Los turistas que al snorkelear rompen los corales con sus aletas y las embarcaciones que echan sus anclas sobre los corales, han sido las principales amenazas para los arrecifes en las costas de la Bahía de La Paz al noroeste de México.
Para revertir los daños, desde hace cuatro años la organización Efecto Arena se ha dedicado a la restauración de corales en zonas con mayor afectación antropogénica, como el Islote Faro de San Rafaelito, ubicado en el Área de Protección de Flora y Fauna (APFF) Balandra, apuntó Carlos Cáceres, responsable del programa de educación y de restauración coralina.
“Revisamos la Bahía de la Paz con detalle y nos encontramos con que los sitios más visitados por los turistas para acciones de observación de flora y fauna o sencillamente visitas de playas populares, generaron daño a los arrecifes aledaños”, expresó.
El Islote San Rafaelito ha tenido una mayor concurrencia desde hace seis años desde que los prestadores de servicios turísticos y visitantes en general lo identificaron como un buen lugar para realizar avistamiento y nado con lobos marinos y para esnorquelear en sus arrecifes debido a que el área es más cercana a la ciudad de La Paz que la Isla Espíritu Santo, de tal forma que les resulta más económico y accesible.
A partir de entonces prestadores de servicios turísticos en la zona como José Luis Martínez, empezaron a notar la muerte y cambio de color de los corales, lo cual le preocupó debido a que el atractivo turístico del lugar se debe precisamente a ellos y a la diversidad de especies que ahí habitan. “Eso es lo que más atrae creando un buen espectáculo para cualquier nadador turístico”.
Los arrecifes cubren solo el 0.2% del fondo del océano pero albergan a la cuarta parte de todas las especies marinas y por esto el programa para el medio ambiente de la ONU (UNEP, por sus siglas en inglés) los considera un hábitat crucial y frágil. Desde 2009 a 2020 se han perdido aproximadamente el 14% del coral del mundo, informó.
Además de las pérdidas económicas para el turismo, Cáceres señaló que los corales son una protección costera, un área de crianza para algunas especies y secuestradores de dióxido de carbono, por lo que si desaparecen, dejarían de brindar estos servicios ecosistémicos.
La organización, con los permisos correspondientes, desarrolló un método de propagación de un género de coral cuyos fragmentos se recolectan y se incuban por seis meses hasta que tengan la talla apropiada para ser considerada una colonia jovencita de coral.
Ésta después es transportada al sitio donde se realizará la restauración ambiental, donde se coloca en una base de resina epóxica a la que se le colocan los corales que empiezan todo un proceso de adaptación antes de empezar a crecer.
Hasta el momento Efecto Arena ha sembrado cinco mil jóvenes colonias de coral en el Islote San Rafaelito con muy buenos resultados: en profundidad de seis metros hay una supervivencia del 60% y en la de ocho a doce metros es del 90%.
Cáceres señaló que la zona donde han tenido malos resultados ha sido en las zonas someras del Islote, donde hay una supervivencia del 0% de los corales. “No porque no sean viables los corales, sino porque continuamos teniendo la acción de las embarcaciones que vienen con motores muy poderosos y la vibración es tan fuerte que fractura los corales, y los nadadores como, desafortunadamente, está muy bajito, se meten, golpean con las aletas y rompen”, explicó.
Regularmente, los procesos de restauración de corales terminan al sembrarlos, sin embargo la organización está trabajando en asegurar el éxito de lo sembrado al monitorear y resembrar los corales que se mueren, de tal forma que de los 5 mil sembrados iniciales han resembrado 800.
Además, el crecimiento de los corales que se ha observado en la Bahía de La Paz es superior a la de otras zonas del país como Nayarit, ya que han monitoreado que los corales sembrados han crecido dos centímetros por año en todas sus direcciones.
Aunque han desarrollado proyectos de siembra de corales en San Juan Nepomuceno, en Punta Pichilingue y en la Bahía de Loreto, Cáceres reconoció que hay muchos otros sitios que necesitan restauración con urgencia como Corralitos, La Lobera, Islotes de El Gallo, La Gallina, ubicados en la Bahía de La Paz.
