Pareciera que vivimos en una gran época para los cómics. Hollywood sigue sobreexplotándolos para el cine de superhéroes, y la popularidad del manga y el anime sigue en aumento. ¿Pero qué pasa con el cómic mexicano? Aunque algunas personas piensan que está muerto, la realidad es otra: la narrativa gráfica en México actual es diversa, auténtica y resiste a toda clase de adversidades.
Para entender un poco más del panorama actual y cuáles son los retos a los que se enfrentan los y las diferentes autoras, platicamos con expertas del tema y creadoras.
La historia del cómic mexicano tiene al menos 100 años y se remonta a finales del siglo XIX.
De acuerdo con Laura Nallely Hernández Nieto, investigadora y profesora de cómic en México, muchas investigaciones dicen que la primera historieta mexicana es Rosa y Federico; una historia que tenía cuadros con las ilustraciones y una especie de nota al pie de cada imagen donde narraba la acción.
Sin embargo, fue hasta las primeras 3 décadas del siglo XX cuando se empieza a configurar la historia moderna del cómic nacional con retratos de “lo mexicano” como Don Catarino y su apreciable familia (1921), Mamerto y sus conocencias (1927) o Chupamirto (1927).
Para la Época de Oro surge la revista Paquín, fundada por Francisco Sayrols en 1934, donde se agrupan varias historietas de distintas series en una sola revista. En 1936 aparecen títulos similares como Pepín, de José García Valseca, y Chamaco de Ignacio Herrerías.
Los cómics se convirtieron en otra de las grandes industrias culturales y de entretenimiento, junto al cine y la radio.
Carolina González Alvarado –profesora e investigadora en narrativa gráfica– platica, en entrevista con Animal MX, que la historieta llegaba a “distintos lectores de distintos estratos sociales”.
De esa época también destaca la salida de Memín Pinguín (1945 ) de Yolanda Vargas Dulché y Sixto Valencia, o La Familia Burrón (1948) de Gabriel Vargas, entre otros
A mediados de los 50, varios autores se independizaron y crearon su propia editorial. José G Cruz, que publicaba en Pepín, creó su propia editorial donde sacó Juan sin miedo y Santo, el enmascarado de plata; Yolanda Vargas Dulché creó Editorial Argumentos (más tarde Editorial Vid) donde sacó la revista de historietas Lágrimas, risas y amor; o Gabriel Vargas que se independizó hasta mediados de los 70 y se llevó a La Familia Burrón.
En los 60 y 70 inicia una decadencia que en parte fue provocada por el auge de la televisión, la cual se convirtió en el gran medio de masas y arrinconó también a otras industrias, como el cine y la radio.
Ya para los 80 entra una especie de cambio, pues Nallely Hernández explica que las personas que habían sostenido la industria se retiraron o fallecieron. Además, llegó una crisis económica a México junto a la entrada de nuevos productos de consumo y entretenimiento, como los videojuegos o incluso otro tipo de revistas.
Sumado a esto, varias editoriales se enfocaron en el material importado, como los cómics de superhéroes de Estados Unidos y el manga.
Todo eso también chocó con que “los jóvenes ya no veían una una identificación con esta historieta industrial”, dice Laura Hernández.
“En la década de los 90, efectivamente el cómic mexicano ya no tuvo esas grandes producciones; sin embargo, empezó a cobrar mayor relevancia la historieta de autor y el cómic independiente”, menciona Carolina González.
“Hasta que llegamos a ahora, que no podemos hablar de una industria, pero tampoco podemos decir que la historieta mexicana ha muerto.”
Para Viridiana los cómics combinan 2 cosas que ama: las historias y los dibujos. Desde su infancia se acercó a ellos gracias al maga Ranma ½ o a cómics de Rico McPato. En la escuela empezó a hacer sus propias historietas con cosas que le pasaban a sus amix o a sus maestros.
Y aunque estudió diseño gráfico, “porque en esos tiempos no había ninguna carrera relacionada” a la narrativa gráfica, decidió ejercer diseño y de todas formas seguir creando cómics.
Virus Visal, como se hace llamar Viridiana, es una creadora de cómic en México que comenzó en 2009, con su webcómic Melita en coma. “Era una historia de fantasía sobre una niña que la atropellan, queda en coma y está atrapada en el mundo de los sueños viviendo aventuras sin sentido”, cuenta en entrevista a Animal MX.
