La presidenta Claudia Sheinbaum utiliza con mucha frecuencia la frase “no es cierto”, para responder a preguntas de las y los periodistas que asisten a su comparecencia mañera de todos los días.
No descalifica en directo al periodista, pero sí le dice que en el contenido de la pregunta está utilizando un dato falso. Quien no está en lo cierto es ella, pero de manera visceral reacciona a todo dato que no beneficie al gobierno que encabeza.
De inmediato, después del “no es cierto”, plantea otro dato que elabora manipulando cifras o francamente diciendo una mentira, lo que cada vez es más frecuente.
Ella no tiene un discurso de tipo populista, como su antecesor, pero sí lo imita en decir mentiras para posicionar las “verdades” que permitan construir el mundo de fantasía donde ella vive, como también lo hacía su líder y mentor.
En las y los populistas, se digan de derecha o izquierda, la mentira es uno de los ejes que articula su narrativa. Ella, como ya dije, en sus intervenciones no utiliza la retórica propia de los populistas, siempre emocional, pero sí los imita en su manera de mentir.
El “no es cierto” es un recurso equivalente al “tengo otros datos” del presidente López Obrador, que se propone negar la crudeza de la realidad para construir un mundo maravilloso tal como ellos mismos lo quiere ver.
De otra manera reconocerían que su gestión no va bien y eso es algo que nunca lo pueden aceptar gobernantes como López Obrador y Sheinbaum, que se inscriben en la lógica de un movimiento supuestamente revolucionario donde todo camina como ellos lo han planeado.
En segundo lugar, está también el alimentar con un discurso de datos falsos o de francas mentiras, la ilusión y la esperanza de sus simpatizantes, que quieren oír -no importa si la realidad dice otra cosa- que el mundo de fantasía en el que quieren vivir existe y ello son parte de él.
Ya son cuatro meses, 120 días, de operar la estructura de la actual comparecencia mañanera, que tiene varias partes. Una de ellas es el ejercicio de preguntas de los periodistas y respuestas de la presidenta, y no se ve que ella, a partir de este ejercicio, haya logrado imponer la agenda de la discusión mediática, cosa que lograba casi todos los días su antecesor.
El tiempo pasa muy rápido y lo que ahora se puede ver de la comparecencia diaria de la presidenta -eso en el futuro puede cambiar- es que cada vez más recurre a la mentira como un elemento central en la construcción de su discurso para subsanar la deficiencias y errores de su gobierno, y que no logra imponer la agenda mediática diaria.
En las últimas semanas, ante las declaraciones del presidente electo Donald Trump, que hoy asume formalmente la presidencia, ha envuelto todas sus intervenciones en un discurso nacionalista muy básico e incluso primitivo. Es muy probable que ante la personalidad de Trump y el tipo de sus intervenciones, la presidenta de México vaya a convertir al nacionalismo en el centro de su discurso, por lo menos los cuatro años que dure la presidencia de Trump. Ya veremos.
La obispa Mariann Edgar Budde hizo una petición al presidente Donald Trump por las minorías a las que afectarán sus nuevas políticas. El tono del sermón llamó la atención en EE.UU.
Sentado en primera fila, al lado de su esposa, Melania, el presidente Donald Trump escuchó este martes un sermón en la Catedral Nacional de Washington que llamó la atención de muchos en Estados Unidos.
La obispa Mariann Edgar Budde, la primera mujer en estar al frente de la Diócesis Episcopal de Washington DC, hizo un llamado de “clemencia” a Trump sobre minorías que estarán sujetas a las nuevas políticas que anunció al tomar posesión el lunes.
“Señor presidente: millones han puesto su confianza en usted. Y como usted dijo ayer, ha sentido la mano providencial de un Dios amoroso. En el nombre de Dios, le pido que tenga misericordia para gente en nuestro país que tiene miedo ahora”, dijo Budde.
“Hay niños gays, lesbianas y transexuales, y familias demócratas y republicanas e independientes, algunas de las cuales temen por sus vidas”, continuó.
Trump, que estaba con la mirada al frente en un inicio, comenzó a mover la cabeza hacia otros lados. El vicepresidente J.D. Vance fue más expresivo, al voltear la cara para mirar a su esposa.
La obispa continuó abogando por los migrantes: “Gente que recoge las cosechas, que limpia nuestras oficinas. Que trabajan en granjas y en empacadoras de carne. Que lavan la loza luego de que comemos en restaurantes. Y que trabajan en turnos nocturnos en hospitales”.
“Podrán no ser ciudadanos, o tener la documentación apropiada. Pero la vasta mayoría de los migrantes no son criminales. Ellos pagan impuestos, son nuestros vecinos, son fieles miembros de nuestras iglesias, mezquitas, sinagogas y templos”, dijo la obispa diocesana, quien está al frente de esta catedral de la Iglesia Episcopal estadounidense desde 2011.
“Le pido que tenga clemencia con aquellos en nuestras comunidades cuyos niños temen que sus padres sean llevados lejos. Y que ayude a los que huyen de zonas de guerra y persecución en sus propias tierras a encontrar compasión y acogida aquí”.
Las palabras de Budde fueron parte de un servicio religioso con motivo de la investidura de Trump como presidente de EE.UU. el día anterior.
A la Catedral Nacional de Washington asistieron el presidente, el vicepresidente y sus respectivas familias, así como decenas de invitados.
El sermón de Budde vino luego de que el lunes Trump firmara una serie de órdenes ejecutivas que afectan a minorías, como los migrantes o la comunidad LGBT.
El presidente decretó un estado de emergencia en la frontera con México entre cuyos efectos impide la llegada de nuevas solicitudes de asilo.
Asimismo, ha prometido una deportación masiva de migrantes indocumentados.
Y firmó una orden para eliminar el derecho automático de ciudadanía a los hijos de migrantes sin estancia legal.
También decretó la eliminación de las políticas inclusivas instauradas en el gobierno anterior. Trump dijo que el gobierno solo considerará dos géneros, masculino y femenino, e instituciones públicas y militares dejarán de procurar políticas para la comunidad transgénero.
Luego del servicio, el presidente Trump regresó a la Casa Blanca, donde expresó su opinión sobre el sermón y el servicio religioso en general.
“No fue muy emocionante. No me pareció un buen servicio… Pudieron haberlo hecho mucho mejor”, añadió al entrar a la residencia presidencial.
El sermón causó sorpresa y se convirtió en uno de los temas del día en Washington DC y en el resto del país, pues no es habitual que el presidente de EE.UU. enfrente un a declaración así.
Algunos elogiaron a Budde por haber planteado una petición de misericordia para las minorías de Estados Unidos.
Otros fueron críticos, como el representante republicano Mike Collins, que dijo que Budde debería ser “añadida a la lista de deportaciones”, pese a que la obispa es estadounidense.
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