Fans de los kaiju estarán felices de que el MonsterVerse está lejos de morir. Y es que tenemos el primer vistazo a la nueva aventura de los dos monstruos gigantes más famosos gracias al tráiler de Godzilla x Kong: The New Empire.
Esa película es una secuela directa de Godzilla vs Kong, el fabuloso crossover que vimos en 2021. Sin embargo, ahora veremos cómo los dos titanes colosales se enfrentan a una nueva amenaza proveniente de la Tierra Hueca.
¡La batalla épica continúa! Tras los eventos de Godzilla vs. Kong, ahora llegauna aventura completamente nueva que enfrenta al todopoderoso Kong y al temible Godzilla contra una colosal amenaza no descubierta escondida dentro de nuestro mundo, desafiando su propia existencia y la nuestra.
Godzilla x Kong: The New Empire (Godzilla y Kong: El nuevo imperio) profundiza en las historias de estos Titanes y sus orígenes, así como en los misterios de la Isla Calavera y más allá, mientras descubre la batalla mítica que ayudó a forjar a estos seres extraordinarios y los unió a la humanidad para siempre.
No hay duda de que hablamos de una de las películas más esperadas del 2024. Y es que esta nueva entrega del MonsterVerse se estrena solo en cines el próximo 11 de abril.
Y no te adelantes, todavía no sabemos cuándo estará en streaming, aunque como Warner Bros. distribuye la película, es prácticamente un hecho que llegaría a HBO Max.
Regresa como director Adam Wingard, quien se hizo cargo de la película pasada.
Pero no es el único conocido, pues varios actores y sus personajes regresan para Godzilla x Kong: Rebecca Hall como la Dra. Ilene Andrews, Brian Tyree Henry como Bernie Hayes, y Kaylee Hottle como Jia.
Igualmente en el bando humano se unirán nuevos personajes que serán interpretados por Dan Stevens (del live aciont de La Bella y la Bestia), Alex Ferns (The Batman) y Fala Chen (Irma Vep).
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Durante la peli del 2021, vemos que Godzilla y King Kong no se caían para nada bien y se la pasaban peleando al estilo de Batman contra Superman, con Godzilla llevándose la victoria.
Pero cuando todo parecía ir a favor del dinosaurio, aparece un rival más peligroso: MechaGodzilla.
Este enorme titan metálico fue creado por Apex Cybernetics y es controlado tanto por humanos, como por inteligencia artificial. Godzilla comenzó a pelear contra este nuevo rival y la tarea parecía ser muy grande para él hasta que Kong, con todo y que seguía herido de su pelea anterior, decidió entrar al ring y ayudar a Godzilla en su lucha contra el robot.
Al final, luego de derrotar a MechaGodzilla, tanto Kong como Godzilla se van por su propio camino, quedando en una especie de tregua. Aunque la doctora Ilene Andrews señala que “no puede haber dos alfas en un mismo dominio”.
Todas las películas están disponibles en HBO Max, a excepción de Godzilla y Kong que saldrá en cines en abril del 2024.
También se estrenó la serie Monarch: Legacy of Monsters en Apple TV+ que sigue a miembros de la organización Monarch cuando encuentran por primera vez a Godzilla y a otros Titanes.
Se desarrolla medio siglo antes de los eventos de Godzilla (2014).
El llamado “dolor de helado” es una expresión de procesos neurológicos complejos. Lejos de ser banal, podría ayudar a entender mejor los umbrales de dolor y la predisposición a trastornos neurosensoriales más amplios.
Según la Clasificación Internacional de Trastornos de Cefalea, se trata de una “cefalea por estímulo frío”, también conocida con el nombre de dolor de cabeza por helado (en inglés brain freeze). Y aunque parezca trivial, revela una sorprendente complejidad neurológica y médica.
En los últimos años, varias investigaciones han revelado que este pequeño “dolor de verano” podría enseñarnos sobre el tratamiento de las migrañas, las reacciones cerebrales al frío e, increíblemente, cómo proteger al cerebro en situaciones críticas.
El brain freeze es el dolor frontal o temporal de corta duración, que puede ser intenso, inducido en personas susceptibles por el paso de material frío (sólido, líquido o gaseoso) sobre el paladar y/o la pared faríngea posterior.
Este cambio de temperatura tan brusco provoca una vasoconstricción, seguida de vasodilatación en los vasos sanguíneos de la zona. El nervio trigémino, que conecta el rostro con el cerebro, interpreta este cambio como una amenaza térmica, y lanza una señal de “dolor” al cerebro.
Lo curioso del caso es que ese dolor no lo sentimos en la boca, sino en la frente o las sienes. Es lo que se llama dolor referido: el cerebro malinterpreta la fuente del estímulo, algo muy común en otros tipos de dolor visceral.