Ella tiene muy en claro que hacer cómics en México no es algo con lo que cualquier persona pueda vivir. “En los cómics es muy difícil ganar dinero. No digo que no se pueda. Hay gente que sí vive haciendo cómics, pero son muchas cosas, muchas piezas que tienen que caer en los lugares adecuados, conocer a las personas adecuadas…”, explica.
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También está Richard Zela, ilustrador que estudió diseño en la ENAP con especialidad en ilustración. Aunque amaba el mundo de los cómics, fue hasta 2012-2013 que le entró de lleno a este mundo.
Y es que Rich recibió la beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes FONCA en la categoría narrativa gráfica. “Tuve la suerte de quedar seleccionado”, relata a Animal MX.
“Empecé a entrar al mundo del cómic y me di cuenta de que no sabía nada”. Y es que hasta ese momento reflexionó que para hacer cómic no basta con dibujar, “tienes que saber de escritura, de narrativa, de cómo hacer esas secuencias de imágenes interesantes… yo estaba en pañales”.
Así es como empezó a tomar varios talleres de diferentes disciplinas y su novela gráfica Cosas que nunca cambian ganó el premio SecuenciArte de Pixelatl 2017 y tiempo después Editorial Océano le compró los derechos.
A pesar de que la suerte lo acompañó, reconoce que la publicación de cómics en México es un reto muy grande.
Como explicó Richard Zela (@richzela), hacer cómics no es nada más dibujar monitos y acompañarles de texto. Así como hay muchas personas con distintos trabajos que crean una serie o película, lo mismo aplicaría al cómic.
Pero Virus, al igual que muchas y muchos otros creadores en México, no solo es escritora y dibujante, es también colorista, diseña los personajes y los fondos, es editora, su propia community manager y hasta su propia vendedora.
Todo esto es un enorme reto, pues Virus Visal tiene un trabajo de tiempo completo, que aunque trabaja desde su casa, en Puebla, tiene que estar muy pendiente de la computadora todo el día.
Eso le dificulta mucho ir a eventos donde puede vender directamente sus cómics. “Sí tienes que estar como que muy activa, moviéndote y no solamente en tu estado, sino ir a diferentes lugares a distribuir tu trabajo para que realmente llegue a otras personas”, menciona.
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Claro que hay varias editoriales independientes enfocadas en el cómic mexicano y aunque las grandes también tienen su propia línea priorizan traer cosas de otros países.
Entonces las y los autores tienen que buscar formas de autopublicación que pueden ir desde lanzar campañas en Kickstarter, buscar becas o publicarlos a través de concursos.
Sin embargo, imprimir es algo sumamente caro y más si lo quieres a color o en una calidad que te dé para hacerle la competencia a otros productos que hay.
Pero suponiendo que vas e imprimes un tiraje o haces una producción casera, el siguiente problema es que seguro no es un tiraje lo suficientemente grande para dárselo a una distribuidora. Y si decides venderlos tú misma, necesitas tiempo (y más recursos) para moverte a ferias, bazares o abrir tu página web.
“Es una serie de círculos viciosos”, como bien señala Nallely Hernández.
Y sí, no todo tiene que ser físico. También están los webcómics, que se pueden publicar desde en redes sociales como Instagram, hasta en sitios especializados como Tapas.
Pero Virus Visal (@VirusVisal) señala que “incluso con las redes sociales estamos en un punto en el que ya no son tan confiables. Ya no es tan fácil hacerte de una audiencia como digamos en los dos miles”.
Jorge Tovalín, quien es editor y cocreador de la revista Comikaze (especializada en cómics y que existe desde 2008), ha platicado y entrevistado a varias personas dedicadas a la narrativa gráfica en México y coincide en que esto es un reto constante.
Igual pone sobre la mesa la problemática de los puntos de distribución. “Ya no está el escaparate de antes que era el puesto de revistas y entonces la gente piensa que ya no hay cómic mexicano”, explica.
“Uno podría pensar que el (escaparate) ideal serían las tiendas especializadas. Pero son pocas, y por lo mismo no tan conocidas por el público en general”, menciona.
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Jorge Tovalín, Virus Visal y Richard Zela coinciden en que lo ideal es que existiera un ambiente de publicación y distribución que le diera un trato y reconocimiento justo a las y los autores.
“Que el dolor de cabeza de estar tocando puertas, de ver si ya se vendió y cobrar fuera más sencillo. Luego ese es el gran reto: perseguir las ganancias que tuviste en alguna tienda”, dice Jorge Tovalín, quien también lo sabe de primera mano, pues Comikaze es una revista autogestiva que se va publicando conforme a las ganancias de anteriores números.
