Especialistas en vida marina coinciden en algo: la presencia de redes de pesca en el mar, activas o no, son una amenaza para cualquier especie, pero también lo son en la tierra cuando son abandonadas, por la falta de una política para su tratamiento y manejo.
La comunidad de San Felipe, en Baja California, alberga una población de pescadores. Al recorrer sus calles, es notorio observar redes de pesca en las banquetas, patios de las casas y en pequeñas proporciones a las orillas de la costa. Las redes abandonadas, tanto en el mar como en tierra, son un peligro para animales marinos y terrestres como gatos, perros y aves de granja.
Héctor Iñiguez, buzo profesional, extractor de redes y biólogo marino en Pesca Alternativa de Baja California (Pesca ABC), explica que al retirar una red del medio marino se recupera un poco la biodiversidad de las áreas que se ven afectadas, pero en tierra también pueden causar un problema.
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En Pesca ABC, el programa de retiro de redes no solo ocurre en el mar sino también en campos abandonados o basureros clandestinos.
“Lo que se hace es que, a partir de programas, vamos a recolectarlas con gente de la comunidad y las traen aquí [Estación de Campo de Pesca ABC] para su destrucción. Que estén en tierra, no significa que ya no sean un problema ya que, en ellas se atoran perros, gatos, pollos, aves y roedores silvestres, cualquier animal que se pose en ellas se atora”, denuncia Héctor Iniguez, en entrevista para Animal Político y Border Hub.
Para el equipo de Pesca ABC, las redes de pesca fantasma abandonadas o en desuso, ya sea en tierra o mar, son un riesgo. Por ello, organizaron el Torneo de Colecta y Reciclaje de Artes de Pesca en Desuso junto con la comunidad de San Felipe.
En la edición del pasado 12 de marzo participaron 15 equipos y 64 personas de diferentes edades. En conjunto lograron recuperar 10.3 toneladas de redes en desuso para ser tratadas y recicladas en la Estación de Campo de Pesca ABC.
Recuperar redes abandonadas o en desuso, tanto en mar como en tierra, requiere de un tratamiento especial. Esto se debe a que, antes de ser recicladas, deben estar limpias. Para lograrlo, retiran los elementos orgánicos que se encuentran atorados o muertos en ellas.
En un siguiente paso, según explicó Iñiguez, estas redes son desmontadas, es decir, separan cada elemento de la red, en su mayoría de material plástico; el cabo con plomo y la boya. Para este proceso, ex pescadores de San Felipe utilizan su conocimiento en redes para aislar cada elemento de las artes de pesca recuperadas.
Una vez concluída la limpieza de la red, comienzan a enrollarse hasta tener la forma de una esfera que, después, llevarán a triturar. Los pellets son pequeños trozos obtenidos servirán en adelante para crear nuevos objetos.
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Catalina López Sagástegui, bióloga marina y directora del Programa Marino del Golfo de California en el Instituto de las Américas y la iniciativa de comunicación de ciencia de la organización dataMares, explicó que la presencia de redes de pesca fantasma abandonadas en el mar sigue siendo una de las principales amenazas para la vaquita marina.
“Se ha identificado la presencia de redes de pesca como la amenaza principal de una especie al no haber una alternativa [sostenible] para quienes dependen de la pesca”, declaró Catalina López Sagástegui en entrevista para Animal Político y Border Hub.
La experta destacó que cuando la población de una especie viene en descenso, el reto no solo es frenar esa disminución, sino revertirla. “Mientras no eliminemos esa amenaza [las redes de pesca abandonadas en el mar], sea por pesca de totoaba, pesca de camarón o pesca de cualquier otra especie, va a ser muy difícil crear ese punto para redireccionar esa tendencia”, añadió.
Por sus dimensiones, las redes abandonadas tienen el potencial de capturar y matar animales marinos, como estrellas de mar, pepinos de mar, cangrejos, jaibas, todo lo que vaya barriendo una red.
“La razón por la cual tener redes fantasma en el agua es un punto de preocupación es porque esas redes no dejan de trabajar nunca y ahí van a estar, siendo una amenaza no solo para la vaquita, sino para cualquier especie que esté en ese espacio”, añadió López Sagástegui.
Además de no contar con una clasificación de manejo para las redes de pesca fantasma que son extraídas del mar o aseguradas de manera precautoria por autoridades como Profepa, la investigadora Catalina López Sagástegui señala que es importante que se transparente el manejo de estas artes de pesca.
