El Colectivo Luz de Esperanza Desaparecidos Jalisco denunció que la buscadora Teresa González Murillo fue herida de gravedad en un intento de secuestro el pasado jueves 27 de marzo.
“Comunicamos con tristeza la agresión que padeció nuestra compañera Teresa González Murillo el pasado 27 de marzo, que en un intento de secuestro fue agredida de gravedad y ahora se debate entre la vida y la muerte”, dice el comunicado publicado la tarde de este sábado.
Hasta este momento, la Fiscalía General del Estado no ha proporcionado información sobre los hechos en los que resultó herida la buscadora.
Esta agresión, señala el colectivo, demuestra la situación de inseguridad que se vive en el estado, además del “contexto hostil” que atraviesan todas las familias buscadoras en el país, lo que se suma a la “revictimización de las víctimas por parte de las autoridades”.
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Los integrantes Luz de Esperanza Desaparecidos Jalisco exigieron a las autoridades implementar acciones inmediatas para esclarecer los hechos y ubicar y detener a los responsables.
“La búsqueda pacífica de nuestros parientes no debe significar un riesgo ni un motivo para provocar sufrimiento”, concluye el comunicado.
Teresa González Murillo busca a su hermano Jaime, reportado como desaparecido el 2 de septiembre de 2024; se le vio por última vez en la colonia Centro en Guadalajara.
Jalisco vive una crisis de desapariciones, se ubica en el primer lugar con 15 mil 52 personas reportadas como desaparecidas y no localizadas, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Búsqueda.
Cabe recordar que en el municipio de Teuchitlán, el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco localizó en el rancho Izaguirre cientos de indicios de que el lugar pudo haber sido usado como centro de adiestramiento y exterminio por parte del crimen organizado.
Ante las agresiones y amenazas a las que se ven expuestas las familias buscadoras, diversos colectivos de Sonora hicieron un llamado a los grupos criminales a establecer un “pacto de no agresión” mientras realizan labores de búsqueda.
“Pacto de no agresión. Queremos buscar sin miedo, solo salir a búsqueda, los queremos de vuelta (…) no buscaminas problemas con nadie”, escribió en sus redes sociales el colectivo Misioneras buscadoras Magdalena.
Por su parte las Buscadoras de Altar, Sonora, dijeron ser “madres desesperadas” y pidieron que no les hagan daño si las ven en campo, a donde acuden “sin seguridad”.
Las Madres Buscadoras de Sonora Altar y Caborca también se unieron al llamado del “pacto de no agresión” e, incluso, en sus vehículos colocaron lonas con mensajes, las cuales también han sido colocadas en distintos puntos del estado donde se realizan búsquedas.
“Por favor si nos ven en el monte, cerros o arroyos no nos ataquen, solo somos personas en busca de nuestros desaparecidos (…) solo traemos con nosotros pala y pico, no queremos problemas, no buscamos responsables ni hacer culpable a nadie. Solo queremos dar paz a las familias”, dice su mensaje.
Los minuciosos preparativos para lanzar la señal de humo que confirmará o no la elección de un nuevo Papa ya están en marcha.
Cuando la Iglesia católica elige a un nuevo Papa, el mundo no está pendiente de una rueda de prensa o de una publicación en las redes sociales, sino del humo que sale de una pequeña chimenea en lo alto de la Capilla Sixtina.
Si el humo es negro, no se ha elegido nuevo Papa. Si es blanco, se ha tomado una decisión: Habemus Papam – tenemos un Papa. Es un gran acontecimiento, retransmitido en directo a millones de personas.
Pero lo que los telespectadores no ven es la complejidad oculta de este centenario ritual: la chimenea cuidadosamente construida, la estufa diseñada y las recetas químicas precisas, cada parte minuciosamente diseñada para garantizar que una voluta de humo transmita un mensaje claro.
Expertos explicaron a la BBC que el proceso requiere “dos fuegos artificiales a medida”, ensayos de pruebas de humo y bomberos en estado de alerta.
Todo esto está meticulosamente organizado por un equipo de ingenieros y funcionarios de la Iglesia que trabajan al unísono.
El papa Francisco falleció el 21 de abril, lunes de Pascua, a los 88 años y, una vez finalizado el funeral, la atención se centró en el cónclave, una reunión privada en la que se elegirá a su sucesor.
El Vaticano confirmó que los cardenales se reunirán en la Basílica de San Pedro el 7 de mayo para celebrar una misa especial antes de reunirse en la Capilla Sixtina, donde comenzará la compleja votación.
