Si no era suficiente la enorme cantidad de Targaryens en el show, tenemos un montón de nuevos personajes en House of the Dragon Temporada 2. Así que exploremos qué onda con Alys Rivers, Gwayne Hightower y otros nuevos rostros.
Para darte contexto de los personajes te diremos cosas del libro, pero intentaremos no darte ningún fuerte spoiler pa’que que todo sea sorpresa en la serie.
En el episodio La Casa del dragón 2×03 conocimos a Alys cuando Daemon Targaryen llega a “conquistar” Harrenhal y casualmente le dice a nuestro príncipe “Morirás en este lugar”.
¿Quién es Alys Rivers? En los libros, es descrita como una mujer de cabello largo y negro y es una bastarda de la Casa Strong. Muchas veces es descrita como una bruja, pues tiene interés en hacer pociones y al parecer tiene visiones.
En House of the Dragon es interpretada por Gayle Rankin, más conocida por su papel de Sheila en la serie GLOW de Netflix.
En el tercer episodio también al fin vimos la cara de Gwayne Hightower, el hermano menor de Alicent e hijo de Otto. Y es que el personaje ya había aparecido en la primera temporada cuando fue derribado violentamente por Daemon Targaryen durante el Torneo de Herederos.
Gwayne es interpretado por Freddie Fox, quien salió en la película La señora Harrys va a París y las series The Great y The Crown.
Otro de los nuevos personajes de House of the Dragon Temporada 2 es Lady Jeyne Arryn, o la Doncella del Valle. Aunque todavía no la hemos visto en pantalla, tiene un rol vital para el Consejo Negro en la Danza de los Dragones.
En episodios pasados supimos de ella porque Jacaerys Velaryon fue a visitarla para pedir su apoyo a la casa de Rhaenyra. Sabemos que accedió a cambio un jinete de dragón cuide el Nido de Águilas, por lo que Rhaenyra manda a su hijo Joffrey con su dragón Tyraxes, junto a Rhaena y cuatro huevos de dragón.
Lady Jeyne Arryn es interpretada por Amanda Collin, actriz danesa popular por ser protagonista en la serie de Max Raised by Wolves.
Honestamente no sabemos si volverá a salir en esta temporada, pero el primer episodio de House of the Dragon Temporada 2 nos presentó a Lord Cregan Stark, Señor de Winterfell y Guardián del Norte. Y sí, su papel es relevante en la Danza de los Dragones y para el Consejo Negro.
Cregan Stark es interpretado por Tom Taylor, quien protagonizó La Torre Oscura y la serie Doctor Foster.
Entre los nuevos personajes de House of the Dragon Temporada 2 también tenemos a estos dos hermanos que ya conocimos y ambos son semillas de dragón (o sea, bastardos de ascendencia valyria).
Alyn es un marinero en la flota Velaryon y sirvió a Lord Corlys Velaryon. Por otro lado, Addam es un carpintero, pero ambos se verán muy involucrados en esta batalla.
Alyn es interpretado por Abubakar Salim, conocido por su papel en la serie Raised by Wolves y por dar voz a Bayek de Siwa en Assassin’s Creed Origins.
El acotr detrás de Addam es Clinton Liberty, que sale en las series Normal People, Red Election y Holding.
También ya vimos a Ulf, otra semilla de dragón que a la menor provocación dice ser hermano bastado de Daemon y el difunto Rey Viserys, aaaaunque ese origen no le consta ni a los libros.
El actor que lo interpreta es Tom Bennett, quien ha tenido varios papeles en cine y televisión desde la década de 2000, sobre todo en la serie After Life de Ricky Gervais.
Tenemos un montón de semillas de dragón entre los nuevos personajes de House of the Dragon Temporada 2. ¡Y aguas porque podrían reclamar dragones sin dueño!
En el libro, Hugh es una semilla de dragón que vive en Rocadragón (Dragonstone). Es descrito como un hombre alto y enorme, con manos tan fuertes que era capaz de torcer barras de acero.
El actor Kieran Bew le da vida a este personaje luego de trabajar extensivamente en teatro y televisión británica.
