Todas nos caímos de la silla cuando vimos que Michael Keaton regresa como Batman, pero no es la única sorpresa. Agárrate que ahí te van todos los cameos en Flash.
Cuando Flash descubre la Fuerza de la Velocidad (o Speed Force) descubre que es capaz de viajar en el tiempo y ver distintas realidades.
Es por eso que así como otras películas sobre multiversos, esta cina tiene versiones alternas de personajes que ya conocemos. Así que los cameos, easter eggs y apariciones especiales no faltaron.
El regreso de Michael Keaton como el Caballero de la Noche es más que un cameo, pues aparece en gran parte de la película.
Aunque ya lo habíamos visto en tráilers y pósters, nada se compara con la emoción de verlo en pantalla grande de regreso con su traje de las películas de Tim Burton y el icónico tema de Danny Elfman de fondo.
El director Andy Muschietti sale durante el final de la película. Es un momento breve, pero chistoso donde el director es un reportero que está a punto de comer un hot dog.
Pero a Barry ya se le hizo tarde y decide arrebatarle el hotdog de la mano con su velocidad de Flash, así que el reportero no sabe cómo desaparece su comida.
Como no queremos arruinarte la experiencia, te recomendamos primero ver Flash en cines y luego regresar a esta nota para ver si gritaste igual con estos cameos.
Recuerda: la que avisa no es traidora. Ahí te van los demás cameos en Flash.
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No hemos visto junto a este grupo de héroes desde su película de 2017 (que luego se lanzó con el corte completo del director) y un cameo (de siluetas) en Peace Maker.
Entre los cameos en Flash destaca el regreso de casi toda la liga. Por los tráilers no es novedad que veamos al Batman de Ben Affleck, quien sigue siendo un mentor para Barry Allen/Flash.
Sin embargo, en un vistazo al inicio de la película vemos que Superman está ocupado con un volcán en Nicaragua. Aunque nunca vemos su cara, es el Superman de Henry Cavill.
Más adelante, vemos que Flash y Batman reciben la ayuda de Wonder Woman (sí, nuestra hermosa Gal Gadot) con todo y su lazo de la verdad.
Cuando Barry viaja al pasado y busca información sobre todos sus colegas de la liga. Ahí menciona a Victor Stone, quien todavía no se ha transformado en Cyborg.
Y aunque en esa línea no hay ni rastro de Aquaman, sí podemos ver a Jason Momoa en la escena post créditos.
Con la presencia de Michael Keaton, hay muchos easter eggs y guiños a las películas de Batman con Tim Burton. Sin embargo, una que toma por sorpresa es una que se relaciona con el Joker de Jack Nicholson.
Este guiño sucede cuando el Barry joven (o del pasado) le presume una “bolsa que ríe” que sacó de Batimovil de Keaton.
Quienes recordamos la pelícual Batman de 1989 recordaremos que ahí aparece esa bolsa y es el Joker quien la tiene guardada.
Hay un momento hacia el final de la película donde podemos ver brevemente otros multiversos y aquí es donde tenemos varios cameos en Flash.
Uno de ellos es el Superman de George Reeves, quien apareció en la serie de televisión Aventuras de Superman en la década de los 50.
En este mismo momento vemos el cameo de otro Superman muy querido por distintas generaciones: Christopher Reeve.
El actor dio vida al héroe en la película de 1978 llamada Superman: la película, y repetiría el papel en otras tres secuelas: Superman II (1980), Superman III (1983) y Superman IV: The Quest For Peace (1987).
Sasha Calle intepreta a Kara Zor-El en Flash y eso marca el debut del personaje en el DCU. Peeeeero esta no es tal cual la primera aparición del personaje en cine y un cameo en Flash lo demuestra.
Se trata de la Supergirl de Helen Slater, la cual aparece en la película Supergirl (1984) y que es un spin off de las películas del Superman de Reeve.
