Se acabaron las fiestas decembrinas y es momento de iniciar con la lista de propósitos de Año Nuevo que nos planteamos cumplir para este 2024. Si aún no comienzas, no te presiones por no haberlo hecho desde el día uno.
Toma en cuenta que cumplir con las metas que nos proponemos en Año Nuevo no es fácil y algunas personas llegan a desertar, pero te dejamos algunas recomendaciones que preparamos para ti para que en este 2024 logres tus objetivos.
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Un estudio de la Universidad de Scranton Pensilvania, ubicada en Estados Unidos ―que la UNAM cita en su artículo ¿Por qué no cumplimos nuestros propósitos de año nuevo?― señala que el 73% de la población mantiene sus propósitos durante la primera semana de enero.
Conforme pasan los días, la cifra cae y sólo el 64% de las personas continúa con sus metas en el primer mes. Pero después de 3 meses disminuye al 50% y en la primera mitad del año, únicamente 46% de las personas continúa con sus propósitos.
Y para el final del año, solo 19% de la población logró lo que se propuso.
Comer sano, salir a correr, gastar menos, dejar de fumar, ahorrar dinero o viajar más suelen ser parte de los propósitos que muchas personas queremos cumplir desde el momento en que las campanadas y el ritual de las uvas dictan que el 1 de enero llegó.
Es posible que durante los primeros días comencemos con alguna de las metas que escribimos en nuestra lista, pero si te cuesta trabajo hacerlo, checa estos tips para lograrlo.
Cony Zamora, maestrante en Psicología de la UNAM, escribió en Propósitos de Año Nuevo de la revista UNAM Global que, “fijarse metas”, es lo que motiva a las personas a hacer listas de propósitos para iniciar un nuevo año.
“En ocasiones más altas de lo que podemos alcanzar que le den sentido a nuestra existencia o impongan retos para mejorar en alguna esfera de nuestra vida: profesional, relaciones interpersonales, viajes”, escribió Zamora.
Tu lista de propósitos no debe ser una carga extra a tus actividades diarias, sino una oportunidad para mejorar en algún aspecto que consideramos necesario. Por ello, comienza con acciones pequeñas.
Es importante tener claros los propósitos que queremos lograr y no exagerar las metas.
Idealizar un plan que queremos alcanzar no siempre puede traer buenos resultados porque si no resulta como lo esperamos, se puede caer en la frustración y el estrés.
María Martina Jurado Baizabal, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, explica a UNAM Global cuáles son los factores que llevan a que las personas no cumplan con sus propósitos de Año Nuevo y su relación con la forma en cómo son planteados.
Es decir, si desde el inicio no tienes claros los motivos para alcanzar esa meta es porque el o los objetivos que te propones “no tienen un sustento”, esto implica que carezcan “de un por qué y un para qué”, según explica la experta en el artículo.
Jurado Baizabal también señala que cuando las personas se proponen propósitos, lo hacen en un ambiente lleno de ánimo, entusiasmo y energía.
Sin embargo, es importante tener en cuenta todo lo que implica alcanzar ese propósito, desde el compromiso que adquirimos, cómo impactará en nuestra cotidianidad y saber cómo lo vamos a hacer.
“Para ello necesito establecer estrategias específicas para alcanzar lo que quiero”, señaló la especialista en el artículo.
Ser constantes cuando realizamos un nuevo cambio puede resultar fácil o difícil para algunas personas y a veces es parte de la disciplina o las actividades que realizamos a diario.
Por ello, cuando comiences a planificar la forma en que llevarás a cabo tu propósito, analiza qué necesitas para lograrlo y si es necesario replantea tu meta.
En el artículo ¡Aún estás a tiempo de cumplir tus propósitos! del Museo Universum de la UNAM, hay algunos consejos para alcanzar tus propósitos de Año Nuevo, aún sin haber comenzado desde el día uno y recompensando tus logros.
Si ya pusiste en marcha tus propósitos, monitorea tu progreso realizando un registro con los avances que obtengas, esto te ayudará a reconocer los cambios positivos que has alcanzado.
Además de iniciar esta bitácora, recompensa tus logros. Elige “premios saludables o cumplidos” que te ayuden a reforzar los hábitos positivos que lograste.