Igualmente, han lanzado un par de campañas en Kickstarter para su sello Comikaze Books, centrado en la publicación de libros de arte (artbooks), novelas gráficas y otros volúmenes coleccionables.
Laura Hernández añade que el problema con la narrativa gráfica mexicana actual no es una cuestión de falta de productos de calidad. “Hay cosas muy buenas, pero son todas estas dificultades que realmente generan un clima muy adverso y me parece muy admirable lo que hacen los autores actuales que lo que realmente hacen es resistir.”
Sí, la industria de la época de oro está muuuuy lejana de regresar, pero Carolina González, quien también reseña toda clase de cómics en su columna El Conejo Blanco en Marvin, nos recuerda que tampoco hay que ver esos años con una añoranza que nos ciegue a la oferta nacional que tenemos hoy en día.
Para ella, toda la narrativa gráfica en México “está ofreciendo obras muy disruptivas, con lenguajes propios, con una búsqueda autoral y una búsqueda artística muy diferente”.
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Por mencionar algunos ejemplos, Carolina González recomienda Ecatepunk de Joshua Hernández. “Es una obra de ciencia ficción, distópica, que hace una crítica muy interesante sobre la contaminación, dinámicas sociales y sobre la figura del cyborg o nuestra relación con la máquina”.
Igual habla de Tormenta de mayo de Pau Márquez, “que es una obra que tiene un poquito un tono más infantil, pero habla de la muerte y también de la identidad”.
“Hay una búsqueda autoral muy auténtica y eso me parece valiosísimo, porque no vemos lo mismo, el mismo tema, el mismo chiste, los mismos personajes repetidos infinidad de veces en infinidad de tomos. Al contrario. vemos una gran gran diversidad”, explica.
Virus Visal personalmente recomienda seguir a los antes mencionados Joshua Hernández y Pau Márquez, así como a Luis Castillejos, SayonaraDreams, Alejandra Gámez, A. Yépiz y Alba Glez.
Ante esta falta de reconocimiento sobre quienes hacen cómics en México, han nacido proyectos y grandes esfuerzos para hacerles justicia.
Uno es la Lista de comiqueras mexicanas, creada por Virus Visal luego de cansarse del poco interés en las autoras en México.
“Quería tener esta lista con los géneros que hace cada autora y decir «aquí está la evidencia de que sí hay mujeres que hacen estos géneros, entonces invítenlas a sus antologías, a sus mesas redondas, etc.»”, platica a Animal MX.
Primero empezó publicándola en su blog, alimentándola en redes y también en los mismos eventos a los que ella asistía. Actualmente puedes encontrar la Lista de comiqueras mexicanas en su sitio web, que fue actualizado por última vez en agosto del 2023 y cuenta con 187 autoras de cómic.
Para nombrarlas a todas: Conoce el Mapa de escritoras mexicanas contemporáneas
Otro gran proyecto es el de Richard Zela, quien junto a su amiga Anahí H. Galabis (quien es gestora cultural) y luego de inspirarse en la lista de Virus Visal y en un proyecto extranjero, decidió empezar en 2020 el Almanaque de Narrativa Gráfica Mexicana.
Como ya mencionamos, él mismo es creador de cómics y sabe perfectamente el enorme trabajo que involucra hacer uno y le dio coraje pensar que muchas veces ese material, sobre todo el digital “se pierde, se pierde, se olvida en el mundo de información y de oferta” y pensó que era importante tener “como un archivo, un acervo” de cómics hechos en México.
Así es como cada año abren una convocatoria para recibir trabajos y compartirlos en este almanaque, que por ahora es digital (lo encuentras en Instagram y Facebook), aunque eventualmente esperan poner una página con toda la información de cada autor que han recibido.
Para la edición del 2023, por ejemplo, recibieron 79 proyectos de 72 artistas de distintas partes de México: CDMX, Aguascalientes, Morelos, del Estado de México, Guanajuato, Puebla, Jalisco, Veracruz, y más.
La convocatoria para el Almanaque 2023 está abierta hasta el 28 de abril y aquí puedes revisar las bases por si eres o conoces a alguna creadora de cómic.
Además, Almanaque también ya prepara círculos de lectura de cómic, donde las y los mismos autores podrán platicar con asistentes; así como talleres y laboratorios para creadores para responder a la necesidad de que “no hay una carrera en específico” para hacer cómic.
Puedes conocer más de estas actividades en sus redes sociales.
