Restaurantes, consultorios veterinarios, escuelas y otros negocios de la alcaldía Benito Juárez brindan servicio con agua de garrafón o que les suministran pipas para no utilizar agua de la llave, ante la desconfianza que existe luego de que las autoridades informaron que hay contaminación de “diesel o algún derivado de hidrocarburo” en el líquido que llega a distintas colonias de la demarcación, y que ha provocado pérdidas económicas en sus negocios.
Sonia Barrales, encargada del negocio de comida ‘Las canastas del 57’ en la colonia Del Valle, comentó que desde el jueves 28 de marzo se percató de que el agua tenía un olor “como de gasolina” y que la piel de sus manos estaba reseca y con comezón, por lo que comenzó a utilizar agua de garrafón para lavar los trastes y limpiar las mesas, aunque de todos modos está teniendo menos clientes de lo habitual, lo que atribuye a la desconfianza de la gente por la contaminación.
“Los primeros días sí tuvimos que desembolsar en garrafones, pero después, los vecinos del edificio donde está el negocio decidieron que se iba a pedir agua por pipas, solicitaron la limpieza de la cisterna y también tenemos el apoyo de los trabajadores del gobierno y los soldados que están trayendo garrafones desde el parque San Lorenzo, pero aún así, si normalmente atendemos a unas 50 personas, ahorita sólo están viniendo unas 25, que son clientes de años que confían en que estamos tomando medidas”, detalló en entrevista.
Algunos vecinos acuden a los puestos de mando instalados en el parque San Lorenzo, de la colonia Del Valle, y el parque Esparza Oteo, en la Nápoles, donde se pueden observar filas largas de personas solicitantes de agua que, en menos de cinco minutos, son atendidas por personal de la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social (SIBISO), que les reciben sus garrafones vacíos y se los intercambian por otros llenos, y son apoyadas por personal del Ejército para trasladarlos a donde necesiten.
En estos puntos, los vecinos también pueden levantar reportes por el agua contaminada, con personal del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex), y solicitar a los trabajadores de la alcaldía Benito Juárez la limpieza de espacios de almacenamiento; al día de hoy, se han requerido lavados de cisternas.
Entre el 11 y el 15 de abril, la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) ha distribuido 176 mil 300 litros de agua, mediante 8 mil 815 garrafones, como parte del Plan DN-III-E, que se implementó en el parque San Lorenzo, donde el personal militar -conformado por 72 soldados y 16 integrantes de la Guardia Nacional- ha brindado también 220 consultas médicas generales que no fueron específicamente por afectaciones relacionadas con la contaminación del agua, aseguran.
La Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDHCM) informó que, hasta este martes, se han presentado 18 quejas relacionadas con el agua contaminada, acumuladas en un expediente de investigación a cargo de la Tercera Visitaduría.
Las quejas fueron presentadas por personas peticionarias de cinco colonias de la alcaldía Benito Juárez: 10 de la Del Valle Centro, 3 de Tlacoquemécatl, 2 de la Nápoles, 1 de Del Valle Sur y 1 más de Del Valle Norte.
Hasta ahora, las autoridades de las alcaldías Benito Juárez y Álvaro Obregón han responsabilizado al Gobierno de la Ciudad de México, el SACMEX y a autoridades federales por la contaminación del agua que, de acuerdo con su versión, fue provocada con “un tipo de diésel”, aunque de acuerdo con el jefe de Gobierno, Martí Batres, los contaminantes “podrían ser aceites o lubricantes”.
Sin embargo, a dos semanas de que comenzaron los reportes de los vecinos, ni las autoridades de las alcaldías ni el Gobierno de la Ciudad de México han difundido la documentación de los análisis mediante los cuales se determina el agente contaminante del agua, lo que mantiene en la incertidumbre a los vecinos afectados, a quienes tampoco se les ha informado cuándo se restablecerá el servicio de agua limpia mediante la red de distribución de SACMEX.
Verónica Martínez, trabajadora de un jardín de niños en la zona, dijo que en el centro escolar el agua ya no presenta mal olor, pero de todos modos el lavado de manos y de utensilios para los estudiantes se hace con 12 garrafones que tienen que ir a llenar todos los días al parque San Lorenzo, y no les han informado hasta cuándo se mantendrán en esta situación.
“No sabemos si aún está contaminada el agua del plantel, por eso estamos usando la cisterna únicamente para los sanitarios, pero por seguridad de los niños todo lo que son utensilios y para nuestro consumo utilizamos agua de garrafón, así estamos, al menos hasta que se informe que el servicio ya se restableció y no hay riesgos”, explicó.
En el caso de otros negocios, como consultorios veterinarios, los trabajadores comentaron que los animales toman agua de garrafón desde antes de que se informara sobre la contaminación en la alcaldía, y para el baño de las mascotas utilizan la que están llevando con pipas a los inmuebles en donde se ubican los establecimientos.
Este lunes, el jefe de Gobierno, Martí Batres, reiteró que el pozo Alfonso XIII -identificado por las autoridades de la Ciudad de México como el origen de la problemática- permanece cerrado, por lo que ya no proporciona agua a la red, y afirmó que “en el 80% de los domicilios visitados el 14 de abril ya no se percibe ningún olor en el agua“.