Ya mencionamos que Daemon llega a Harrenhal y ahí es recibido por Ser Simon Strong, quien entregó luego, luego el castillo.
Simon Strong es el tío abuelo de Larys Strong (el que usa bastón y le gusta verle las patas a Alicent), quien recientemente fue nombrado Consejero de los Rumores por Aegon.
Es interpretado por el veterano actor Simon Russell Beale, considerado un actor de teatro legendario y que ha recibido tres premios Olivier.
EU recibe a decenas de afrikáners como refugiados tras una orden de Trump que denuncia que son perseguidos por cuestiones raciales, algo que el gobierno sudafricano niega rotundamente.
Un avión procedente de Johannesburgo con 59 sudafricanos blancos a bordo aterrizó este lunes en Washington DC.
Es el primer grupo de afrikáners que llegan a Estados Unidos como refugiados bajo un programa de reasentamiento promovido por el presidente Donald Trump, que considera a esta comunidad víctima de “discriminación racial” en Sudáfrica.
Su arribo a EE.UU. se produce tras meses de tensiones diplomáticas entre el país norteamericano y Sudáfrica.
Trump firmó en febrero una orden ejecutiva en la que denunciaba presuntas violaciones de derechos humanos contra blancos en Sudáfrica, citando expropiaciones de tierras sin compensación y asesinatos en zonas rurales.
El presidente también se ha referido a lo que describió como una “matanza a gran escala de agricultores” blancos, un argumento que ha respaldado públicamente el empresario Elon Musk, nacido en Pretoria, quien llegó a hablar incluso de un “genocidio de blancos”.
El gobierno sudafricano rechaza estas acusaciones y niega la existencia de una persecución racial contra los blancos.
El ministro de Relaciones Exteriores de Sudáfrica, Ronald Lamoa, afirmó este lunes que “no hay persecución de sudafricanos blancos afrikáners” y aseguró que los datos policiales contradicen la narrativa impulsada desde Washington.
Los afrikáners, descendientes en su mayoría de colonos holandeses, han desempeñado un rol central en la historia del país, desde la colonización hasta el régimen del apartheid.
El programa de reasentamiento de Trump está dirigido a los afrikáners, una comunidad blanca sudafricana descendiente en su mayoría de colonos neerlandeses, franceses hugonotes y alemanes que comenzaron a instalarse en el sur de África desde 1652.
Durante siglos, los afrikáners dominaron la política y la producción agrícola del país, especialmente bajo el apartheid (1948-94), donde conformaban el grupo blanco mayoritario y puntal ideológico del régimen.
Hoy representan poco más del 5% de la población en Sudáfrica -unos 2,7 millones de personas- y la mayoría habla afrikáans como lengua materna.
Trump justifica su programa con el argumento de que los afrikáners sufren “discriminación racial” bajo las políticas del Congreso Nacional Africano (ANC), en el poder desde el fin del apartheid en 1994.
En su orden ejecutiva de febrero, el presidente estadounidense citó específicamente la reciente ley sudafricana de expropiación sin compensación de tierras improductivas, abandonadas o adquiridas de manera fraudulenta durante el régimen segregacionista.
Aunque la norma ha sido defendida como una herramienta para corregir desigualdades históricas, tanto sectores conservadores estadounidenses -incluidos influyentes empresarios como Elon Musk y Peter Thiel- como muchos afrikáners en Sudáfrica la consideran una amenaza directa a los derechos de propiedad de los blancos.
Trump también denunció lo que describió como “una matanza a gran escala de agricultores blancos”, tesis respaldada por Musk, Thiel y otros miembros de la llamada “mafia de PayPal”, un influyente grupo de Silicon Valley que mantiene lazos con Sudáfrica.
El gobierno sudafricano niega que exista una persecución racial: el canciller Lamoa consideró infundadas las acusaciones de Washington y alegó que los informes policiales desvinculan la violencia rural de un supuesto genocidio blanco.
Según datos oficiales, en 2024 se registraron 44 homicidios en zonas agrícolas, de los cuales ocho fueron de granjeros.
El Instituto Sudafricano de Relaciones Raciales (SAIRR) concluyó que los ataques afectan tanto a trabajadores blancos como negros y suelen estar motivados por robos o conflictos laborales.
