Cuatro miembros de BTS irán al servicio militar a mediados de diciembre. Así, se unirán a los tres restantes que ya lo están realizando.
BTS, una de las agrupaciones más importantes del K-pop, anunció desde hace meses su retiro temporal de los escenarios. ¿La razón? Sus siete integrantes se han tenido que ausentar porque BTS va al servicio militar, que en Corea es obligatorio para todos los hombres menores de 30 años.
RM, líder principal y rapero del grupo, se une este 11 de diciembre junto a V, seguidos por Jimin y Jungkook un día después. Su entrenamiento y servicio como soldados del ejército durará 18 meses.
Jin, el miembro de mayor edad, fue el primero en iniciar el proceso en 2022. Luego J-Hope y Suga se alistaron a principios de este año.
La agrupación surcoreana de K-pop se tomará una pausa larga. Se estima que el regreso de BTS será hasta 2025 cuando sus miembros hayan terminado el servicio militar.
Por toda esta situación la disquera Bit Hit Music comunicó a través de redes sociales:
“Los miembros de BTS actualmente están avanzando con sus planes para cumplir con su servicio militar. El miembro del grupo Jin iniciará el proceso tan pronto como concluya su agenda para su lanzamiento en solitario a finales de octubre. Luego seguirá el procedimiento de alistamiento del gobierno coreano. Otros miembros del grupo planean realizar su servicio militar basándose en sus propios planes individuales”
En estricta teoría, el servicio militar en Corea del Sur tiene una duración de entre 18 y 21 meses (2 años aproximadamente).
Como te comentamos, la ley Surcoreana dicta que si eres menor de 30 años y estás en buenas condiciones de salud, debes prestar servicio militar. Sin embargo, existen excepciones para aquellos hombres que realizan un servicio excepcional al país.
Lo anterior ha desatado debate debido a que atletas de alto nivel y músicos clásicos si han sido excusados del servicio militar bajo ese argumento. Pero como puedes notar, los artistas del K-pop no han sido considerados hasta ahora.
Lo que sí se sabe es que han habido debates políticos sobre la posibilidad de un servicio militar más flexible que les permita al menos continuar con sus compromisos artísticos.
Los miembros de BTS no han sido los únicos que se han visto obligados a suspender su carrera por el servicio militar, y aunque no en todos los países es obligatorio, por una u otra razón estas celebridades también en su momento debieron unirse a las filas del ejército de sus países:
1. Shaggy:
El rapero nacido en Jamaica se enlistó en la Marina de Estados Unidos en 1988 con el fin de subsistir económicamente tras un año difícil sin encontrar trabajo. Cuando su carrera musical empezó a despuntar, fue desplegado en Kuwait en 1991 para la operación Tormenta del Desierto, también conocida como la Guerra del Golfo.
2. Adam Driver:
Antes de ser uno de los actores más reconocidos de Hollywood, Adam Driver entró en la Marina de los Estados Unidos donde sirvió durante poco más de dos años.
No fue sino hasta que sufrió una lesión por la que no pudo combatir en Irak que abandonó el servicio y se dedicó a la actuación, convirtiéndose ahora en uno de los referentes dentro de la industria.
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3. Diego Maradona:
Aunque fue muy breve y diferente a los otros casos también la leyenda del fútbol argentino tuvo su paso por el servicio militar en 1979, mismo año Argentina ganó el Mundial Juvenil de Japón.
A pesar de que muchos jugadores del equipo juvenil tenían que hacer el servicio militar durante el gobierno de la dictadura, Maradona “se salvó” por ser una figura conocida. Al final acudió a los 18 años una sola vez para animar a los soldados.
4. Elvis Presley:
El “Rey del rock” también tuvo su paso en el Ejército de Estados Unidos, Cuando ya era una una estrella con canciones sonando en el puesto número 1, pelis e incluso apariciones en televisión, Elvis fue reclutado.
Después de cumplir dos años de servicio militar en Alemania, fue dado de baja con honores y regresó a conquistar los escenarios.
Las películas que discutimos aquí nos invitan a reflexionar sobre la relación entre lo animal, lo humano y la tecnología.
Las malas películas nos lo ponen demasiado fácil: el héroe aparece como totalmente bueno, no ofrece dudas al respecto, y el villano es completamente malvado. No existe ambigüedad, nada que pensar.
Sin embargo, las buenas películas plantean preguntas que no son fáciles de resolver e invitan a la reflexión. Dado que la filosofía prefiere los problemas a las soluciones finales, el buen cine y el pensamiento son magníficos compañeros de viaje.
Abróchense los cinturones. En este breve trayecto les vamos a proponer cuatro películas geniales. Con ellas pensaremos una problemática que atraviesa la historia: la relación entre lo animal, lo humano y la tecnología.
En una de las escenas más conocidas de esta película de ciencia ficción, un primate golpea violentamente con un hueso el cráneo de otro animal. La aparición previa de un monolito resulta clave para entender su actitud. Antes de su llegada, los monos convivían en armonía; después, comienzan las peleas.
El monolito se puede interpretar como el surgimiento de la tecnología y al colocarlo en ese momento histórico el film hace ver que la fabricación de un utensilio prehistórico supuso el primer hecho tecnológico.
