suele venderse como alimento para acuarios ha estado protegiendo silenciosamente nuestro planeta del calentamiento global emprendiendo una migración épica.
Un animal diminuto y poco conocido que suele venderse como alimento para acuarios ha estado protegiendo silenciosamente nuestro planeta del calentamiento global emprendiendo una migración épica.
Según una nueva investigación, estos “héroes anónimos” llamados zooplancton se atiborran y engordan en primavera antes de sumergirse cientos de metros en las profundidades del océano Antártico, donde queman la grasa.
Esto les permite retener carbono que calienta el planeta, equivalente a las emisiones anuales de unos 55 millones de coches de gasolina, e impedir que siga calentando nuestra atmósfera.
Es mucho más de lo que se esperaba. Pero a medida que los científicos descubren este servicio a nuestro planeta, aumentan las amenazas para el zooplancton.
Los investigadores llevan años estudiando la migración anual de este animal en aguas antárticas (el Océano Antártico) y sus consecuencias para el cambio climático.
Guang Yang, autor principal del estudio y miembro de la Academia China de las Ciencias, afirma que los resultados son “extraordinarios” y obligan a replantearse la cantidad de carbono que almacena el Océano Austral.
“Estos animales son héroes anónimos porque tienen un modo de vida muy interesante”, dice la coautora, Jennifer Freer, del British Antarctic Survey.
Pero en comparación con los animales antárticos más populares, como la ballena o el pingüino, el pequeño pero poderoso zooplancton pasa inadvertido y es poco apreciado.
Si alguien ha oído hablar de ellos, probablemente sea como un tipo de alimento para peces que se puede comprar por internet.
Pero su ciclo vital es extraño y fascinante. Tomemos como ejemplo el copépodo, un tipo de zooplancton pariente lejano de los cangrejos y las langostas.
Con un tamaño de entre 1 y 10mm, pasan la mayor parte de su vida dormidos entre 500m y 2km de profundidad en el océano.
En las imágenes tomadas con el microscopio se pueden ver largas salchichas de grasa en el interior de sus cuerpos y burbujas de grasa en sus cabezas, explica el profesor Daniel Mayor, que las fotografió en la Antártida.
Sin ellos, la atmósfera de nuestro planeta sería mucho más cálida.
A escala mundial, los océanos han absorbido el 90% del exceso de calor generado por el hombre al quemar combustibles fósiles. De esa cifra, el Océano Antártico es responsable de cerca del 40%, y gran parte se debe al zooplancton.
Se están invirtiendo millones de dólares en todo el mundo para entender cómo almacenan exactamente el carbono.
Los científicos ya sabían que el zooplancton contribuía a su almacenamiento en un proceso diario en el que los residuos ricos en carbono de los animales se hunden en las profundidades del océano.
Pero no se había cuantificado lo que ocurría cuando los animales migraban en el Océano Austral.
Las últimas investigaciones se centraron en los copépodos, así como en otros tipos de zooplancton llamados krill y salpas.
Estas criaturas se alimentan del fitoplancton de la superficie oceánica, que crece transformando el dióxido de carbono en materia viva mediante la fotosíntesis. El zooplancton transforma esta materia en grasa.
“Su grasa es como una batería. Cuando pasan el invierno en las profundidades del océano, se sientan y queman lentamente esta grasa o carbono”, explica Mayor, de la Universidad de Exeter, que no participó en el estudio.
“Esto libera dióxido de carbono. Por la forma en que funcionan los océanos, si se introduce carbono a gran profundidad, el CO2 tarda décadas o incluso siglos en salir y contribuir al calentamiento atmosférico”, dice.
El equipo de investigadores calculó que este proceso —denominado bomba de migración vertical estacional-—transporta 65 millones de toneladas de carbono al año hasta al menos 500 metros por debajo de la superficie del océano.
La mayor contribución corresponde a los copépodos, seguidos del krill y las salpas.
Según una calculadora de emisiones de gases de efecto invernadero de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), esta cantidad equivale aproximadamente a las emisiones de 55 millones de coches diésel durante un año.
Las últimas investigaciones han analizado datos que se remontan a la década de 1920 para cuantificar este almacenamiento de carbono, también llamado secuestro de carbono.
Pero el descubrimiento científico sigue su curso mientras los investigadores tratan de comprender más detalles sobre el ciclo migratorio.
A principios de este año, Freer y Mayor pasaron dos meses en el buque de investigación polar Sir David Attenborough, cerca de la isla Orcadas del Sur y Georgia del Sur.
Utilizando grandes redes, los científicos capturaron zooplancton y subieron los animales a bordo. “Trabajábamos en completa oscuridad con luz roja para no molestarlos”, explica Freer.
“Otros trabajaban en salas mantenidas a 3-4°C. Hay que llevar mucha protección para permanecer allí durante horas mirando por el microscopio”, añade.
Pero el calentamiento de las aguas y la captura comercial de krill podrían amenazar el futuro del zooplancton.
“El cambio climático, la alteración de las capas oceánicas y las condiciones meteorológicas extremas son amenazas“, explica el coautor, el profesor Angus Atkinson, del Laboratorio Marino de Plymouth, en Reino Unido.
Esto podría reducir la cantidad de zooplancton en Antártida y limitar el carbono almacenado en las profundidades oceánicas”.
Las empresas pesqueras de krill capturaron casi medio millón de toneladas de krill en 2020, según la ONU.
Esto está permitido por la legislación internacional, pero ha sido criticada por los defensores del medio ambiente, incluso en el reciente documental de David Attenborough, Océano.
Los científicos afirman que sus nuevos hallazgos deberían incorporarse a los modelos climáticos que pronostican cuánto se calentará nuestro planeta.
“Si no existiera esta bomba biológica, los niveles atmosféricos de CO2 serían aproximadamente el doble de los actuales. Así que los océanos están haciendo un buen trabajo absorbiendo CO2 y deshaciéndose de él”, explica el profesor Atkinson.
La investigación fue publicada en la revista Limnology and Oceanography.
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