Aquí sí te distraes tantito y te pierdes de este easter egg, pues tenemos un brevísimo vistazo del Batman de la clásica serie de los 60 con Adam West y que tenía los mejores batibailes.
La verdad es que todas esperábamos entre los cameos en Flash la aparición Grant Gustin, quien le da vida al héroe en la serie del mismo nombre de CW.
Pero nos quedadmos con las ganas, aunque sí hay una referencia a la serie gracias a la aparición de Jay Garrick (interpretado en la serie y película por Teddy Sears), quien es el primer Flash en la historua.
¡Aquí sí aventamos hasta las palomitas! Aunque es de los cameos en Flash que el mismo director spoileó, sí nos dio el infarto de ver por fin realizado al Superman de Nicolas Cage.
¿Y por qué tanto escándalo? Pues ahí te va un poco de historia: luego de hacer sus películas de Batman, Tim Burton estuvo a nada de dirigir una de Superman.
El año era 1996 y la película se iba a llamar Superman Lives, basada en un guion de Kevin Smith que incluía a los villanos Brainac, Lex Luthor y Doomsday.
Aquí un detrás de cámaras de esa película con una prueba de vestuario de Nicolas Cage como Superman:
Y pues el chiste es que al inicio la película de Superman de Tim Burton iba a ser protyagonizada por Nicholas Cage. Sin embargo, ese proyecto nunca vio la luz y terminó muerto.
¡Pero nuestras fantasías no! Pues al fin pudimos ver a Nicolas Cage como Superman.
Justo cuando pensamos que veríamos a Ben Affleck al final, en la “línea de tiempo actual” y ya que Flash salvó el día, el director nos dijo “pobres tontas” al mostrarnos a George Clooney como Bruce Wayne.
Clooney dio vida a Wayne/Batman en la película Batman & Robin (1997) que la neta es de risa involuntaria y hasta él mismo ha bromeado de lo mal que actuó en la película.
Y aunque no sabemos si lo veremos de regreso en el traje de Batman, sí dio gusto gusto volver a verlo como Bruce Wayne.
¿Cuál fue tu easter egg o cameo en Flash favorito?
Su creadora es Martha Alicia Tronco Rosas, investigadora del Instituto Politécnico Nacional de México.
Tan simple como una regla de 30 centímetros.
Ese es violentómetro, un invento que, hace 16 años se creó en México y que ayuda a personas de todo el mundo a identificar los signos de violencia.
Un material gráfico y didáctico en forma de regla que consiste en visualizar las diferentes manifestaciones de violencia que se encuentran ocultas en la vida cotidiana y que muchas veces se confunden o desconocen.
Lo que empezó como un sencillo proyecto dentro del Instituto Politécnico Nacional (IPN) de México, hoy se puede ver en múltiples países y se ha traducido a idiomas como el maya, el italiano, euskera o chino.
Su creadora es la mexicana Martha Alicia Tronco Rosas, doctora en FIlosofía y Ciencias de la Educación, Fundadora del Programa Institucional de Gestión con Perspectiva de Género del Instituto Politécnico Nacional e investigadora de este centro.
BBC Mundo conversó con ella.
En 2007, Martha Tronco propuso crear la unidad de género en el IPN porque, aunque había “algunas instancias que daban cierto apoyo en temas de violencia dentro de la institución, pero no desde una perspectiva que era la necesaria, desde mi punto de vista, una perspectiva de género”, explica.
Porque empezó a observar, por un lado, que las mujeres científicas en el Instituto tenían un menor crecimiento que los hombres y, por otro, que estas apenas tenían responsabilidades como directoras en las unidades académicas.
Pero cuando creó la unidad de género, se encontró con un problema mayor que, sin hacer mucho ruido, recorría las aulas.
El silencio se rompió con cartas anónimas que dejaban a Tronco en su despacho, por debajo de la puerta.
“Llegaron muchas denuncias en torno a que las personas eran maltratadas, eran violentadas. Mujeres, directivos, relaciones de pareja entre estudiantes”, relata.
