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COMIPEMS: ¿estamos entendiendo bien?
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5 minutos de lectura

COMIPEMS: ¿estamos entendiendo bien?

Eliminar el COMIPEMS sin tener una solución estudiada y bien diseñada nos suena a más padres y madres pagando más de un examen y corriendo de un punto a otro para llevar a sus hijas e hijos a los exámenes de admisión. Suena a más adolescentes enfrentando rechazos sin alternativas claras para continuar, suena a que el lugar en que viven determinará la calidad de la educación que reciben y no su esfuerzo.
26 de julio, 2024
Por: Alejandra Arvizu Fernández y María Teresa Gutiérrez

Una pregunta que se repite varias veces: ¿entendemos bien qué es la COMIPEMS?

Como contexto, antes de entrar al cien en materia, recordemos que la educación media superior es obligatoria en México desde el 2012, y hoy, 12 años después, seguimos debiendo mucho a nuestras y nuestros adolescentes en espacios educativos de calidad y a sus padres y madres de familia en brindarles un sistema claro y transparente que les permita concentrarse únicamente en dar acompañamiento al aprendizaje de sus hijas e hijos y no liarlos con temas burocráticos.

Primero hay que aclarar que la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (mejor conocida como COMIPEMS) es una comisión conformada por bachilleratos públicos de la Ciudad de México y 22 municipios del Estado de México. Actualmente hay 290 planteles públicos de Educación Media Superior en las 16 alcaldías de la Ciudad de México, distribuidos de manera muy desigual, ya que en algunas alcaldías únicamente hay 5 centros escolares (Benito Juárez), mientras en otras hay casi 50 (Gustavo A. Madero). Mientras que en los 22 municipios que participan hay un total de 586 escuelas de este nivel, con una de cada 10 en el municipio de Ecatepec.

La segunda aclaración es que es un “concurso” de asignación basado en las preferencias de las y los aspirantes, no uno que determine el acceso o no a la educación media superior; la o el aspirante selecciona hasta 20 escuelas a las que le gustaría entrar y de acuerdo con sus resultados y el cupo de las instituciones, se le asigna a alguna de esas escuelas siguiendo una pre relación clara. En caso de que no alcance espacio en una de sus opciones, la o el aspirante puede seleccionar una de las otras escuelas que cuenten con espacios disponibles, sin presentar otro examen ni hacer más trámites.

Cuando se creó en 1996, COMIPEMS buscaba transparentar los procesos de selección para las instituciones con mayor demanda, además de dar equidad (evitando la palabra corrupción, que ya no existe en nuestro México mágico). La saturación de estas instituciones tenía como consecuencia que quienes no lograban un espacio en el centro educativo de su elección se desilusionaran y, en algunos (no pocos) casos, no consideraran ni por un momento un plan B; el problema era entrar a esa escuela o no seguir, porque significaba más trámites, más exámenes, más gastos, etc. Así que esto era y es a lo que da solución el hoy muy famoso y difamado COMIPEMS. Además, en temas administrativos, COMIPEMS significa, aún hoy en día, una unificación de esfuerzos y recursos interinstitucional del sector de media superior para realizar una sola convocatoria, un solo registro y una sola evaluación, a través de un mismo sistema de asignación.

En estas semanas, el “tema caliente” en educación ha sido la posibilidad de eliminar el examen o sistema COMIPEMS, pero no se ha aclarado qué mecanismo quedará en su lugar. Algo se ha mencionado del modelo de Estados Unidos, donde el lugar en que vives determina a las escuelas públicas a las que tienes posibilidad de asistir. Como consejo no pedido, deberíamos de reconsiderar y conocer bien el modelo que pretendemos copiar. La realidad es que ese país está buscando formas de revertir los problemas que ese tipo de sistema les ha traído: la inequidad. Es un poco “origen es destino” porque no se ha podido asegurar la misma calidad a lo largo del sistema público educativo y el impacto ha sido tal que ha llegado a afectar el mercado inmobiliario (y no para bien), algo que es también podría pasar en la bonita capital de nuestro México mágico.