Para simplemente conocer más títulos y/o autores y autoras, te recomendamos leer Tándem Cómics, una plataforma digital especializada en cómic mexicano.
Este sitio recopila toda clase de información tanto de la escena actual, como de hechos e información histórica. Revisa sus entrevistas con autoras actuales, reseñas de cómic independiente y artículos que nos adentran más a este mundo.
Igual reiteramos la labor de revista Comikaze, quienes también hacen reseñas, artículos, entrevistas, noticias y hasta pódcast, todo relacionado a este mundo.
Todas las personas que entrevistamos coinciden en que lo mejor que puedes hacer es ir a cualquier feria de libro que te quede cerca.
Estos espacios cada vez cuentan con más espacios dedicados a la narrativa gráfica en México y la mejor prueba de ello es la FIL Guadalajara, que ya cuenta con su Salón del Cómic + Novela Gráfica.
En la CDMX, Jorge Tovalín nos cuenta que donde ha visto más presencia de creadores de cómic mexicano es:
En la CDMX también existe la Librería RIUS, ubicada dentro del Metro Zapata, que vende un montón de cómic mexicano y latinoamericano.
Antes de irte: Detrás de las voces de tus personajes favoritos; así es el mundo del doblaje mexicano
Carolina González igual recomienda visitar la Comicteca del Museo Nacional de Arte (MUNAL), que si bien tiene mucho material en español de las colecciones de Marvel y DC Cómics, también te da sorpresas.
Pero de verdad, basta con que te asomes a cualquier feria de libro, o también eventos geek como La Mole o la TNT, donde también tienen espacios para creadores de cómics e ilustradores.
Igual si descubres cualquier creador de cómic en redes sociales, mándales un mensaje para ver cómo les puedes comprar directamente. Quizás tengan página, hagan envíos o te digan dónde puedes encontrar su trabajos.
Eso sí, Laura Hernández recalca la importancia de NO regatear. Después de leer toooodo esto debes saber que detrás de cada obra, por más sencilla que parezca, hay un enorme trabajo.
En la Europa medieval comenzó a circular la historia de una mujer muy culta que vivió en el siglo IX, y que fue elegida Papa entre 855 y 857. Te contamos cómo nació esta leyenda y por qué se mantuvo en el tiempo.
En la Europa medieval comenzó a circular la historia de una mujer muy culta que vivió en el siglo IX, se vestía de hombre para poder recibir una educación universitaria, y que viajó a Roma donde ascendió por la jerarquía de la Iglesia para luego ser elegida Papa entre 855 y 857.
Su papado llegó a un final dramático cuando se descubrió que era mujer, al dar a luz en la calle durante una procesión y diferentes versiones la tienen muriendo asesinada o por causas naturales.
El relato de la papisa Juana -Ionannes Anglicus o Juan el inglés, como se la conoce en los textos medievales- ha sido puesto en duda a través de los siglos y es rechazado por la mayoría de los expertos. Pero, sin embargo, se sigue contando.
Su historia fue adoptada como moraleja por la Iglesia católica para mantener a las mujeres dentro de sus roles tradicionales y, después de la Reforma del cristianismo, por los protestantes para restarle legitimidad al catolicismo y al poder de Roma.
También muestra la difusa frontera entre la verdad y la ficción en la crónicas históricas y hoy día su relato sigue vivo en novelas, el teatro y el cine.
Pero, ¿cómo surgió la leyenda de la papisa Juana, por qué persiste y cómo ha figurado en la estructura de la Iglesia?
Se supone que vivió en el siglo IX, pero no es sino hasta mediados del siglo XIII que la leyenda se escribe por primera vez, aunque es muy posible que estuviera circulando de forma oral antes de eso.
Hay tres versiones tempranas clave de escritores dominicos: Jean de Mailly, Esteban de Borbón y Martín de Polonia, que son muy similares con cada uno agregando elementos particulares.
Según estas, Juana nació en la ciudad alemana de Maguncia, de padres ingleses, aunque no se sabe nada sobre ellos.
Cuando todavía era relativamente joven, se escapa de casa con su amante y se disfraza de hombre. Ambos van a Atenas con el propósito de obtener una educación universitaria donde, al parecer, ella sobresale en ese entorno y es considerada una erudita sin igual.
Luego viaja a Roma todavía vestida como hombre, se hace llamar Juan y se convierte en profesora del Trivium, enseñando gramática, lógica y retórica a destacados nobles y discípulos.
Gana una reputación no sólo por su brillantez académica sino por su integridad moral, hasta el punto en que logra ascender por las filas de la Iglesia.
