
Ely es una elefanta africana rescatada en 2012 de un circo. Desde agosto de ese año, la trasladaron al Zoológico de San Juan de Aragón, en la Ciudad de México.
Pero ella no está sola, sino que comparte espacio con Gipsy, otra elefanta africana, que transferida para que ambas convivan, y mejoren sus condiciones de vida según dice la Secretaría de Medio Ambiente de la CDMX (Sedema) en un comunicado.
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En marzo de 2023, un juez de amparo determinó que los cuidados para Ely ”son suficientes e hizo constar que el albergue en el que habita está construido y ambientado acorde a la especie”, según la Sedema.
Esta resolución corresponde al juicio de amparo que promovieron activistas y animalistas sobre el caso de Ely, de la especie Loxodonta africana.
Ely tiene una edad aproximada de 40 años de edad, basándonos en el último cálculo que la Sedema hizo en 2019, donde en aquel entonces decía entre 30 y 35 años.
Su especie puede llegar a vivir hasta 70 años en vida silvestre, aunque su hábitat natural se encuentra en constante peligro debido a la caza furtiva.
Por otro lado, Gipsy -con una edad aproximada que Ely- llegó al Zoológico de San Juan de Aragón el lunes 26 de junio de 2023, desde el Centro de Conservación Zoofari, en el estado de Morelos.
Esta decisión para que Ely tenga compañía se tomó como parte de las recomendaciones hechas por especialistas en fauna silvestre nacionales y extranjeros “para aumentar las condiciones de bienestar de ambas elefantas africanas”, informó la Sedema.
A través de una solicitud de información de folio 0112000047318, hecha por activistas de Abriendo jaulas, abriendo mentes para conocer el origen de Ely, la Dirección General de Zoológicos y Vida Silvestre encontró el “Contrato JUDAAC/C-309/2011” en el cual se formalizó la adquisición de la elefanta africana Ely por la cantidad de 3 millones 460 mil pesos, documentos de los que Animal MX tiene copia.
Además de la edad, Gipsy y Ely comparten peso y tamaño semejantes, según un comunicado de Marilú Alonso Spilsbury, médica veterinaria especialista en comportamiento animal, egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
La especialista explicó que esta conclusión la obtuvo previo a la salida de Gipsy hacia la Ciudad de México. “Se hizo un estudio para sacar el perfil de las conductas que tienen cada una de ellas”, detallaron en el comunicado.

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Tras ser rescatada del circo, el Zoológico de San Juan de Aragón señaló en un comunicado que Ely “mejoró su calidad de vida”.
“Hoy goza de libertad para salir y entrar de su refugio, tomar el sol, meterse al agua y también enlodarse cuando ella quiera. Todo esto es parte de la calidad de vida que se ofrece a la fauna silvestre bajo cuidado humano, en los zoológicos de la capital”, afirmó el zoológico en un comunicado de 2019.
Pero la realidad es diferente a como la pintan.
Actualmente, quien quiera visitar a Ely no puede hacerlo ya que su hábitat no se encuentra visible para las personas y el parte médico lo realiza la Sedema a través de sus redes sociales como “X” y TikTok.
Los intentos por salvar a la elefanta Ely no son nuevos. Esta lucha la encabeza Diana Valencia, activista y fundadora de la organización Abriendo jaulas, abriendo mentes, quien al conocer el caso de Ely, hace todo lo posible por lograr una vida digna para ella.
Animal MX platicó con la activista para conocer cuál es la situación en la que se encuentra Ely tras años e intentos para que viva en un santuario y no en un zoológico.
“Desde que conozco a Ely -que estaba fatal y en absoluta soledad y estaba terriblemente- siempre han dicho [autoridades capitalinas ambientales] que está muy contenta y está feliz. Era otra administración y otro gobierno y siempre ha sido el argumento, obviamente no somos especialistas y de ahí se escudan las autoridades para decir que, con qué criterio tenemos ese concepto y podemos decirlo”, explica Diana Valencia.
Si bien -como argumenta Diana- las autoridades en la Sedema no niegan las emociones de los elefantes, señalan que estas solo son determinadas por científicos y ella no está de acuerdo con ese argumento.
“Estoy de acuerdo [en la parte científica], porque hay estudios para determinar ciertas situaciones, pero también es válida la posición del ser humano, la empatía, el sentimiento y el sentido común”, añadió.
