En medio de la turbulenta jungla de concreto, podemos ver estas curiosas estructuras de madera y alambre. Y no, no es arte urbano, sino los hoteles para insectos y polinizadores.
Y es que en Ciudad de México abundan pequeños y valiosos insectos como abejas, polillas y mariposas. También se encuentran algunas especies de polinizadores como los colibríes, encargados del proceso conocido como polinización.
De acuerdo con el catálogo de polinizadores del Museo Universum, un tercio de nuestra alimentación depende de la polinización. Gracias a ellos tenemos alimentos como frutas y verduras vitales para garantizar la seguridad alimentaria de los seres vivos, incluidos los seres humanos.
Además, advierte que en el mundo existe una crisis relacionada con la continuidad de los polinizadores.
El artículo “Estado del arte del conocimiento de biodiversidad de los polinizadores” de México de la Revista Mexicana de Biodiversidad del Instituto de Biología de la UNAM, señala que la polinización es uno de los servicios ecosistémicos fundamentales para las personas.
Los autores Angela Nava-Bolaños, Luis Osorio-Olvera y Jorge Soberón resaltan que más del 87% de las especies de plantas con flores son polinizadas por polinización animal.
Y aunque las personas consumimos el fruto que resulta de la polinización, para preservar este proceso y seguir obteniendo alimento y medicina de estas flores, es importante cuidar de los insectos, aves y otros seres vivos polinizadores, de las amenazas que puedan alterar dicho proceso natural.
Como una opción, además de los jardines polinizadores, la Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México (Sedema) instaló estos hoteles con el objetivo de conservar esas especies.
Si todavía no los has visto, algunos de estos peculiares “hoteles” los encontramos dentro de zoológicos y Centros de Conservación de la Fauna Silvestre de Chapultepec, San Juan de Aragón y Los Coyotes, en CDMX.
Para identificarlos, la Sedema diseñó estas estructuras con figuras representativas de ejemplares de la fauna silvestre como el axolotl, el teporingo, el elefante, la jirafa, el oso panda y leones. Aunque sirven como refugio, las siluetas también son nidos para las especies que las visitan o habitan.
Erick García, fundador del proyecto Plantalia MX,dirigido a la cultura y educación ambiental en casas y escuelas para promover espacios vegetales que beneficien al medio ambiente de la CDMX, cuenta a Animal XM que los hoteles para insectos y polinizadores son una estrategia nueva que se considera una ayuda, especialmente, para insectos.
“En muchos lugares se puede manejar como beneficio para polinizadores pero, creo que desde ahí comienza la confusión porque los polinizadores no son solo insectos, hay aves y mamíferos. Es muy curioso que una estructura se utilice para darle un punto de partida a polinizadores en general cuando se debe especificar que es solo para insectos”, señala Erick García.
García argumenta que al término “hotel” para insectos hace falta definirlo, puesto que se trata de “una etiqueta humana”. Lo mismo ocurre cuando a estas estructuras se les identifica como “refugios” o “nidos”, sin que se especifique cuánto tiempo pasan los insectos en ellos.
“Hay muchas cosas que se tienen que aclarar respecto a cómo se llaman estas estructuras y, además, para qué sirven porque son construidas por humanos y para un aparente beneficio hacia la fauna”, añade.
Erick García también agrega que la base de estas estructuras es dar un nido para insectos y no, específicamente, para polinizadores. El experto en vegetación nativa de la Ciudad de México advierte que es importante no generalizar las especie de insectos que visitan los hoteles porque habrá de todo tipo, es decir, tanto insectos nativos como insectos que no polinizan.
En un comunicado, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), explica que los ‘hoteles para polinizadores’ son sitios de refugio y descanso para distintos animales e insectos como abejas, polillas, mariposas, escarabajos y colibríes.
La secretaría también añade que estos espacios “favorecen la interacción de los seres vivos”; es decir, especies de animales e insectos interactuando con las plantas a su alrededor. Incluso, facilitan la polinización de cultivos y el combate biológico de plagas.
De acuerdo con la Sader, generalmente, los hoteles para insectos y polinizadores son elaborados con materiales reciclados con la oportunidad de hacerlos amigables con el medioambiente.
Por su parte, la Sedema explica que los instalados en los zoológicos de la Ciudad de México son estructuras lineales compuestas de materiales naturales como madera y sustratos.
En las estructuras se alcanzan a observar trozos de madera y alambre para detener el sustrato, hojarasca y pequeños troncos que están dentro de las siluetas. Además, de contener bambú para albergar a los insectos.
Para Erick García, resulta difícil establecer que una estructura que es similar a un mueble tenga un beneficio ecológico completo. Sobre todo, porque es una estructura que incluye pegamento, corte con serrucho, clavos y demás elementos; en comparación con las estructuras naturales que han sido modificadas a lo largo del tiempo por la naturaleza y que los insectos ocupan dentro de un medio natural.