Todo sistema es perfectible, sin duda, pero eliminar algo sin tener una solución estudiada y bien diseñada nos suena a más padres y madres de familia lidiando con calendarios confusos, pagando más de un examen y corriendo de un punto a otro para llevar a sus hijas e hijos adolescentes a los distintos planteles para presentar evaluaciones de selección (el cupo de una escuela no crece por buenos deseos). Suena a más adolescentes teniendo que enfrentar rechazos sin alternativas claras para continuar, a tener sospechas que ciertas y ciertos compañeros lograron lugares en las mejores escuelas porque la corrupción (que ya no existe) se los permite; suena a que el lugar en que viven determinará la calidad de educación que reciben y no su esfuerzo.

Obviamente, en nuestro México ideal no importaría a qué escuela fueras porque todas serían excelentes, y no determinarían tus oportunidades de acceso a una educación superior relevante; y dicho sea de paso la corrupción, que ya no existe, realmente no existiría. Pero no estamos ahí, y parece que no lo estamos entendiendo. Trabajamos para llegar, sí, pero no podemos ser ingenuos porque entonces dejamos a nuestros y nuestras adolescentes a su suerte, en lo que se nos ocurre algo, y a sus padres y madres a una esquizofrenia más por tratar de asegurar lo mejor para sus hijas e hijos.

Así que, cuando hoy hablan de lo “malo” que es COMIPEMS, no podemos dejar de preguntarnos ¿estamos entendiendo bien? Cuando hablan de copiar posibles modelos extranjeros, de nuevo, ¿estamos entendiendo bien? Pero, sobre todo, cuando hablan de eliminarlo sin tener un plan claro que abarque las pocas o muchas soluciones que este sistema ha dado a las y los adolescentes, a las madres y padres de familia, ¿estamos entendiendo bien?

Entender la historia educativa, los retos que persisten, pero también los avances, importa. Para Mexicanos Primero estar en la escuela y aprender, importa.

* Alejandra Arvizu Fernández es directora de Monitoreo de Políticas Educativas. María Teresa Gutiérrez es directora de Monitoreo de Indicadores.

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Imagen BBC
Liberación de Auschwitz: la historia de los Sonderkommandos, los judíos forzados a trabajar en las cámaras de gas en el holocausto
11 minutos de lectura

A propósito del 80 aniversario de la liberación del infame campo de concentración, en BBC Mundo recuperamos este reportaje sobre un grupo no muy conocido.

27 de enero, 2025
Por: BBC News Mundo
0

ADVERTENCIA: Este artículo contiene imágenes extremadamente gráficas que incluyen cadáveres y descripciones de asesinatos en masa.

“Yo trabajé en los crematorios. Llevaba personas de las cámaras de gas a los hornos”, recordó Dario Gabbai.

El exprisionero del campo de concentración de Auschwitz (situado en la Polonia ocupada por los nazis) se refería a la tarea de retirar los cadáveres de las víctimas judías para llevarlos a ser incinerados.

Gabbai, con quien la BBC conversó antes de su fallecimiento en 2020, era uno de los últimos testigos oculares de la Solución Final: el plan nazi para eliminar a los judíos de Europa que acabó con el asesinato de seis millones de judíos.

En el 80 aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau, recuperamos de nuestros archivos la historia de los Sonderkommandos, los prisioneros judíos que eran obligados a cooperar en el Holocausto.

Vista del campo de Auschwitz en la actualidad.
Getty Images
Polonia celebrará actos para conmemorar el 80 aniversario de la liberación del infame campo de concentración de Auschwitz.

Matanza industrial

Para acelerar el ritmo de los asesinatos, los nazis establecieron campos de exterminio como Auschwitz-Birkenau y crearon una unidad especial llamada Sonderkommando (comandos especiales).

Estaba formada por prisioneros judíos deportados a Auschwitz desde 16 países, cuyo trabajo alimentó la máquina de matar.

“Es algo que nunca olvidaré. Yo tuve la suerte de sobrevivir”, declaró Gabbai.

Después de la liberación de Auschwitz el 27 de enero de 1945 por las fuerzas soviéticas, muchos sobrevivientes expresaron en libros sus experiencias.

Pero se escuchó muy poco de los pocos Sonderkommandos que lograron salir.

Retrato de Dario Gabbai.
Getty Images
Antes de morir en 2020, Dario Gabbai relató a la BBC su experiencia como comando especial en el campo de concentración.

Un hombre con una misión

En la década de 1980, Gideon Greif, un historiador experto en el Holocausto establecido en Israel, comenzó la larga tarea de descubrir el misterio de aquellos miembros de los comandos especiales.

