En San Felipe, Baja California, “es común que las personas tengan un filete de totoaba en sus neveras”. Esta afirmación la hicieron diversas fuentes locales consultadas en el puerto, a pesar de que este pez está en peligro de extinción.
La totoaba está en peligro; por ello, herramientas legales como la NOM 059 SEMARNAT-2010 sobre la flora y fauna identificada en riesgo, la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por sus siglas en inglés) y la Lista Roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), advierten su desaparición.
A pesar de esto, en el puerto de San Felipe la vigilancia solo ocurre cuando la marea es propicia para la pesca y esto ocurre en las conocidas “mareas vivas” cuando la Luna se encuentra en fase llena o nueva, según lo marca el Calendario de predicción de mareas del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California (CICESE).
En una visita a la comunidad de San Felipe, Baja California, entre el 9 y el 13 de abril, hubo “mareas vivas” y sólo fue posible presenciar en una ocasión, por la mañana, una camioneta de la Conapesca. En cambio, fue más común ver a elementos de la Secretaría de Marina y Guardia Nacional en una entrada al mar por el malecón.
En esos días, durante un recorrido en panga por el mar, pasado el mediodía, se detectó flotando en la superficie el cuerpo de un pez de totoaba ya muerto. Sin la presencia de alguna autoridad como Conapesca, Semar o la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) para su aseguramiento precautorio; el pez continuó a la deriva con las olas.
Acercarse a la totoaba podía representar un riesgo ya que “nadie, que no sea la Profepa o la Semar puede hacer un registro o aseguramiento precautorio de esta especie”, comentaron pescadores locales.
Fuentes locales de pescadores que fueron consultados para este reportaje señalan que, desde hace años, la administración de la Comisión Nacional de Acuicultura y Pesca (Conapesca) “está mal” por el uso de “moches”, una práctica que no es propia sólo de este sexenio.
Estos “moches” se utilizan para que la dependencia agilice los permisos de pesca. Uno de los pescadores, de quien no revelaremos su identidad por protección, explicó a Animal Político y Border Hub cómo tuvo que dar “un dinero extra” para obtener su permiso para pescar, a pesar de tener la documentación en regla. En las poco más de cuatro décadas que tiene pescando -denuncia- esta práctica es común.
“Otra de las cosas es que los inspectores son muy corruptos. Tienen grupos allegados a ellos donde se les da la oportunidad de que pesquen ilegalmente. No a todos, son grupos. Ellos se acomodan para que les den moches y se pesque ilegalmente con artes ilegales, especies ilegales”, señaló.
Según el pescador consultado, ante esa problemática, las autoridades han permitido que la cultura de la pesca “se eche a perder”. Los responsabiliza de la desprotección en la que se encuentra el sector pesquero y enfatiza: “No hay control en el mar”.
“Al pescador hay que educarlo, orientarlo, para que haga una pesca responsable y que también ellos [las autoridades] sean responsables con los pescadores porque todo pescador tiene que llevar el sustento a su familia. (…) El gobierno tiene que poner los ojos en el sector pesquero que lo tiene muy abandonado”, señaló otra fuente local en San Felipe, en entrevista para Animal Político y Border Hub.
En el estudio Pesca ilegal en México: Soluciones desde la Política Pesquera de la organización Oceana México, encontró que en el país el combate a la pesca ilegal ha sido deficiente. Esto muestra que el reclamo de los pescadores también es medible a partir de los resultados de la política pública en la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca).
Según datos presentados por la organización en su informe, se calcula que en el mundo la pesca ilegal representa aproximadamente 20% de la captura total. Mientras que, en México, este porcentaje se estima en 40% según datos de la propia autoridad pesquera, la Conapesca.
Con el fin de atender mejor la pesca, Oceana, una organización dedicada a la protección de los océanos, identifica tres áreas prioritarias para focalizar esos esfuerzos:
Si bien, los pescadores consultados esperan que la vaquita marina recupere su población y no se extinga a causa de la pesca ilegal, esperan también que en el próximo sexenio el gobierno federal realmente se preocupe por el sector pesquero, no solo de San Felipe sino de todas las comunidades pesqueras que hay en México.
Los pescadores desean que los programas y apoyos al sector pesquero cambien, porque los 7 mil 500 pesos anuales que el gobierno les ha venido entregando durante la administración de López Obrador no son suficientes para mantener a sus familias.
En enero pasado, el titular de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca), Octavio Almada Palafox, anunció en la conferencia mañanera que, a partir del 21 de febrero, iniciaría la entrega de los recursos del Apoyo BIENPESCA 2024.
Alameda Palafox dijo que este año se contó con un presupuesto de más de mil 500 millones de pesos para más de 190 mil beneficiarias y beneficiarios en todo el país del Programa de Apoyo para Pescadores y Acuicultores.