Sembrar prevención
Además de estas iniciativas, Martínez compartió que es importante que se establezcan más zonas de anclaje y se limite y sensibilice a toda la transportación marítima no solo dentro de la APFF Balandra, sino en toda la Bahía de La Paz, ya que actualmente solo los prestadores de servicios con autorización de Conanp se apegan al lineamiento de no anclar en los arrecifes, pero el resto de la navegación no.
“Tienes que asignarlo precisamente para que al menos los estés controlando y evitar al máximo el anclaje y también la navegación, está muy cerca la navegación a ese arrecife… eso lo tenemos nosotros, los prestadores de servicio, muy conversado, y sí lo seguimos al pie de la letra. La cuestión aquí es quienes no están informados y quienes no tienen conciencia”, señaló.
Los prestadores también han implementado buenas prácticas como establecer una ruta de nado para los nadadores que llevan a esnorquelear y así evitar que interactúen directo con el coral y lo dañen.
Cáceres espera que, en conjunto con la APFF, se instale un rosario de flotadores que circunde el área de arrecifes para que, aunque quieran, los nadadores no puedan acercarse a los arrecifes y tengan mayor protección, al mismo tiempo que trabajan en otros proyectos de educación ambiental que es punto fundamental para que la siembra de corales sea exitosa.
“Si estamos educados, pues todos vamos a comprender la importancia de la restauración. Incluso no va a ser necesario esa restauración porque se va a conservar”.
Si se implementan estas iniciativas, se abonará a lo que las organizaciones Red de Turismo Sustentable y Desarrollo Social y WWF México en colaboración con la Secretaría de Economía y Turismo de Baja California Sur, el Fideicomiso de Turismo de Baja California Sur y Airbnb, llaman turismo regenerativo que, “prioriza la sostenibilidad ambiental, inclusión social, igualdad de género y la cultura local”.
Este artículo se publicó originalmente en Causa Natura Media.
Las películas que discutimos aquí nos invitan a reflexionar sobre la relación entre lo animal, lo humano y la tecnología.
Las malas películas nos lo ponen demasiado fácil: el héroe aparece como totalmente bueno, no ofrece dudas al respecto, y el villano es completamente malvado. No existe ambigüedad, nada que pensar.
Sin embargo, las buenas películas plantean preguntas que no son fáciles de resolver e invitan a la reflexión. Dado que la filosofía prefiere los problemas a las soluciones finales, el buen cine y el pensamiento son magníficos compañeros de viaje.
Abróchense los cinturones. En este breve trayecto les vamos a proponer cuatro películas geniales. Con ellas pensaremos una problemática que atraviesa la historia: la relación entre lo animal, lo humano y la tecnología.
En una de las escenas más conocidas de esta película de ciencia ficción, un primate golpea violentamente con un hueso el cráneo de otro animal. La aparición previa de un monolito resulta clave para entender su actitud. Antes de su llegada, los monos convivían en armonía; después, comienzan las peleas.
El monolito se puede interpretar como el surgimiento de la tecnología y al colocarlo en ese momento histórico el film hace ver que la fabricación de un utensilio prehistórico supuso el primer hecho tecnológico.
Muchos pensadores, como Marx, han afirmado que precisamente fue el progresivo uso de herramientas lo que provocó que los seres humanos se separasen de los animales. Ello nos hizo más capaces, nos permitió adaptarnos mejor, prevenir dificultades.
Pero también comportó una carga, y peligros derivados –envidias, prohibiciones, castigos…– que pueden generar violencia y obligaciones que menoscaban nuestra libertad.
El arado, por ejemplo, facilita el trabajo agrícola y mejora la producción. A su vez, permite la acumulación de alimentos ante posibles contingencias (malas cosechas, epidemias u otros). Pero también requiere labores de mantenimiento, vigilancia y control, así como cierta reglamentación al respecto.
Es decir, en última instancia, sin la existencia del arado tampoco habría existido voluntad de entrar con sigilo en un silo para robar alimentos ni la necesidad de instaurar, por ello, un castigo.
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El proceso de liberación de todas esas cargas específicamente humanas de las que hablábamos se ve reflejado en esta inquietante película, ópera prima de Robert Eggers.