Muchos pensadores, como Marx, han afirmado que precisamente fue el progresivo uso de herramientas lo que provocó que los seres humanos se separasen de los animales. Ello nos hizo más capaces, nos permitió adaptarnos mejor, prevenir dificultades.
Pero también comportó una carga, y peligros derivados –envidias, prohibiciones, castigos…– que pueden generar violencia y obligaciones que menoscaban nuestra libertad.
El arado, por ejemplo, facilita el trabajo agrícola y mejora la producción. A su vez, permite la acumulación de alimentos ante posibles contingencias (malas cosechas, epidemias u otros). Pero también requiere labores de mantenimiento, vigilancia y control, así como cierta reglamentación al respecto.
Es decir, en última instancia, sin la existencia del arado tampoco habría existido voluntad de entrar con sigilo en un silo para robar alimentos ni la necesidad de instaurar, por ello, un castigo.
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El proceso de liberación de todas esas cargas específicamente humanas de las que hablábamos se ve reflejado en esta inquietante película, ópera prima de Robert Eggers.
En ella, la protagonista, Thomasin, se emancipa de su patria cuando viaja de Inglaterra a Nueva Inglaterra. Posteriormente, se desvincula de la comunidad de la que forma parte cuando su padre es excomulgado y su familia se aísla cerca de un bosque. Más tarde, se aleja de su propio entorno tras ser acusada de brujería.
Finalmente culmina su liberación adentrándose en el bosque. La última escena es muy significativa al respecto: la figura de Thomasin se eleva sobre una danza de mujeres desnudas bailando alrededor de una hoguera.
La filosofía de Gilles Deleuze se sitúa claramente del lado de Thomasin.
Deleuze anima a eliminar todas las ataduras que reducen nuestras capacidades y a realizarlas plenamente, siempre que no generen obstáculos para otros.
Su comprensión de lo animal, más que el regreso a un estado de naturaleza no tecnológico, supone el rechazo de cualquier norma que nos limite, colocándonos bozales y corsés. Thomasin deviene animal, lo cual no quiere decir que deje de ser humana.
En la saga de las películas de Matrix se narra la lucha entre unos rebeldes, liderados por Neo, Trinity y Morfeo, y los agentes del poder, con el Sr. Smith a la cabeza.
La primera película actualiza el mito de la caverna de Platón, adaptándolo a la época tecnológica. En la cueva que describió Platón, los esclavos se encuentran en el interior, encadenados. Sin embargo, no son conscientes de su estado de servidumbre. Visualizan las sombras de unos objetos proyectadas en la pared y creen que esas imágenes son los objetos reales y verdaderos. Salir afuera, desencadenarse, supone ver el mundo en toda su amplitud, conocer la verdad.
En Matri“, el mundo es en realidad una simulación informática. Pero ¿cómo escapar de esa otra caverna?
En uno de los momentos más icónicos de la película, Morfeo le presenta a Neo la posibilidad de elegir entre dos opciones: la pastilla roja o la pastilla azul. La primera le ofrece la verdad, asumir que es un esclavo y que debe luchar por la liberación; la otra le devuelve al redil de la felicidad ignorante.
El protagonista, Neo, acepta el reto y opta por la pastilla roja. En esta época de incesante progreso tecnológico, posverdades, con tanta información que resulta casi imposible conocer la verdad y en la que abundan las fake news, parece cada vez más complicado salir de la caverna.
Sin embargo, sí es posible, como muestra la última película de nuestra lista.
Si Matrix actualiza el mito de Platón, este largometraje hace lo propio con el de Prometeo y el Frankenstein de Mary Shelley.
Gracias a la tecnología, el científico Dr. Godwin trae al mundo a Bella Baxter, un bebé en el cuerpo de una mujer adulta. La educación que recibe es muy poco tradicional: apenas hay prohibiciones y se la invita a aprender experimentando, teniendo en cuenta que se enfrenta al mundo siempre como una niña, jugando y divirtiéndose.
En palabras de Nietzsche, se transforma en superhombre; en este caso, en supermujer. En Así habló Zaratustra el filósofo explica que, al contrario que el camello —que obedece ciegamente toda orden— o el león —que, con un zarpazo, las rechaza todas—, el niño juega y crea. Esta alegoría no remite a la primera época de nuestras vidas sino más bien a una forma de vivir: el modo de ser niño (superhombre) rechaza convertirse tanto en amo como en esclavo. Igual que hace, a lo largo de la historia, Bella.
En definitiva, la naturaleza y la cultura o lo animal, lo humano y lo tecnológico son ámbitos estrechamente relacionados. El concepto cíborg, propuesto por la filósofa Donna Haraway, elimina las etiquetas que separan y excluyen y aboga por aunar las diferentes dimensiones de la realidad que nos configuran y nos proporcionan un potencial tan maravilloso (por ejemplo, la imprenta) como peligroso (la bomba atómica).
Después de todo, somos animales humanos tecnológicos y hemos de asumir esa responsabilidad.
*Luis Ángel Campillos Morón es profesor de filosofía, Universidad de La Rioja, España.
*Este articulo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creatve commons. Haz clic aqui si quieres leer la versión original.
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