Según el sitio oficial de los programas para el Bienestar, el apoyo Bienpesca es uno de los componentes del Programa de Fomento a la Agricultura, Ganadería, Pesca y Acuicultura y pertenece a los “Programas para el Bienestar del Gobierno de la Cuarta Transformación”, según señalan en la página oficial.
El objetivo es impulsar la producción de pequeños pescadores y acuicultores para mejorar sus condiciones de bienestar y ayudar a su autosuficiencia alimentaria. El recurso que se les entregó es de 7 mil 500 pesos por solicitante y se entrega de manera directa, única y de forma anual a través del Banco del Bienestar.
Consultamos con pescadores de la comunidad pesquera de San Felipe para qué les alcanza el dinero que se otorga de este apoyo de forma única y anual. Y, sin pensarlo demasiado, respondieron que este recurso no alcanza para mantener a una familia con hijos pequeños.
“Para un pescador tiene que ser, mínimo, los alimentos en casa. Si tienes chamacos en la escuela darles para que compren algo, para que no anden ‘con la boca abierta’. En los alimentos de tu casa y los que te tienes que llevar al mar. Además de la gasolina de la embarcación donde, mínimo, gastas 3 mil pesos en una salida para un día. Ahorita, que todo está muy caro, un lonchecito, mínimo, gastas 300 pesos. Aparte, tienes que gastar para tu familia donde tienes a tu mujer y dos niños, mínimo son 500 pesos, y se me hace poco, porque todavía falta la comida y la cena”, explicó uno de los entrevistados.
Tan sólo para una salida al mar y conocer la actividad pesquera en el Alto Golfo de California saliendo del muelle de San Felipe, una embarcación menor o panga con siete tripulantes requirió de la compra de gasolina por mil 500 pesos, más la compra de bebidas como suero para evitar un golpe de calor, con un costo de 250 pesos para las cuatro horas mínimas que se estuvo dentro del mar, sin contemplar almuerzo para los tripulantes.
En una sola salida, un pescador puede gastar desde mil 750 pesos hasta tres mil 300 pesos si se contempla una jornada completa en el mar.
Sobre la canasta básica, otro pescador señaló que el gasto por la compra de alimentos para su familia en la semana también asciende a 900 pesos, aproximadamente. Por ello, el apoyo único anual de Bienpesca por 7 mil 500 pesos a los pescadores no es suficiente.
Saúl, un expescador en San Felipe, que ahora se dedica a la limpieza de redes de pesca fantasma abandonadas para su reciclaje con la organización Pesca ABC, señala que los programas de apoyo a la pesca en este sexenio fallaron porque al pescador no se le hizo caso ni fueron tomados en cuenta.
“Son siete mil 500 pesos [anuales] y cuando el pescador salía ganaba sus 10 mil a 15 mil pesos al día, cuando bien le iba. Había veces que nomás sacaba para el puro lonche que eran 500 o mil pesos. A un pescador por mal que le iba eran sus mil a dos mil pesos que se aventaba a la bolsa, diarios”, explicó.
Preguntamos a Saúl para qué le alcanza a un pescador los 7 mil 500 pesos al año y su respuesta fue “para nada. “¿O para qué le alcanza a usted?”, replicó.
“Con Peña Nieto había incentivos y daba 4 mil [pesos] a los pescadores y 8 mil, se me hace, a los capitanes y esos sí eran al mes. Ese sí podías decir un poquito más pero nada que ver con las mareas que un pescador llegaba a agarrar. Ahorita, no hay apoyos y los pescadores se metieron a nadar para buscarle”, añadió.
Cuentan los pescadores consultados que, antes, en el muelle de San Felipe no se necesitaba de un permiso; bastaba con tener una panga y redes para ir a pescar.
Cuando el gobierno mete más presión para la pesca ya se necesitaba de un permiso y estar registrado. El problema comienza, describen, cuando en la comunidad no se tenía la manera de cómo arreglar papeles que el gobierno pedía para salir a pescar y debían viajar a la ciudad de Ensenada.
“Muchos batallamos para hacernos de un permiso. No se nos hace justo. Ahora llegan, hablando de los ilegales que tienen su panga y su red y se van a pescar y no les dicen nada. De ahí surge la ilegalidad. [Mientras que] los que estamos regulados y tenemos un permiso a veces, es a los que se nos molesta más porque nos ponen trabas a la salida en el muelle”, señala una de las fuentes locales.
De acuerdo con pescadores consultados, las personas que pescan de manera ilegal no salen por el muelle de San Felipe, sitio donde es fácil observar veintenas de camionetas que tiran de las pangas para salir a pescar. Si no que, quienes pescan sin permisos ingresan al mar por el malecón de la comunidad.
