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Qué es ‘sadfishing’ o por qué se ha puesto de moda llorar en redes sociales
Qué es ‘sadfishing’ o por qué se ha puesto de moda llorar en redes sociales
Foto: Freepik.com
5 minutos de lectura

Qué es ‘sadfishing’ o por qué se ha puesto de moda llorar en redes sociales

¿Un acto de desahogo o dependencia a la validación en redes sociales? Descubre más sobre el fenómeno de 'sadfishing' y cómo se relaciona con el 'trauma dumping'.
19 de diciembre, 2025
Por: Abigail Camarillo
@aabi_cm 

No importa si es tu celebridad favorita, un tiktoker haciendo un en vivo o un amix en sus historias. Es probable que hayas visto a personas subir videos o textos donde hablan detalladamente sobre alguna crisis personal.

¿Son personas que simplemente están haciendo un acto de desahogo o una búsqueda genuina de apoyo? ¿O en realidad estamos viendo la instrumentalización del dolor para obtener validación?

Sobre eso habla el sadfishing, un término relativamente nuevo que refleja cómo nuestro inmenso consumo de redes sociales sigue transformando la forma en la que nos relacionamos y comunicamos nuestras emociones.

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¿Qué es el sadfishing?

El término nació en 2019 por un artículo de la escritora Rebecca Reid donde definía esta acción de la siguiente manera:

Sadfishing es cuando alguien usa sus problemas emocionales para enganchar a una audiencia en Internet”.

No se trata solo de expresar emociones en redes, lo cual es algo completamente válido y humano. Pues el sadfishing más bien usa la tristeza como cebo para “pescar” atención, compasión o en muchos casos métricas de interacción que pudieran transformarse en ganancias económicas.

El ejemplo que compartía Reid en ese artículo era el de Kendall Jenner, quien compartió una serie de publicaciones muy personales sobre su lucha contra el acné para generar intriga, descubriéndose después que era parte de una campaña pagada.

El trasfondo psicológico: ¿por qué buscamos la validación a través de la tristeza?

Oliver Serrano León, director y profesor del Máster de Psicología General Sanitaria de la Universidad Europea, explica en un artículo en The Conversation que psicológicamente se puede explicar el sadfishing como “una forma de búsqueda de validación social”.

La búsqueda de validación implica una necesidad de reconocimiento y aprobación y es algo normal en los humanos, pues desde la infancia buscamos la validación de nuestra familia y así generamos más confianza en nosotras mismas.

Sin embargo, plataformas como TikTok, Instagram o Twitter también se han convertido en espacios donde buscamos y obtenemos validación ya sea en forma de likes, comentarios o cualquier tipo de interacción.

En el caso específico de la tristeza es la vulnerabilidad la que se convierte en el principal vehículo para sentirse visto y comprendido.

Lee: ‘Validar mis emociones’: la diferencia entre reconocerlas como reales… o justificarlas sin cuestionar

No obstante, resulta extremadamente difícil distinguir con certeza entre una búsqueda genuina de ayuda y un acto de manipulación para llamar la atención.

Además, aquí es donde entran los algoritmos de las redes sociales ya que están centradas en maximizar la interacción, creando un entorno propicio para la viralización del contenido emocionalmente cargado.

Sin embargo, los algoritmos no distinguen la autenticidad de la desesperación y también nos bombardean de emociones sin nigún tipo de advertencia.

El trauma dumping, otro fenómeno de sobrecarga emocional no solicitada

El trauma dumping es un término que se popularizó en redes en el 2020 que describe el acto de compartir experiencias traumáticas o angustiantes de manera descontrolada, intensa y, fundamentalmente, sin el consentimiento o la consideración sobre la capacidad emocional del receptor para procesar esa información.

El trauma dumping no es nada nuevo y probablemente lo has experimentado (ya sea como oyente o como quien relate) esto a lo largo de tu vida.

Las redes sociales como TikTok han incrementado este fenómeno, en parte porque el trauma dumping es una conversación unidireccional, algo que comparte con las plataformas de internet.

Entras a TikTok y de la nada te aparece una chica llorando en un video contando cómo su perrito se acaba de morir y tú estabas cero preparada y mentalizada para escuchar esa historia.

Esto nos deja sintiéndonos abrumadas, agotadas o incluso secundariamente traumatizadas.

De hecho, un artículo escrito por Alix Woolard en The Conversation menciona que “compartir traumas en redes sociales conlleva el riesgo de exponer a otros usuarios a un trauma indirecto, que se produce cuando una persona resulta traumatizada por el trauma de otra”.

El trauma dumping al final busca atención o alivio inmediato, sin un interés real en soluciones o perspectivas,

Aunque el sadfishing y el trauma dumping son comportamientos distintos, van interrelacionados y se amplifican igual por la arquitectura de las redes sociales.

No te pierdas: ‘Love Bombing’: cuando la manipulación se esconde detrás de los detalles, atenciones y regalos

Los riesgos de estas prácticas en redes

La realidad es que juzgar intenciones en las plataformas digitales es muy difícil. Lo que para una persona puede parecer como una dramatización, para quién publica un video llorando puede ser una forma genuina de procesar sus emociones.