Así, como investigadora, propuso hacer una encuesta a más de 14.000 estudiantes de nivel medio y superior para, dice, “saber todo”: desde posibles problemas de salud, consumo de alcohol y sustancias a, por supuesto, hábitos violentos.
El único requisito era haber tenido al menos una relación de pareja en el año anterior.
“Los resultados fueron impresionantes, en el sentido de que detectamos mucha problemática: embarazos y paternidades no contemplados, por ejemplo, o adicciones”, explica Tronco.
Cuenta que lo que más le llamó la atención, el “foco rojo”, fue cómo la gente percibía la violencia.
Había respuestas como “a mí me celan, pero un poquito”; “yo sí he tenido algunos jaloneos (empujón violento) con mi pareja”; “me ha pellizcado un poquito”; “en ocasiones revisa mis documentos o mi celular”.
“Pero no la expresaban y percibían como si fuera algo violento. Siempre observaba en esas respuestas una supuesta situación de amor, entre comillas, de protección. Pero eso tiene un nombre y se llama violencia”.
Tras la encuesta, Marta Tronco pensó que era necesario hacer un material útil en todos los espacios posibles, que no se tirara y que fuera económico, pues el proyecto en inicio nació sin presupuesto.
“Así surgió la idea de una regla de escritorio de 30 centímetros. Y en cada centímetro una de las manifestaciones de violencia que nos dijeron en la encuesta. Así nació el violentómetro”.
La regla se divide en tres colores diferentes y cada uno engloba una situación, “iniciando sobre lo más sutil, aquella violencia que se enmarca en acciones que no implican una acción física, los 10 centímetros siguientes con acciones que implica violencia sobre objetos o sobre la persona, pero en menor medida, y los últimos 10 centímetros, con acciones con violencia física extrema”.
En el primer tramo están acciones como celar, mentir, hacer bromas hirientes, ridiculizar o controlar y prohibir cosas o ver a gente. En el segundo, destruir objetos personales, pellizcar o jalonear, en el tercero, amenazas con objetos, amenazas de muerte, forzamiento de relaciones sexuales y, en última instancia, el asesinato.
Una escala de violencia que, en la relaciones personales, no tiene por qué pasar por todos los puntos.
“Puede que solo haga bromas hirientes, que te ridiculice, te intimide y te cachetee. Pero igual es violencia y se debe estar atento y pedir ayudar”, sostiene Martha.
En el caso más extremo de la violencia están los feminicidios, que en México son una auténtica lacra social. Según cifras oficiales ofrecidas por UNESCO, en 2024 un promedio de 10 mujeres murieron de modo violento cada día.
De esa primera idea salieron otras para ayudar no solo a ver si se está sufriendo violencia, sino también si se está ejerciendo sobre otras personas y qué se debe revisar en ese caso. Luego pasaron la idea del violentómetro a una app para que los más jóvenes tuvieran ese acceso.
Después, la idea, nacida en México, se expandió a otros países y se puede ver en distintas partes de América Latina, España o China.
En lo más cercano, Martha empezó a ver el impacto de esta herramienta cuando vio que se lo pedía “desde la abuelita para dárselo a los nietos o cuando en las escuelas lo querían dar de aguinaldo”.
Martha Tronco explica que esta sencilla herramienta ha servido para visibilizar muchos tipos de violencia que no se percibían como tal y que la gente los reconozca.
“En México, como en muchos países latinoamericanos, tenemos mucha violencia. Por eso creo que ha tenido tanto impacto. Y en México en concreto ha servido para darnos cuenta de qué hacemos o qué sentimos en este tipo de relaciones”, dice.
Y, remarca, esto no es solo algo de relaciones de pareja.
“El violentómetro ha permitido darnos cuenta de que esto que vivimos de manera cotidiana no es protección, no es amor, no es cariño. Y que esta violencia que podemos sufrir muchas veces la replicamos en otros, porque son las formas que hemos aprendido, las que hemos visto en cómo se ha relacionado nuestro entorno”.