Para conocer cómo fueron los trabajos de extracción de redes abandonadas en el mar que se realizaron en el Alto Golfo de California de 2017 al 2023, se hizo una solicitud de información a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), que proporcionó una “Tabla de concentración de información de Proyectos PROREST 2019-2023 en la Reserva de la Biosfera Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado”.
En la tabla, Semarnat señala que todos los trabajos se realizaron en el Polígono de Protección de Vaquita marina y Zona de Tolerancia Cero (ZTC), donde utilizaron en promedio 5 embarcaciones menores durante los meses de septiembre a diciembre y octubre a diciembre en los años de 2019 y 2020.
Para 2021 los recorridos se realizaron de junio a septiembre, mientras que en 2022 los trabajos se realizaron entre junio y julio y de octubre a noviembre. En 2023, el registro fue de junio a julio ya que la solicitud de información se ingresó con fecha de 12 de agosto de 2023.
De la información obtenida vía transparencia destaca que, entre 2019 y 2020, la Dirección Regional del Noroeste y Alto Golfo de California de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) no registró las dimensiones de artes de pesca extraídas ni de las especies atrapadas en ellas y, mucho menos, de las pesquerías a las que corresponden esas redes.
Respecto al tratamiento de las redes de 2019 a 2022 solo se reportó que se aplicó la “destrucción de redes” pero no explican cómo fue este proceso. En cambio, en los datos de 2023 el tratamiento que dieron a las redes extraídas fue el resguardo y entrega a Profepa.
La investigadora y bióloga marina en el Instituto de las Américas, Catalina López Sagástegui, hace hincapié en que se debe transparentar el manejo que las autoridades dan a las redes de pesca fantasma extraídas, recuperadas o aseguradas en el Alto Golfo de California.
“Como en todo, también depende de la condición en cómo lo saques y no siempre se va a poder reciclar. Que nos lleva a la otra problemática ¿Puedo sacar todo este material del agua y si nomás lo estoy transfiriendo a la tierra? Entonces, estoy pasando el problema de un ambiente a otro”, explicó en entrevista.
La experta coincide en que tener una red de pesca fuera del mar no quiere decir que deje de representar una amenaza, porque en donde se tenga esa red puede seguir atrapando animales, genera contaminación y representa un foco de enfermedades.
Al preguntar cuál es el tratamiento que las autoridades dan a las redes de pesca fantasma que son abandonadas, perdidas o desechadas por los pescadores en el mar, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) respondió que, con la colaboración de Sea Shepherd desde el barco ‘Seahorse’, se detectan y retiran las redes fantasma que, después, son llevadas a las instalaciones del Sector Naval de San Felipe.
“Ahí se almacenan y se destruyen con una máquina que las rompe y tritura, hasta que sólo quedan muy pequeños hilos. Semar es la autoridad encargada del cumplimiento de esta meta, mientras que tanto la Conapesca, como la Profepa, sólo actúan como coadyuvantes y testigos de la destrucción del material levantado”, respondió Profepa.
La Procuraduría se refiere a la Meta 2.7 del Plan de acción de cumplimiento del gobierno de México para prevenir la pesca y el comercio ilegal de totoaba, sus partes y/o derivados, en protección a la vaquita marina”, que se puso en marcha desde abril del 2023 y contempla 7 líneas de acción y 34 metas.
“Creo que sí hace falta un poco más de transparencia para saber qué es lo que sucede una vez que sale la red. Qué está sucediendo, qué manejo le están dando, si no se pudo reciclar, cuánto porcentaje de lo que se saca se puede reciclar, cuánto no, si no se puede reciclar qué hacen con ese material, le dan algún tratamiento para eliminar todas estas amenazas que representa”, concluyó la investigadora Catalina López.
Cuando comenzó la ‘Iniciativa Multiinstitucional para el Retiro de Redes Fantasmas del Alto Golfo de California’, uno de los objetivos fue el reciclaje de las redes de pesca abandonadas que se extrajeron del mar.
Reportes compartidos por una de las personas que fue parte de este proyecto indican que el reciclaje de las redes fue parte de los retos que resolvieron.
“Hubo muchos retos. Primero, lo económico. Un proyecto de eliminación o retiro de redes de pesca fantasma es muy caro. El gobierno federal le metió bastante dinero y a través de programas de Semarnat, Conanp, Conapesca, también le metió varios millones”, dijo esta persona, quien pidió no ser identificada, en entrevista para Animal Político y Border Hub.
Para la sociedad civil organizada también fue importante gestionar esta iniciativa ya que, a través de fundaciones tanto de México como Estados Unidos y otros países, se intentó conseguir fondos para financiar cada una de las etapas de este proyecto.
