
En México se produce más combustóleo que gasolina y esa no es una buena noticia. El proceso para obtener este subproducto ocurre a través de la refinación de petróleo crudo, ocasionando una gran ola de contaminación.
Su producción es costosa, contamina el aire de las ciudades que se encuentran cercanas al proceso de refinación. Al final, lo que se obtiene de esa refinación es un residuo que necesita de otros procesos que lo hagan “servible”.
Hoy día, el combustóleo se ha vuelto tema de conversación en donde sea que estemos y no es para menos. En México la extracción de combustible fósil no es un proceso sostenible y las refinerías que tiene el país no cuentan con la capacidad para refinar el crudo que se procesa en estas plantas.
La organización Greenpeace México señala en un artículo que el combustóleo se utiliza como combustible industrial para generar electricidad en locomotoras y barcos.
En cambio, en las refinerías el combustóleo lo utilizan en los calentadores a fuego directo y se debe mantener en tanques con altas temperaturas.
El crudo o petroleo usado para producir combustóleo, también conocido como “oro negro”, es un combustible fósil constituido por una mezcla de hidrocarburos que se presentan en la naturaleza, en lechos geológicos continentales o marítimos, tanto en estado sólido, líquido, o gaseoso, según explica el Servicio Geologico Mexicano.
Carlos Tornel, investigador en el programa nacional estratégico de energía y cambio climático en el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt), explica a Animal MX que de la refinación del crudo se obtiene diesel, gasolina y remanentes como combustóleo.
El experto señala que estos derivados son normales en los procesos al refinar petróleo. Pero “la realidad es que México ya no tiene petróleo ligero o el petróleo ligero se está acabando poco a poco. La extracción de petróleo, aunque se ha mantenido, en este sexenio ha aumentado”, resalta Tornel.
Tornel añade que el petróleo que ahora se extrae es cada vez más pesado, por ende, cada vez se produce más combustóleo “y a la hora de quemarlo es más contaminante”.

Pablo Ramirez, coordinador del programa de energía y cambio climático de Greenpeace México, nos explica cómo se obtiene el combustóleo durante el proceso de refinación del petróleo.
“En el proceso de refinación se calienta el crudo y dependiendo de las diferentes densidades va a seguir generando los subproductos como la gasolina, el diesel pero también los productos que les llaman los combustibles pesados como el combustóleo”, señala.
De acuerdo con Ramirez, se dice que un combustible es “pesado” porque en el proceso de refinación es lo que queda hasta abajo, es decir, “es el residuo de los procesos de refinación”.
Otra de las características que hacen del combustóleo un residuo contaminante, es que tiene un contenido muy alto de azufre. En términos energéticos, según detalla, no tiene el mismo potencial que podrían tener otros combustibles que son mucho mejores para temas de combustión, como las gasolinas o el diesel.
“El combustóleo no tiene esa eficiencia como lo podrían tener otros tipos de combustibles. En ese sentido, en estos días, el combustóleo es ya considerado como un residuo, como la basura del proceso de refinación”, aclaró.

Carlos Tornel coincide en que el combustóleo es un refinado pesado que es mucho más difícil de utilizar para producir gasolina. En ese sentido, lo que se ha hecho es que lo reinsertan en la generación de energía eléctrica y, al mismo tiempo, importan ese combustible.
“México, no necesariamente tiene las capacidades de aprovecharlo de forma correcta”, sentencia Tornel.
Pablo Ramirez también concuerda que el combustóleo resulta problemático en muchos sentidos, por ejemplo, como combustible “no es un bueno”.
“El combustóleo se ha utilizado para varios sectores como: combustible para barcos, pero también para generar electricidad y para los propios procesos de refinación. Prácticamente ya no se utiliza en el mundo porque es ineficiente. Los procesos que utilizan se vuelven más caros y es altamente contaminante”, añadió Ramírez.
Al ser altamente contaminante, por sus características, este combustible pesado genera más emisiones de gases de efecto invernadero que otros y ‘contaminantes criterio’ que son peligrosos para la salud.
La Información de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios explica que los ‘contaminantes criterio’ son aquellos contaminantes normados a los que se les estableció un límite máximo permisible de concentración en el aire ambiente.
Es decir, no pueden sobrepasar esa norma ya que la finalidad es proteger la salud humana y asegurar el bienestar de la población.
Los ‘contaminantes criterio’ se miden continuamente y son: ozono (O3), dióxido de azufre (SO2), monóxido de carbono (CO), dióxido de nitrógeno (NO2), las partículas en suspensión (PM10, PM2.5) y el plomo (Pb).
Ramírez advierte que en plena crisis climática global el combustóleo ya no es una alternativa debido a la urgencia por reducir emisiones.

Es importante prestar atención a la urgencia de los problemas que representa el sistema energético en México y atender los sistemas de contaminación que ponen en peligro a las poblaciones cercanas a las plantas de generación, ya sea de refinación o las propias plantas eléctricas.
Para el mercado internacional, el combustóleo “ya no es un combustible interesante” por las dificultades que representa el poder exportarlo.