“La vestimenta clerical en ese período es más como una túnica y sería concebiblemente bastante fácil esconder el cuerpo de una mujer [bajo esta]”, comentó al programa In Our Time de la BBC Katherine Lewis, profesora ad honorem de Historia Medieval de la Universidad de Lincoln, Inglaterra.
“Es importante que ella vistiera como un hombre, de lo contrario no habría podido obtener una educación académica ni asumir un papel clerical, porque las mujeres tenían prohibido recibir órdenes sacerdotales”, explicó.
Así, se convierte en cardenal y luego es elegida Papa por unanimidad, supuestamente como sucesora de León IV, que murió en 855.
Ejerce el papado durante dos años, siete meses y cuatro días. Al parecer lo hace muy bien, dice Katherine Lewis, con una excepción: no sigue el estilo de vida célibe requerido del Sumo Pontífice.
Continúa su relación carnal con su amante y en consecuencia, queda embarazada y da a luz de forma pública y dramática durante una procesión, revelando su verdadera identidad.
Hasta ese momento nadie sospechaba nada, pero debido al intenso horror que causa ese hecho, sufre una brutal ejecución. Es atada de pies y manos y arrastrada por un caballo fuera de la ciudad, mientras es lapidada por una multitud enfurecida.
En otras versiones no es sentenciada a morir por la Iglesia, sino que se arrepiente, se retira a un convento y su hijo llega a ser obispo.
Muchos de los expertos coinciden en que la historia de la papisa Juana es ficción. Incluso los relatores del medioevo abordaban el tema aludiendo a que surgía de un rumor.
Anthony Bale, profesor de Inglés Medieval y Renacentista de la Universidad de Cambridge, señaló que hay otra forma de interpretar el relato aunque no sea necesariamente cierto en el estricto sentido histórico.
“Se supone que es moralmente cierto. Que es algo que puede ser útil para hablarnos de la moralidad contemporánea”, expresó en el mismo programa In Our Time de la BBC.
Según las autoridades medievales, había a cosas dignas de repetición. Lo que vale repetir no es si hay evidencia arqueológica del relato, sino si es moralmente verdadero. “La leyenda misma se puede leer como una parábola sobre la verdad”, indica Bale.
“La historia sugiere que Juana es capaz de hacerse pasar por un hombre, de ser educada como hombre, de enseñar como hombre y de ser un buen Papa, pero la verdad de su cuerpo como mujer biológica se impondrá”.
Y eso sucede de una manera muy pública, humillante y vergonzosa, dice el académico. Su cuerpo se muestra públicamente como una mentira y aparece la verdad.
La leyenda se intensifica con el paso de los siglos, con cientos de repeticiones, elaboraciones, embellecimientos y exageraciones.
Algunas versiones mantienen el statu quo de los relatos del siglo XIII, pero escritores posteriores añaden elementos obscenos y tiñen a Juana de una influencia diabólica o maligna.
El poeta italiano Boccacio (1313-1375) incluye la historia en su obra De Mulieribus Claris (“Sobre mujeres famosas”), una serie de biografías de mujeres históricas o mitológicas.
Su relato tiene dos partes, explica la catedrática de Literatura Inglesa Medieval de la Universidad de Swansea, Laura Kalas. Una positiva, en la que halaga la inteligencia y cultura de Juana, y la otra increíblemente misógina en la que la describe como una especie de aberración.
“Creo que el escritor está recogiendo los detalles más salaces de su historia para entretener a sus lectores”, comentó Kalas a la BBC. “Se refiere a su lujuria, que tiene un apetito sexual voraz”.
La descripción refuerza la manera polarizada en la que las mujeres en el medioevo eran vistas: la tipología de la Virgen María casta frente a la tipología de Eva como una prostituta.
Boccaccio parece colocar a Juana en esta última, como una mujer malvada que ha traído vergüenza a la Iglesia. Pero su contemporáneo Petrarca va aún más lejos, escribiendo dramáticamente sobre la forma en que las acciones de Juana perturban la naturaleza.
“Petrarca describe cómo, cuando se revela el sexo de Juana, en Italia llueve sangre en la calles durante tres días y noches. En Francia, milagrosamente aparecen langostas gigantes con seis alas y potentes dientes”, relata la profesora.
Ante estos relatos extraordinarios, no se puede evitar pensar que algunas personas en la Iglesia sintieron que esta era una historia tan ridícula que ni siquiera necesitaban refutarla, pero “nadie plantea realmente ninguna objeción a la historia”, resalta Katherine Lewis.
