
Jonathan Maldonado Hernández, normalista de Ayotzinapa que sobrevivió a la llamada noche de Iguala ocurrida en septiembre de 2014, murió el pasado 6 de mayo a los 32 años.
La Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa informó sobre el fallecimiento del licenciado en Educación Primaria, perteneciente a la generación de los 43 normalistas desaparecidos la noche del 26 de septiembre.
“La Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa se une a la pena que embarga a familiares y amigos por el sensible fallecimiento del joven egresado Licenciado en Educación Primaria”, expresó la institución educativa.
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Maldonado Hernández resultó herido durante la noche de Iguala. Tras los hechos, participó en la investigación realizada por la Unidad Especial de Investigación y Litigación del Caso Ayotzinapa de la Fiscalía General de la República.
También colaboró en los trabajos documentales que llevó a cabo el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), así como en las acciones de la Comisión de la Verdad para el Acceso a la Justicia en el Caso Ayotzinapa.
El Colectivo Nacional de Sobrevivientes del Caso Ayotzinapa compartió un documento en sus redes sociales, dirigido a la presidenta Claudia Sheinbaum y a organismos de derechos humanos nacionales e internacionales, para informar sobre el fallecimiento de Jonathan.
En el oficio CNSCA/2025/004, la organización denunció que el maestro, quien luchó con depresión y ansiedad tras los hechos ocurridos hace más de 10 años, “murió en el completo abandono por parte de las autoridades” que estaban encargadas del seguimiento del caso.
“Al compañero Jonathan Maldonado Hernández le fue negado el apoyo psicológico y psiquiátrico por parte de la CEAV (Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas) desde el 2014, nunca obtuvo ayuda medica ni la rehabilitación adecuada tras la pérdida de los dedos de su mano, durante sus últimos días, se encontró internado en un hospital particular pues la ayuda en instituciones de salud publica fue inexistente. Finalmente, y tras su muerte, el Gobierno de México se comprometió a apoyar con los gastos funerarios, cosa que, hasta la redacción de este documento, no ha ocurrido”, señaló el colectivo en el oficio con fecha del 12 de mayo.
Animal Político se comunicó con Heriberto Moisen, presidente del colectivo, para conocer cuál fue la causa de muerte de Jonathan Maldonado, pero señaló que “por respeto a la memoria del normalista”, su familia consideró no exponer más detalles.
Moisen dijo a este medio que durante los últimos años la salud de Maldonado fue precaria y reiteró que “sufrió mucho” por la ansiedad y depresión derivadas de la noche del 26 de septiembre.
“Los últimos días del amigo Maldonado se encontró hospitalizado por problemas graves en sus órganos, en un hospital particular, después fue trasladado a un hospital de especialidades pero desafortunadamente murió”, sentenció el presidente del colectivo.
Por último, Moisen añadió que se trata del primer fallecimiento de un sobreviviente del caso Ayotzinapa, sin embargo, dijo que la mayoría aún tiene secuelas psicológicas y médicas a partir de la noche de Iguala.
El pasado mes de febrero, el gobierno federal abrió la puerta a que se llame a declarar a Enrique Peña Nieto por el caso Ayotzinapa, en caso de que se recaben indicios que apunten al exmandatario, dijo Vidulfo Rosales, abogado de los padres y madres tras una segunda reunión con la presidenta Claudia Sheinbaum.
El abogado aseguró que se creará un nuevo grupo de investigación que priorizará el uso de tecnología para recabar pruebas que puedan esclarecer la desaparición de los estudiantes; y en caso de que éstos involucren a Peña Nieto, se le pedirá declarar sobre los hechos.
El diálogo entre los familiares de los normalistas y el Gobierno federal se retomó con la llegada de la administración de Sheinbaum, pues en los últimos meses del gobierno de Andrés Manuel López Obrador la relación entre ambas partes se tensó.
En julio pasado, dos meses antes de que López Obrador dejara la presidencia, padres y madres se pronunciaron por el primer reporte que el ahora exmandatario les entregó sobre el caso después de casi 10 años, donde exculpó al ejército mexicano de su presunta participación en la desaparición de los jóvenes.
En una carta dirigida al mandatario, familiares de los estudiantes señalaron que la participación del ejército la noche del 26 de septiembre de 2014 es “una verdad irrefutable”, pues existen testimonios y declaraciones que avalan que ese día los militares estaban en las calles y participaron en la desaparición de los normalistas.

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En ese momento, apuntaron también que el expresidente intentó darles, sin fundamento real, un resumen de especulaciones para justificar la promesa de campaña que hizo sobre resolver el caso Ayotzinapa y que al término de su administración cumplió.

Los astrónomos han detectado señales de que nacen cada vez menos estrellas. Podría ser parte de un declive gradual del Universo y de todo lo que contiene. Pero ¿por qué? ¿Y cuánto deberíamos preocuparnos?
En las últimas dos décadas los astrónomos han ido notando pistas de que el cosmos tal vez ha pasado su mejor momento.
Una de esas señales es que menos estrellas han ido naciendo.
Ahora, eso no significa que el universo se está quedando sin estrellas. Hay estimaciones de que hay por lo menos un septimillón de ellas -eso es un número seguido de 24 ceros.
Pero los astrónomos creen que la producción de nuevas estrellas se está reduciendo.