Si entre tus propósitos se encuentra el dejar el alcohol, no te rindas en el intento.
Para lograr esta meta la escuela de medicina de la Universidad de Harvard publicó en Harvard Health el artículo Thinking of trying Dry January? Steps for success con una serie de consejos para dejar el alcohol poniéndote como meta un mes.
Inicia con un paso a la vez. Matthew Solan, autor del artículo y editor de Harvard Men’s Health Watch, señala que elegir no beber alcohol durante un mes puede conducir esta meta hacia “un camino más saludable”.
Aunque un mes también puede parecer eterno, Solan explica que sí es posible mantenerse sobrio en este tiempo, pero es importante contar con ayuda. Estos son algunos de los consejos que el autor comparte:
En Animal MX preparamos una lista de aplicaciones que recomendamos para lograr tus propósitos de Año Nuevo sin morir en el intento. Si la tecnología es tu mejor aliada, entonces no te pierdas estas recomendaciones.
En esta lista encontrarás algunas que podrán acoplarse a tus propósitos, desde crear hábitos saludables, meditar, gestionar proyectos o ahorrar dinero son una buena opción para no desistir. Consulta la lista completa aquí.
Si entre tus propósitos de Año Nuevo se encuentran el altruismo y el activismo para cuidar del planeta, reservamos 5 propuestas que el Programa para el Medio Ambiente de la ONU (UNEP, por sus siglas en inglés) tiene para iniciar el 2024 con más conciencia por el planeta.
Para la UNEP, incluir al planeta dentro de nuestros propósitos de Año Nuevo es una tendencia mundial a la que más jóvenes se suman para emprender un estilo de vida más sostenible.
Si te identificas con esta nueva generación de líderes que se preocupan por el planeta, invita a tus amistades y planifiquen nuevos hábitos saludables con estos cinco puntos:
Los cambios no ocurren al momento y podemos fallar, lo importante es no rendirse y volver a comenzar.
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El aroma corporal evoluciona a lo largo de nuestra vida, y los cambios que se producen no solo tienen una explicación biológica, sino que ha sido clave en la selección social y evolutiva.
Le propongo un reto: ¿sería capaz de adivinar el rango de edad de alguien sentado a su lado que no lleve perfume utilizando tan solo el sentido del olfato? No he encontrado ningún reto de este tipo en TikTok, pero sí una investigación que lo demuestra: podemos discriminar la edad de una persona por su aroma.
El olor corporal evoluciona a lo largo de nuestra vida, y los cambios que se producen no solo tienen una explicación biológica, sino que también han jugado un papel importante en la selección social y evolutiva.
Durante la infancia, el olor corporal suele ser suave debido a la baja actividad de las glándulas sudoríparas y a un microbioma (comunidad de microrganismos) cutáneo sencillo. Aun así, los padres son capaces de identificar la “fragancia” que despide su propio hijo y preferirla a la de niños desconocidos.
Los olores que en este caso generan una percepción olfativa emocional (información hedónica) agradable o familiar, activan las redes neuronales de la recompensa y el placer y disminuyen las respuestas al estrés. En coherencia con esto, las madres con trastornos del vínculo posparto no desarrollan este reconocimiento ni preferencia olfativa de su propio bebé.
Desde un punto de vista evolutivo puramente pragmático, la identificación placentera de la descendencia permitiría la inversión selectiva de los recursos.
La adolescencia supone un cambio importante en el olor corporal. Esta transformación se debe a la producción de hormonas sexuales, que, entre otras cosas, induce la activación de las glándulas sudoríparas y sebáceas.
Mientras que la mayoría de las glándulas sudoríparas (las ecrinas) excretan agua y sales, las glándulas sudoríparas llamadas apocrinas (asociadas al vello y localizadas en las axilas y la zona genital) segregan proteínas y lípidos
Es la degradación conjunta de estos lípidos y del sebo (triglicéridos, ésteres de cera, escualeno y ácidos grasos libres) liberado por las glándulas sebáceas presentes por casi toda la piel lo que genera el característico aroma a “humanidad”.