“Es muy antropocentrista elaborar esas estructuras que, me parece, cubre una necesidad de ayuda que nosotros [los humanos] podamos brindar. Creo que sentimos que al crear estas estructuras se va a ayudar pero, realmente, tenemos que conocer qué tipos [de insectos] hay”, explica.
García también advierte que es difícil conocer que realmente sólo se beneficie a insectos polinizadores o solo insectos nativos. Incluso, señala que puede ser una trampa y contradecir el uso inicial de estos hoteles ya que, pueden existir insectos que perjudican a otros. Ante esto, enfatiza que el objetivo no queda claro sobre estas estructuras.
“La estructura debe buscar siempre el beneficio de los insectos y de la fauna es la más cercana al ecosistema. Algunas especies de abeja anidan en los suelos, en la tierra y no todas son tipo colmena. La mejor estructura que podemos darle a la fauna es lo más cercano al ecosistema y estas estructuras, me parece, son muy cercanas a las que puede buscar un insecto polinizador o un insecto en general”, añade.
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Erick García fue tajante al señalar que ningún insecto elige alguna de estas estructuras en cuanto a si son bonitas o no, o si tienen cierta forma como la fauna silvestre representativa de los zoológicos de la Ciudad de México.
“Lo único que busca [un insecto] es, como cualquier especie, sobrevivir y anidar. Pero, al mismo tiempo, estos espacios pueden funcionar como una trampa para aquellos insectos benéficos y locales”, enfatiza.
Una de las características de estos hoteles para insectos es tener perforaciones, espacios que se espera ocupen los insectos. Sin embargo, hay insectos que se encargan de realizar estas tareas por sí solos como los abejorros carpinteros o las abejas albañiles. El experto explica que reciben este nombre porque realizan estas perforaciones en un trozo de madera o tronco y ahí anidan.
García agrega que es muy difícil establecer qué tipo de estructuras se deben usar, ya que cada insecto tiene su propia forma de vida, reproducción y anidación. “Englobar algo que puede beneficiar a los insectos, es algo complicado”, menciona.
Otro reto que destaca sobre las estructuras de hoteles para insectos y polinizadores es que, aunque promueven la anidación artificial, a veces se necesita de polen para que las especies de polinizadores cuenten con una especie de cera para los nidos, para los insectos y para los polinizadores migrantes, como ocurre con la mariposa monarca.
“Se requiere de floración [y] se requiere que devoren hojas. Incluso, su anidación es diferente o depositan huevos sobre las hojas, no se requiere de una estructura de madera, necesita vegetación con plantas nativas que estén adaptadas a la dieta de la mariposa monarca que migra hacia México”, comenta García.
Para saber más: La mariposa monarca, su migración y los santuarios: ¿dónde verla y cómo hacerlo de manera responsable?
Habitar y convivir en un ecosistema urbano implica también el generar y ejecutar estrategias que beneficien a la flora y fauna nativa de la CDMX. Si bien las estructuras de los hoteles para insectos y polinizadores son nuevas, las adaptaciones que realiza Sedema han sido constantes.
Para preservar la supervivencia de especies polinizadoras en la ciudad, además de los hoteles, la Sedema ha ejecutado el programa “Jardines para la Vida, Mujeres Polinizadoras”, desde 2019.
En 5 años, según las cifras que presenta en un comunicado, han plantado en diferentes sitios de la Ciudad de México más de 50 mil ejemplares de especies como salvia, cuphea y cosmos, entre otros, con el objetivo de atraer y favorecer la vida de los polinizadores.
De acuerdo con información de Sedema, estas plantaciones incrementaron la presencia de polinizadores y crearon mil 30 jardines.
A pesar de los retos que enfrentan estas estructuras de hoteles para insectos y polinizadores, Erick García señala que existen algunas ventajas como la constante exploración de estas especies haciendo probable que alguna aproveche estos refugios, sea nativa o polinizadora.
García explica que ante los cambios ecológicos que ha sufrido un ecosistema urbano como el de la CDMX en los últimos 150 años de urbanización, las especies también tuvieron que adaptarse a ellos.
“Eso implica que aniden en casas y que cualquier madera sea buena. El reto como personas es brindar un ambiente vegetal, no solo con plantas, sino también con árboles que ayuden a estos beneficios ecológicos y es una ayuda tanto para insectos como cualquier tipo de fauna y seres humanos. Lo importante es que sea funcional”, finaliza.
Washington y Londres acordaron una reducción de aranceles y facilidades para la entrada de productos en ambos países. Sin embargo, el gobierno de Trump mantuvo un 10 % de impuestos general.
Estados Unidos y Reino Unido alcanzaron un acuerdo comercial por el cual Washington redujo los aranceles de un número determinado de automóviles de origen británico y permite la importación de un porcentaje de acero y aluminio británico sin aranceles.