En ella, la protagonista, Thomasin, se emancipa de su patria cuando viaja de Inglaterra a Nueva Inglaterra. Posteriormente, se desvincula de la comunidad de la que forma parte cuando su padre es excomulgado y su familia se aísla cerca de un bosque. Más tarde, se aleja de su propio entorno tras ser acusada de brujería.
Finalmente culmina su liberación adentrándose en el bosque. La última escena es muy significativa al respecto: la figura de Thomasin se eleva sobre una danza de mujeres desnudas bailando alrededor de una hoguera.
La filosofía de Gilles Deleuze se sitúa claramente del lado de Thomasin.
Deleuze anima a eliminar todas las ataduras que reducen nuestras capacidades y a realizarlas plenamente, siempre que no generen obstáculos para otros.
Su comprensión de lo animal, más que el regreso a un estado de naturaleza no tecnológico, supone el rechazo de cualquier norma que nos limite, colocándonos bozales y corsés. Thomasin deviene animal, lo cual no quiere decir que deje de ser humana.
En la saga de las películas de Matrix se narra la lucha entre unos rebeldes, liderados por Neo, Trinity y Morfeo, y los agentes del poder, con el Sr. Smith a la cabeza.
La primera película actualiza el mito de la caverna de Platón, adaptándolo a la época tecnológica. En la cueva que describió Platón, los esclavos se encuentran en el interior, encadenados. Sin embargo, no son conscientes de su estado de servidumbre. Visualizan las sombras de unos objetos proyectadas en la pared y creen que esas imágenes son los objetos reales y verdaderos. Salir afuera, desencadenarse, supone ver el mundo en toda su amplitud, conocer la verdad.
En Matri“, el mundo es en realidad una simulación informática. Pero ¿cómo escapar de esa otra caverna?
En uno de los momentos más icónicos de la película, Morfeo le presenta a Neo la posibilidad de elegir entre dos opciones: la pastilla roja o la pastilla azul. La primera le ofrece la verdad, asumir que es un esclavo y que debe luchar por la liberación; la otra le devuelve al redil de la felicidad ignorante.
El protagonista, Neo, acepta el reto y opta por la pastilla roja. En esta época de incesante progreso tecnológico, posverdades, con tanta información que resulta casi imposible conocer la verdad y en la que abundan las fake news, parece cada vez más complicado salir de la caverna.
Sin embargo, sí es posible, como muestra la última película de nuestra lista.
Si Matrix actualiza el mito de Platón, este largometraje hace lo propio con el de Prometeo y el Frankenstein de Mary Shelley.
Gracias a la tecnología, el científico Dr. Godwin trae al mundo a Bella Baxter, un bebé en el cuerpo de una mujer adulta. La educación que recibe es muy poco tradicional: apenas hay prohibiciones y se la invita a aprender experimentando, teniendo en cuenta que se enfrenta al mundo siempre como una niña, jugando y divirtiéndose.
En palabras de Nietzsche, se transforma en superhombre; en este caso, en supermujer. En Así habló Zaratustra el filósofo explica que, al contrario que el camello —que obedece ciegamente toda orden— o el león —que, con un zarpazo, las rechaza todas—, el niño juega y crea. Esta alegoría no remite a la primera época de nuestras vidas sino más bien a una forma de vivir: el modo de ser niño (superhombre) rechaza convertirse tanto en amo como en esclavo. Igual que hace, a lo largo de la historia, Bella.
En definitiva, la naturaleza y la cultura o lo animal, lo humano y lo tecnológico son ámbitos estrechamente relacionados. El concepto cíborg, propuesto por la filósofa Donna Haraway, elimina las etiquetas que separan y excluyen y aboga por aunar las diferentes dimensiones de la realidad que nos configuran y nos proporcionan un potencial tan maravilloso (por ejemplo, la imprenta) como peligroso (la bomba atómica).
Después de todo, somos animales humanos tecnológicos y hemos de asumir esa responsabilidad.
*Luis Ángel Campillos Morón es profesor de filosofía, Universidad de La Rioja, España.
*Este articulo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creatve commons. Haz clic aqui si quieres leer la versión original.
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