Sin embargo, es un hecho que Internet no es el lugar más empático. Así que las personas que tienen una exposición emocional deben aceptar que se pueden encontrar con la burla, la incredulidad o hasta el acoso.

Oliver Serrano menciona en su artículo que otro riesgo del sadfishing es la dependencia de la reacción externa.

“Cuando el alivio emocional depende exclusivamente de la respuesta digital, se debilita la capacidad de autogestión emocional”, explica el experto añadiendo que eso puede reforzar un ciclo en el que la persona necesita publicar para desahogarse.

Además, el sadfishing y el trauma dumping pueden trivializar temas de salud mental, pues existe el riesgo de “reducir el sufrimiento a una narrativa estética o a una marca personal”.

“Tras las pantallas, hay personas buscando alivio”

Repetimos a que puede ser muuuy complicado saber si alguien en TikTok nos está haciendo sadfishing o si realmente decidió dejar a la vista todas sus emociones con la esperanza de encontrar alivio, conexión o ser escuchada.

Serrano hace énfasis en que “necesitamos dejar de juzgar rápidamente las formas en que otros expresan su malestar”, pues “tras las pantallas, hay personas”.

Lo que plantea el especialista es no juzgar y más bien abrir conversaciones empáticas sobre cómo poder acompañarnos en esta actualidad donde vivimos hiperconectadas.

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Imagen BBC
EU designa como organización terrorista al Clan del Golfo, el grupo criminal más poderoso de Colombia
7 minutos de lectura

Según expertos, el Clan del Golfo es la organización criminal más poderosa de Colombia y dominan rentas ilegales como la extorsión, el narcotráfico, la migración y la minería ilegal.

16 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
0

Nuevo capítulo en la campaña de Estados Unidos contra el narcotráfico y el crimen organizado en América Latina.

El Ejército Gaitanista de Colombia (EGC), más conocido como Clan del Golfo, fue designado como organización terrorista extranjera por el Departamento de Estado estadounidense.

“Es una organización violenta y poderosa con miles de miembros. Su principal fuente de ingresos es el tráfico de cocaína, que utiliza para financiar sus actividades violentas”, según un comunicado de la oficina liderada por Marco Rubio.

Surgido de remanentes del paramilitarismo de los años 90, el EGC, que defiende tener motivos políticos, es considerado el grupo criminal más poderoso de Colombia.

Es la cuarta agrupación armada colombiana que EE.UU. incluye en su lista de organizaciones terroristas extranjeras, uniéndose así al Ejército de Liberación Nacional (ELN), las FARC-EP y la Segunda Marquetalia, disidencias de las FARC que se desmovilizaron tras el acuerdo de paz de 2016.

La decisión de Washington ocurre en un momento de alta tensión en América Latina.

Desde septiembre, militares estadounidenses han atacado a decenas de supuestas embarcaciones narco en el Caribe y Pacífico sudamericanos donde han muerto al menos 95 personas.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha reiterado que la campaña contra el narcotráfico pronto incluirá acciones terrestres en Venezuela.

Trump acusa a su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, de liderar una organización criminal llamada Cartel de los Soles, algo que Maduro niega.

El estadounidense tampoco ha descartado que los ataques se extiendan a territorio colombiano, donde más cocaína se produce en el mundo, generando fuertes críticas del presidente Gustavo Petro, al que EE.UU. sancionó recientemente por presuntos vínculos con el narcotráfico.

El Clan del Golfo, por su parte, se encuentra en negociaciones con el gobierno de Petro como parte de la estrategia de “paz total”.

La designación del grupo como organización terrorista por parte de EE.UU. parece poner todo este contexto en vilo.

Quiénes son y cómo surgió el Clan del Golfo

La extensa región del Urabá, fronteriza con Panamá y alrededor de un golfo con salida al Caribe, fue dominada en los 90 por las guerrillas del Ejército Popular de Liberación (EPL) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Luego entraron las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), el ejército paramilitar que enfrentaba a la insurgencia.

El EPL y las AUC marcaron el origen de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, o Clan del Golfo, puesto que exmiembros de ambos bandos, en teoría opuestos y desmovilizados, se articularon en una nueva agrupación que, bajo la mirada de analistas y el Estado, adquirió un corte más criminal que político.

Las AGC, hoy llamadas EGC, crecieron en poder y control territorial.

Una investigación de la Fundación Pares en Colombia estima que el grupo está presente en 302 de los alrededor de 1.100 municipios del país.

Según expertos, es esa la clave por la cual hoy dominan rentas ilegales como la extorsión, el narcotráfico, la migración y la minería ilegal.

Migrantes en Necoclí, Colombia, en octubre de 2022.
DANILO GOMEZ/AFP via Getty Images
El tráfico migratorio de cientos de miles de personas entre 2021 y 2025 dejó una importante derrama a comunidades locales en Colombia y a grupos como el EGC, según expertos.

Víctor Barrera, investigador del Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP) en Bogotá, señaló que el grupo “tiene una gran capacidad de movilidad en el territorio, porque operan a través de la subcontratación de servicios específicos según lo demande la situación”.