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Otro reto importante fue el acopio y reciclaje de redes y de plástico en general. La ex colaboradora del proyecto describe que durante la implementación de esta iniciativa consiguieron un espacio para el reciclaje de las artes de pesca. Sin embargo, no tuvo el éxito esperado.
Relata que, en una ocasión, “irrumpieron unas 50 camionetas [con personas] que estaban enojadas con el gobierno federal y se desquitaron con este proyecto de remoción de redes. Fueron a ese centro de acopio, que era privado, no era del gobierno federal”.
Para reciclar el material de dichas artes de pesca las organizaciones se enfocaron en el plástico que las compone, por tratarse de monofilamento que es un polímero de nylon. Este material, al estar mucho tiempo en el agua y en el sol, requiere de tratamientos especiales para entregarse de manera limpia.
Mantener limpio de redes de pesca fantasma o en desuso el hábitat de la vaquita marina es vital. Especialistas consultados destacan que, históricamente, en la conservación de la población de esta especie la prohibición, la falta de regulación a pescadores legales y la escasa vigilancia a lo largo del año por parte de las autoridades, fue contraproducente. Entre “más estrictos sean con el pescador legal”, suceden los peores momentos y dan paso a la pesca ilegal.
Enrique Sanjurjo, director ejecutivo en la organización Pesca Alternativa de Baja California, explicó que, a casi tres décadas de conservación de la vaquita marina, el resultado es que, en lugar de aumentar su población, disminuye y se debe a los errores cometidos a lo largo de los años.
“Es error tras error. El error más grave son las prisas. Hace 30 años, en lugar de querer salvar a la vaquita en dos años hubieran armado su ordenamiento pesquero, definido bien los permisos, desarrollado planes de manejo con la comunidad, otorgado concesiones para algunos recursos como los bivalvos, (…) en fin tener un manejo pesquero estructurado y funcional. Ya con todo eso en orden se hubiera podido trabajar en políticas para proteger a la vaquita.” explicó en entrevista para Animal Político y Border Hub.
Sanjurjo advirtió también que, si las autoridades correspondientes hubieran armado un plan de trabajo a 15 años para la vaquita marina, el problema de la disminución en la población de esta especie se hubiera resuelto en 15 años.
“Ah no, pero lo querían resolver en dos o tres años (…) hay procesos que debemos respetar. Me parece que es eso. Tenemos acuerdos secretariales, uno tras otro, tras otro, quieren resolverlo para hoy, cada año, pues no. Y decimos, si este año la vaquita no se salva, la perdemos. Ese es el peor error y es lo que llevo oyendo desde hace 20 años”, añadió Sanjurjo.
Vivimos en una época en la que todo tipo de sistemas de control limitan nuestras libertades de expresión, identidad y religión. Combinar la visión de Orwell con la de Huxley ofrece un análisis más profundo.
¿Existe alguna obra de ficción del pasado que pueda ayudarnos a comprender las preocupantes tendencias actuales?
Considerando la proliferación de referencias a la “neolengua” ofuscadora, líderes al estilo del Gran Hermano y sistemas de vigilancia ineludibles en artículos periodísticos, esta pregunta tiene una respuesta simple: “Sí, y esa obra es ‘1984’ de George Orwell”.
Tanto la izquierda como la derecha política consideran la novela que Orwell escribió en 1949 como el libro del siglo pasado que mejor se relaciona con el presente.
Pero hay otros que consideran la cultura del consumo y la obsesión por las redes sociales como las principales preocupaciones actuales. Entonces la respuesta es diferente: “Sí, y esa obra es ‘Un mundo feliz’, de Aldous Huxley”.
Nosotros, sin embargo, pensamos que la respuesta es “ambas”.
En el largo debate sobre quién fue el escritor más profético de su época, Orwell, que fue alumno de Huxley en Eton, es generalmente el favorito.
Una razón de esto es que las alianzas internacionales que durante mucho tiempo parecieron estables ahora están en constante cambio. En 1984, su última novela, Orwell imaginó un futuro mundo tripolar dividido en bloques rivales con alianzas cambiantes.
En el breve periodo transcurrido desde que el presidente estadounidense Donald Trump inició su segundo mandato, sus políticas y declaraciones han provocado sorprendentes realineamientos.
Estados Unidos y Canadá, socios cercanos durante más de un siglo, están ahora enfrentados. Y en abril, un funcionario de Pekín se unió a sus homólogos de Corea del Sur y Japón para oponerse, formando un trío improbable, a los nuevos aranceles de Trump.