BBC Mundo habló con el analista sudafricano Ryan Cummings, director de la consultora Signal Risk, que cuestiona el fundamento jurídico y humanitario de conceder asilo a los afrikáners.
“Ciertamente no enfrentan ningún tipo de marginación colectiva por su cultura, raza o idioma”, afirma.
El experto considera que las leyes de acción afirmativa impulsadas por el ANC no son punitivas hacia los blancos, sino mecanismos para revertir la exclusión histórica de la población negra, y remarca que “los afrikáners aún se encuentran en el extremo superior de la escala socioeconómica”.
Cummings añade que la percepción de inseguridad en zonas rurales, donde se han producido ataques violentos a granjas, ha alimentado una narrativa política dentro de sectores afrikáners más conservadores.
“Se han presentado como actos de violencia étnica, como si hubiera un genocidio sistemático en curso, pero en realidad responden a dinámicas locales: granjas aisladas, guardias de seguridad deficientes, armas y dinero en efectivo almacenados en las instalaciones”, considera.
Reconoce, no obstante, que figuras como Julius Malema, líder del partido comunista Luchadores por la Libertad Económica, han alimentado esa sensación de amenaza con cánticos como Kill the Boer (“Mata al granjero”), lo que ha reforzado el temor de algunos afrikáners a un resurgimiento del nacionalismo negro en sus formas más violentas.
El gobierno sudafricano ha sido muy activo a la hora de denunciar violaciones de derechos humanos de Israel en Gaza, y en enero presentó un caso de “genocidio” ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya.
Esto causó un deterioro en las relaciones entre Sudáfrica y EE.UU., aliado de Israel.
“Trump quiere destacar ante la comunidad internacional que el mismo gobierno que lleva a Israel ante un tribunal internacional por presuntas violaciones de derechos humanos está infringiendo esos mismos derechos sobre su propia ciudadanía”, evalúa Cummings.
En marzo, la administración estadounidense expulsó al entonces embajador sudafricano, Ebrahim Rasool, después de que este denunciara una “insurgencia supremacista” impulsada desde Estados Unidos.
El secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, justificó la medida calificando al diplomático como un “agitador racial” que “odia a América”.
Por su parte, el gobierno sudafricano sostiene que la narrativa promovida desde Washington es infundada y responde a intereses políticos internos en Estados Unidos.
Desde que Trump firmó la orden, más de 70.000 sudafricanos blancos expresaron interés en emigrar, según la Cámara de Comercio Sudafricana en Atlanta.
El grupo de 59 personas que aterrizó esta semana en Washington es el primero en beneficiarse del plan.
Desde Sudáfrica, el programa de reasentamiento de Trump se percibe con escepticismo o incluso con cierto sarcasmo, según el director de Signal Risk.
“Muchos sudafricanos ven a los afrikáners que se acogen al programa de Trump como personas que buscan una salida, un modo de hallar la utopía que están buscando: una sociedad donde puedan existir sin tener que compartir espacio con sudafricanos negros”, sostiene Cummings.
Según el experto, hay “muchas almas dañadas” entre los afrikáners que crecieron durante el final del apartheid.
“Sienten que no fueron cómplices, pero que se les está haciendo pagar por lo que ocurrió décadas antes de que nacieran”, indica.
Sin embargo, concluye que la mayoría de los sudafricanos está de acuerdo con la idea de una sociedad multirracial y que quienes se resisten a ello -y ahora emigran- “probablemente no estaban interesados en participar en ese proyecto desde el principio”.
Cummings incluso cree que muchos sudafricanos moderados ven con buenos ojos la emigración de ciertos afrikáners a Estados Unidos bajo la iniciativa de Trump.
Parte de la sociedad sudafricana la considera “una manera de deshacerse de personas que han sostenido una ideología racista o supremacista blanca “.
“Muchos sudafricanos sienten que Sudáfrica, como país, probablemente estará mejor sin ellos, en el sentido de que estaremos perdiendo a individuos que esencialmente no tienen interés en participar en la construcción nacional ni en vivir en un país multirracial”, sentencia.
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