Algo similar señaló la Sedema en un comunicado del 3 de junio de 2019, en el que Marco Antonio Badillo Landín, uno de los 4 cuidadores de Ely en el Zoológico de San Juan de Aragón, describió a este ejemplar como “agradecida”.
En el documento se explica que Ely realiza caravanas de agradecimiento “luego de que alguien la visita o que sus cuidadores y médicos veterinarios la revisan”. Según la secretaría, basta un “gracias gordita” tras la rutina de limpieza y su fruta favorita: la sandía.
Después del impacto mediático que causó el rescate de la jirafa Benito, quien vivió 9 meses de negligencias por la administración del Parque Central de Ciudad Juárez, Chihuahua, ambientalistas y animalistas retomaron el caso de la elefanta en las manifestaciones que realizaron.
En Animal MX contactamos al área de comunicación social de la Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México (Sedema) para conocer el motivo por el cual el hábitat de Ely se encuentra cerrado al público, qué ha pasado con el diálogo con activistas.
Además, para conocer los dictámenes públicos sobre la salud de la elefanta y las decisiones que especialistas -tanto nacionales como de organizaciones internacionales-, tomaron en cuenta para determinar que no puede ser trasladada a un santuario, pero al cierre de esta edición no se tuvo respuesta.
Diana Valencia narra cómo fue el primer momento en que conoció a Ely, después de su llegada al Zoológico de San Juan de Aragón en CDMX.
“Empecé yendo sola al zoológico por varios meses. Soy una persona de la tercera edad, me paraba frente a Ely y yo decía: ‘me paro igual que ella, muevo mi rodilla igual que ella, camino igual que ella’. Entonces, me ponía en su lugar porque no somos tan diferentes de los animales”, describe la activista.
Para Diana, la empatía al ver estado físico visible de Ely en ese momento le permitió empatizar con la elefanta, a quien no dejó de observar en sus visitas.
“No la veía ni la miraba, la observaba, es una gran diferencia entre esos tres términos. La observamos a todo detalle y yo me ponía en su lugar y la comprendía. Sabía lo que estaba sintiendo al verla pararse así, al verla con su cabecita gacha, al verla recargarse en las paredes, en las puertas, golpear su cabeza en los barrotes, en el tronco. Eso me indicaba”, expresa.
De acuerdo con la activista, ese comportamiento que detectó en Ely fue una señal sobre su estado de salud, físico y mental que se asemeja a la zoocosis.
Sin embargo, la Sedema aún no confirma si la elefanta padece de esta condición.
“Fue un signo de lo que estaba padeciendo, de su tristeza recargada en la puerta. Las estereotipias [son] una manifestación de la zoocosis y las tenía mucho muy frecuentes y constantes. Eso nos indicaba y es el sentido común”, añadió.
La zoochosis o zoocosis, según explica la organización internacional In Defense of Animals, se trata de un comportamiento repetitivo en los animales que viven en cautiverio o fueron rescatados de circos. Además, aclaran que esta conducta no es visible cuando se encuentran libres en la naturaleza.
Ante el “blindaje” en el que se encuentra el hábitat de Ely y Gipsy, que están ocultas para los visitantes del zoológico, Diana Valencia externa su preocupación sobre estas medidas que, como señala “no logran entender”.

Fernando Gual Sill, director general de el director de zoológicos y de la fauna silvestre en el Zoológico de San Juan de Aragón, al que también se han referido como Centro de Conservación de vida silvestre en la Ciudad de México, junto con equipo de médicos veterinarios y etólogos han presentado durante las últimas semanas videos cortos los avances del acoplamiento entre Ely y Gipsy.
Sin embargo, activistas de Abriendo jaulas, abriendo mentes muestran su preocupación por estos materiales que no enseñan el estado en tiempo real de ambas elefantas, por lo que señalan que son “videos a modo”, y piden que se hagan videos en vivo, ante la falta de acceso al sitio.
“No comprendemos ese blindaje. Nosotros siempre hacemos ‘en vivos’, pero nosotros no podemos prepararlas a ellas, no podemos preparar el terreno, no podemos colocarles comida para que se paren ahí. Nosotros vemos el estado y la situación natural del animal porque vamos por todos los animales de zoológicos, entonces lo que nosotros publicamos es la realidad, el día a día. Ely nos mostraba lo que ella sentía, lo que ella quería, lo que ella hacía en ese momento”, añadió
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De acuerdo con Valencia, esta petición al zoológico para contar con videos en vivo de ambas elefantas no es reciente, ya que desde la pandemia han solicitado que se realicen transmisiones en directo “para verlas realmente y no videos que se ven los cortes”.