“Uno de mis objetivos era mejorar su imagen. Cuando comencé la investigación, se les consideraba colaboradores y asesinos. Pero ellos eran las víctimas, no los perpetradores”, le dijo Greif a la BBC.

El reconocido sobreviviente de Auschwitz Primo Levi escribió en el libro “Los hundidos y los salvados” que la creación de Sonderkommando fue el crimen más satánico del nazismo. Y Greif está de acuerdo.

“Fue la decisión deliberada de los alemanes de utilizarlos. También querían que los judíos compartieran la culpa. Esta es una idea muy cruel. Querían borrar la diferencia entre criminal y víctima”, agregó el investigador.

Recreación de la labor de los sonderkommandos.
Getty Images
Después de la liberación de Auschwitz, los soviéticos recrearon el proceso de cremación con sonderkommandos.

Buscando la muerte

Greif documentó la experiencia de 31 Sonderkommandos en su primer libro sobre ellos, “Lloramos sin lágrimas”.

Los miembros de los comandos especiales se vieron obligados a ayudar en los procesos de asesinato. Las SS cometieron realmente la matanza.

Este grupo de prisioneros tenía que buscar implantes como dientes de oro y objetos de valor ocultos en los cuerpos antes de deshacerse de los cadáveres.

Existen muy pocas imágenes de Sonderkommandos trabajando en Auschwitz, pero después de la liberación del campo, los soviéticos escenificaron varias imágenes que recreaban los horrores por los que pasaron.

Exsonderkommandos en Auschwitz.
Getty Images
En 1993, Gideon Greif llevó a algunos de los otrora Sonderkommandos y a sus familiares a Auschwitz-Birkenau y grabó allí sus testimonios personales.

“¿Dónde esta Dios?”

Gabbai tenía la tarea específica de cortar y recoger el cabello de las mujeres asesinadas.

Décadas después, recordó cómo se sintió entonces conversando con una organización estadounidense dedicada a entrevistar a los sobrevivientes del Holocausto, la USC Shoah Foundation.

“Me dije a mí mismo: ‘¿cómo puedo sobrevivir? ¿Dónde está Dios?'”, se preguntó Gabbai.

Un hombre polaco le dijo entonces que se mantuviera fuerte, y él decidió seguir ese consejo.

“Me dije a mí mismo: ‘soy un robot… cierra los ojos y haz lo que sea que tengas que hacer sin preguntar demasiado'”, comentó.

Cabello de las víctimas del exterminio nazi.
Getty Images
Cabello recogido de las mujeres asesinadas en exhibición en el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau.

Castigos

Gabbai no podía darse el lujo de desobedecer órdenes. Cuando alguien era un poco lento o ineficiente, era castigado brutalmente.

A veces, los guardias de las SS inspeccionaban los cadáveres de camino a las incineradoras. Si veían un implante de oro que los miembros de los comandos habían pasado por alto, la persona responsable podía ser arrojada viva a las llamas.

Otros castigos incluían ser disparado, torturado, golpeado o rodar desnudo sobre la grava.

Estos castigos se realizaban en presencia de otros Sonderkommandos para intimidar a todo el grupo.

El trabajo ofrecía poca protección. Los nazis solían matar a los miembros de los comandos especiales cada seis meses y traían nuevos reclutas.

“Estaban en un estado de shock constante. Vieron a miles de judíos ser asesinados cada día. Era un gran desafío permanecer con vida”, dijo Greif.

Cámaras de gas

Sin embargo, muchos como Gabbai no solo sobrevivieron sino que ofrecieron información sobre el funcionamiento real de aquella fábrica de la muerte.

“Cerraban las puertas. Luego, las SS lanzaban el Zyklon B desde las aberturas de arriba. Tardaban unos cuatro-cinco minutos en morir, excepto las personas en el lado de donde venía el gas. Allí tomaba un par de minutos”, agregó.

El Zyklon B llegaba a los campamentos en forma de bolitas de cristal. Tan pronto como los gránulos estaban expuestos al aire, se convertían en gas venenoso y comenzaban a matar personas.

Recipientes del gas Zyclon B.
Getty Images
Los judíos fueron aniquilados por los nazis con el uso de gases venenosos como el Zyclon B.

Misericordia de una muerte rápida

Uno de los Sonderkommandos documentado por Greif fue Ya’akov, el hermano de Dario Gabbai.

Ya’akov vio a dos de sus primos aparecer en la cámara de gas. Les indicó que se sentaran cerca de donde salía el gas para tener una muerte rápida e indolora. Le dijo a Greif: “¿Por qué deberían sufrir tanto?”.