Eso no empieza a suceder sino hasta el siglo XVI, cuando la cristiandad occidental se ha fragmentado dando paso a la Reforma, y Juana juega un papel interesante en las discusiones doctrinales entre católicos y protestantes.
Como los protestantes niegan la autoridad del Papa, usan la idea de que ha habido una papisa para invalidar el papado, pues la iglesia Católica no la cuenta en la sucesión papal -hay un vacío- así que los católicos no pueden afirmar que están unidos en una línea ininterrumpida a Pedro.
Si su ordenación no es válida, eso pone en duda la ordenación de todos los papas posteriories e, igualmente, todos los sacerdotes y así sucesivamente.
Irónicamente, tenemos a los protestantes que normalmente nunca creerían en la palabra de los cronistas medievales, aceptando lo que estos dicen sobre la existencia de Juana, explica Lewis.
“Así, de repente, los católicos se dan cuenta de que ahora tienen que contrarrestar esto y son los primeros que empiezan a desmontar la leyenda”.
Los primeros reformadores del siglo XIV, como Walter Brut y John Wycliffe, argumentaban que la iglesia Católica estaba equivocada respecto al trato que le daban a las mujeres.
Brut, durante un juicio que se le realizó por herejía al llamar al Papa “AntiCristo”, usó el ejemplo de Juana para justificar un papel más importante de las mujeres en la Iglesia, incluso dotarlas del poder para consagrar la eucaristía.
Una propuesta que es rechazada por las autoridades católicas y continúa siendo anatema en esa Iglesia moderna.
Es más, a partir del medioevo, la leyenda de la papisa Juana se utiliza como una forma para razonar por qué las mujeres no deberían ser ordenadas y cómo su papel en la Iglesia debería ser severa o completamente limitado.
La profesora Laura Kalas señaló que durante el medioevo las mujeres están configuradas por su fisiología para ser inferiores a los hombres y también ser más susceptibles a ciertas ideas.
“Se entendía que sus cuerpos eran más fluidos y fríos, y receptivos a ideas inmorales”, dijo Kalas. “Ese tipo de opiniones sobre lo que es natural comienzan a ser utilizadas para justificar códigos morales de comportamiento y estructuras eclesiásticas”.
A raíz de esa cautela contra las mujeres en la Iglesia, surge una curiosa leyenda de una silla especialmente diseñada para verificar el sexo de un nuevo Sumo Pontífice.
Cuenta el mito que antes de su proclamación, el Papa era sentado en una silla con un agujero por entre el cual un diácono o clérigo menor palpaba y gritaba: “¡Tiene testículos!” para verificar que era hombre.
Sin embargo, no hay evidencia de que ese rito haya sucedido realmente.
Hasta el día de hoy, ha habido innumerables recreaciones de la leyenda de Juana.
Hay novelas de siglo XIX, como la del autor griego Emmanuel Rhoides en 1866, admirada por escritores como Mark Twain y traducida al inglés por Lawrence Durrell in 1954 como “La curiosa historia de la papisa Juana”.
La historia inspiró una opereta del dramaturgo dadaísta francés Alfred Jarry, llamada “El fabricante de mostaza del Papa”, y ha habido varias piezas teatrales que tocan el tema o hacen referencia a la papisa.
La obra teatral Top Girls (1982) de la británica Carol Churchill se desarrolla durante una cena a la cual están invitadas varias mujeres de diferentes épocas y Juana es una de ellas.
También está representada en el cine. La primera película fue una producción británica con la famosa actriz sueca Liv Ullman en el rol estelar. Pero la historia se centró en las relaciones románticas de Juana y criticada por su perspectiva chauvinista.
Una producción alemana, Die Päpstin (2009), se basó en la novela Pope Joan de la estadounidense Donna Woolfolk Cross.
“Es una representación muy positiva de Juana y con tonos anticatólicos”, comentó la profesora Laura Kalas. “El nacimiento de su hijo es público pero no se presenta de manera vergonzosa como lo hicieron los cronistas del siglo XIII”.
Estas interpretaciones más modernas tienen un trasfondo feminista en el sentido que abordan el tema de mujeres que intentan progresar en un mundo patriarcal, señaló Kalas. “Han reivindicado a Juana como una especie de precursora o modelo de mujer sacerdote”.
La profesora Kalas hace referencia a un libro de la escritora católica y feminista Joan Morris, publicado en 1985, en el que defiende la ordenación de las mujeres y propone que la papisa Juana, en efecto, existió.
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