Uuno de los videos más recientes de la Sedema sobre los avances en el acoplamiento de Ely y Gipsy, muestra cortes y secuencias sobre cómo es la convivencia entre ambas elefantas, como sucede en el video del 20 de febrero con la médica veterinaria zootecnista y Etóloga Guillermina Mondragón.
En ese video, la médica explica cómo han ocurrido los recientes cambios en la conducta de Ely y Gipsy durante su proceso de acoplamiento, las actividades que realizan para promover conductas naturales y de convivencia dentro del zoológico.

Hasta 7 naciones o territorios en el Caribe están dando apoyo logístico al ejército estadounidense en su despliegue militar.
La creciente campaña de presión militar del presidente estadounidense Donald Trump sobre Nicolás Maduro en Venezuela cuenta con la oposición de muchos líderes latinoamericanos, pero el apoyo logístico de varias naciones en el Caribe.
En el arco geográfico que va de República Dominicana a Trinidad y Tobago han surgido distintos aliados a la “Operación Lanza del Sur” de Estados Unidos con roles disímiles.
El enorme despliegue de fuerzas militares de la primera potencia del mundo necesita todo tipo de asistencia: pistas de aterrizaje, puntos de abastecimiento, radares en puestos avanzados, maniobras o campamentos para sus soldados. También misiones de reconocimiento o espacio para almacenar equipos.
En agosto de este año, Trump ordenó el envío de tres buques de guerra de la Armada al Caribe Sur para interceptar embarcaciones sospechosas de transportar drogas que salían de Venezuela. Hasta la fecha Estados Unidos realizó más de 20 ataques contra estos botes en aguas internacionales, que causaron la muerte de más de 80 personas.
Desde entonces, el despliegue acumula en aguas de la región al menos 12 buques de guerra, un submarino nuclear, aviones, helicópteros y drones, además dos portaviones: el USS Gerald R. Ford y el Iwo Jima. Se cree que el número de efectivos militares supera ya los 15.000.
“En general, es probable que los aliados en el Caribe proporcionen vigilancia, logística o apoyo de contingencia, siendo la República Dominicana la nación que más explícitamente lo está haciendo”, le dice a BBC Mundo Evan Ellis, profesor e investigador de estudios latinoamericanos en el Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos.
“Pero todos evitarán ser puntos de lanzamiento de ataques ofensivos, a menos que las circunstancias cambien”, añade.
Washington asegura que su objetivo es frenar el tráfico de drogas hacia EE.UU., pero tanto Caracas como numerosos observadores creen que lo que se pretende es forzar un cambio de gobierno en Venezuela.
De hecho, la mayor parte del tráfico de drogas que los carteles latinoamericanos envían al norte el pasa por el Océano Pacífico oriental -el 74% de los envíos según la DEA- y no es ahí donde se concentran ahora mismo las operaciones militares.
“El hecho de que la administración Trump presente las operaciones antidroga como un acto de autodefensa nacional marca un giro profundo en la política exterior estadounidense”, afirma Björn Beam, responsable de Investigación Tecnológica y analista geopolítico senior de la firma Arcano Research.
Beam explica que al declarar un “conflicto armado” contra actores no estatales que operan desde territorio venezolano, Washington ha difuminado la frontera entre la lucha contra el terrorismo y el cambio de régimen.
“El resultado es una operación jurídicamente flexible, que podría evolucionar desde ataques limitados en el mar hasta acciones selectivas en tierra, todo ello sin necesidad de contar con la aprobación del Congreso”, añade.
Hasta el momento, además de Puerto Rico y las Islas Vírgenes estadounidenses, República Dominicana y Trinidad y Tobago le han dado acceso a EE.UU. a sus infraestructuras, pero hay más.
Estas son hasta la fecha las islas y territorios que están dando cobertura al ejército estadounidense:
Aruba, Curazao y Bonaire están a 80 kilómetros de Venezuela. Son territorios de ultramar que pertenecen a los Países Bajos y aunque poseen un estatus especial y de autogobierno, su uso para cualquier ataque requeriría, en teoría, autorización del país europeo.