Greif señaló que muchos de los que trabajaban en los comandos cambiaron para siempre.

Preservando la dignidad

“Para dar servicio a una fábrica de la muerte como aquella se convirtieron en personas sin emociones. Eso no significa que no fueran buenas o malas personas. Algunos de ellos me contaron lo que hicieron para ayudar a mantener la dignidad de las víctimas judías”, añadió.

Josef Sackar fue el primer Sonderkommando que Grief conoció en 1986.

El hombre a menudo trabajaba en el lugar donde se pedía a las mujeres que se desnudaran.

“Movía mi cabeza hacia otra dirección y me aseguraba de que no se avergonzaran mucho”, le relató a Grief.

Shaul Chasan tenía que sacar los cuerpos de los muertos de la cámara de gas y colocarlos en los ascensores que los llevarían a los crematorios.

Él le contó a Grief que siempre se esforzaba por asegurarse de que los cuerpos no fueran arrastrados sobre la tierra y los escombros del suelo de las cámaras de gas.

Prisioneros judíos en Auschwitz.
Getty Images
Los miembros de Sonderkommando no tenían poder para salvar a ningún otro prisionero de Auschwitz.

Rezando por los muertos

La mayoría de los miembros de estos comandos eran judíos ortodoxos. Greif aseveró que muchos días lograban rezar tres veces al día, como lo estipula el judaísmo.

Sorprendentemente, podían orar juntos cada vez que obtenían el número mínimo de diez que requieren las leyes religiosas.

Cuando los guardias del campo no estaban cerca, algunos incluso recitaban el kadish -una oración tradicionalmente dedicada en memoria de los muertos- durante el proceso de cremación.

Fotografías de judíos ejecutados en Auschwitz.
Getty Images
Los nazis confiscaron las pertenencias personales de los judíos que llegaron al campo de concentración.

Fosas crematorias

Menos de 100 Sonderkommandos, reclutados durante la deportación de judíos húngaros a Auschwitz, lograron sobrevivir a la Segunda Guerra Mundial.

En Yad Vashem, el Museo de la Historia del Holocausto de Israel, se señala cómo aumentaron los asesinatos después de que comenzara la deportación de judíos húngaros en mayo de 1944.

“En solo ocho semanas, unos 424.000 judíos fueron deportados a Auschwitz-Birkenau”.

La tasa de asesinatos superó por mucho la capacidad de los crematorios. Pero el militar alemán a cargo, Otto Moll, fue implacable y ordenó a los Sonderkommandos que desenterraran algunas fosas crematorias.

Una foto tomada de manera clandestina por un Sonderkommando muestra claramente cuerpos incinerados en una fosa al aire libre, lo cual supondría años más tarde una valiosa evidencia.

Sonderkommandos incinerando cadáveres
Getty Images
Sonderkommandos lograron recabar pruebas sobre el Holocausto como esta fotografía.

Actos de valentía

Shlomo Dragon fue testigo de inusuales actos de desafío y habló a Greif sobre uno de ellos.

“Una mujer se negó a desnudarse por completo, y cuando un hombre de las SS, Schillinger, le apuntó con su arma y le exigió que se quitara la ropa interior, se quitó el sostén, se lo pasó por la cara y le golpeó con él, consiguiendo que soltara su arma. La mujer rápidamente la agarró, apuntó y disparó, matando a Schillinger”, contó.

La mujer, identificada como la bailarina polaca Franceska Mann, logró una reputación legendaria después de su muerte.

Otro miembro de los comandos vio cómo un grupo de niños polacos desnudos comenzó a cantar Shema Yisrael, una oración judía, y entró a la cámara de gas con perfecta disciplina.

Un nazi revisando a un judío que acaba de llegar a Auschwitz.
Getty Images
Grupos de judíos fueron forzados por los nazis a ayudar en la labor de exterminar a su propio pueblo.

Rebelión fallida

A quienes formaban parte de estos comandos se les daba normalmente más comida y mejores condiciones de vida que al resto de los prisioneros, a quienes se les daba sopa aguada.

También podían quedarse con la ropa de las víctimas. Greif dijo que se trataba de “incentivos marginales”.

También tenían alojamientos separados y eran monitoreados todo el tiempo. Sin embargo, lograron protagonizar una lucha que se conoce como “la rebelión del Sonderkommando”.