El consenso científico actual es que el universo tiene una edad de 13.800 millones de años.
Las primeras estrellas se formaron poco después de que el Big Bang apareciera.
De hecho, el año anterior, el telescopio espacial James Webb halló un trío de estrellas en nuestra galaxia, la Vía Láctea, que se cree tienen una edad cercana a los 13.000 millones de años.
Las estrellas son esencialmente bolas gigantes de gas caliente que comenzaron su vida de la misma forma.
Ellas se forman en nubes enormes de polvo cósmico conocidas como nebulosas. La gravedad junta los gases, que eventualmente se calienta y se convierte en una estrella bebé, o como se le conoce, protoestrella.
A medida que el corazón de la estrella se calienta a millones de grados centígrados, los átomos de hidrógeno que están contenidos allí comienzan a agitarse para formar helio a través de un proceso llamado fusión nuclear. Esta reacción emite luz y calor y la estrella ahora está en una fase estable de “secuencia principal”.
Los astrónomos estiman que las estrellas en secuencia principal, incluido nuestro propio Sol, son aproximadamente el 90% de todas las estrellas del universo. El rango varía entre una décima parte hasta 200 veces la masa de nuestro Sol.
Eventualmente esas estrellas consumen su combustible y pueden tomar diferentes caminos en su manera de morir.
Estrellas con masas pequeñas como nuestro Sol entran en un proceso de desvanecimiento que puede durar miles de millones de años.
Para estrellas “hermanas” más grandes, con al menos ocho veces el tamaño del Sol, su final es más dramático: ellas se destruyen en una gran explosión conocida como supernova.
En 2013, un equipo internacional de astrónomos dedicados a estudiar las tendencias en la formación de estrellas afirmó que de todas las estrellas que iban a nacer en la historia del Universo, el 95% ya lo había hecho.
“Vivimos en un universo dominado por estrellas viejas”, dijo en ese momento el autor del estudio, David Sobral, en un artículo publicado en la revista Subaru Telescope.
En la línea del tiempo del universo, parece que su momento de mayor producción de estrellas ocurrió hace unos 10.000 millones de años, en un período conocido como el “Mediodía Cósmico”.
“Las galaxias convierten el gas en estrellas y lo están haciendo a una tasa decreciente”, explica el profesor Douglas Scott, cosmólogo de la Universidad de British Columbia en Canadá.
Scott es el coautor de un informe, que aún no se ha publicado, en el que se analiza información de los telescopios de la Agencia Espacial Europea, Euclides y Herschel.
Él y su equipo de investigadores espaciales fueron capaces de estudiar de forma simultánea cerca de 2,6 millones de galaxias, lo que fue posible gracias al mapa 3D del universo creado por la misión Euclides.
Los astrónomos estaban particularmente iuteresados en el calor que emiten las estrellas. Las galaxias con mayor tasa de formación de estrellas tienden a tener un polvo cósmico más caliente a medida que contienen estrellas más grandes y calientes.
El equipo halló que las temperaturas de las galaxias han ido disminuyendo en los últimos mil millones de años.
“Ya se nos pasó el momento de mayor formación de estrellas, y habrá cada vez menos formación de nuevas estrellas en el universo”, agrega Scott.
Es verdad que la muerte de las viejas estrellas puede llevar a la formación de nuevas usando el mismo material, pero no es tan simple.
Asumamos que tenemos una pila de materiales de construcción y la usamos para hacer una casa. Si queremos construir uno nuevo, podemos reciclar cosas de una casa vieja, pero no todo será útil.
“Eso significa que solo podemos hacer una casa más pequeña. Cada vez que hagamos una demolición, habrá menos materiales que sean útiles hasta que no se pueda construir nada”, señala Scott.
Eso es lo que pasa con las estrellas.
“Cada generación de estrellas tienen menos combustible para gastar y eventualmente no habrá suficiente combustible para hacer una estrella”, añade.
Y concluye: “Ya sabemos que las estrellas menos masivas son más comunes que las estrellas masivas en el universo”.
Los científicos han teorizado durante mucho tiempo que el universo llegará a su fin algún día. Simplemente no pueden estar seguros de cómo ni cuándo.
Una de las teorías más aceptadas actualmente es la muerte térmica.
También conocida como la “Gran Helada”, predice que a medida que el universo continúa expandiéndose, la energía se dispersará hasta que finalmente se enfríe demasiado para sustentar la vida. Las estrellas se alejan cada vez más, se quedan sin combustible y no se forman nuevas.
“La cantidad de energía disponible en el universo es finita”, explica Scott.
Pero antes de que mires con melancolía el cielo, la desaparición de las estrellas tomaría una cantidad astronómica de tiempo.
Scott estima que seguirán apareciendo nuevas estrellas durante los próximos 10 a 100 mil millones de años, mucho después de que nuestro Sol probablemente haya desaparecido.
En cuanto a la “Gran Helada”, podría tardar aún más: a principios de este año, astrónomos de la Universidad Radboud de los Países Bajos estimaron que el final llegaría en aproximadamente un quinvigintillón de años, es decir, un uno seguido de 78 ceros.
Hay tiempo de sobra, entonces, para apreciar las estrellas la próxima vez que haya una noche despejada.
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