Estados Unidos tiene una base de operaciones avanzada en Curazao y una más pequeña en Aruba. Su misión, según fuentes oficiales, es la detección y monitoreo aéreo de presuntas actividades de narcotráfico aéreo y marítimo.
En sus conversaciones con diplomáticos y altos rangos del ejército, Ellis nota nerviosismo.
“Creo que parte de su preocupación radica en que si Venezuela percibe que apoyan militarmente a Estados Unidos, podría dirigir operaciones contra ellos. Aunque probablemente Maduro no sería tan insensato, hay inquietud ante un posible escenario como este”, dice el experto militar.
Hace tan solo unas semanas, el portal de monitoreo aéreo Flightradar24 documentó la presencia de bombarderos estadounidenses sobrevolando el espacio aéreo entre Aruba y Curazao.
A 11 kilómetros de la costa este venezolana, estas islas son las más cercanas a Venezuela y por lo tanto las más expuestas. Durante mucho tiempo han sido uno de los países más perjudicados por el flujo de migrantes venezolanos y las actividades de diferentes grupos criminales.
El gobierno de Kamala Prisad-Bisisier -que asumió en mayo- ha mostrado posiciones muy proestadounidenses desde el principio. En sus primeros meses al frente del país, se reunió con el jefe del Estado Mayor Conjunto, Dan Caine, para estrechar lazos y favorecer el intercambio de datos de inteligencia militar.
Recientemente el gobierno de Trinidad y Tobago recibió buques de guerra estadounidenses y facilitó entrenamiento de fuerzas especiales de Estados Unidos. Prisad-Bisisier confirmó que infantes de marina estadounidenses operan en el aeropuerto de Tobago, trabajando en una pista, en una carretera y que están instalando y modernizando un radar. Además, varios aviones militares han usado la isla para reabastecerse de combustible.
El gobierno justifica el proyecto como parte de la seguridad nacional y la lucha contra el narcotráfico en sus aguas.
“Han apoyado mucho la operación de las fuerzas estadounidenses y ven con buenos ojos la presencia de infantes de marina en el territorio, pero han dejado muy claro que, a menos que Venezuela los ataque, no se lanzarán operaciones ofensivas estadounidenses desde su territorio. Esa es la línea trazada”, explica Ellis.
Es otro de los países que se ha visto gravemente afectado por el flujo de drogas, el crimen organizado y la migración en la región y es el que más abiertamente ofreció apoyo logístico a la “Operación Lanza del Sur”.
Desde la primera administración de Trump, el gobierno de Luis Abinader siempre ha estado muy alineado con Washington. República Dominicana se beneficia enormemente del turismo que llega desde Estados Unidos y del acceso al mercado estadounidense a través del Tratado de Libre Comercio CAFTA-DR.
“Esta lucha contra el narcotráfico constituye una prioridad para su administración [la de Trump], por tratarse de una amenaza que afecta la estabilidad nacional y regional”, afirmó Abinader.
“Esta lucha es esencial para proteger a nuestras familias y para preservar la estabilidad. Ningún país puede ni debe enfrentarla sin aliados”, añadió.
En medio de la escalada con Venezuela, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, visitó República Dominicana y firmó una serie de acuerdos, que incluían el uso militar de zonas restringidas de la Base Aérea de San Isidro y del Aeropuerto Internacional de Las Américas.
Además, República Dominicana permite el reabastecimiento de combustible a naves estadounidenses, traslado de equipos y de personal técnico a través de su territorio.
“A Abinader le interesa la cooperación de Trump para contener el problema de Haití, pero la estrategia de las autoridades de República Dominicana de posicionarse como un aliado clave de Washington responde a la ambición de tener un papel más importante en los asuntos regionales”, estima el profesor de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos.
“Por ejemplo, recientemente, el país solicitó integrarse como miembro asociado de Caricom, un espacio clave para el comercio y la cooperación de las naciones del Caribe, lo que aumentaría considerablemente su cooperación en temas como el intercambio de información de inteligencia contra el crimen organizado”, dice Ellis.
El apoyo a las operaciones de Estados Unidos se presenta como temporal, técnico y limitado, enfocado en reforzar vigilancia aérea y marítima contra el crimen organizado transnacional.
La distancia entre la isla de Granada y Venezuela es de aproximadamente 145 km en línea recta a través del mar Caribe.