“Este combustible ya no debería tener cabida en ninguna matriz energética pero para México se ha convertido en un problema, no solo ambiental y de salud sino, incluso, en términos logísticos porque hasta hace unos años el Sistema Nacional de Refinación empezó a generar más combustóleo que lo que genera de gasolinas”, advierte Pablo Ramírez de Greenpeace México.
Esto se debe a que las refinerías están construidas para un tipo de crudo que México ya no tiene.
Ramírez señala que esas refinerías se construyeron para un crudo ligero que es un crudo bajo en azufre y “han funcionando a partir del crudo pesado que es lo que se está extrayendo en su gran mayoría”.
En ese sentido, el especialista en energía denuncia que, como las refinerías en el país ya no están pensadas para ese tipo de crudo y ese tipo de procesos, esas plantas deberían estar adaptadas para el tipo de procesos que les corresponde.
Pero, “el proceso de la refinación y el producto de la refinación no es eficiente. Se está produciendo más combustóleo que gasolinas y al no tener posibilidad de sacarlo porque el combustóleo, en verdad es muy dañino y no tiene ningún sentido en términos, incluso, económicos, se vuelve un problema de almacenamiento”, agrega.
Como resultado de estos procesos deficientes en México, hay comunidades que están siendo sacrificadas por la quema de combustóleo para la generación eléctrica. Ramirez subraya que “ese es uno de los grandes problemas inmediatos que tenemos”.


Los nuevos lineamientos de seguridad muestran el interés de Washington por frenar la inmigración ilegal, contener el avance del narcotráfico y mejorar la relación con sus aliados ideológicos y sus socios comerciales.
Tanto el reciente bloqueo “total y completo” de todos los buques petroleros sancionados que entren y salgan de Venezuela como el inusual rescate financiero a Argentina de octubre son muestras de la relevancia que América Latina tiene para Donald Trump.
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional reafirma la decisión de Estados Unidos de ampliar la presencia militar y su influencia en la región. Publicado por la Casa Blanca el 4 de diciembre, el documento plasma la visión del mundo de la actual gestión.
“Mi gobierno ha actuado con una urgencia y velocidad históricas para restaurar la fuerza estadounidense en el país y en el exterior“, dice la carta firmada por el mandatario que antecede el documento de 29 páginas.
Según los nuevos lineamientos de seguridad, Trump mira a América Latina decidido a frenar la inmigración ilegal, contener el avance del narcotráfico y mejorar la relación con sus aliados ideológicos y sus socios comerciales.
Para hacerlo, propone volver a la política exterior del presidente James Monroe de “América para los Americanos”, con la que EE.UU. declaraba en 1823 su intención de resguardar a la región del avance de las potencias ajenas al continente.
“Tras años de abandono, Estados Unidos reafirmará y aplicará la doctrina Monroe para restaurar la preeminencia estadounidense en el hemisferio occidental”, dice el nuevo documento que llama a este enfoque “corolario Trump a la doctrina Monroe”.
Este enfoque se ganó el apodo de la “doctrina Donroe”, que surge de la combinación entre Donald y Monroe. El término apareció en enero en la portada del New York Post y rápidamente fue adoptado por analistas estadounidenses y medios internacionales.
Entonces, ¿estamos ante una nueva doctrina de Monroe en la región? ¿Cuáles son las preocupaciones e intereses de Trump en América Latina? ¿Cómo hará para ampliar su influencia en el continente?
Para que Estados Unidos consolide su poder global, Trump entiende que primero debe reafirmar su influencia en la región.
“Estados Unidos debe ser preeminente en el hemisferio occidental como condición para nuestra seguridad y prosperidad, una condición que nos permite afirmarnos con confianza donde y cuando lo necesitemos en la región”, dice el documento.
Para Will Freeman, investigador de Estudios Latinoamericanos del influyente centro de estudios estadounidense Council on Foreign Relations, Trump busca dar un “nuevo giro a una vieja idea”.
“Es una especie de justificación ideológica para la intervención de Estados Unidos o para la mano dura en la región, la cual se centra explícitamente en la inmigración”, dijo Freeman a BBC Mundo.
“Pero el documento también menciona los cárteles de la droga y las incursiones extranjeras hostiles, lo que suena a la Doctrina Monroe en su versión original”, agrega.
La idea de una estrategia inspirada en la antigua doctrina Monroe no es nueva. Ya en 1904 el presidente Theodore Roosevelt (1901-1909) estableció su propio “corolario Roosevelt” a esa doctrina del Siglo XIX.
En aquel momento, Roosvelt sostenía que Estados Unidos debía intervenir en los países de la región si no estaban siendo capaces de cumplir con sus compromisos financieros o con el cuidado de sus democracias, según explica Freeman.
En cualquier caso, lo que sabemos hasta el momento sobre el llamado “corolario Trump” es bastante vago. Por eso, el analista recomienda no tomarlo como un plan estratégico sino como una declaración de principios.