Este sistema, similar al de franquicias empresariales y con integrantes asalariados, dificulta saber su extensión y les facilita encontrar reemplazo rápido a los líderes que son capturados o dados de baja.

“Hoy se estima que el EGC tiene alrededor de 9.000 miembros, según cifras oficiales, aunque se está llevando a cabo un nuevo conteo en que seguramente aumentará el dato”, le dice a BBC Mundo Gerson Arias, investigador asociado en la Fundación Ideas para la Paz (FIP).

Arias señala que una tercera parte del grupo actúa como ejército, mientras que el resto son redes de apoyo, “milicias y redes de inteligencia”, que en el interior de la organización como “puntos urbanos, rurales o militares”.

Los tentáculos del Clan también han sido detectados en países como Brasil, Argentina, Perú, España y Honduras, donde algunos de sus miembros han sido capturados.

Quiénes lideran la organización

Durante 15 años, desde comienzos de los 2000, la organización fue controlada por los hermanos Dairo Antonio (Otoniel) y Juan de Dios Úsuga.

Al grupo también se le solía llamar Clan Úsuga.

Otoniel se convirtió en líder máximo cuando su hermano murió a manos de la Policía Nacional durante un asalto a una “narcofiesta” de fin de año, el 1 de enero de 2012.

Otoniel fue el criminal más buscado de Colombia hasta su captura y extradición a EE.UU. en 2021. Hoy cumple 45 años de condena en una prisión estadounidense.

Dairo Antonio Úsuga, Otoniel, tras su captura en octubre de 2021.
Getty Images
Tras la caída de Otoniel, el EGC se reorganizó e incluso aumentó su dominio en Colombia.

Tras su caída, los nombres de sus sucesores aparecieron rápido en medios colombianos.

Uno de ellos, Wílmer Giraldo, alias Siopas, fue asesinado en 2023 presuntamente por miembros de su propia organización.

Otro, Jesús Ávila, conocido como “Chiquito Malo”, comanda al EGC y es uno de los hombres más buscados del país sudamericano.

Crecimiento reciente

Los analistas de Pares indican que el modelo de operación del EGC, flexible y basado en acuerdos con estructuras locales legales e ilegales, les permite crecer sin necesidad de confrontaciones abiertas.

En los últimos años, los también conocidos como “Urabeños” ampliaron su presencia en otros territorios como el Bajo Cauca, Córdoba, norte del Chocó y parte del Magdalena Medio.

“Este crecimiento se apoyó en la capacidad de absorber bandas locales, presionar a autoridades municipales y ocupar espacios donde la Fuerza Pública no logró mantener una presencia suficiente y permanente”, dice un informe de Pares.

El grupo también ha destacado por su flexibilidad y diversificación económicas.

Durante los cierres de la pandemia en 2020 y 2021 ofrecían bienes y servicios y cuando explotó el éxodo migratorio por el Darién se aliaron con comunidades locales para sacar cuantiosas rentas del fenómeno.

Al igual que otros grupos armados en Colombia, el EGC aprovechó con éxito los espacios dejados por la desmovilización de las Farc.

Entre 2022 y 2025, Pares señala que los gaitanistas crecieron a menor ritmo, aunque reportes de su expansión a zonas mineras en el sur del departamento de Bolívar muestran una búsqueda de incrementar más su presencia territorial.

Negociaciones con el gobierno de Petro

Reunión entre reperesentantes del EGC y el gobierno colombiano en Doha, Qatar.
Mahmud HAMS / AFP via Getty Images
Las negociaciones entre el EGC y el gobierno colombiano generan escepticismo en la opinión pública colombiana.

Cuando Petro llegó al gobierno en agosto de 2022, prometió negociar con varios grupos armados en su búsqueda de la paz total.

Su iniciativa de también conversar con el EGC generó críticas en el país, ya que expertos y opositores políticos dudan sobre cómo una organización, considerada como criminal por el Estado colombiano, renunciará a las armas y las rentas millonarias que deja su control territorial.

El EGC se considera a sí mismo como grupo político y reclama recibir un trato similar al de las guerrillas y los paramilitares en las negociaciones de paz.

Recientemente, en una reunión en Doha, Qatar, representantes del EGC y el gobierno colombiano firmaron un acuerdo para trabajar progresivamente hacia un posible desarme y la pacificación de territorios.

El tiempo corre en contra de Petro, quien terminará su mandato en agosto de este año.

Las acciones de EE.UU., que no parece cedar en su ofensiva contra el narcotráfico en América Latina, añaden más incertidumbre si cabe a unas negociaciones de paz en Colombia que no dan los resultados esperados.

Y, a la vez, alimentan el temor de que se produzcan ataques en territorio colombiano, como ha advertido Trump.

Ya lo dijo el Departamento de Estado en su anuncio: “EE.UU. seguirá usando todas las herramientas disponibles para proteger nuestra nación y detener las campañas de violencia y terror cometidas por carteles internacionales y organizaciones criminales transnacionales”.

Petro consideraría cualquier amenaza contra la soberanía colombiana como una “declaración de guerra”, según ha expresado.

BBC

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