El anuncio, hecho este jueves, supone un alivio para las principales industrias británicas frente a algunos de los nuevos aranceles anunciados por el presidente Donald Trump desde su llegada al poder en enero.
Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos mantiene en vigor un arancel del 10 % sobre la mayoría de los productos procedentes de Reino Unido.
Los analistas dijeron que las nuevas condiciones no parecían alterar significativamente los términos del comercio entre ambos países, tal y como estaban antes de la ofensiva arancelaria de Trump de las semanas previas.
El jueves no se firmó ningún acuerdo formal y ni Washington ni Londres dieron muchos detalles. Los líderes de ambos países, sin embargo, celebraron el nuevo entendimiento.
Desde una fábrica de Jaguar Land Rover en West Midlands, el primer ministro británico, Keir Starmer, describió el acuerdo como una “plataforma fantástica”.
En la Casa Blanca, Trump lo calificó como un “gran acuerdo” y rechazó las críticas que le acusaban de exagerar su importancia.
“Es un acuerdo que hemos llevado al máximo y que vamos a ampliar”, aseveró el mandatario estadounidense. Refirió que este era el primero de muchos acuerdos por venir.
Las dos partes dijeron que Estados Unidos había acordado reducir el impuesto a la importación de automóviles -que Trump había aumentado en un 25 % el mes pasado- al 10 % sobre unos 100 mil automóviles al año.
Esto ayudará a los fabricantes de automóviles de lujo como Jaguar Land Rover y Rolls Royce, pero podría limitar el crecimiento en los próximos años, ya que equivale aproximadamente a lo que Reino Unido exportó el año pasado.
Los aranceles sobre el acero y el aluminio, que Trump también había elevado a principios de este año al 25%, también se han recortado, según la Oficina del Primer Ministro.
Londres también dijo que las dos partes habían acordado un “acceso recíproco” para las exportaciones de carne bovina, con una cuota de 13 mil toneladas métricas para los agricultores británicos.
Estas cifras no fueron confirmadas por la Casa Blanca, que afirmó que esperaba ampliar sus ventas de carne bovina y etanol a Reino Unido, una antigua demanda por parte de Estados Unidos.
Estados Unidos dijo que el acuerdo crearía una “oportunidad” de negocios de US$5.000 millones para las exportaciones, incluidos US$700 millones en etanol y US$250 millones en otros productos agrícolas.
“No se puede subestimar la importancia de este acuerdo”, declaró Brooke Rollins, secretaria de Agricultura estadounidense.
El director general de la acerera UK Steel, Gareth Stace, acogió con satisfacción el acuerdo, afirmando que supondrá un “gran alivio” para el sector siderúrgico. “La serenidad y perseverancia del gobierno británico en las negociaciones con Estados Unidos han dado sus frutos”, declaró.
Otros grupos empresariales expresaron más incertidumbre.
“Es mejor que ayer, pero definitivamente no es mejor que hace cinco semanas”, dijo Duncan Edwards, director ejecutivo de BritishAmerican Business, que representa a empresas de los dos países y apoya el libre comercio.
“Intento estar entusiasmado, pero me cuesta un poco”.
El ministro británico de Comercio, Douglas Alexander, subrayó que el acuerdo “salvaba puestos de trabajo”.
Estados Unidos y Reino Unido llevan discutiendo un acuerdo comercial desde el primer mandato de Trump. Estuvieron cerca de firmar un acuerdo limitado en ese momento.
Pero Estados Unidos lleva tiempo presionando para que se introduzcan cambios que beneficien a sus agricultores y a las cuestiones farmacéuticas, algo que políticamente no había sido viable hasta ahora en Reino Unido.
No está claro hasta qué punto habían avanzado estas cuestiones.
La Asociación Nacional de Ganaderos de Bovinos afirmó que el acuerdo en principio había supuesto una “gran victoria” para los ganaderos estadounidenses, pero la Federación de Exportadores de Carne de Estados Unidos, que realiza un seguimiento de las barreras comerciales para los ganaderos de su país, declaró que aún estaba intentando obtener información sobre los cambios.
Por su parte, Reino Unido afirmó que no se debilitarían las normas alimentarias aplicables a las importaciones.
Aunque los británicos parecen haber asumido algunos compromisos, “el diablo estará en los detalles”, dijo Michael Pearce, economista jefe adjunto de Oxford Economics, que consideró que no modificaba sus previsiones económicas como consecuencia del anuncio.
También se avecinan otras cuestiones.
Trump ha dicho en repetidas ocasiones que quiere gravar las importaciones de productos farmacéuticos, en un intento de garantizar que Estados Unidos tenga una base sólida de fabricación de medicamentos esenciales.
Reino Unido dijo que Estados Unidos había acordado dar a las empresas británicas un “trato preferencial”.
Pero Ewan Townsend, abogado de Arnold & Porter, que trabaja con empresas de atención sanitaria, dijo que la industria ahora “queda a la espera de ver exactamente lo que significará este trato preferencial”.
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