La descomposición de esas sustancias ocurre cuando entran en contacto con el aire y las bacterias de la piel. Microorganismos como los Staphylococcus convierten las grasas en ácido acético y ácido 3-metilbutonoico, responsables del olor agrio de los adolescentes.
Otras moléculas volátiles que aparecen en mayor cantidad en el sudor de los púberes frente al de los niños son la androstenona (olor sudoroso y urinario, similar al almizcle), el androstenol (parecido al sándalo o el almizcle) y el escualeno (rancio, graso o ligeramente metálico cuando se oxida).
La capacidad de reconocer a los hijos por el olor corporal disminuye tanto en madres como en padres cuando sus descendientes abandonan la infancia y están en plena adolescencia.
De hecho, las madres incluso prefieren el aroma de desconocidos. Y en ambos casos, la capacidad de identificación y preferencia se recupera cuando los vástagos entran en la etapa de pospúberes.
Una posible explicación a esta especie de “rechazo” hacia el olor corporal de los propios hijos adolescentes sería la prevención del incesto y, por tanto, la endogamia.
Las glándulas sebáceas alcanzan su actividad máxima en la edad adulta. Aunque menos intenso que en la adolescencia, el olor corporal sigue existiendo en cada persona y depende de factores como la dieta, el estrés, los niveles de hormonas o el microbioma cutáneo.
Pero ¿qué sentido tendría poseer un olor propio cambiante a lo largo de la vida si no tuviésemos la capacidad de sentirlo? El mismísimo Darwin se equivocó (nadie es perfecto) al afirmar que “para el hombre, el sentido del olfato es de muy poca utilidad, si es que tiene alguna”.
En realidad, el olfato es eficaz para obtener información de congéneres, resulta esencial cuando la visión o audición están restringidas (entorno oscuro o ruidoso) y permite detectar eventos pasados, pues las moléculas odoríferas persisten en el espacio y el tiempo.
Por lo tanto, poseer un aroma característico y la capacidad de detectar olores ajenos proporciona información social respecto a nosotros mismos, nuestros parientes, la edad, el sexo, la personalidad, las enfermedades y las emociones.
Igual que en otros animales, los olores corporales ayudan en la selección de pareja, el reconocimiento del parentesco o la diferenciación sexual.
Con el envejecimiento, la falta de colágeno de la piel aplasta y reduce la actividad de las glándulas sudoríparas y sebáceas.
La pérdida de las primeras explica la dificultad de las personas mayores para mantener el equilibio térmico. En cuanto a las sebáceas, no solo disminuye su producción, sino que cambia su composición, disminuyendo la cantidad de compuestos antioxidantes como la vitamina E o el escualeno.
Todo esto, sumado a la también menor capacidad de producción de antioxidantes por las células cutáneas, desencadena un aumento de reacciones de oxidación, dando lugar al olor “a persona mayor”, que los japoneses llaman kareishu.
Así, a partir de los 40 años, comienza a cambiar la forma en que se procesan algunos ácidos grasos de la piel, como el omega-7 (ácido palmitoleico). La oxidación de este ácido graso monoinsaturado da lugar al 2-nonenal, responsable del olor característico.
Por cierto, este compuesto se encuentra también en la cerveza añeja y el trigo sarraceno, y se describe como un olor a grasa y hierba.
Si para algunas personas este olor resulta desagradable, la mayoría lo asociamos con buenos recuerdos de abuelos y padres. Y es probable que, al igual que en la infancia, ayude a perpetuar los cuidados, esta vez de nuestros mayores.
Por lo tanto, el olor de la vejez no tiene tanto que ver con la higiene; de hecho, el 2-nonenal no es soluble en agua, por lo que no se elimina fácilmente ni con la ducha ni lavando la ropa.
A medida que la piel madura, su protección antioxidante disminuye, generando una mayor presencia del citado compuesto, así que lo mejor para minimizar el rastro olfativo es beber abundante agua, hacer ejercicio, seguir una alimentación sana, disminuir el estrés y reducir el consumo de tabaco o alcohol. Todos estos hábitos reducen el estrés oxidativo responsable de nuestro olor.
*Noelia Valle es profesora de Fisiología, Creadora de La Pizarra de Noe, Universidad Francisco de Vitoria.
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original.
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