Quizás por eso existe un campo floreciente de “estudios orwellianos”, con su propia revista académica, pero no de “estudios huxleyanos”.
Probablemente también explica por qué “1984”, pero no “Un mundo feliz”, sigue figurando en las listas de los más vendidos, a veces junto con “El cuento de la criada” (1985) de Margaret Atwood.
“Orwelliano” (a diferencia del raramente conocido “huxleyano”) tiene pocos competidores aparte de “kafkiano” como adjetivo inmediatamente reconocible vinculado a un autor del siglo XX.
Por maravillosos que sean Atwood y Kafka, estamos convencidos de que combinar la visión de Orwell con la de Huxley ofrece un análisis más profundo. Esto se debe en parte a, y no a pesar de, la frecuencia con la que se ha contrastado la autocracia que describen Orwell y Huxley.
Vivimos en una época en la que todo tipo de sistemas de control limitan nuestras libertades de expresión, identidad y religión. Muchos no encajan del todo en el modelo que Orwell o Huxley imaginaron, sino que combinan elementos.
Sin duda, hay lugares, como Myanmar, donde quienes ostentan el poder recurren a técnicas que evocan inmediatamente a Orwell, con su enfoque en el miedo y la vigilancia. Hay otros, como Dubái, que evocan con mayor facilidad a Huxley, con su enfoque en el placer y la distracción. Sin embargo, en muchos casos encontramos una mezcla.
Esto es especialmente evidente desde una perspectiva global. Es algo en lo que nos especializamos como investigadores internacionales e interdisciplinarios: un académico literario turco radicado en el Reino Unido y un historiador cultural californiano de China, que también ha publicado sobre el Sudeste Asiático.
Al igual que Orwell, Huxley escribió muchos libros que no eran ficción distópica, pero su incursión en ese género se convirtió en su obra más influyente. “Un mundo feliz” fue muy conocido durante la Guerra Fría.
En cursos y comentarios, se solía comparar con “1984” como una narrativa que ilustraba una sociedad superficial basada en la indulgencia y el consumismo, en contraposición al mundo orwelliano, más sombrío, de supresión del deseo y control estricto.
Si bien es habitual abordar los dos libros a través de sus contrastes, también pueden tratarse como obras interconectadas y entrelazadas.
Durante la Guerra Fría, algunos comentaristas consideraron que “Un Mundo feliz” mostraba adónde podía llevar el consumismo capitalista en la era de la televisión.
Occidente, según esta interpretación, podría convertirse en un mundo donde autócratas como los de la novela se mantuvieran en el poder. Lo lograrían manteniendo a la gente ocupada y dividida, felizmente distraída por el entretenimiento y la droga “soma”.
Orwell, por el contrario, parecía proporcionar una clave para desbloquear el modo más duro de control en los países no capitalistas controlados por el Partido Comunista, especialmente los del bloque soviético.
El propio Huxley en “Un mundo feliz” revisitado, un libro de no ficción que publicó en la década de 1950, consideró importante reflexionar sobre cómo combinar, abordar y analizar las técnicas de poder e ingeniería social presentes en ambas novelas.
Y resulta aún más valioso combinar estos enfoques ahora, cuando el capitalismo se ha globalizado y la ola autocrática sigue alcanzando nuevas fronteras en la llamada era de la posverdad.
Los enfoques orwellianos, de corte duro, y huxleyanos, de corte suave, para el control y la ingeniería social pueden combinarse, y a menudo lo hacen.
Vemos esto en países como China, donde se emplean los crudos métodos represivos de un Estado del Gran Hermano contra la población uigur, mientras que ciudades como Shenzhen evocan un mundo feliz.
Vemos esta mezcla de elementos distópicos en muchos países: variaciones en la forma en que el escritor de ciencia ficción William Gibson, autor de novelas como “Neuromancer”, escribió sobre Singapur con una frase que tenía una primera mitad suave y una segunda dura: “Disneylandia con la pena de muerte”.
Este puede ser un primer paso útil para comprender mejor y quizás empezar a buscar una manera de mejorar el problemático mundo de mediados de la década de 2020. Un mundo en el que el teléfono inteligente en el bolsillo registra tus acciones y te ofrece un sinfín de atractivas distracciones.
*Emrah Atasoy es investigador asociado de Estudios Literarios Comparados e Inglés e Investigador Honorario del IAS de la Universidad de Warwick.
*Jeffrey Wasserstrom es profesor de Historia China y Universal, Universidad de California, Irvine.
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original.
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