“Porque ahí, cuando no está la autoridad es a la hora en que pueden pasar. Pero en el muelle, vas tú con tu equipo y la fregada, pasas y te paran. Te piden permiso, te piden esto y te piden el otro. Te piden cuanta cosa porque ellos tienen la libertad para hacerlo. Sin embargo, pasa un ilegal y no le piden nada”, describió el pescador.
Por su parte, otro de los pescadores señaló en entrevista que por parte de las autoridades de la Conapesca “molestan más al legal que al ilegal porque el legal no da ‘moche’ y el ilegal sí da ‘moche’. Ese es el problema que hay. Cuando hay marea y pueden pescar totoaba no se ponen ahí [las autoridades]. No hay vigilancia y cuando se acaba la marea que ya no hay totoaba, ahí están molestando a los legales. Incluso hay mucho pleito con ellos, se lo han dicho en sus caras ‘que no sean tan corruptos’ porque si van a estar, que estén permanentemente ahí para todos”, denunció.
Para los pescadores consultados no es casualidad que cuando hay marea de totoaba las autoridades correspondientes no están para vigilar. En cambio, cuando pasa la marea sí están muy presentes.
¿Qué indicio hay de que hay arreglo entre los totoaberos?, se preguntó una de las personas consultadas, y añadió que este problema todo el mundo lo sabe: hay ilegalidad y hay corrupción entre ellos.
Esta situación ha sido el motivo por el que los pescadores legales o con permisos están enojados. La ilegalidad y falta de vigilancia en la marea de totoaba han propiciado que algunos pescadores legales, aún con permisos para pescar, tengan una panga entre los ilegales al presenciar como desde las autoridades competentes, como Conapesca, permiten la corrupción. “Se ha incrementado la ilegalidad que hay en San Felipe”, añaden.
“Por eso incrementó tanto la ilegalidad porque la autoridad lo permitió. La autoridad dio luz verde para que la ilegalidad aumentara en el puerto, ellos son los responsables de la ilegalidad(…) Chingaban al que no se mochaba”, añadió otro de los pescadores.
Durante la conferencia de prensa sobre el anuncio del Crucero de Observación de vaquita marina 2024 el comisionado titular de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), Humberto Adán Peña Fuentes junto con el capitán Juan Luis Miraflores Ruiz de la Secretaría de Marina señalaron que la presencia de redes ilegales disminuyó en un 90%.
Peña Fuentes comentó que las acciones para conservar la especie han logrado que la presencia de redes ilegales haya disminuido significativamente en la Zona de Tolerancia Cero de la vaquita marina en el Alto Golfo de California.
Cifras compartidas por la organización internacional Sea Shepherd sobre la iniciativa Operación milagro. Protegiendo a la vaquita y la totoaba 2024 señalan que desde hace un año se redujo en un 90% la actividad de pesca ilegal en en la Zona de Tolerancia Cero del Refugio de la Vaquita en los 75 días desde que el nuevo barco M/V Seahorse fue introducido en la campaña para proteger a la Vaquita.
El anuncio se hizo, exactamente, hace un año, el 20 de abril de 2023. Para el año 2022, Sea Shepherd produjo una reducción del 79% en las horas de pesca ilegal, según datos de su informe. Para la organización, evitar la extinción de la vaquita marina es su principal prioridad, motivo por el cual la campaña fue denominada “Operación Milagro”.
Este reportaje es parte del Hub de Periodismo de Investigación de la Frontera Norte, un proyecto del International Center for Journalists.
El llamado “dolor de helado” es una expresión de procesos neurológicos complejos. Lejos de ser banal, podría ayudar a entender mejor los umbrales de dolor y la predisposición a trastornos neurosensoriales más amplios.
Según la Clasificación Internacional de Trastornos de Cefalea, se trata de una “cefalea por estímulo frío”, también conocida con el nombre de dolor de cabeza por helado (en inglés brain freeze). Y aunque parezca trivial, revela una sorprendente complejidad neurológica y médica.
En los últimos años, varias investigaciones han revelado que este pequeño “dolor de verano” podría enseñarnos sobre el tratamiento de las migrañas, las reacciones cerebrales al frío e, increíblemente, cómo proteger al cerebro en situaciones críticas.
El brain freeze es el dolor frontal o temporal de corta duración, que puede ser intenso, inducido en personas susceptibles por el paso de material frío (sólido, líquido o gaseoso) sobre el paladar y/o la pared faríngea posterior.
Este cambio de temperatura tan brusco provoca una vasoconstricción, seguida de vasodilatación en los vasos sanguíneos de la zona. El nervio trigémino, que conecta el rostro con el cerebro, interpreta este cambio como una amenaza térmica, y lanza una señal de “dolor” al cerebro.
Lo curioso del caso es que ese dolor no lo sentimos en la boca, sino en la frente o las sienes. Es lo que se llama dolor referido: el cerebro malinterpreta la fuente del estímulo, algo muy común en otros tipos de dolor visceral.
