Desde años atrás hay evidencias que muestran la existencia, en el estado de Guerrero, de una relación cercana de las autoridades estatales y municipales con grupos del crimen organizado, las que se han hecho cada vez más manifiestas en los gobiernos de Morena.
Una investigación periodística de Arturo de Dios Palma en El Universal (24.12.24) aborda el tema del avance de los grupos del crimen organizado en el estado. En 2024, los niveles de violencia se ampliaron en todo el territorio y arrojaron cifras nunca antes vistas.
Todos los días salen a la luz información de cómo presidentes municipales de distintas regiones del estado pactaron con grupos del crimen organizado para obtener la victoria, y ahora deben pagar el favor. La gran mayoría o todos son de Morena.
En 2024, ciudades como Taxco, Acapulco, Chilpancingo y Zihuatanejo, pero también Técpan, Atoyac y Teloloapan, por semanas quedaron paralizadas y tuvieron que suspender las clases en las escuelas, cerrar el comercio y parar el transporte público.
Los acuerdos de las autoridades estatales y municipales con los grupos criminales les impiden hacerles frente. Están en su cargo y se mantienen en él precisamente por ellos. Eso lo saben las autoridades federales y por eso no actúan. Son de su mismo partido.
Según la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana (SSPPC), en el estado existen 16 organizaciones del crimen organizado y 12 grupos de autodefensa, que resulta difícil ubicar de qué lado se encuentran.
Los datos muestran que han crecido los homicidios dolosos en el estado y que en 2024 el estado ocupó el quinto lugar de las 32 entidades federativas, números que se mantienen al inicio de 2025.
Estos datos son prueba de que la estrategia de la militarización que el gobierno implementa a través del Ejército, con su brazo de la Guardia Nacional (GN), no ha dado resultados. La presencia de la GN en Acapulco no ha impedido que la inseguridad crezca.
Existen investigaciones que muestran que los grupos del crimen organizado en muchos municipios del estado controlan los precios y la distribución de los productos de la canasta básica, modelo que empezó en la zona de Tierra Caliente, pero que ahora se expande a otras regiones.
De acuerdo a los especialistas, el creciente control territorial de los grupos del crimen organizado en el estado no se explica sin la colaboración de las autoridades estatales y municipales, que ceden los espacios a cambio de su apoyo político – electoral.
A la vista está que los grupos del crimen organizado, en su expansión del control territorial, asumen tareas, funciones y ayudas que son propias del gobierno. Esto, a su vez, les permite dotarse de una base social que los apoya.
Los integrantes de los grupos del crimen organizado pueden seguir operando porque saben que gozan del amparo de las autoridades estatales y municipales, que, por omisión, se traduce también de las federales, y que siempre serán impunes. Esa es su mayor fuerza.
La obispa Mariann Edgar Budde hizo una petición al presidente Donald Trump por las minorías a las que afectarán sus nuevas políticas. El tono del sermón llamó la atención en EE.UU.
Sentado en primera fila, al lado de su esposa, Melania, el presidente Donald Trump escuchó este martes un sermón en la Catedral Nacional de Washington que llamó la atención de muchos en Estados Unidos.
La obispa Mariann Edgar Budde, la primera mujer en estar al frente de la Diócesis Episcopal de Washington DC, hizo un llamado de “clemencia” a Trump sobre minorías que estarán sujetas a las nuevas políticas que anunció al tomar posesión el lunes.
“Señor presidente: millones han puesto su confianza en usted. Y como usted dijo ayer, ha sentido la mano providencial de un Dios amoroso. En el nombre de Dios, le pido que tenga misericordia para gente en nuestro país que tiene miedo ahora”, dijo Budde.
“Hay niños gays, lesbianas y transexuales, y familias demócratas y republicanas e independientes, algunas de las cuales temen por sus vidas”, continuó.
Trump, que estaba con la mirada al frente en un inicio, comenzó a mover la cabeza hacia otros lados. El vicepresidente J.D. Vance fue más expresivo, al voltear la cara para mirar a su esposa.
La obispa continuó abogando por los migrantes: “Gente que recoge las cosechas, que limpia nuestras oficinas. Que trabajan en granjas y en empacadoras de carne. Que lavan la loza luego de que comemos en restaurantes. Y que trabajan en turnos nocturnos en hospitales”.
“Podrán no ser ciudadanos, o tener la documentación apropiada. Pero la vasta mayoría de los migrantes no son criminales. Ellos pagan impuestos, son nuestros vecinos, son fieles miembros de nuestras iglesias, mezquitas, sinagogas y templos”, dijo la obispa diocesana, quien está al frente de esta catedral de la Iglesia Episcopal estadounidense desde 2011.
“Le pido que tenga clemencia con aquellos en nuestras comunidades cuyos niños temen que sus padres sean llevados lejos. Y que ayude a los que huyen de zonas de guerra y persecución en sus propias tierras a encontrar compasión y acogida aquí”.
Las palabras de Budde fueron parte de un servicio religioso con motivo de la investidura de Trump como presidente de EE.UU. el día anterior.
A la Catedral Nacional de Washington asistieron el presidente, el vicepresidente y sus respectivas familias, así como decenas de invitados.
El sermón de Budde vino luego de que el lunes Trump firmara una serie de órdenes ejecutivas que afectan a minorías, como los migrantes o la comunidad LGBT.
El presidente decretó un estado de emergencia en la frontera con México entre cuyos efectos impide la llegada de nuevas solicitudes de asilo.
Asimismo, ha prometido una deportación masiva de migrantes indocumentados.
Y firmó una orden para eliminar el derecho automático de ciudadanía a los hijos de migrantes sin estancia legal.
También decretó la eliminación de las políticas inclusivas instauradas en el gobierno anterior. Trump dijo que el gobierno solo considerará dos géneros, masculino y femenino, e instituciones públicas y militares dejarán de procurar políticas para la comunidad transgénero.
Luego del servicio, el presidente Trump regresó a la Casa Blanca, donde expresó su opinión sobre el sermón y el servicio religioso en general.
“No fue muy emocionante. No me pareció un buen servicio… Pudieron haberlo hecho mucho mejor”, añadió al entrar a la residencia presidencial.
El sermón causó sorpresa y se convirtió en uno de los temas del día en Washington DC y en el resto del país, pues no es habitual que el presidente de EE.UU. enfrente un a declaración así.
Algunos elogiaron a Budde por haber planteado una petición de misericordia para las minorías de Estados Unidos.
Otros fueron críticos, como el representante republicano Mike Collins, que dijo que Budde debería ser “añadida a la lista de deportaciones”, pese a que la obispa es estadounidense.
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