Un artículo publicado en Critical Care Medicine en 2010 –con el provocador título “Can an Ice Cream Headache Save Your Life?” (¿Puede un dolor de cabeza por helado salvarle la vida?)– sugirió que los mecanismos detrás del brain freeze podrían inspirar estrategias clínicas para proteger el cerebro después de un paro cardíaco, usando hipotermia terapéutica.
Este tipo de reacciones neurovasculares rápidas ayudarían a regular la presión intracraneal, el flujo sanguíneo cerebral y los reflejos autonómicos.
En otras palabras, un helado puede activar rutas que los médicos intentan replicar de forma controlada en cuidados intensivos.
Un artículo de revisión publicado en 2023 examinó la involucración en este fenómeno de estructuras profundas del cráneo como el nervio trigémino y el ganglio esfenopalatino, ambos conocidos por estar implicados en migrañas, cefaleas en racimo y neuralgias faciales.
Además, múltiples trabajos han mostrado que la respuesta dolorosa al frío podría revelar una hipersensibilidad del sistema trigémino, especialmente en personas predispuestas.
La prevalencia de este fenómeno varía en un rango del 15 al 37 % en la población general, pero es significativamente mayor en niños y adolescentes, alcanzando cifras entre el 40,6 % y el 79 %, según datos recopilados en la literatura científica.
Un estudio clave alemán realizado con estudiantes de 10 a 14 años, padres y profesores, mostró una prevalencia del 62 % en los menores y del 31 % en los adultos. Esta diferencia podría deberse a una combinación de factores: el aprendizaje conductual para evitar desencadenantes dolorosos, una mayor estabilidad neuronal frente al frío con la edad y diferencias anatómicas que hacen que los niños sean más susceptibles a una rápida estimulación de los receptores del frío.
Por otro lado, el dolor por estímulo frío tiene una fuerte relación con antecedentes de migraña. Las personas aquejadas por este tipo de dolor presentan prevalencias de entre el 55,2 % y el 73,7 %, muy por encima de quienes sufren cefaleas tensionales (23-45,5 %).
Un estudio incluso reveló una sorprendente prevalencia del 94 % en personas con antecedentes de cefalea punzante. Esto sugiere que el brain freeze podría servir como marcador clínico indirecto de una sensibilidad trigeminal aumentada, compartida con otras cefaleas más incapacitantes.
Otros factores de riesgo identificados incluyen antecedentes de traumatismo craneal y, especialmente, historia familiar: los hijos de padres con cefalea por estímulo de frío tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollarla. Si la madre la ha sufrido, el riesgo se multiplica por 10,7 y si es el padre, por 8,4.
Todos estos datos revelan que lo que muchas veces se percibe como un simple “dolor de helado” es, en realidad, una expresión de procesos neurológicos complejos.
Lejos de ser banal, podría ayudar a entender mejor los umbrales de dolor y la predisposición a trastornos neurosensoriales más amplios.
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En general, no. Se trata de un fenómeno benigno, autolimitado y sin consecuencias médicas. Sin embargo, existe un caso clínico extraordinario, publicado en 1999 en el American Journal of Forensic Medicine and Pathology, donde un hombre joven colapsó tras beber agua muy fría.
Los forenses sospecharon un reflejo vagal extremo como causa de muerte, no un brain freeze clásico, sino una respuesta autonómica descontrolada en un contexto de calor extremo y predisposición fisiológica.
Este suceso aislado sirve más para mostrar la capacidad del cuerpo para reaccionar drásticamente ante estímulos extremos que para generar alarma sobre los helados o las bebidas frías.
La buena noticia es que esta peculiar cefalea se puede evitar con algunas estrategias simples.
La más eficaz es comer o beber lentamente. Cuando ingerimos alimentos fríos a gran velocidad, el estímulo térmico en el paladar es demasiado brusco para que el cuerpo lo compense a tiempo, activando la respuesta dolorosa.
También es importante evitar que la materia a baja temperatura toque directamente el paladar superior, ya que esta zona está altamente vascularizada y cercana al trayecto del nervio trigémino. Usar una pajita, mantener el líquido en la lengua antes de tragar o no dejar que el helado se derrita demasiado rápido en la boca pueden ayudar.
Y si el dolor ya comenzó, hay un truco sencillo: presiona la lengua contra el techo de la boca. Este contacto ayuda a restaurar la temperatura y aliviar la molestia en segundos.
Así que la próxima vez que una cucharada de helado te congele la frente, recuerda: no estás exagerando. Tu sistema nervioso está ensayando una respuesta que los científicos aún están tratando de descifrar… y quizás de aprovechar.
*José Miguel Soriano del Castillo es catedrático de Nutrición y Bromatología del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad de Valencia, España.
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer la versión original.
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