“Los demás pozos han sido ya analizados, estudiados por el Sistema de Aguas de la Ciudad de México, y no hay ninguna presencia de ninguna sustancia extraña, esto quiere decir que todos los pocos que están funcionando, funcionan con normalidad; el único pozo donde se encontró una sustancia ajena es el pozo Alfonso XIII, y está cerrado, además, ese pozo se ha estado limpiando, se ha sustraído de ahí todo el material que se encontró, pero sigue cerrado”, indicó.
De acuerdo con Batres, el Sistema de Aguas tiene 11 puntos de monitoreo, en los que ya no se percibe olor alguno, por lo que aseguró que “ha funcionado la limpieza que ha realizado” esta dependencia, sin embargo, “se mantienen las acciones en territorio”, con apoyo en los centros de mando y visitas domiciliarias para la distribución de agua y limpieza de cisternas.
“Hay más de mil servidores públicos que han estado en campo ayudando, auxiliando a la población en los diversos temas que se han presentado, tanto de información, como de salud, como para proporcionar agua“, subrayó.
Este jueves la misión Polaris Dawn atravesó los Cinturones de Van Allen para que su tripulación realizara una caminata en el espacio exterior.
En ella viajan el multimillonario Jared Isaacman, fundador de la empresa de procesamiento de pagos Shift4, junto con Scott “Kidd” Poteet, un piloto retirado de la Fuerza Aérea, y dos ingenieras de SpaceX, Anna Menon y Sarah Gillis.
La Polaris Dawn forma parte de un plan de SpaceX para llevar misiones tripuladas “hacia la Luna, Marte y más allá”, según la propia empresa.
Para llegar a la estratósfera, donde este jueves Isaacman y Gillis realizaron una caminata espacial, la nave tuvo que atravesar los Cinturones de Van Allen.
Según la Agencia Estadounidense del Aire y el Espacio (NASA, en inglés), son “uno de los mayores peligros” que enfrentan los astronautas.
La misión Polaris Dawn logró transitar con éxito esos cinturones, gracias a la protección de la nave Resilience y de los trajes espaciales que utilizaron, que fueron recientemente rediseñados por SpaceX para ser mucho menos voluminosos que los que utiliza la NASA.
Pero ¿qué son los Cinturones de Van Allen y por qué son una preocupación para los viajes espaciales?
La Tierra está protegida por la magnetosfera, una capa magnética que se origina del núcleo de hierro del planeta y que atrapa partículas de radiación de alta energía.
Tiene la función de prevenir los efectos dañinos que las tormentas y el viento solar pueden provocar en la tecnología y los seres humanos.
Las partículas de radiación atraídas por la magnetosfera forman dos cinturones, conocidos como los Cinturones de Van Allen, que rodean nuestro planeta en forma de donas.
De acuerdo con la NASA, un primer cinturón exterior “está formado por miles de millones de partículas de alta energía que se originan en el Sol y un segundo cinturón interior resulta de las interacciones de los rayos cósmicos con la atmósfera de la Tierra”.
Para llegar al espacio exterior, los astronautas deben atravesar los cinturones, pero lo hacen con rapidez para limitar su exposición a la radiación.
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Pier Jiggens, un investigador de la Agencia Espacial Europea (ESA, en inglés) que es especialista en radiación espacial y diseño de naves, comentó en un blog publicado por esa misma organización que existen dos riesgos para los astronautas al cruzar los Cinturones de Van Allen.
Según el científico, los astronautas podrían sufrir lo que llamó “efectos deterministas”, que se dan por una exposición de bajo nivel a la radiación por un largo periodo de tiempo o por una radiación de alto nivel en un corto plazo.
“Provocan trastornos en el sistema nervioso central, supresión de la hematopoyesis en la médula ósea, cataratas y otros problemas de visión, y enfermedad aguda por radiación, que sería un riesgo significativo en las actividades extravehiculares (EVAs, o paseos espaciales)”, comentó.
En segundo lugar, habló sobre los llamados “efectos estocásticos” o enfermedades que podrían o no padecer los astronautas en un futuro, como el cáncer.
Jiggens dice que como los científicos conocen los Cinturones de de Van Allen, pueden proporcionar material de protección para las tripulaciones, y si alguien se ve afectado “es porque es una misión muy mal planificada”.
Según el científico, los expertos emplean distintos materiales para proteger a los astronautas, que van desde el propio aluminio del que están hechas las naves, hasta plásticos, polietileno, agua y, más recientemente, litio.
Los anillos llevan el apellido de James Van Allen, el científico que los descubrió.
Van Allen, quien era profesor de física de la Universidad de Iowa, elaboró junto a varios estudiantes una serie de instrumentos para detectar micrometeoritos y rayos cósmicos que fueron lanzados al espacio en los satélites Explorer 1 y Explorer 3 en enero de 1958.
El Explorer 1 fue el primer satélite artificial lanzado al espacio, algo que fue posible gracias a un programa de investigación internacional impulsado por el científico.
Con los datos de estos instrumentos descubrieron el cinturón interno. Luego, en julio de ese año lanzaron el Explorer IV y en diciembre La Pioneer 3, que dieron paso al descubrimiento del anillo externo.
Según una publicación de la NASA, los cálculos de Van Allen establecieron que era posible viajar a través de las regiones de menor radiación de los cinturones para alcanzar el espacio exterior.
En 1968, la misión Apolo 8 de la NASA fue la primera nave espacial tripulada en volar más allá de los cinturones.
En 2012, la agencia estadounidense descubrió un tercer cinturón, pero que aparece de forma transitoria en función de la actividad solar.
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