Un artículo publicado en Critical Care Medicine en 2010 –con el provocador título “Can an Ice Cream Headache Save Your Life?” (¿Puede un dolor de cabeza por helado salvarle la vida?)– sugirió que los mecanismos detrás del brain freeze podrían inspirar estrategias clínicas para proteger el cerebro después de un paro cardíaco, usando hipotermia terapéutica.
Este tipo de reacciones neurovasculares rápidas ayudarían a regular la presión intracraneal, el flujo sanguíneo cerebral y los reflejos autonómicos.
En otras palabras, un helado puede activar rutas que los médicos intentan replicar de forma controlada en cuidados intensivos.
Un artículo de revisión publicado en 2023 examinó la involucración en este fenómeno de estructuras profundas del cráneo como el nervio trigémino y el ganglio esfenopalatino, ambos conocidos por estar implicados en migrañas, cefaleas en racimo y neuralgias faciales.
Además, múltiples trabajos han mostrado que la respuesta dolorosa al frío podría revelar una hipersensibilidad del sistema trigémino, especialmente en personas predispuestas.
La prevalencia de este fenómeno varía en un rango del 15 al 37 % en la población general, pero es significativamente mayor en niños y adolescentes, alcanzando cifras entre el 40,6 % y el 79 %, según datos recopilados en la literatura científica.
Un estudio clave alemán realizado con estudiantes de 10 a 14 años, padres y profesores, mostró una prevalencia del 62 % en los menores y del 31 % en los adultos. Esta diferencia podría deberse a una combinación de factores: el aprendizaje conductual para evitar desencadenantes dolorosos, una mayor estabilidad neuronal frente al frío con la edad y diferencias anatómicas que hacen que los niños sean más susceptibles a una rápida estimulación de los receptores del frío.
Por otro lado, el dolor por estímulo frío tiene una fuerte relación con antecedentes de migraña. Las personas aquejadas por este tipo de dolor presentan prevalencias de entre el 55,2 % y el 73,7 %, muy por encima de quienes sufren cefaleas tensionales (23-45,5 %).
Un estudio incluso reveló una sorprendente prevalencia del 94 % en personas con antecedentes de cefalea punzante. Esto sugiere que el brain freeze podría servir como marcador clínico indirecto de una sensibilidad trigeminal aumentada, compartida con otras cefaleas más incapacitantes.
Otros factores de riesgo identificados incluyen antecedentes de traumatismo craneal y, especialmente, historia familiar: los hijos de padres con cefalea por estímulo de frío tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollarla. Si la madre la ha sufrido, el riesgo se multiplica por 10,7 y si es el padre, por 8,4.
Todos estos datos revelan que lo que muchas veces se percibe como un simple “dolor de helado” es, en realidad, una expresión de procesos neurológicos complejos.
Lejos de ser banal, podría ayudar a entender mejor los umbrales de dolor y la predisposición a trastornos neurosensoriales más amplios.
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En general, no. Se trata de un fenómeno benigno, autolimitado y sin consecuencias médicas. Sin embargo, existe un caso clínico extraordinario, publicado en 1999 en el American Journal of Forensic Medicine and Pathology, donde un hombre joven colapsó tras beber agua muy fría.
Los forenses sospecharon un reflejo vagal extremo como causa de muerte, no un brain freeze clásico, sino una respuesta autonómica descontrolada en un contexto de calor extremo y predisposición fisiológica.
Este suceso aislado sirve más para mostrar la capacidad del cuerpo para reaccionar drásticamente ante estímulos extremos que para generar alarma sobre los helados o las bebidas frías.
La buena noticia es que esta peculiar cefalea se puede evitar con algunas estrategias simples.
La más eficaz es comer o beber lentamente. Cuando ingerimos alimentos fríos a gran velocidad, el estímulo térmico en el paladar es demasiado brusco para que el cuerpo lo compense a tiempo, activando la respuesta dolorosa.
También es importante evitar que la materia a baja temperatura toque directamente el paladar superior, ya que esta zona está altamente vascularizada y cercana al trayecto del nervio trigémino. Usar una pajita, mantener el líquido en la lengua antes de tragar o no dejar que el helado se derrita demasiado rápido en la boca pueden ayudar.
Y si el dolor ya comenzó, hay un truco sencillo: presiona la lengua contra el techo de la boca. Este contacto ayuda a restaurar la temperatura y aliviar la molestia en segundos.
Así que la próxima vez que una cucharada de helado te congele la frente, recuerda: no estás exagerando. Tu sistema nervioso está ensayando una respuesta que los científicos aún están tratando de descifrar… y quizás de aprovechar.
*José Miguel Soriano del Castillo es catedrático de Nutrición y Bromatología del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad de Valencia, España.
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer la versión original.
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