EE.UU. solicitó instalar equipos de radar y personal técnico de forma temporal en el Aeropuerto Internacional Maurice Bishop. Ellis señala que esta solicitud se remonta al mandato de Biden o incluso antes, pero al parecer está siendo efectiva ahora.
“Como parte de la lucha contra el narcotráfico, Granada necesita un radar para su aeropuerto que le dé visibilidad sobre vuelos con posibles cargamentos. El ejército estadounidense estaba de visita, pero no ha trascendido públicamente si era para la instalación o se llevaron a cabo conversaciones técnicas que ayuden a instalarlo”, afirma Ellis.
Washington es uno de los principales socios comerciales de Granada. El país se beneficia de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (ICC), que otorga entrada libre de aranceles a muchos de sus productos.
Granada y Estados Unidos han firmado varios tratados para facilitar la cooperación policial y el intercambio de información y el ejército de EE.UU. ha proporcionado capacitación y equipo a las fuerzas de seguridad granadinas.
Los dos territorios estadounidenses, que se encuentran aproximadamente a 800 kilómetros de Venezuela, se están utilizando para albergar personal militar y brindar apoyo logístico a las operaciones.
Según una investigación gráfica realizada por la agencia Reuters, la estación naval estadounidense Roosevelt Road -una antigua base de la Guerra Fría clausurada en 2004- se encuentra en proceso de modernización, con la repavimentación y la ampliación de las pistas, en las que ya están operando aeronaves de gran tamaño, como el gigantesco Boeing C-17 Globemaster, usado por las fuerzas estadounidenses para el transporte rápido de tropas y de suministros.
Además, la Administración Federal de Aviación (FAA) anunció una zona de vuelo restringida que afectará el espacio aéreo frente a la costa sureste de Puerto Rico desde el 1 de noviembre de 2025 hasta el 31 de marzo de 2026.
Esto facilitaría las operaciones militares de alta intensidad cerca del Aeropuerto José Aponte de la Torre. Allí han sido desplegados los cazas F-35 de última generación movilizados por el Pentágono y se han visto operaciones de aviones de combate y transporte.
En estas instalaciones se queda la mayor parte del personal terrestre.
También hay registro de aviones militares en el Aeropuerto Henry E. Rohlsen de Islas Vírgenes, que funciona como plataforma operativa y logística para despliegues regionales.
En Saint Croix, la mayor de las Islas Vírgenes estadounidenses, se aloja personal militar adicional en el “Man Camp” de Port Hamilton Refining and Transportation (PHRT).
Y el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) reportó que la Base Naval que Estados Unidos tiene en la Bahía de Guantánamo (Cuba) ha aumentado el número del personal militar estacionado permanentemente.
Todo este progresivo aumento de fuerzas lleva a una pregunta. Si hay una operación de Estados Unidos, ¿cuál es el punto en el que se lanzararía?
“Cualquier operación se lanzaría desde múltiples puntos. Personalmente, creo que podríamos ver ataques terrestres limitados antes de una operación de derribo importante”, cree Ellis.
“Si hubiera ataques terrestres limitados, probablemente provendrían de misiles estadounidenses, tal vez los misiles Tomahawk. Porque Venezuela aún tiene algunas defensas aéreas bajo su control. No son las mejores, pero los sistemas rusos S-300, por ejemplo, representan una amenaza para las aeronaves de Estados Unidos”, añade.
Por eso, cree el experto, no se lanzarían los F-18 de los portaaviones mientras esas defensas aéreas siguieran funcionando.
“Quizás podríamos ver el despliegue militar de algunas Fuerzas de Operaciones Especiales en el terreno, pero si tuviera que adivinar, diría que los ataques iniciales serían con misiles, simplemente porque es la forma más segura de hacerlo”.
“También se podrían lanzar misiles desde submarinos, ya que con un submarino se puede llegar relativamente cerca. Pero si se realizara una operación mayor, probablemente se necesitarían múltiples bases”.
Según el CSIS, las fuerzas estadounidenses comprometidas actualmente son insuficientes para un desembarco anfibio o una invasión terrestre. Esto requeriría al menos 50.000 soldados. “Sin embargo, los recursos aéreos y navales acumulados en los últimos tres meses han proporcionado suficiente potencia de fuego al Caribe para lanzar ataques aéreos y con misiles contra Venezuela”, explican los expertos del think tank.
Mapas por Caroline Souza y diseño de imagen por Daniel Arce, del Equipo de periodismo visual de BBC Mundo
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