“Trump no sigue una política exterior tan consistente como para llamarla doctrina. Tampoco hace ninguna declaración que nos ayude a entender cómo se relacionan las medidas que está tomando con sus objetivos más ambiciosos”, dice.
Para Trump, los países de América Latina son el origen de muchos de los problemas que enfrenta Estados Unidos, pero a la vez pueden ser la clave para resolverlos.
El documento presenta a la “migración ilegal y desestabilizadora” como uno de los principales problemas que tienen origen en Latinoamérica, ya que la mitad de los inmigrantes que viven en Estados Unidos proviene de la región, principalmente de México.
“Es la parte del mundo que más le interesa para sus objetivos de política interna”, dice Freeman.
A su vez, menciona el peligro de los cárteles de drogas, teniendo en cuenta que casi toda la cocaína que se consume en Estados Unidos proviene de tres países de la región: Colombia, Perú y Bolivia.
En ese sentido, para Bernabé Malacalza, autor del libro “Las cruzadas del siglo XXI”, que trata sobre la relación entre Estados Unidos y China, la nueva arquitectura de seguridad nacional se sostiene en que Estados Unidos considera a la región como “parte de su frontera de seguridad interna”.
“América Latina pasó a ser prioritaria para Estados Unidos. Adquirió un lugar que antes no había tenido y que se explica en que la seguridad hemisférica ganó protagonismo”, dice el profesor de la Universidad Torcuato Di Tella.
El documento menciona además la necesidad de limitar incursiones extranjeras hostiles, en una clara referencia a China, aunque no la menciona.
En materia comercial, Trump busca mejorar sus acuerdos con sus socios en la región bajo la impronta del America First (Estados Unidos primero). El documento plantea el uso de “aranceles y acuerdos comerciales recíprocos como herramientas poderosas”, algo que el gobierno de Trump ya ha puesto en práctica con numerosos países de la región, con resultados mixtos.
En el caso de México, la Casa Blanca sabe que las empresas estadounidenses también se ven afectadas por las disputas comerciales.
“Por eso, Trump busca consolidar acuerdos orientados al nearshoring (estrategia de una empresa para transferir parte de su producción a países cercanos), porque entiende que la región es parte de la reconfiguración de las cadenas de valor”, señala Malacalza.
Trump no solo quiere que las empresas estadounidenses crezcan, sino que los países aliados fortalezcan sus economías nacionales para, de este modo, intensificar las relaciones comerciales.
Según el documento, “un hemisferio occidental económicamente más fuerte y sofisticado se convierte en un mercado cada vez más atractivo para el comercio y la inversión estadounidenses”.
“Los países de la región tienen un impacto desproporcionado en estos asuntos internos que a Trump le importan mucho, y que también le interesan a su base política”, resume Freeman.
El mastodóntico portaaviones USS Gerald Ford, en el Caribe desde noviembre, no solo presiona al gobierno de Venezuela, sino que también refleja los nuevos lineamientos de seguridad de Estados Unidos.
Según el documento, la Casa Blanca busca desplegar una “presencia (militar) más adecuada” y “despliegues específicos” para controlar las fronteras terrestres y las rutas marítimas.
Estados Unidos habilita incluso “el uso de fuerza letal para reemplazar la fallida estrategia basada únicamente en la aplicación de la ley de las últimas décadas”, menciona el documento.
“La fuerza es el mejor elemento disuasorio”, agrega la Casa Blanca, en lo que es una política exterior deja abierta la opción de la represalia.
Este gobierno ha dicho que busca recuperar la idea de “paz por medio de la fuerza” (Peace Through Strength), el antiguo lema del presidente Ronald Reagan que se basa en confiar en el poder militar como garante de estabilidad.
Para Malacalza, la política de seguridad hacia América Latina “no configura una arquitectura regional o hemisférica, sino que busca que los países se alineen a Estados Unidos y, en última instancia, a Trump”.
Por otro lado, Estados Unidos ofrece una serie de recompensas para sus aliados.
“Recompensaremos y alentaremos a los gobiernos, partidos políticos y movimientos de la región que se alineen ampliamente con nuestros principios y estrategia”, señala la nueva estrategia.
La política de Estados Unidos debería, según el documento, enfocarse en apoyar a líderes y aliados regionales “capaces de promover una estabilidad razonable en la región”, que ayuden a frenar la migración ilegal y a neutralizar a los cárteles.
Esta política de recompensas se vio en octubre cuando Trump anunció el rescate de 20 mil millones de dólares para Argentina o cuando, al mes siguiente, se firmaron acuerdos con este último país, Ecuador, El Salvador y Guatemala para reducir los aranceles a las exportaciones.
En cualquier caso, para los analistas consultados por BBC Mundo, la bautizada “doctrina Donroe” entiende a la región principalmente como un lugar de amenazas más que de oportunidades.
“Les preocupa mucho más prevenir que las amenazas peligrosas de América Latina lleguen a Estados Unidos, según dirán ellos, que aprovechar las oportunidades que ofrece la región“, sintetiza Freeman.
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