Aquí, dice, toca hacer una revisión muy puntual y personal para no repetir esquemas violentos.
Dentro de los posibles comportamientos violentos que aparecen en esta herramienta, algunos pueden ser sutiles y la línea entre lo que es acto violento o no puede ser poco clara.
Por ejemplo: ¿es violencia que lleve siempre el pelo largo y vestidos porque a mi pareja le gusta? ¿o que no vaya a ciertos lugares o con cierta gente?
¿Cuál es la línea entre complacer un deseo y algo violento?
“A veces no nos damos cuenta porque es muy sutil el controlar y el prohibir está en el número 11 del violentómetro, por ejemplo. Y no nos damos cuenta porque consideramos que es un acto de amor, que marca algo que no te conviene. Pero cuando la toma de decisiones no es personal y libre, cuando aquello me genera una serie de problemas, es violencia”, apunta Tronco.
Y, dentro de la violencia, uno de los problemas que conversamos con Tronco fue no solo lo complicado de verla, sino de comunicarla.
“Es un tema que da vergüenza. No nos reconocemos cuando somos violentadas. Y es algo que nos puede pasar a todas”.
También advierte Martha Tronco que las violencias que aparecen en el violentómetro se pueden dar todas o aparecer salpicadas y que tampoco son algo que ocurren de un día para otro, de golpe.
“Es como una humedad en la casa. Va despacito y, de repente, un día, ves una mancha enorme en la pared y no te habías dado cuenta. Incorporamos lo que la otra persona quiere, poco a poco, y llega un momento en que no nos reconocemos”, señala.
Por eso, remarca, es importante hacer un ejercicio de autoconocimiento. “Hay que hacer una revisión de lo que somos y de lo queremos hacer y lo que no más allá de agradar a la otra persona”.
Y aunque su invento es una ayuda, reconoce que la información, si bien válida y necesaria, no lo es todo.
“Ahora se tiene mucha más información que antes y es un elemento necesario, pero no transformador completamente. La parte social, la parte familiar, es la que puede hacer la diferencia, que tengamos comportamientos diferentes. Nos toca a todos hacer una revisión de los vínculos que tenemos, una revisión de la familia, nuestros espacios, nuestras amistades”.
También habla de la interseccionalidad en la violencia. “No es lo mismo ser una mujer blanca, con un nivel educativo alto y heterosexual que ser indígena, lesbiana, analfabeta y pobre. Las mujeres somos diversas y tenemos muchas necesidades diferentes”.
El último cálculo de ONU Mujeres sobre violencia indica que, en todo el mundo, 736 millones de mujeres –casi una de cada tres– han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja; y de violencia sexual fuera de la pareja, o ambas, el 30% de las mujeres de 15 años o más al menos una vez en su vida. Esto sin incluir datos de acoso sexual.
Para 2023, unas 51.100 mujeres y niñas murieron a manos de sus parejas u otros familiares en todo el mundo. Esto significa que, en promedio, 140 mujeres o niñas fueron asesinadas cada día por alguien de su propia familia, según datos de ONU Mujeres.
En el caso de los hombres, solo el 12% de los homicidios que sufren se producen en la esfera privada. Cuando hablamos de mujeres y niñas esta cifra asciende al 60%.
¿Entonces, cómo hacemos para cómo se incluya a los hombres en la conversación?, le pregunto a Martha Tronco.
Y destaca una experiencia que tuvo durante un Curso de Paternidades.
“Les preguntábamos algo muy sencillo: ‘¿Qué tipo de padres quieres ser? ¿Quieres ser como el padre que tuviste?’ Fue un punto medular. Muchos, llorando, decían que no querían eso para sus hijos”, explica.
Y les toca, a juicio de Tronco, “hacer esta revisión profunda, que nos responsabilicemos todos”.
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