“Dos hermanos estuvieron involucrados en la planificación del levantamiento del sábado 7 de octubre de 1944. Fue una revuelta judía. Fue una historia de coraje. Debería estar escrita en letras de oro”, sostuvo Greif.

Ese día, algunos miembros de los comandos atacaron a sus guardias de las SS con piedras y prendieron fuego a un crematorio. Fue rápidamente sellado y 451 Sonderkommandos fueron asesinados a tiros.

Un sobreviviente de Auschwitz-Birkenau
Getty Images
Más de un millón de personas fueron asesinados por los nazis en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau.

Documentando atrocidades

Otros prisioneros como Marcel Nadjari registraron su ira en pedazos de papel.

“No estoy triste porque voy a morir, estoy triste porque no podré vengarme como quisiera”, escribió en noviembre de 1944.

Las cenizas de cada víctima adulta pesaban unos 640 gramos, según sus notas.

Este judío griego escondió luego su manuscrito de 13 páginas en un termo, que selló con una tapa de plástico. Luego colocó el termo en una bolsa de cuero y lo enterró.

Las notas dejadas por Nadjari y otras personas fueron recuperadas años después y descifradas minuciosamente.

Estos documentos son conocidos como “los rollos de Auschwitz” y proporcionan una valiosa información sobre la escala del crimen.

Manuscritos de un recluido en Auschwitz.
IFZ-MUENCHEN.DE
Las notas de Marcel Nadjari se descubrieron solo en 1980, nueve años después de su muerte, y se descifraron solo en 2017.

Buscando justicia

Tras la guerra, algunos miembros del Sonderkommando se enfrentaron a sus antiguos guardias en los tribunales.

Henryk Tauber testificó contra el comandante de las SS Otto Moll.

“En varias ocasiones, Moll arrojaba a personas vivas a las fosas crematorias”, recordó durante el juicio ante un tribunal militar estadounidense.

Moll fue finalmente condenado y ahorcado por su papel en una “marcha de la muerte”.

Temiendo la derrota, las SS comenzaron a evacuar el campamento desde mediados de enero de 1945. Cerca de 60.000 reclusos hambrientos y semidesnudos se vieron obligados a caminar a través de la nieve a temperaturas de -20 °C hasta ciudades a más de 50 kilómetros de distancia.

Los que no podían seguir el ritmo fueron asesinados a tiros.

Hoss en su juicio.
Getty Images
Rudolf Hoss, uno de los responsables de Auschwitz, fue capturado después de la guerra, enjuiciado y condenado a la horca en 1947.

Criminales nazis

Sin embargo, muchos criminales nunca fueron castigados. De aproximadamente 7.000 empleados en Auschwitz, solo alrededor de 800 respondieron ante la ley, según “Auschwitz”, una serie documental de la BBC/PBS.

El complejo Auschwitz-Birkenau es el sitio que albergó la mayor masacre en masa de la historia humana: se calcula que 1,1 millones de personas fueron asesinadas, de las cuales más del 90% eran judíos.

Esto es más que las pérdidas humanas sufridas por Reino Unido y Estados Unidos durante toda la guerra.

Greif estimó que el número de personas asesinadas supera los 1,3 millones. Insistió en que la búsqueda de la justicia no debe acabar.

“Ningún criminal nazi alemán merece morir en su cama”.

En varias ocasiones ha comparecido ante tribunales europeos para testificar contra presuntos criminales nazis.

“Los intentos alemanes de destruir todas las pruebas de sus crímenes llevaron a un vacío documental que solo puede ser llenado por los recuerdos de los sobrevivientes”, dijo Greif.

Una supervivente de Auschwitz a las puertas del campo.
Getty Images
El campo de concentración de Auschwitz-Birkenau es hoy un museo y memorial, y en 1979 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Testigo solitario

El historiador aseguró que su mayor logro es cambiar esa percepción sobre los Sonderkommandos.

“Nadie se atreverá a llamarlos colaboradores ahora”, zanjó.

El único sobreviviente del Sonderkommando, Gabbai, vivió en Los Ángeles hasta su muerte. Hace diez años, durante su visita para conmemorar el 70 aniversario de la liberación de Auschwitz, habló con la BBC.

“Me dije: ‘esta guerra va a terminar algún día y cuando termine puedo sobrevivir y contarle la historia al mundo'”.

Raya gris
BBC

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