La tradición de quemar las papeletas de votación de los cardenales se remonta al siglo XV y se convirtió en parte de los rituales del cónclave destinados a garantizar la transparencia y evitar la manipulación, sobre todo después de que los retrasos en la elección papal provocaran frustración y malestar de la opinión pública.
Con el tiempo, el Vaticano empezó a utilizar el humo como medio de comunicación con el mundo exterior, preservando al mismo tiempo la estricta confidencialidad de la votación.
Y hoy, a pesar de los innumerables avances en comunicación, el Vaticano continúa preservando la tradición.
“Desde la antigüedad, la gente ha visto el humo que sale -de los sacrificios de animales y granos en la Biblia, o de la quema de incienso en la tradición- como una forma de comunicación humana con lo divino”, le dice a la BBC Candida Moss, profesora de teología de la Universidad de Birmingham, Reino Unido.
“En la tradición católica, las oraciones ‘ascienden’ hasta Dios. El uso del humo evoca estos rituales religiosos y la estética de asombro y misterio que los acompaña”.
Moss señala también que el humo ascendente permite a las personas que se reúnen en la plaza de San Pedro “sentirse incluidas, como si estuvieran incorporadas a este asunto misterioso y secreto”.
Los motivos son simbólicos, pero hacer que funcione en el siglo XXI requiere ingeniería del mundo real.
En el interior de la Capilla Sixtina se instalan temporalmente dos estufas específicas para el cónclave: una para quemar las papeletas y otra para generar las señales de humo.
Ambas estufas están conectadas a un pequeño conducto -un tubo dentro de una chimenea que permite la salida del humo- que sube por el tejado de la capilla hasta el exterior.
Recientemente se vio a bomberos en el tejado, que aseguraban con cuidado la parte superior de la chimenea en su sitio, mientras los obreros montaban andamios y construían las estufas en el interior.
La Capilla Sixtina, construida hace más de 500 años, alberga uno de los techos más famosos del mundo. Adornado con los frescos de Miguel Ángel, no está precisamente diseñado para señales de humo, y la chimenea debe instalarse de forma discreta y segura.
Es un proceso complejo.
Los técnicos utilizan una abertura existente o crean una trampilla provisional por la que se introduce el conducto para que salga el humo, normalmente de un metal como el hierro o el acero.
La tubería va desde las estufas hasta el exterior, y emerge a través del techo de tejas sobre la plaza de San Pedro.
Cada junta se sella para evitar fugas y cada componente se somete a pruebas.
Los especialistas ensayan con humo en los días previos al comienzo del cónclave, asegurándose de que el tiro de la chimenea funciona en tiempo real. Incluso participan los bomberos del Vaticano, en alerta por si hay una avería.
“Se trata de un proceso muy preciso, porque si algo sale mal, no es sólo un fallo técnico, sino que se convierte en un incidente internacional”, le explica a la BBC Kevin Farlam, ingeniero de estructuras que ha trabajado en edificios patrimoniales.
“No es como poner una tubería en un horno de pizza. Cada parte del sistema tiene que instalarse sin dañar nada”.
Este montaje se construye días antes de la llegada de los cardenales y se desmonta una vez elegido el Papa.
Para que la señal sea visible, los técnicos del Vaticano utilizan una combinación de compuestos químicos.
“En esencia, lo que están construyendo aquí son dos fuegos artificiales a medida”, le explica a la BBC el profesor Mark Lorch, jefe del departamento de química y bioquímica de la Universidad de Hull, Reino Unido.
“Para el humo negro, se quema una mezcla de perclorato potásico, antraceno y azufre, que produce un humo espeso y oscuro.
“Para el humo blanco, se utiliza una combinación de clorato potásico, lactosa y colofonia de pino, que se quema de forma limpia y pálida.
“En el pasado se intentaba quemar paja húmeda para crear un humo más oscuro y paja seca para hacer un humo más claro – pero esto causaba cierta confusión porque a veces parecía gris”.
Lorch dice que estos productos químicos están “preenvasados en cartuchos y se encienden electrónicamente”, por lo que no hay ambigüedad.
El toque de campana -introducido durante la elección del papa Benedicto XVI- sirve ahora de confirmación y se utiliza junto a la señal de humo.
A lo largo de los años se han hecho propuestas para modernizar el sistema: luces de colores, alertas digitales o incluso votaciones televisadas.
Pero para el Vaticano, el ritual no es sólo una herramienta de comunicación: es un momento de continuidad con siglos de tradición.
“Se trata de tradición y secretismo, pero también tiene un peso teológico real”, afirma Moss.
“Además, ‘Iglesia católica’ y ‘vanguardia’ distan mucho de ser sinónimos: la innovación es casi antitética al ritual”.
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